Abuso sexual a menores: el caso que revent¨® en Vigo 20 a?os de silencio
La condena al empleado de un colegio por abusar de dos ni?as destapa m¨¢s v¨ªctimas y alertas ignoradas en el baloncesto infantil donde era ¨¢rbitro
Candela ha decidido contar su historia, aunque sea con nombre supuesto. Lo vio claro el pasado junio, cuando su coraz¨®n se aceler¨® al leer en la prensa que el hombre que tanto miedo y angustia le provoc¨® a los 15 a?os hab¨ªa sido condenado por abuso sexual continuado a dos ni?as. Jorge G. M. confes¨® haber manoseado el culo y el pecho de dos peque?as de 10 y 13 a?os entre 2018 y 2020, mientras ejerc¨ªa como administrador en un colegio religioso de Vigo, pero no ha ido a prisi¨®n porque no tiene antecedentes. ¡°Pens¨¦ que ya no pod¨ªa seguir callada¡±, afirma esta joven de 29 a?os que trat¨® al pederasta cuando compart¨ªan cancha de baloncesto, ¨¦l como ¨¢rbitro y ella como oficial de mesa.
Su caso es uno de los que se han destapado en el baloncesto gallego despu¨¦s de que Jorge G. M se sentara en el banquillo de los acusados. Este peri¨®dico ha recogido las historias de cuatro v¨ªctimas que ahora son mayores de edad y el relato de una familia que asegura que alert¨® sin ¨¦xito hace dos d¨¦cadas a las autoridades deportivas del comportamiento inapropiado de Jorge G. M. con las menores. La existencia de estos testimonios ha sido puesta en conocimiento de la Fiscal¨ªa de Menores y algunas afectadas estudian emprender acciones legales.
En 2007, Candela ten¨ªa 15 a?os y Jorge G. M. era el adulto responsable de llevarla a casa tras un partido. Despu¨¦s de subirse al coche, en vez de arrancar, cuenta que se abalanz¨® sobre ella acercando las manos a sus pechos. A la menor no se le ocurri¨® otra cosa para salir de la situaci¨®n que decirle que ten¨ªa prisa porque hab¨ªa quedado con unos amigos, recuerda. ?l se ech¨® atr¨¢s y encendi¨® el veh¨ªculo. Ella lleg¨® ¡°temblando¡± a su cita. ¡°No fui capaz de gestionarlo y no lo cont¨¦. Yo pensaba que hab¨ªa hecho algo malo, que lo hab¨ªa provocado¡±, afirma. Se sinti¨® ¡°sola e indefensa¡±.
Desde entonces, muerta de miedo, evit¨® quedarse a solas con ¨¦l todo lo que pudo. Habl¨® con el designador del comit¨¦ de ¨¢rbitros que adjudicaba los partidos para que no los pusiese nunca juntos. Le confi¨® incluso lo que hab¨ªa ocurrido, pero le pidi¨® que no se lo contase a nadie. Unos cuatro a?os despu¨¦s, cambiaron al designador y le solicit¨® lo mismo a su sustituto. Esta vez sus temores llegaron a o¨ªdos del ahora condenado por abusos. Un d¨ªa se lo encontr¨® en el pasillo de vestuarios y asegura que la arrincon¨® contra la pared pidi¨¦ndole explicaciones de por qu¨¦ no quer¨ªa arbitrar con ¨¦l: ¡°Me qued¨¦ petrificada, pero apareci¨® alguien y me solt¨®¡±. Poco despu¨¦s ya no tuvo escapatoria: Jorge G. M. fue ascendido a designador y en su primer fin de semana en el cargo, de los 10 partidos que le asign¨® a Candela, cinco fueron compartiendo cancha con ¨¦l.
