¡°Los ni?os que denuncian violencia no mienten. Hay que saber leer y entender lo que dicen¡±
Clara Mart¨ªnez, directora de la c¨¢tedra Santander de los Derechos del Ni?o de la Universidad de Comillas, conf¨ªa en que la ley de protecci¨®n de la infancia siente un cambio de paradigma
Clara Mart¨ªnez (Elgoibar, Gipuzkoa, 51 a?os), directora de la C¨¢tedra Santander de Derechos del Ni?o de la Universidad Pontifica de Comillas desde 2011, no solo considera que era necesaria una ley, sino que ¡°hac¨ªa falta esta ley¡±. Esta experta comenz¨® a trabajar con las organizaciones de infancia en el primer borrador de una norma que protegiera a los ni?os frente a la violencia en 2014. Estuvo, por tanto, en la cocina de la norma que enfila ya la recta final hasta su aprobaci¨®n definitiva y conf¨ªa en que siente las bases para un cambio de paradigma en Espa?a.
Pregunta. ?Por qu¨¦ est¨¢ invisibilizada la violencia contra los menores?
Respuesta. En parte porque no tienen cauces claros y eficaces de denuncia, de expresi¨®n de su realidad. Lo cual limita mucho la posibilidad de comunicar, como s¨ª tenemos los adultos, la situaci¨®n por la que podamos estar atravesando. Creo que tambi¨¦n hay una responsabilidad inmensa de todo el sistema y la sociedad, no hemos dado la relevancia suficiente al hecho de tener datos confiables y actualizados sobre violencia en la infancia.
P. ?Esta ley la va a dar?
R. Introduce mejoras muy considerables porque involucra a las Administraciones p¨²blicas y establece la necesidad de recoger datos de manera completa y de notificarlos y, antes de eso, de tener criterios comunes para recolectarlos.
P. ?Se cree a los ni?os cuando denuncian violencia?
R. La realidad m¨¢s bien demuestra que no. Al no tener un desarrollo intelectual, emocional y social tan completo como se presume que tenemos los adultos, en general no se termina de creer su testimonio. Luego se demuestra que los ni?os no mienten. Su modo de expresar la realidad es la que se corresponde normalmente con su edad y grado de madurez. Hay que saber leer y entender lo que est¨¢n diciendo. No es que se expresen mal; es que no los entendemos bien, a lo mejor porque no hacemos los esfuerzos suficientes. Por ejemplo, a veces un dibujo es capaz de expresar, no con palabras ni con el rigor de un adulto, lo que le ha sucedido. Y sin embargo, a veces ni por esas les creemos. Para poder creer, primero tenemos que entender.
P. ?Cu¨¢les son las carencias del sistema judicial?
R. Pr¨¢cticamente todo el peso de la actuaci¨®n frente a la violencia recae sobre los jueces, es un modelo punitivo de la conducta del agresor. No voy a decir que los jueces no los crean. Act¨²an conforme a las reglas utilizadas en todo tipo de procesos. Y de ah¨ª el movimiento en Europa, para adaptar el modo de hacer en este ¨¢mbito a la realidad de un ni?o v¨ªctima. El proceso es un calvario para el menor. Los jueces no piden la prueba preconstituida [que declaren una sola vez, durante la fase de instrucci¨®n]. En muchas ocasiones, cuando la ¨²nica prueba que hay para condenar a alguien es el testimonio de la v¨ªctima, y es un ni?o que ha tenido que contar lo mismo cinco o seis veces, es muy f¨¢cil que aparezcan inexactitudes, que lleven al juez a pensar que ese testimonio adolece de rigor, y diga que la ¨²nica prueba de cargo no es suficiente para condenar al abusador.
P. La ley instaura esta prueba para menores de 14 a?os y las organizaciones de infancia ped¨ªan que fuera hasta los 18. ?Cu¨¢l es su opini¨®n?
R. Que es insuficiente. Lo que no encuentro es el fundamento a esas diferenciaciones por edades. Si son personas menores de edad, son menores de edad para bien y para mal. No tiene justificaci¨®n, ni psicol¨®gica, ni antropol¨®gica, ni jur¨ªdica.
P. ?Esta ley resuelve las carencias del sistema judicial?
R. La ley mejora sustancialmente lo que tenemos ahora mismo. Encaminarse hacia la creaci¨®n de juzgados especializados en temas de menores, familia y capacidad es un buen paso y muy necesario. La ampliaci¨®n del plazo de la prescripci¨®n de los delitos de abusos, o la obligatoriedad de la prueba preconstituida constituyen una mejora, pero uno de los mayores aportes de la ley es precisamente que sale de la idea de que la respuesta judicial es la ¨²nica que el sistema puede dar. Precisamente es una norma que pone el foco en la prevenci¨®n. Que un caso acabe en un juzgado supone el fracaso del sistema, que hemos llegado tarde.
