Llega la ley de libertad sexual: el silencio no es un s¨ª
Espa?a define por primera vez qu¨¦ entiende por consentimiento y plantea en un borrador que la aceptaci¨®n se manifieste de forma clara e inequ¨ªvoca
Una mujer de 18 a?os, cinco hombres y un portal angosto. En abril de 2018, la Audiencia Provincial de Navarra sentenci¨® que aquel episodio supuso un abuso sobre la joven en el que no hubo violencia. Han pasado dos a?os y medio de aquel fallo que sac¨® a las mujeres a la calle en una ola de indignaci¨®n generalizada y que despu¨¦s enmend¨® de plano el Tribunal Supremo: no, no era un abuso. Fue violaci¨®n. Los cinco integrantes de La Manada fueron condenados a 15 a?os de c¨¢rcel y se abri¨® un debate social sin precedentes que ha llevado a Espa?a a sumarse a los pa¨ªses que definen y acotan el consentimiento en su legislaci¨®n con una premisa: la que calla no otorga. Es decir, tanto si la v¨ªctima dice que no, como si permanece en silencio ¡ªel caso de la joven en Pamplona¡ª, se trata de un ataque a la libertad sexual.
Todo arranc¨® con aquella primera sentencia de un caso que convulsion¨® a la sociedad desde su inicio en los sanfermines de 2016. Cinco d¨ªas despu¨¦s del fallo, el Gobierno convoc¨® a un grupo de especialistas, la llamada comisi¨®n de codificaci¨®n, para revisar el C¨®digo Penal y atender el creciente malestar social. Lo primero que se cambi¨® fue la composici¨®n de ese equipo, formado ¨ªntegramente por hombres. El encargo pas¨® de un Gobierno del PP a otro del PSOE hasta llegar al Ejecutivo actual, la coalici¨®n de PSOE y Unidas Podemos. Los socios acordaron elaborar una ley espec¨ªfica basada en el trabajo previo de Podemos. Es la futura Ley Org¨¢nica de Garant¨ªa Integral de la Libertad Sexual, conocida como la ley del solo s¨ª es s¨ª, que ahonda en el consentimiento de la v¨ªctima. Espa?a ya castiga los actos sexuales sin consentimiento, pero este no est¨¢ definido en el C¨®digo Penal, que se centra en la violencia o intimidaci¨®n para determinar cu¨¢ndo hay agresi¨®n.
La nueva ley, en fase de borrador y que puede sufrir modificaciones, incluye por primera vez esa definici¨®n sobre dos ejes. El primero, que la mujer haga una manifestaci¨®n libre por actos ¡°exteriores, concluyentes e inequ¨ªvocos¡± de su voluntad de participar. El segundo, que esta manifestaci¨®n sea entendida ¡°conforme a sus circunstancias concurrentes¡±.
Cambio de paradigma
La nueva propuesta elimina del C¨®digo Penal la definici¨®n de abuso sexual, un aspecto en el que hubo acuerdo desde el principio para dejar claro que lo que marca el delito no es la violencia del agresor sino la concurrencia de la v¨ªctima. Definir el consentimiento busca un cambio de paradigma: ahondar en la idea de que callar no es consentir en ning¨²n caso, de ah¨ª el solo s¨ª es s¨ª. Los especialistas consultados, que difieren en los efectos que pueda tener la definici¨®n, s¨ª coinciden en una cosa: el cambio no es la panacea. Dos alertan de que puede ser beneficioso para la v¨ªctima, otros dos defienden que puede crear indefensi¨®n jur¨ªdica y que es peor que el modelo actual. Todos admiten que depende de la interpretaci¨®n de los jueces, que en su mayor¨ªa no est¨¢n formados con perspectiva de g¨¦nero.
El cambio ¡°cumple una funci¨®n de pedagog¨ªa social¡±, apunta la catedr¨¢tica de Derecho Penal de la Universidad de A Coru?a, Patricia Faraldo, estudiosa de la figura del consentimiento en las distintas legislaciones del mundo y una de las personas que participaron en la elaboraci¨®n de la ley. ¡°Si antes el silencio significaba consentimiento t¨¢cito y disponibilidad del cuerpo femenino, ahora supone negativa e indisponibilidad de ese cuerpo. El silencio no es acuerdo ni consentimiento¡±, explica Faraldo, que tambi¨¦n particip¨® en la comisi¨®n que analiz¨® el C¨®digo Penal una vez que fue reformada para dar cabida a las mujeres.
