AstraZeneca, un gigante farmac¨¦utico global de alma inglesa
El quinto laboratorio del mundo despierta recelos en Bruselas por supuesto favoritismo al Reino Unido
Un gigante farmac¨¦utico puede ser ¨¢ngel, demonio, o ambas cosas. Y a la vez, es una empresa interesada en aumentar sus beneficios y ver subir el precio de sus acciones. Para los miles de pacientes con c¨¢ncer avanzado de ovario que se tratan con Lynparza, uno de sus medicamentos m¨¢s exitosos, AstraZeneca ha aportado esperanza. Para los millones de europeos que conf¨ªan en que la vacuna contra el coronavirus les saque de la pesadilla actual, la firma anglo-sueca ha despertado recelos y agravios comparativos. El sorprendente anuncio de que iba a reducir hasta un 60% el n¨²mero de vacunas comprometi...
Un gigante farmac¨¦utico puede ser ¨¢ngel, demonio, o ambas cosas. Y a la vez, es una empresa interesada en aumentar sus beneficios y ver subir el precio de sus acciones. Para los miles de pacientes con c¨¢ncer avanzado de ovario que se tratan con Lynparza, uno de sus medicamentos m¨¢s exitosos, AstraZeneca ha aportado esperanza. Para los millones de europeos que conf¨ªan en que la vacuna contra el coronavirus les saque de la pesadilla actual, la firma anglo-sueca ha despertado recelos y agravios comparativos. El sorprendente anuncio de que iba a reducir hasta un 60% el n¨²mero de vacunas comprometidas con la Uni¨®n Europea en una primera entrega, por presuntos problemas en sus plantas europeas de producci¨®n, ha puesto en pie de guerra a Bruselas contra quien, unos meses antes, era la promesa de salvaci¨®n.
El entusiasmo surgido despu¨¦s de la fusi¨®n de la sueca Astra AB con la brit¨¢nica Zeneca Group en 1999 no se sostuvo mucho m¨¢s de una d¨¦cada. ¡°La combinaci¨®n de dos compa?¨ªas innovadoras con un exitoso historial de crecimiento org¨¢nico¡±, seg¨²n el primer presidente del conglomerado, Percy Barnevik ¡ªen la inflada jerga con que se presentan ante los mercados estas operaciones¡ª comenz¨® pronto a dar muestras de agotamiento. Cuando el franc¨¦s Pascal Soriot tom¨® las riendas, en 2012, se encontr¨® con una empresa que llevaba seis a?os en declive. No desarrollaba nuevos f¨¢rmacos, ni por tanto patentes. Y las que ten¨ªa estaban a punto de expirar. Los menguantes beneficios se sosten¨ªan gracias a reajustes presupuestarios y laborales y la industria de los medicamentos gen¨¦ricos le pisaba los talones. La direcci¨®n de entonces se dejaba llevar m¨¢s por las dudas que por el sentido del riesgo. Soriot ha contado en varias ocasiones lo que le dijo un consultor cient¨ªfico al comprobar que el f¨¢rmaco Lynparza se hallaba paralizado en el laboratorio. ¡°Lo que est¨¢is haciendo es casi delictivo. Hay muchos pacientes que ya deber¨ªan estar recibiendo ese f¨¢rmaco¡¯, me dijo. ¡®Nuestro equipo de investigadores estaba plenamente convencido de que ten¨ªan en sus manos un futuro ¨¦xito, pero hab¨ªa sido incapaz de convencer a la organizaci¨®n¡±. El parisino logr¨® dar la vuelta a la situaci¨®n. Apost¨®, sobre todo, por el ¨¢rea oncol¨®gica, y convirti¨® en cinco a?os a la compa?¨ªa en la quinta mundial de su sector. M¨¢s de 70.000 empleados, nueve centros de investigaci¨®n y producci¨®n propios repartidos entre Europa, Estados Unidos, China y Jap¨®n, y unos ingresos anuales por ventas que en 2019 fueron de m¨¢s de 20.000 millones de euros.
Resulta parad¨®jico que la prueba de madurez de AstraZeneca llegara en 2014, cuando fue capaz de convencer a sus accionistas de que rechazaran hasta cuatro intentos de compra del gigante competidor estadounidense Pfizer, el mismo que obtuvo la primera aprobaci¨®n de una vacuna contra el SARS-CoV-2. Parte de la causa por la que AstraZeneca se encuentra ahora en el ojo del hurac¨¢n tiene que ver con que el lado brit¨¢nico predomina sobre el sueco. Su sede central est¨¢ en la ciudad universitaria de Cambridge. El nuevo edificio ocupa el equivalente a tres campos de f¨²tbol, y su estructura circular, de vidrio y acero, combina laboratorios, oficinas y cadenas de producci¨®n con el esp¨ªritu colaborativo al que tambi¨¦n se ha comenzado a abrir el ¨¢mbito acad¨¦mico del Reino Unido. La aventura contra reloj para dar con una vacuna eficaz contra la covid-19 comenz¨® en Oxford. AstraZeneca aport¨® su capacidad industrial y tecnol¨®gica para abordar una producci¨®n a gran escala. Estuvo enseguida bajo el radar del Gobierno de Boris Johnson, que se adelant¨® a la hora de asegurar sus propios suministros justo en el momento en que el Reino Unido abandonaba la UE. Londres inyect¨® en mayo casi 100 millones de euros para impulsar la investigaci¨®n de Oxford, y comenz¨® a negociar una primera remesa de 30 millones de dosis, de un total de 100 millones. Resulta dif¨ªcil justificar, en medio de la pandemia, que los suministros comprometidos para el Reino Unido se mantengan casi inalterados, mientras los de la UE sufren una reducci¨®n dr¨¢stica.
El presidente no ejecutivo de AstraZeneca, el sueco Leif Johansson, expresaba en 2018 a EL PA?S su fervor por la UE, combinado con un f¨¦rreo pragmatismo: ¡°El Brexit no es la cuesti¨®n. Esa es una decisi¨®n democr¨¢tica de los brit¨¢nicos. La cuesti¨®n es qu¨¦ hacemos a partir de ah¨ª, y cu¨¢les son las reglas con las que, a partir de ahora, AstraZeneca debe tratar desde Cambridge con el resto del mundo¡±, dec¨ªa. Esta semana, la compa?¨ªa ha comenzado a comprobar cu¨¢les son esas reglas.
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