Shere Hite, confesora sexual de toda una generaci¨®n
Analiz¨® en los dos pol¨¦micos informes que llevan su apellido la sexualidad de las mujeres y los hombres de Estados Unidos
En la fascinante historia del estudio de la sexualidad humana, Shere Hite, fallecida el mi¨¦rcoles en Londres a los 77 a?os, tendr¨¢ siempre un lugar de honor. Y, si hubiera que poner un nombre a su asiento, podr¨ªa ser el de ¡°preguntona¡±, ya que su m¨¦rito fue atreverse a hacer preguntas indiscretas que nunca nadie antes hab¨ªa realizado.
En los liberales a?os setenta, cuando ya la p¨ªldora, la revoluci¨®n sexual y la quema de sujetadores parec¨ªan haber igualado la balanza entre mujeres y hombres, incluso en la cama, esta pelirroja estadounidense nacida en el conservador Estado de Misuri, empez¨® a cuestionarse si era oro todo lo que reluc¨ªa.
La joven Hite, que se hab¨ªa trasladado a Nueva York para estudiar historia en la Universidad de Columbia, echaba mano de su evidente belleza para pagar las facturas y no dudaba en trabajar como modelo o en posar desnuda para Playboy. En una ocasi¨®n, tuvo que posar para un anuncio de una m¨¢quina de escribir Olivetti. Vestida de secretaria sexi, su imagen figuraba junto a la frase ¡°Una m¨¢quina tan inteligente que ella no tiene que serlo¡±. Se cuenta que Hite, que frecuentaba ya los c¨ªrculos feministas de la Gran Manzana, se sum¨® a las protestas contra su propio anuncio frente a la sede de la empresa.
Interesada por el orgasmo femenino, decidi¨® redactar un cuestionario y repartirlo en las asociaciones de mujeres de todo Estados Unidos. Consigui¨® unas 3.500 respuestas, desde prostitutas hasta antiguas monjas, y de all¨ª sali¨® The Hite Report: A Nationwide Study of Female Sexuality, que public¨® en 1976. Las dos grandes conclusiones de su informe a todas aquellas preguntas indiscretas fueron que pocas mujeres llegaban al orgasmo a trav¨¦s del coito (solo un 30%), aunque s¨ª lo hac¨ªan por medio de la masturbaci¨®n, y que en el cl¨ªtoris estaba la clave de acceso al cl¨ªmax.
Muchas mujeres fing¨ªan el orgasmo y muchos hombres desconoc¨ªan lo que realmente sent¨ªan sus parejas. Como dijo en una ocasi¨®n la autora que solt¨® esa bomba at¨®mica sobre el, aparentemente, feliz y posrevolucionario panorama sexual de entonces, ¡°todav¨ªa muchos hombres parecen seguir creyendo, de una forma naif y egoc¨¦ntrica, que lo que les gusta a ellos, autom¨¢ticamente, les gusta a las mujeres¡±.
Las reacciones al informe, en una parcela tan at¨¢vica e instintiva como el sexo, no tardaron en llegar por parte de las mentes m¨¢s conservadoras, para las que la brecha org¨¢smica de g¨¦nero ¡ªfue una de las primeras en abordar este asunto¡ª era una soberana estupidez.
El libro vendi¨® 50 millones de ejemplares, fue traducido a muchos idiomas y prohibido en nueve pa¨ªses. A Espa?a lleg¨® en los a?os ochenta, cuando ya en Estados Unidos se hab¨ªa acusado a su autora de promover el odio a los hombres, de contribuir a la ruptura de familias y de aumentar la tasa de divorcios. El informe fue apodado Hate Report (¡°Informe del odio¡±) y se rescataron fotos de Hite desnuda para su escarnio p¨²blico. Un sector del feminismo la culp¨® de estar utilizando el movimiento para enriquecerse con sus obras; mientras, los m¨¢s comedidos sosten¨ªan que sus conclusiones y su m¨¦todo no eran cient¨ªficos, la misma cr¨ªtica que ya hab¨ªan sufrido en su momento los trabajos sobre la sexualidad de Kinsey o de Master & Johnson.
La publicaci¨®n a?os despu¨¦s de estudios sobre el punto g (situado en el interior de la vagina) fueron interpretados por la autora como una reacci¨®n a sus postulados, una forma de revalorizar la penetraci¨®n y, de paso, de a?adir una nueva frustraci¨®n sexual a las mujeres que no encontraban o no sab¨ªan c¨®mo estimular el dichoso punto.
En 1981, public¨® The Hite Report on Men and Male Sexuality, un tocho de m¨¢s de mil p¨¢ginas fruto de entrevistar a 7.239 hombres en Estados Unidos. Las respuestas revelaban que, al igual que las mujeres, la mayor¨ªa de ellos tambi¨¦n disfrutaban m¨¢s con la masturbaci¨®n que con el coito, que viv¨ªan una excesiva presi¨®n alrededor de la erecci¨®n, que la ira reprimida y la infidelidad eran habituales en los matrimonios estadounidenses y que los hombres ten¨ªan gran dificultad para expresar sus sentimientos.
Lejos de equilibrar la balanza y reducir las cr¨ªticas, ya que, al fin y al cabo, ellos tambi¨¦n eran v¨ªctimas de la imperante concepci¨®n patriarcal del sexo, el nombre de Shere Hite ya no volvi¨® a salir jam¨¢s de la lista negra. El acoso y las amenazas de muerte la llevaron a renunciar a la ciudadan¨ªa estadounidense en 1995 e instalarse en Europa.
Ha muerto en su casa de Londres en compa?¨ªa de su segundo marido, Paul Sullivan. Gracias a ella, muchas mujeres comprobaron que no eran fr¨ªgidas, sino que sus gustos no coincid¨ªan siempre con los de sus parejas.
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