Una menor victimizaci¨®n
Fernando R. Santocildes, presidente de la subcomisi¨®n de violencia sobre la mujer del Consejo General de la Abogac¨ªa Espa?ola, defiende que esta nueva definici¨®n, que exige una manifestaci¨®n por actos concluyentes e inequ¨ªvocos puede complicar el recorrido para los agresores y hacerlo menos arduo para las v¨ªctimas. ¡°El acusado tiene m¨¢s dif¨ªcil acreditar que hubo consentimiento respecto a lo que existe ahora¡±, se?ala el tambi¨¦n decano del Colegio de Abogados de Le¨®n. ¡°Hasta ahora se dec¨ªa ¡®el que calla otorga¡¯, pero en esta materia quien calla no otorga. Otorga quien ha dicho que s¨ª. Habr¨¢ una menor victimizaci¨®n porque no pesar¨¢ sobre las mujeres un exceso de carga probatoria¡±, a?ade.
La nueva definici¨®n est¨¢ en l¨ªnea con los cambios incluidos en otras legislaciones europeas, como las de Suecia o el Reino Unido. Sigue el esp¨ªritu del convenio de Estambul, el acuerdo del Consejo de Europa sobre prevenci¨®n y lucha contra la violencia hacia las mujeres.
Marisa Cuerda, catedr¨¢tica de Derecho Penal de la Universidad Jaume I de Castell¨®n, considera que el C¨®digo Penal actual ya se interpreta con la mirada puesta en el consentimiento y sigue los postulados del Convenio de Estambul. Argumenta que la primera sentencia de Pamplona fue ¡°una excepci¨®n¡± corregida por el Supremo y que incluir una definici¨®n puede crear problemas. ¡°La reforma es bienintencionada y busca ampliar el ¨¢mbito de libertad sexual, pero va a plantear problemas interpretativos en los casos l¨ªmite, y eso es muy grave en materia penal¡±. Cuerda se?ala, por ejemplo, las diferentes interpretaciones que se pueden dar sobre lo que son las ¡°circunstancias concurrentes¡±.
¡°Es una enso?aci¨®n creer que solo con ese cambio puedes modificar por completo toda una cultura de interpretaci¨®n social, que habr¨¢ m¨¢s supuestos en los que se considere que se ha quebrantado la voluntad de las v¨ªctimas o que va a haber m¨¢s protecci¨®n para ellas¡±, a?ade Manuel Cancio, catedr¨¢tico de Derecho Penal de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. ¡°Mediante un acto legislativo no puedes cambiar la cultura de las relaciones entre hombres y mujeres¡±, seg¨²n este experto, que tambi¨¦n forma parte de la comisi¨®n de codificaci¨®n. ¡°Hace 20 o 30 a?os se entend¨ªa que o te defiendes hasta correr el riesgo de que te maten o iba a pasar como un acto consentido. Ya no es as¨ª¡±.
Con un mismo C¨®digo Penal, el actual, ha habido juzgados que han visto violencia donde otros no, que han entendido que una mujer consent¨ªa mientras otros no. Incluir la definici¨®n del consentimiento ha sido un trabajo arduo porque busca simplificar un ¨¢mbito complejo y lleno de grises, como se?ala Patricia Faraldo. El siguiente paso est¨¢ en manos de los jueces: ¡°En la ley no podemos hacer m¨¢s, la interpretaci¨®n es otra lucha distinta y necesitamos formar a los jueces¡±. ¡°Tendremos interpretaciones restrictivas¡±, augura Encarna Bodel¨®n, profesora de Filosof¨ªa del Derecho, que pide tambi¨¦n un avance en la formaci¨®n de los jueces: ¡°Si no se hace, corremos el riesgo de que estos conceptos se apliquen de manera muy restrictiva y poniendo de nuevo el problema de qu¨¦ se entiende por consentimiento¡±. Faraldo apunta a un largo camino por delante: ¡°No es la panacea, el derecho es profundamente conservador y los jueces mantendr¨¢n sus criterios. Habr¨¢ adaptaci¨®n pero tambi¨¦n resistencia¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.