Viaje a Dresde, basti¨®n de los no vacunados
En Sajonia, el Estado alem¨¢n con menor tasa de vacunaci¨®n y mayor n¨²mero de contagios de Alemania, crece la influencia de la ultraderecha
Hace d¨ªas que en el auditorio de la Universidad Polit¨¦cnica de Dresde no se celebran actos acad¨¦micos. El enorme edificio de fachada acristalada es ahora un centro de vacunaci¨®n que atiende incluso sin cita para animar a los rezagados a inmunizarse sin salir del campus. Jennifer Hilgert, estudiante de Sociolog¨ªa de 22 a?os, est¨¢ aqu¨ª para su dosis de refuerzo. Se la ha puesto lo antes posible, dice, porque en su familia hay un paciente de c¨¢ncer. Otros vienen a por la primera, pero no quieren hablar de ello. O les da verg¨¹enza reconocerlo o les molesta tener que justificarse. ¡°No me hace falta, pero me obligan¡±, musita un chico que evita pararse. Hilgert tambi¨¦n tiene una amiga sin vacunar: ¡°Dice que es joven y no se va a poner enferma¡±. La estudiante cree que la vacunaci¨®n deber¨ªa ser obligatoria. ¡°La libertad de uno acaba donde empieza la del resto. Mire lo que est¨¢ pasando por no habernos protegido todos antes¡±.
Lo que ocurre en este Estado federal del este, fronterizo con Polonia y la Rep¨²blica Checa, es que apenas un 58% de los habitantes se ha vacunado, con diferencia la tasa m¨¢s baja de Alemania, m¨¢s de 10 puntos por debajo de la media. Como resultado, Sajonia es el land donde la cuarta ola de la pandemia golpea con mayor virulencia. La incidencia triplica la media del pa¨ªs (1.225 frente a 442 casos por 100.000 habitantes) y los hospitales, ya saturados, han tenido que enviar pacientes cr¨ªticos a otras regiones. Sajonia se ha convertido en el epicentro de la resistencia a las vacunas y en objeto de estudio para los acad¨¦micos que tratan de entender por qu¨¦ ocurre y qu¨¦ papel juegan los movimientos de derecha radical que tanto ¨¦xito obtienen en los comicios.
Una Europa en alerta se enfrenta a ¡°la pandemia de los no vacunados¡±, en palabras de las autoridades alemanas. A¨²n hay un tercio de la poblaci¨®n, es decir, unos 150 millones de personas, que siguen sin vacunar. La ola que recorre el continente y la amenaza de la ¨®micron han puesto el foco en la poblaci¨®n no vacunada y en toda la UE irrumpe con fuerza el debate sobre si obligar a inmunizarse. En Alemania, donde hasta hace unas pocas semanas ni se contemplaba tal posibilidad, ahora hay acuerdo para llevarlo al Parlamento y que entre en vigor en febrero. El pr¨®ximo canciller, Olaf Scholz, votar¨¢ a favor. Ha cambiado de opini¨®n, como el liberal Christian Lindner, su socio de coalici¨®n. Los partidos dejar¨¢n libertad de voto y se espera una sesi¨®n de alto voltaje.
Austria, que esta semana ha aprobado ampliar el confinamiento otros diez d¨ªas para tratar de llegar en mejor situaci¨®n a la Navidad, multar¨¢ con hasta 7.200 euros a quienes no se vacunen a partir de febrero. Grecia tambi¨¦n impondr¨¢ multas de 100 euros al mes a los mayores de 60 a?os que se resistan a inmunizarse. Mientras tanto, todos los pa¨ªses endurecen las restricciones ante la incertidumbre de la nueva variante.
El mercadillo navide?o de Altmarkt, en el centro de Dresde, proporciona una met¨¢fora perfecta de lo que le ha ocurrido a Europa con la cuarta ola. Los comerciantes montaron un d¨ªa los tradicionales puestos de madera y al d¨ªa siguiente se cancel¨® el mercado. All¨ª siguen las casetas, cerradas, como testimonio del optimismo con el que el continente encar¨® esta fase de la pandemia. En una cafeter¨ªa medio vac¨ªa con vistas a la plaza, el profesor Hans Vorl?nder, director del Foro Mercator Migraci¨®n y Democracia (Midem) de la Universidad de Dresde, explica que la heterogeneidad del movimiento antivacunas y negacionista es precisamente lo que dificulta tanto a las autoridades llegar a estas personas y convencerlas.
Organizaciones populistas de derechas han tratado de capitalizar las protestas, pero entre los esc¨¦pticos hay tambi¨¦n personas que simplemente desconf¨ªan de la autoridad, naturistas, usuarios de medicina alternativa, miembros de c¨ªrculos esot¨¦ricos¡ Tambi¨¦n hay gente que tiene dudas, o miedo a posibles efectos secundarios. A estos todav¨ªa se puede llegar. A algunos simpatizantes de movimientos radicales, probablemente no. Y hay expertos que alertan de que la vacunaci¨®n obligatoria puede ser incluso contraproducente y generar todav¨ªa m¨¢s resistencia y agresividad.