Raquel, tambi¨¦n con nombre supuesto, fue alumna del colegio donde trabajaba el pederasta, un centro del que este peri¨®dico no revela el nombre para preservar la identidad de las v¨ªctimas que a¨²n son menores. Ten¨ªa 14 a?os cuando en 2008 su profesora le pidi¨® que bajase al aula de los peque?os a buscar unas pinturas. La clase estaba aparentemente vac¨ªa porque los ni?os estaban en el recreo. Pero al entrar vio a Jorge G. M. sentado en el ordenador. Lo salud¨® y se dio la vuelta para coger las ceras. ¡°Se levant¨®, se puso detr¨¢s de m¨ª y me empez¨® a tocar las caderas, la cintura y el culo¡±, relata.
Es lo que recuerda de un episodio que nunca desvel¨® a nadie y que su cerebro trat¨® de borrar. Le qued¨® clavada en la mente la ¡°desagradable¡± frase que ¨¦l pronunci¨® cuando ella le dijo que se ten¨ªa que ir: ¡°?No prefieres que nos quedemos aqu¨ª juntitos como hermanos?¡±. Volvi¨® a su clase ¡°descompuesta¡±. Despu¨¦s insisti¨® varias veces en invitarla a ir con ¨¦l a partidos de baloncesto, pero ella siempre se neg¨®. Ahora, con 27 a?os y ¨¦l condenado por abuso sexual a menores, Raquel revive con angustia c¨®mo se sinti¨®. No entend¨ªa por qu¨¦ un hombre que la conoc¨ªa desde ni?a y que hasta trataba a su familia le hab¨ªa hecho aquello: ¡°No hab¨ªa entonces tanta visibilidad con estas cosas, yo llegu¨¦ incluso a pensar si lo hab¨ªa malinterpretado¡¡±.
Luc¨ªa G. L. ten¨ªa 15 a?os en 2017 y acababa de jugar un partido de baloncesto arbitrado por Jorge G. M. Entraron juntos en el t¨²nel de vestuarios y, cuando se despidieron, la ¡°agarr¨® por el culo¡±: ¡°Me qued¨¦ paralizada. Me dijo que no me preocupase, que ya ten¨ªa edad para tener algo con ¨¦l. Me insinu¨® que entrara en su vestuario y me agarr¨® el brazo. En ese momento salieron del m¨ªo cuatro compa?eras y, al verlas, se apart¨® de m¨ª¡±. Luc¨ªa entr¨® en su vestuario y cerr¨® la puerta con llave. Estaba sola y no ten¨ªa cobertura en el m¨®vil. Despu¨¦s escuch¨® como alguien intentaba entrar a la fuerza, pero no tiene pruebas de que fuera ¨¦l. Cuando se arm¨® de valor para salir, lo vio cruzando la cancha.
Jorge G. M., de 52 a?os, ha sido un empleado muy popular en la Federaci¨®n Gallega de Baloncesto. Es ¨¢rbitro internacional de baloncesto en silla de ruedas y un miembro activo del comit¨¦ gallego de ¨¢rbitros desde hace m¨¢s de 30 a?os. No solo ha ejercido de colegiado y de administrativo en la federaci¨®n sino tambi¨¦n de fot¨®grafo, tomando im¨¢genes en partidos infantiles. En agosto de 2020, cuando ya hab¨ªa sido denunciado por abusos a las dos escolares y despedido del colegio donde trabajaba, fue premiado en la gala anual del deporte de Vigo que patrocina el Ayuntamiento.
La Federaci¨®n Gallega de Baloncesto informa de que despidi¨® a Jorge G. M. el pasado 31 de mayo, seis d¨ªas despu¨¦s de que ¨¦l mismo les comunicase que ser¨ªa juzgado el 23 de junio por abuso sexual a menores. El aviso de que a su empleado lo hab¨ªan echado de un colegio en febrero de 2020 por un caso de pederastia lo recibi¨® la entidad siete meses antes, en octubre de ese mismo a?o, a trav¨¦s de un correo de una persona que estaba al tanto de lo ocurrido y que tambi¨¦n alert¨® al Consejo Superior de Deportes y a la Federaci¨®n Espa?ola de Baloncesto (FEB). El Comit¨¦ Asesor para la Prevenci¨®n, Detecci¨®n y Actuaci¨®n frente al Acoso y Abuso Sexual abri¨® un expediente en el que Jorge G. M. admiti¨® que hab¨ªa sido llamado a declarar ante un juez y que concluy¨® que las posibles medidas disciplinarias por el caso reca¨ªan en la federaci¨®n gallega por tratarse de un ¨¢rbitro de baloncesto infantil.
