Espa?a no vuelve a casa por Navidad
Entre las normas y la responsabilidad de cada cual. Las restricciones por la pandemia empujan a las familias a buscar alternativas en la distancia y muchas personas pasar¨¢n las fiestas solas
Como le ocurre a Aurelio Montoiro, de Huesca, esta ser¨¢ para muchos la Navidad de las primeras veces. Ancianos que cenar¨¢n solos por el miedo de sus hijos a sentenciarlos por un contagio. Extranjeros que no podr¨¢n viajar para ver a sus familias. Pacientes en cuarentena a causa de la pandemia. Camioneros que dormir¨¢n en sus cabinas, atrapados en el Reino Unido por el cierre de fronteras. Vecinos como los de El Ripoll¨¨s y La Cerdanya, que hicieron planes hasta que sobrevino un dr¨¢stico confinamiento perimetral. Personas sin techo o sin familia, que por primera vez no hallar¨¢n refugio donde siempre lo encontraban. Con las restricciones impuestas para las fiestas, miles de espa?oles no volver¨¢n hoy a casa por Navidad, aunque otros se saltar¨¢n las normas convencidos de que su cita clandestina no va a agrandar el tama?o de la tercera ola. La incertidumbre a la hora de calcular el n¨²mero de raciones ha retrasado las compras hasta ¨²ltima hora, algunos han decidido estrenarse en la cocina y muchos tendr¨¢n que pasar la noche hospitalizados o simplemente encerrados en su cuarto por precauci¨®n. Otros, m¨¢s afortunados, podr¨¢n verse las caras ante un mantel, aunque sea por videoconferencia, o guardando distancias de dos metros. ¡°Nos iremos af¨®nicos a casa porque habr¨¢ que gritar m¨¢s¡±, asume la compostelana Chus Iglesias; pero ¡°nuestro esp¨ªritu¡±, recuerda, sigue siendo ¡°comer en familia¡±.
Aurelio Montoiro, Huesca: ¡°Es lo que hay y es lo que en conciencia tenemos que hacer¡±
Para Aurelio Montoiro ser¨¢ la primera vez que el d¨ªa 24 no cene con sus tres hijos; tambi¨¦n se pondr¨¢ por vez primera al frente de los fogones para cocinar en Nochebuena y se quedar¨¢ con las ganas de ver corretear juntos a sus tres nietos peque?os -los mayores son ya adolescentes- que hasta hace un a?o apenas sab¨ªan andar. Tambi¨¦n fue el primero en advertir a su familia de los riesgos de reunirse con una pandemia a punto de devenir en tercera ola.
Aurelio, ebanista jubilado de 72 a?os, se toma estos contratiempos con resignaci¨®n, pese a que es precisamente en estas fechas cuando puede reunir en su casa de Huesca a una familia que el resto del a?o est¨¢ desperdigada entre Bonn (Alemania) -donde reside Marcos, su primog¨¦nito-; Zaragoza -donde vive su hija Raquel y una de sus nietas-; y Madrid -en donde trabaja su hijo peque?o, Hugo, y gatea el menor de sus nietos-; sin olvidar que en Bangor (Irlanda del Norte) est¨¢n sus dos nietos mayores. ¡°Viendo lo mal que estaba la situaci¨®n en Huesca por la covid yo fui quien le dije a Marcos que c¨®mo iba a venirse; mi hija es m¨¦dico y ella misma por precauci¨®n decidi¨® que tampoco ven¨ªa, igual que Hugo¡±, explica. ¡°Es lo que hay y es lo que en conciencia tenemos que hacer¡±, abunda.
Pero Aurelio no se ha resignado a pasar estas fiestas solo. A su amigo de la infancia, Tom¨¢s Jim¨¦nez, de 68 a?os, la pandemia tambi¨¦n le ha disuadido de bajar a Teruel a pasar la Navidad con su hermana y sus sobrinos. ¡°Estando los dos solos, la semana pasada decidimos que cenar¨ªamos juntos en casa y lo que nos sobrara nos lo comer¨ªamos al d¨ªa siguiente¡±, dice con desenvoltura. El lunes fueron a comprar el pescado para la parrillada que asar¨¢n el 24 y una paletilla de cordero para el 25. ¡°No creo que vaya a salir mal porque todo es a la brasa y al horno y ya tengo experiencia de cocinar solo¡±, indica con una sonrisa.