El papel de partidos como AfD ha sido muy relevante en Sajonia y otras regiones. ¡°Aprovechan la insatisfacci¨®n de una parte de la poblaci¨®n, lo que sienten como una falta de reconocimiento, para unirles y darles una voz¡±, explica Vorl?nder. Al inicio de la pandemia AfD ped¨ªa medidas m¨¢s estrictas, pero enseguida vio que pod¨ªa obtener m¨¢s r¨¦dito situ¨¢ndose como ¨²nica alternativa a los partidos existentes y vir¨® hacia el rechazo a las restricciones. Es muy habitual o¨ªr a l¨ªderes del partido hablar de la dictadura del coronavirus y de c¨®mo el Gobierno de Merkel ha aprovechado la pandemia para restringir libertades.
Movimiento extremista
En Sajonia adem¨¢s ha prendido al calor de las ¨²ltimas restricciones un movimiento extremista, vigilado por los servicios secretos, llamado Freie Sachsen (Sajones libres). Comparan el trato que se da a los no vacunados con los jud¨ªos en la era nazi y han protagonizado alguna agresi¨®n a periodistas que informan sobre sus marchas en pueblos peque?os al sur de Dresde. Como las protestas est¨¢n prohibidas las llaman ¡°paseos anti corona¡±. Los medios locales han informado de que la Polic¨ªa no solo no las ha disuelto sino que en algunos casos los agentes han paseado con ellos. El viernes por la noche, un grupo de unos 30 manifestantes contra las restricciones se concentr¨® portando antorchas ante la casa de la ministra de Sanidad de Sajonia, Petra K?pping. El s¨¢bado, cinco periodistas fueron agredidos en varias protestas en Berl¨ªn.
¡°Hablamos de comunidades peque?as y cerradas, que se sienten unidas frente a los de fuera¡±, apunta Vorl?nder. La tradici¨®n protestante en la zona tambi¨¦n explica, m¨¢s que en la Alemania cat¨®lica, ese escepticismo con respecto al Gobierno, a?ade el experto, que acaba de publicar un trabajo que muestra c¨®mo la pandemia ha aumentado el respaldo a los populistas de derechas, en Alemania y en otros pa¨ªses europeos. Las autoridades sanitarias sajonas se van a basar en el estudio para dirigirse espec¨ªficamente a los grupos sociodemogr¨¢ficos que identifica. Son ¡°personas de bajos ingresos, aut¨®nomos o asalariados con estudios secundarios, de entre 31 y 40 a?os y simpatizantes de AfD¡±, asegura un portavoz del Ministerio de Sanidad saj¨®n.
Una encuesta del Instituto Forsa revel¨® en noviembre que la mitad de los no vacunados en Alemania ¨Dactualmente hay m¨¢s de 14 millones de adultos sin inmunizar¨D votaron por AfD en las elecciones federales de septiembre. Otro trabajo acaba de confirmar la asociaci¨®n estad¨ªstica entre contagios y apoyo a la ultraderecha que el soci¨®logo Matthias Quent, de la Universidad de Jena, apunt¨® el invierno pasado. El estudio descart¨® que otros factores, como la renta, los estudios o la proximidad a la frontera, pudieran explicar la mayor incidencia en esas zonas. Observaron el fen¨®meno tanto en el este de Alemania como en el oeste. Y adem¨¢s demostraron una conexi¨®n entre la proporci¨®n de abstencionistas en el pasado y las cifras actuales de la pandemia. Christoph Richter, coautor del estudio, asegura que eso indica que los ciudadanos de esas regiones hace tiempo que desconf¨ªan del sistema democr¨¢tico.
Dresde, la capital sajona, es como una ciudad al ralent¨ª. El comercio ha perdido ingresos, los restaurantes se quejan de la falta de clientes y los hoteles ya no pueden aceptar turistas. No se puede entrar en una tienda o una cafeter¨ªa sin ense?ar el certificado de vacunaci¨®n. Por la calle, nadie admite estar sin vacunar, aunque en alg¨²n caso se sobreentienda. ¡°No quiero darle explicaciones a un periodista¡±, espeta un hombre de unos 40 a?os que hasta mencionar el tema parec¨ªa no tener problema en describir las restricciones en Dresde. ¡°He aguantado todo tipo de insultos de gente muy agresiva¡±, lamenta Sandro, camarero en el restaurante Palastecke. ¡°Los hay que todav¨ªa no han entendido lo que llevamos sufriendo casi dos a?os¡±.
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