La Federaci¨®n Gallega de Baloncesto, sin embargo, no tom¨® ninguna medida para apartar provisionalmente a Jorge G. M mientras se aclaraba su situaci¨®n judicial y evitar que estuviese en contacto con menores. El presidente de la entidad desde 2006, Francisco Mar¨ªn, justifica la decisi¨®n en que, a su juicio, el expediente no especificaba ¡°cu¨¢l era el asunto de su declaraci¨®n en el juzgado¡±. ¡°Hemos actuado con contundencia y prudencia¡±, defiende. ¡°Yo en mi caso tengo que ser prudente, no puedo ir acusando, tiene que ser demostrado¡±.
La federaci¨®n ha ofrecido el asesoramiento de sus servicios jur¨ªdicos para las posibles v¨ªctimas que quieran acudir a los tribunales (tres ya han consultado con ellos, informa), pero su presidente no ve posible que la entidad inicie acciones legales por su cuenta: ¡°No sab¨ªamos nada de lo que hab¨ªa pasado. Nunca nadie denunci¨® nada, es un tema que nos sorprendi¨®¡±. Anima a las afectadas a acudir a la Fiscal¨ªa.
La familia de una ni?a que jugaba al baloncesto hace 20 a?os asegura, no obstante, que ya entonces alert¨® verbalmente a la federaci¨®n gallega del alarmante comportamiento del ¨¢rbitro con las menores. A esta jugadora de solo 13 a?os Jorge G. M. le enviaba mensajes a su m¨®vil ¡°diciendo que quer¨ªa quedar con ella¡±, afirma la familiar de la ni?a, que no olvida la ¡°cara de terror¡± de la cr¨ªa. ¡°Le ense?¨¦ el tel¨¦fono a la federaci¨®n de Vigo y avis¨¦ tambi¨¦n a la federaci¨®n gallega¡±, a?ade. Seg¨²n su relato, el ahora condenado por pederastia fue apartado del arbitraje durante unos cuatro meses, aunque sigui¨® pisando las canchas haciendo fotos: ¡°Le dije a todo el mundo que con los a?os todo saldr¨ªa, pero nunca pens¨¦ que tardar¨ªa tanto. Ellos [por la federaci¨®n] lo sab¨ªan y miraron para otro lado¡±. El presidente de la federaci¨®n gallega asegura no haber encontrado rastro de esa supuesta sanci¨®n en sus archivos ni directivos de aquella ¨¦poca que recuerden la queja por los mensajes telef¨®nicos.
Luc¨ªa G. L. explica que decidi¨® no denunciar a Jorge G. M. porque no pod¨ªa demostrar lo que le hab¨ªa pasado y sab¨ªa ¡°el poder que ¨¦l ten¨ªa¡± en el mundo del baloncesto. ¡°Tuve que soportar que me siguiera arbitrando y tuve que seguir vi¨¦ndole comportarse como la persona superagradable que le cae bien a todo el mundo¡±, lamenta sobre una persona que se relacionaba incluso con su familia. ¡°Cuando vi la noticia [de su condena] por el caso del colegio me sent¨ª muy culpable. Lo que se me pas¨® por la cabeza es que ten¨ªa que haber denunciado, que si lo hubiera hecho ¨¦l tendr¨ªa antecedentes¡±.