Aurelio ha afrontado momentos de extrema dureza en su vida, como la p¨¦rdida de su mujer, Tere, hace 16 a?os. Pasar la Nochebuena lejos de su familia es un peque?o trance que encara con una entereza que no le impide, sin embargo, dejar un resquicio a la nostalgia. ¡°Va a ser una pena no poder ver a los m¨¢s peque?os juguetear, porque estas son unas fechas para ellos, pero es lo que hay¡±, sostiene. Una primera vez que espera, no obstante, que sea la ¨²ltima.
Chus Iglesias, Santiago: ¡°Voy a echar de menos a 200 amigos, porque este a?o solo vendr¨¢n 100¡±
Desde hace ya 26 a?os, Chus Iglesias y su marido, Seraf¨ªn Varela, reciben en Santiago por Nochebuena y Navidad a todas las personas sin hogar o sin compa?¨ªa que quieran celebrar las fiestas ¡°en familia¡±. Empezaron a organizar sus ¡°veladas para corazones solitarios¡± tras perder a su hija mayor, en el bar-churrasquer¨ªa que regentaban, Paluso, antes de desaparecer, y siguieron haci¨¦ndolo despu¨¦s; actualmente en una enorme carpa que les monta el Ayuntamiento en la Alameda. Hace algo m¨¢s de una d¨¦cada eran 50 comensales y el a?o pasado fueron casi 300. Gente de varios municipios que nunca ha tenido que inscribirse. Solo presentarse all¨ª. En la misma mesa se han sentado peregrinos, abuelos olvidados, abogados, indigentes, familias enteras sin recursos. Chus se sabe de memoria el nombre de los incondicionales, pero jam¨¢s les pregunta sobre su vida ni qu¨¦ les lleva a buscar el calor entre personas desconocidas. Hasta hace pocos d¨ªas, este a?o la pareja no supo si la tradicional fiesta de Paluso podr¨ªa celebrarse o tendr¨ªan que conformarse con repartir el banquete en bolsas para llevar.
Cada vez hay m¨¢s voluntarios que ayudan a este matrimonio y su hija menor a cocinar y servir. Las viandas se compran gracias a donativos, pero este a?o ha costado mucho conseguirlos a pesar de la campa?a de apoyo que han organizado conocidos personajes gallegos y el v¨ªdeo que han difundido los bomberos de la ciudad. Chus sigue siendo el alma y la fuerza que mantiene viva la cita, pese a que lleva dos a?os luchando contra el c¨¢ncer, con sucesivas intervenciones quir¨²rgicas que ¡°siempre cuadran en noviembre¡±. Para garantizar las medidas sanitarias, la carpa ha crecido y tiene capacidad para 380 personas, pero solo podr¨¢n entrar 100, por eso han tenido que anotarse previamente. Por primera vez, los solitarios ¡°comer¨¢n en mesas separadas y las familias, si son muy grandes, tendr¨¢n que repartirse en dos¡±. ¡°Se guardar¨¢n las distancias de dos metros entre personas y de tres entre mesas; se repartir¨¢n mascarillas nuevas a la entrada y los ni?os, que los hay desde 14 meses, tendr¨¢n que jugar en su sitio. Ya no habr¨¢ zona de juegos¡±, describe la antigua hostelera.
La hosteler¨ªa tiene reducido el aforo al 50%, pero ¡°los palusos¡± son ¡°todav¨ªa m¨¢s restrictivos¡±. ¡°Voy a echar de menos a 200 amigos¡±, reconoce Iglesias con pesar mientras empaqueta regalos y atiende la lavadora donde desinfecta los peluches con los que jugar¨¢n los peque?os. ¡°Nuestro esp¨ªritu es comer en familia¡±, contin¨²a, ¡°as¨ª que lo de la comida para llevar no nos parec¨ªa una buena alternativa. Estaremos distanciados f¨ªsicamente, pero seguiremos juntos, aunque nos iremos af¨®nicos a casa porque habr¨¢ que gritar m¨¢s¡±. Y Pap¨¢ Noel no llegar¨¢ despu¨¦s de medianoche. ¡°No vamos a esperar por ¨¦l. Vendr¨¢ el 25, y va a traer una sorpresa como nunca¡±.