P. ?Cu¨¢les son los puntos fuertes?
R. Recoge un principio muy novedoso con un potencial inmenso, el del buen trato a la infancia. No basta con no tratar mal a los ni?os, sino que hay que establecer mecanismos para tratarlos bien. E introduce la creaci¨®n de una conferencia sectorial para trabajar la gobernanza entre la Administraci¨®n General del Estado y las comunidades aut¨®nomas.
P. A nivel internacional, ?d¨®nde nos sit¨²a esta ley?
R. Hasta donde yo s¨¦ es la primera a nivel mundial. No es que no haya leyes en el mundo que traten la violencia contra la infancia, sino que es el primer texto legal que aborda de manera integral la violencia contra la infancia.
P. ?Cree que provocar¨¢ un cambio de paradigma, como en su d¨ªa en la violencia de g¨¦nero?
R. Esperamos que s¨ª y que sirva para avanzar en la necesaria implantaci¨®n del enfoque de los derechos del ni?o. No son propiedades que podamos tratar a nuestro antojo, sino que son personas con dignidad, con derechos.
P. ?Teme que pase como con la ley de violencia de g¨¦nero, cuya aplicaci¨®n se ha ralentizado por falta de recursos y decisi¨®n pol¨ªtica?
R. Este es un primer paso. Hay una memoria de la ley y dotaci¨®n prevista, pero hay que trabajar mucho m¨¢s hol¨ªsticamente todo este problema. Deber¨ªamos caminar hacia algo mucho m¨¢s profundo, un cambio cultural en el modo de entender lo que es la persona menor de edad. Para esto la ley contempla la elaboraci¨®n de una estrategia nacional de erradicaci¨®n de la violencia contra la infancia que marcar¨¢ objetivos, priorizar¨¢ acciones y se?alar¨¢ qu¨¦ nivel territorial ser¨¢ responsable de organizar cada aspecto. Es muy importe se?alar qu¨¦ corresponde a cada nivel territorial, para luego poder exigirlo.
P. ?Cu¨¢les son los puntos d¨¦biles y las carencias?
R. Se podr¨ªa haber llegado m¨¢s lejos con los centros de protecci¨®n a la infancia, por ejemplo, para que sean realmente lugares de protecci¨®n. Y que los trabajadores sociales tengan reconocida la condici¨®n de autoridad p¨²blica me parece un error, cuando estamos planteando un sistema de protecci¨®n con medidas consensuadas. Si vamos a presumir la veracidad de lo que dice el trabajador social, es cierto que sufren ataques y agresiones, pero probablemente lo mejor no es declararlo autoridad p¨²blica y en caso de que haya una agresi¨®n sea delito contra la autoridad. En cuanto a carencias, nos encaminamos a la especializaci¨®n de juzgados. Hay un movimiento fuerte en Europa, en pa¨ªses como Finlandia, Estonia, Noruega, Chipre o Polonia, donde est¨¢n trabajando en lo que se llama la casa de los ni?os, que no solo es una protecci¨®n integral, sino integrada. Cuando el ni?o ya ha sufrido una agresi¨®n, sobre todo sexual, no tendr¨ªa que hacer un periplo a distintas instancias: primero a la comisar¨ªa, luego al m¨¦dico, a servicios sociales, al juez... Eso es un maltrato institucional. La casa de los ni?os es un sitio donde est¨¢n ya los profesionales y el ni?o est¨¢ en el centro. Hay un ejemplo ya en Catalu?a, donde se est¨¢ trabajando adem¨¢s en otros cuatro, y Valencia tambi¨¦n lo est¨¢ estudiando. Ser¨ªa un avance inmenso, una optimizaci¨®n de recursos p¨²blicos fenomenal. Cuando trabajamos en el borrador, en su momento, lo propusimos. Hemos llegado a una especializaci¨®n de los juzgados.
P. ?Cu¨¢nto tiempo tardar¨¢ la ley en estar completamente desplegada?
R. Mucho. Tras su aprobaci¨®n, requerir¨¢ bastantes meses para que salgan reglamentos de desarrollo en lo que tenga que desarrollar el propio Gobierno. Luego habr¨¢ que adaptar las leyes auton¨®micas a la ley. Estamos trabajando con entidades en una hoja de ruta a nivel nacional; van a ser dos a?os tranquilamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.