¡°Muchas v¨ªctimas y muchos verdugos¡±
La madre de las dos escolares de las que abus¨® revela con mucho dolor lo sola que se ha sentido en su lucha para sentar a Jorge G. M. en el banquillo. Cuando sus hijas le contaron lo que les hac¨ªa el hombre que ejerc¨ªa desde hac¨ªa m¨¢s de 20 a?os como administrador en el colegio, dice que le pidi¨® a la asociaci¨®n de madres y padres del centro que investigara si hab¨ªa otras quejas similares. Las peque?as aseguraban que este hombre, que en la escuela ten¨ªa fama de ¡°persona afable, atenta y cari?osa¡±, las sobaba.
Su petici¨®n fue ignorada, sostiene, y fue ella la que actu¨®. Acudi¨® a hablar con el ahora condenado para reprocharle su comportamiento y advertirle de que no se volviera a acercar a las menores. Grab¨® la conversaci¨®n, que luego sirvi¨® de prueba en la causa judicial. Cuando se enter¨® de que ¨¦l hab¨ªa vuelto a manosear a una de las ni?as, esta vez meti¨¦ndole la mano por debajo de la ropa, lo denunci¨® ante la direcci¨®n del centro y les avis¨® de que sus hijas aseguraban que hab¨ªa m¨¢s v¨ªctimas.
El colegio concertado realiz¨® una investigaci¨®n interna de seis d¨ªas, concluy¨® que los testimonios de las menores ten¨ªan ¡°total credibilidad¡± y despidi¨® a su empleado. Era febrero de 2020. ¡°Me dijeron que consideraban solucionado el problema, que denunciarlo fuera lo ten¨ªan que hacer los padres y que no se lo iban ni a comunicar a la Xunta. Lo vi muy grave, porque este se?or trabajaba con ni?os. Era como saber que un terrorista va a atentar y callarse¡±, declara la madre, quien atribuye a los rumores que empezaron a correr sobre los motivos del despido de Jorge G. M. y a las presiones de las familias que el centro acabara poniendo los hechos en conocimiento de la Fiscal¨ªa de Menores.
La direcci¨®n del colegio niega haber dudado sobre si acudir o no a la justicia. ¡°Se envi¨® inmediatamente a Fiscal¨ªa, no hubo ninguna duda ni se quiso tapar nada¡±, se?alan fuentes de la escuela, que explican que no le comunicaron a la Xunta lo ocurrido porque no son un centro de titularidad p¨²blica. La Consejer¨ªa de Educaci¨®n confirma que no fue alertada y que la normativa estatal no obliga a hacerlo cuando se trata de una escuela concertada.
El estallido de la pandemia y el cambio del fiscal encargado de la investigaci¨®n amenazaban con retrasar la causa, as¨ª que, para evitarlo y aconsejada por personas conocedoras de los entresijos de la tramitaci¨®n judicial, la madre de las peque?as puso una denuncia en el juzgado de guardia el 19 de mayo de 2020. La Fiscal¨ªa pidi¨® ocho a?os de c¨¢rcel para Jorge G. M. pero el caso no lleg¨® a ir a juicio en la Audiencia Provincial de Pontevedra. El pasado junio el acusado confes¨® los hechos y lleg¨® a un acuerdo con el ministerio p¨²blico que le permiti¨® rebajar la condena a dos a?os y eludir la c¨¢rcel con la condici¨®n de que no delinca en el pr¨®ximo lustro.
La madre de las v¨ªctimas explica que acept¨® el pacto para evitarle a sus hijas tener que volver a declarar en sala y adem¨¢s en presencia de su abusador, una exigencia que la ley de protecci¨®n de la infancia aprobada el pasado abril ha eliminado. Hab¨ªa conseguido lo que quer¨ªa: que con esos antecedentes penales el encausado no volviese a trabajar con ni?os. ¡°Si llego a saber todos los casos de testimonios de mujeres que salen ahora, hubiera ido a juicio y lo hubiera metido en la c¨¢rcel. Me duele pensar que pod¨ªa haber hecho m¨¢s y, sin embargo, me qued¨¦ en el medio porque antes nunca nadie lo denunci¨®¡±, se?ala con rabia y tristeza. ¡°En esta historia hay muchas v¨ªctimas y muchos verdugos. Toda la sociedad lo ha permitido¡±.
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