Juan Cant¨®n, Madrid: ¡°Cenar¨¦ con videollamada. Estoy confinado¡±
El coronavirus ha desmantelado los planes navide?os de Juan Cant¨®n, de 28 a?os. Sali¨® la semana pasada a cenar con unos amigos en Madrid. Un d¨ªa despu¨¦s, el grupo se enter¨® de que una de las asistentes estaba contagiada. ¡°Respetamos las medidas de seguridad, pero estuvimos juntos y nos quitamos la mascarilla cada vez que comimos, as¨ª que el s¨¢bado fui a hacerme una prueba¡±, aclara Cant¨®n. Aunque el resultado fue negativo, debe permanecer confinado en su piso al menos 10 d¨ªas, hasta que el domingo le repitan la prueba. Lamenta no poder pasar la Nochebuena con su familia, lo que achaca a un golpe de ¡°mala suerte¡±. Cant¨®n es m¨¦dico y ha lidiado durante meses con el coronavirus en el Hospital Severo Ochoa de Legan¨¦s. ¡°He tenido el virus cerca d¨ªa a d¨ªa y en ning¨²n momento he tenido un contacto de riesgo. Justo cuando llegan estas fechas, pasa esto¡±, afirma con pesar.
Cant¨®n nunca se ha perdido una Nochebuena y esta no va a ser la excepci¨®n, aunque tenga que salvarla con ingenio. ¡°Har¨¦ una videollamada con mi familia durante la cena para hablar y sentir que estoy con ellos¡±, cuenta. Sus padres y su hermano le llevar¨¢n una raci¨®n del men¨² navide?o antes de ir a casa de su abuela, donde se reunir¨¢n con el resto de su familia. Cant¨®n recuerda ahora con especial nostalgia las Navidades en un sal¨®n lleno de gente, los juegos con sus primos y los villancicos cantados a voz en grito. ¡°Este a?o, el 24 diciembre no tendr¨¢ nada de especial, ser¨¢ como un d¨ªa cualquiera¡±, comenta. Pasar¨¢ la Nochebuena solo, confinado en su habitaci¨®n para evitar cualquier contacto con su compa?ero de piso y se dedicar¨¢ a leer y estudiar ingl¨¦s. Para este joven sanitario, la responsabilidad es lo primero. Prefiere no hacer pron¨®sticos para la Navidad del a?o que viene y por ahora solo tiene un deseo: ¡°Al menos, espero acabar el a?o con mi familia¡±.
Mafe Ginnari, Barcelona: ¡°Extra?ar¨¦ abrazar a mis padres. Llevo un a?o sin estar con ellos¡±
Es la primera Navidad que Mafe y Daniel Ginnari celebrar¨¢n lejos de su familia. De 26 y 30 a?os respectivamente, Mafe y Daniel son hermanos, venezolanos forzados por la crisis econ¨®mica y social a emigrar de su pa¨ªs. Ella trabaja en una editorial en Barcelona y ¨¦l es entrenador personal en Madrid. Pasar¨¢n las fiestas juntos en casa de ella. ¡°Voy a extra?ar mucho no poder abrazar a mis padres. Llevo un a?o sin poder estar con ellos¡±, dice Mafe.
2020 es el primero de los ocho a?os que lleva como expatriada, que Mafe no ha podido visitar a su familia en Caracas. Las conexiones con Venezuela ya son de por s¨ª complicadas, pero con la pandemia todav¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil regresar a su pa¨ªs. Una opci¨®n es tomar los llamados ¡°vuelos humanitarios¡± que gestiona la Embajada en Madrid, pero en estos se priorizan casos urgentes y, adem¨¢s, no son regulares. Otra alternativa hubiera sido hacer escala en un pa¨ªs tercero, como Estados Unidos, Rep¨²blica Dominicana o Panam¨¢, cuentan los Ginnari, pero la incertidumbre por si cerraban fronteras y las cuarentenas lo desaconsejaron.
