La revoluci¨®n de las patentes
La exenci¨®n propuesta por Washington es insuficiente para incrementar las vacunas
Entre las muchas alegr¨ªas que Joe Biden est¨¢ deparando a la pol¨ªtica internacional, sumida por su antecesor Donald Trump en un desaliento cr¨®nico, est¨¢n el regreso de Estados Unidos a los pactos del clima y su apoyo a la ...
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Entre las muchas alegr¨ªas que Joe Biden est¨¢ deparando a la pol¨ªtica internacional, sumida por su antecesor Donald Trump en un desaliento cr¨®nico, est¨¢n el regreso de Estados Unidos a los pactos del clima y su apoyo a la exenci¨®n temporal de las patentes sobre vacunas anticovid. Lo del clima constituye una restauraci¨®n de la situaci¨®n anterior a Trump. Lo de las patentes va m¨¢s all¨¢ de eso, porque erosiona un principio sagrado ¨Cla propiedad intelectual¡ª que hasta ahora ha sido una pata fundamental de la innovaci¨®n empresarial y el comercio. Y constituye un ataque directo a la gran industria farmac¨¦utica, la misma ¡®big pharma¡¯ que ha desarrollado las vacunas, como demuestra su inmediata ca¨ªda en las Bolsas.
El anuncio de Washington ha pillado a Europa con el pie cambiado. La presidenta europea, Ursula von der Leyen, se ha visto forzada a salir con una ambigua defensa de la exenci¨®n temporal, matizada de inmediato con la apostilla de que la medida no resulta suficiente para incrementar la producci¨®n mundial de vacunas. Con la patente suspendida temporalmente, las f¨¢bricas de vacunas pueden en teor¨ªa clonarlas y producirlas a bajo coste. Pero lo cierto es que la capacidad del mundo pobre para producir vacunas es muy escasa, con notorias excepciones como India. No est¨¢ en absoluto claro cu¨¢ntas m¨¢s vacunas se pueden producir gracias a la exenci¨®n, pero los c¨¢lculos resultan sombr¨ªos.
Por extra?o que le suene a la generaci¨®n de las descargas ilegales, la propiedad intelectual es una conquista de la modernidad. Es la forma de vida de las escritoras y los dramaturgos, las ensayistas y los m¨²sicos de talento, y su violaci¨®n supone un formidable estorbo para los creadores j¨®venes. Tambi¨¦n es un motor poderoso del desarrollo cient¨ªfico y t¨¦cnico, del que el mejor ejemplo actual son las vacunas anticovid. Son los derechos de propiedad intelectual los que estimulan a la industria farmac¨¦utica a descubrir f¨¢rmacos, porque ese negocio es muy arriesgado. Puedes tirarte cinco a?os probando nuevas mol¨¦culas y luego todo se va a la basura en la segunda fase de los ensayos cl¨ªnicos. Las normas del mercado entienden que ese riesgo debe compensarse cuando la vacuna funciona. La pregunta es cu¨¢nto. C¨®mo. Cu¨¢ndo. En qu¨¦ situaci¨®n.
La representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, cuya agencia instruye la pol¨ªtica comercial de la Casa Blanca, parafrase¨® el mi¨¦rcoles, no s¨¦ si aposta, al astrof¨ªsico Carl Sagan. Tai dijo: ¡°Las circunstancias extraordinarias de la pandemia de covid-19 exigen medidas extraordinarias¡±. La frase original de Sagan era ¡°las afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias¡±. Se refer¨ªa a descubrir vida extraterrestre: o lo tienes bien agarrado o m¨¢s vale que te calles.
Lo que Tai connota en este caso es que Estados Unidos no tiene la menor intenci¨®n de eliminar las patentes por completo y para siempre. Se trata solo de poner un parche a una rueda pinchada hasta que llegues al taller. Un parche caro, a juzgar por lo que han perdido las farmac¨¦uticas en Wall Street y los dem¨¢s parqu¨¦s del planeta, con el pintoresco estilo gallin¨¢ceo de este sector financiero.
Los mercados, o los algoritmos que los rigen, han percibido dos problemas con la exenci¨®n de patentes. Primero, que desincentiva a la industria para investigar en nuevos f¨¢rmacos y, segundo, que puede poner en manos de fabricantes poco preparados unas tecnolog¨ªas gen¨¦ticas que no dominan bien. La industria debe formar a los nuevos productores, de modo que el mundo pobre seguir¨¢ necesitando su colaboraci¨®n.
Tambi¨¦n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) salud¨® la iniciativa de Washington por boca de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Sus responsables, sin embargo, son m¨¢s cr¨ªticos en privado. En primer lugar, Estados Unidos no ha exportado vacunas hasta ahora, a diferencia de la UE, que ha distribuido la mitad de sus dosis a terceros pa¨ªses, y la iniciativa de Washington solo ha llegado una vez que el pa¨ªs se ha asegurado la vacunaci¨®n de sus propios ciudadanos. En este sentido, Europa ha mostrado una posici¨®n m¨¢s ¨¦tica, contra toda intuici¨®n. Es cierto que estamos comparando a una Comisi¨®n Europea experta con un Gobierno que apenas ha superado sus primeros cien d¨ªas en la Casa Blanca.
El apoyo a la exenci¨®n de patentes no especifica a qu¨¦ plataformas tecnol¨®gicas va a afectar. Las vacunas m¨¢s cl¨¢sicas, basadas en adenovirus modificados, resultar¨ªan m¨¢s f¨¢ciles de clonar, como de hecho lleva meses haciendo India con el producto de AstraZeneca, pero el alboroto con los infrecuent¨ªsimos trombos asociados a ellas ha aumentado el rechazo de la poblaci¨®n, por irracional que sea. Las vacunas mejor aceptadas, como Pfizer y Moderna, se basan en una tecnolog¨ªa de ¨²ltima generaci¨®n (el mRNA, o ARN mensajero) que ahora mismo no est¨¢ al alcance de cualquier laboratorio. Incluso si se aprobara ma?ana, la exenci¨®n temporal de patentes tardar¨ªa a?os en traducirse en vacunas. Hay otras v¨ªas.