La hora de la verdad
Lo incre¨ªble del esc¨¢ndalo de la pederastia en la Iglesia es cu¨¢ntos conocemos a alguien que le pas¨® algo
En 2019, en una llamada al obispado de una provincia donde hab¨ªan surgido numerosas denuncias de abusos, este diario pregunt¨® por la atenci¨®n a las v¨ªctimas, y un portavoz respondi¨®: ¡°?Qu¨¦ v¨ªctimas?¡±. ¡°Las 20 que han salido en el peri¨®dico¡±, dije yo. ¡°No en el peri¨®dico que yo leo¡±, replic¨® ¨¦l. Las v¨ªctimas que han aparecido en los medios, en algunos, no han existido para la Iglesia. Los ha considerado una especie de peligrosos sujetos anticlericales. Y es verdad que eran un peligro, porque buscaban la verdad. Tampoco exist¨ªan para las instituciones p¨²blicas, y todos sabemos por qu¨¦: es un cap¨ªtulo inc¨®modo m¨¢s de la revisi¨®n de nuestro pasado. Es cierto que es un problema complejo, porque los tribunales no sirven, est¨¢ todo prescrito. Por eso quienes quieren eludirlo no cesan de decir que deber¨ªa llevarlo la Fiscal¨ªa. Y la propia Iglesia intenta reducirlo a la esfera jur¨ªdica, aunque sea la propia, y pedir pruebas, cuando nunca las hay en estos cr¨ªmenes, en vez de volcarse en la escucha y la piedad.
Los afectados han acudido a los medios porque era la ¨²nica salida. Y realmente lo ha sido. El informe de EL PA?S con 251 casos ha precipitado los acontecimientos. Otro factor ha sido que alguien conocido, un escritor popular, contara su caso. Los partidos solo se han movido cuando se han visto obligados. Hay v¨ªctimas que no comprenden por qu¨¦ el presidente del Gobierno solo ha mandado un tuit al primer famoso que ha aparecido, cuando en los medios ya hab¨ªan desfilado cientos. El propio Defensor del Pueblo, con el anterior titular, respondi¨® hace cuatro meses a este diario que este tema quedaba fuera de sus competencias.
¡°No lo sabe ni mi mujer¡±, susurraba una de las v¨ªctimas al tel¨¦fono.
Pero al fin algo se mueve. Una comisi¨®n independiente es la soluci¨®n id¨®nea, con expertos que se tomen el tiempo necesario para escuchar a las v¨ªctimas. Dos, tres, cuatro a?os, lo que haga falta. Para muchas es tarde. Algunas de las personas que escribieron a este peri¨®dico en 2018 ya han fallecido, a veces sin ver publicadas sus historias, algo que era su ¨²nica esperanza: que se sepa la verdad. Muchas se lo contaban a alguien por primera vez. ¡°No lo sabe ni mi mujer¡±, susurraba una de ellas al tel¨¦fono. Todas estas personas, quiz¨¢ miles, esperan que su dolor deje de ser un secreto privado y se abra una puerta di¨¢fana, institucional, cre¨ªble, definitiva, para todos.
En otros pa¨ªses, la primera reacci¨®n maquinal de la Iglesia tambi¨¦n fue la negaci¨®n, por una inercia de d¨¦cadas, hasta que lleg¨® la hora de la verdad. Esa hora tambi¨¦n est¨¢ llegando en Espa?a. Lo incre¨ªble de este esc¨¢ndalo es cu¨¢ntos conocemos a alguien que le pas¨® algo.
Si conoce alg¨²n caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos con su denuncia a abusos@elpais.es
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