La celebraci¨®n m¨¢s importante para los venezolanos es la Nochebuena. Los hermanos Ginnari la pasar¨¢n con la pareja de Mafe y con una amiga. En Catalu?a est¨¢n autorizadas las reuniones navide?as de hasta 10 personas, de como m¨¢ximo dos grupos de convivencia. El men¨² ser¨¢ a base de platos tradicionales venezolanos: ensalada de gallina, pan de jam¨®n y sobre todo las hallacas, un tamal envuelto en hoja de parra, elaborado con masa de ma¨ªz, guiso de carne, alcaparras y pasas, entre otros ingredientes.
Como el resto de los 4,5 millones de compatriotas en la di¨¢spora ¨Cseg¨²n datos de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones¨C, los hermanos Ginnari asum¨ªan el rol de Reyes Magos de la miseria: aprovechaban su retorno a casa para llevar productos esenciales que son dif¨ªciles de encontrar en Venezuela, sobre todo de higiene y sanitarios. ¡°A una amiga que s¨ª ha ido a Venezuela le he dado unos medicamentos para llevar¡±, a?ade la peque?a de los Ginnari.
Cecilia L¨®pez, Puigcerd¨¢: ¡°Hemos recibido la noticia del cierre con las maletas hechas¡±
Por primera vez, Cecilia L¨®pez pasar¨¢ parte de la Navidad lejos de sus padres. Esta residente de Barcelona, de 38 a?os, sol¨ªa viajar junto a su marido y su hija a Puigcerd¨¢ (Girona), en la comarca de Cerdanya, que fue confinada por la Generalitat este martes. ¡°Hemos recibido la noticia sin esperarlo, con las maletas hechas¡±, cuenta L¨®pez. Se ha reunido con su familia solo una vez desde que empez¨® la pandemia. Ahora, le duele especialmente no pasar tiempo junto a su madre, de 58 a?os, que padeci¨® la covid en marzo y ha heredado importantes secuelas. ¡°Llev¨¢bamos tiempo esperando estas fechas para ir a verles y de la noche a la ma?ana, nos enteramos de que no podemos ir¡±, afirma.
L¨®pez busca alternativas para rescatar el esp¨ªritu navide?o de su hija, de nueve a?os, que ha recibido la noticia entre sollozos. Har¨¢n una videollamada con la familia en la cena y celebrar¨¢n de manera telem¨¢tica la tradici¨®n catalana del T¨ªo de Nadal (tronco de Navidad), por la que los peque?os de la casa cantan y golpean un tronco de madera del que obtienen regalos. ¡°Intentaremos que los abuelos vean ese momento y sientan la ilusi¨®n de la ni?a¡±, cuenta L¨®pez, aunque reconoce que no ser¨¢ lo mismo. Su Navidad ser¨¢ muy diferente sin los paseos junto al r¨ªo en Puigcerd¨¢, sin jugar con los perros de la familia al aire libre y sin ver a sus amigos de la infancia. Aunque eso no es lo m¨¢s importante. ¡°Lo que m¨¢s voy a echar de menos es abrazar a mis padres, comer junto a ellos y a mis dos hermanos alrededor de una mesa¡±, afirma. Reconoce que la salud es lo primero, pero le angustia no poder predecir lo que pase despu¨¦s. ¡°Temo que las restricciones se alarguen m¨¢s despu¨¦s de la Navidad y no pueda ver a mis padres en muchos meses¡±.
Javier Ferrando, Carcaixent: ¡°Supongo que algunos conductores cenaremos juntos si seguimos en Inglaterra¡±
Javier Ferrando, de 45 a?os, no sabe a¨²n donde pasar¨¢ la Nochebuena. En Carcaixent (Valencia), con su mujer y su suegra seguro que no. Imposible llegar. Es uno de los 3.000 camioneros espa?oles atrapados en Reino Unido sin poder pasar el estrecho a causa del cierre de las fronteras tras la aparici¨®n de una nueva variante del coronavirus. ¡°Llevo aqu¨ª desde el domingo, tras descargar las naranjas. Estamos esperando hacernos una PCR y que nos den paso al Eurot¨²nel. No s¨¦ d¨®nde estar¨¦ en Nochebuena... Supongo que cenaremos juntos algunos conductores espa?oles si seguimos en Inglaterra¡±, comenta en el ¨¢rea de Midway, a 70 kil¨®metros de Londres, donde est¨¢n aparcados un centenar de camiones. Tiene el suyo provisto de comida y bebida. ¡°Siempre estamos preparados, porque otras veces hemos estado parados por una huelga en Francia o por otras cosas, pero nunca nada as¨ª¡±, dice el conductor del Grupo Mazo, radicado en Alzira. ¡°Mi mujer est¨¢ acostumbrada a estar sola, pero bueno, me sabe mal: esta vez no podr¨¦ llegar para Nochebuena¡±, agrega.
Dos familias de Valencia: el desencuentro de juntarse o no juntarse
La celebraci¨®n de las fiestas navide?as en plena pandemia est¨¢ provocando tensiones en el seno familiar, adem¨¢s de los problemas derivados de incumplir las restricciones en cada autonom¨ªa. La primera cita, la Nochebuena, ha originado disputas sobre la conveniencia de celebrarla juntos por el riesgo para la salud que supone, sobre todo, para los mayores. Es el caso de dos familias de Valencia. En una, el enfrentamiento ha llegado hasta el punto de que algunos hermanos cenar¨¢n este jueves con sus padres, con una edad cercana a los 80 a?os, mientras que otro ha decidido ausentarse para evitar el riesgo de contagio, lo que ha comportado reproches entre los familiares. Los padres se preguntan qu¨¦ sentido tiene la vida sin reunirse en d¨ªas como el de hoy.
En la otra cara de la moneda est¨¢ una familia de un pueblo del interior, que ya lo ten¨ªa todo organizado para esta Nochebuena con los hijos, sus parejas y los nietos. Iban a ser 12, el doble del m¨¢ximo permitido en la Comunidad Valenciana. Ya lo hab¨ªan decidido, todos estaban de acuerdo, hasta que una nuera se ha plantado. Su reflexi¨®n sobre lo innecesario de correr un riesgo as¨ª por una costumbre, cuando hay tanto tiempo por delante, se ha impuesto finalmente y la cena no se celebrar¨¢, sin llegar la sangre al r¨ªo.
Mar¨ªa Morales, Ja¨¦n: ¡°Ya nos dar¨¢ tiempo a celebrar la Navidad¡±
¡°?Pero lo dices en serio?¡±, inquirieron a Mar¨ªa Morales sus dos hijos extra?ados. ¡°Vaya que si lo digo. Lo he decidido. Ya nos dar¨¢ tiempo a celebrar la Navidad¡±, les espet¨® la anciana de casi 80 a?os. Y as¨ª, sin pa?os calientes, fue como esta jienense viuda desde hace algo m¨¢s de un a?o comunic¨® a su familia su plan para la noche de este 24 de diciembre: quedarse sola en su c¨¦ntrico apartamento cenando ¡°un poquito de caldo y algo de pavo a la plancha¡±. ¡°No pienso comprar ni caviar ni nada¡±, apostilla ir¨®nica Morales.
Aunque Morales sorprendi¨® a sus hijos cuando les comunic¨® que prefer¨ªa quedarse sola en estas fiestas ¡ªextender¨¢ su decisi¨®n al resto de celebraciones de Fin de A?o o Reyes¡ª, lo cierto es que es una idea que llevaba tiempo macerando y que no es la primera vez que toma en este incierto 2020 que se va. Ya durante el primer confinamiento, la mujer tambi¨¦n apost¨® por quedarse en soledad en su casa, pese a que sus hijos quisieron que se marchase con uno de ellos. ¡°Ya cuando muri¨® mi marido me lo ofrecieron, pero esto es para siempre y dije que no. En marzo, igual. Me da pena, pero no estoy sola porque me llaman a todas horas¡±.
La jienense apoya su determinaci¨®n en la religiosidad. Tras levantarse, prepararse el desayuno y limpiar su apartamento, se dedica ¡°a leer al sol libros de Iglesia o de santos del d¨ªa¡± o a ver misa por televisi¨®n. Y pese a su firmeza, no puede evitar la nostalgia al recordar Navidades pasadas en su pueblo de siempre, Iznatoraf: ¡°Esas s¨ª que eran bonitas, nos junt¨¢bamos todos¡±. Pero pronto Morales se consuela en pensar en la vida que espera poder recuperar con la vacuna: ¡°Cuando sea mi hora de pon¨¦rmela, me la pondr¨¦. Por el bien de los dem¨¢s, no lo dudo¡±.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
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