El coche como arma contra las mujeres: perseguir, retener dentro o acelerar para intimidar tambi¨¦n es violencia
Los veh¨ªculos son elementos para maltratar o cometer feminicidios. Sin embargo, no hay datos ni an¨¢lisis sobre ello y las expertas creen que eso puede dificultar la identificaci¨®n de esos delitos
Han pasado 11 a?os. ¡°Once a?os y dos meses¡±, especifica Irene. Un d¨ªa de finales de enero de 2011, se subi¨® al coche del que hab¨ªa empezado a ser su ex hac¨ªa dos minutos. ?l solo quer¨ªa dar un paseo y ella no quiso neg¨¢rselo: ¡°Lo acababa de dejar, me sent¨ªa horrible y todo estaba bien. O eso parec¨ªa¡±. Puso uno de los discos que siempre llevaban cuando se iban de vacaciones, arranc¨® y enfil¨® hacia las afueras de su pueblo. ¡°Vamos a llamarle Manuel¡±, pide Irene, que tampoco se llama Irene, al tel¨¦fono. Manuel la llevaba a uno de sus sitios favoritos, donde hab¨ªan ido millones de veces en ...
Han pasado 11 a?os. ¡°Once a?os y dos meses¡±, especifica Irene. Un d¨ªa de finales de enero de 2011, se subi¨® al coche del que hab¨ªa empezado a ser su ex hac¨ªa dos minutos. ?l solo quer¨ªa dar un paseo y ella no quiso neg¨¢rselo: ¡°Lo acababa de dejar, me sent¨ªa horrible y todo estaba bien. O eso parec¨ªa¡±. Puso uno de los discos que siempre llevaban cuando se iban de vacaciones, arranc¨® y enfil¨® hacia las afueras de su pueblo. ¡°Vamos a llamarle Manuel¡±, pide Irene, que tampoco se llama Irene, al tel¨¦fono. Manuel la llevaba a uno de sus sitios favoritos, donde hab¨ªan ido millones de veces en los cinco a?os que estuvieron juntos: a ver las Perseidas en agosto, a tener sexo, a hablar, a hacer alg¨²n p¨ªcnic. ¡°Tambi¨¦n alguna a discutir¡±, recuerda ella, que ahora se acerca a los 40. Es un paraje a pocos kil¨®metros de ese municipio, por donde a veces, si llueve mucho, corre un arroyo. Cuando llegaron, salieron del coche y hablaron durante casi dos horas. ¡°Dos grados hab¨ªa, pero me daba mucha pena la situaci¨®n y me aguant¨¦, ten¨ªa la sensaci¨®n de que ¨¦l quer¨ªa despedirse bien en ese sitio que era un poco nuestro¡±.
?l empez¨® ¡°queriendo entender qu¨¦ pasaba¡±, ella le explic¨® ¡°que ya no estaba enamorada, que no hab¨ªa pasado nada en concreto¡±. Recordaron cosas, llor¨® ella, llor¨® ¨¦l. Cuando Irene dijo ¡°bueno, creo que ya est¨¢, quiero irme a casa¡±, ¨¦l dijo ¡°vale¡± y se subieron de nuevo al coche. Ya no hab¨ªa m¨²sica y Manuel ya no lloraba. Empez¨® a acelerar: ¡°Ese camino tiene much¨ªsimas curvas y no se puede ir a m¨¢s de 20 o 30 kil¨®metros por hora, ¨ªbamos a 80 o 90, le dije que qu¨¦ hac¨ªa, que no ten¨ªamos prisa y no me contestaba. Me puse a llorar y a pedirle por favor que parara. Se gir¨® con una cara que no le reconoc¨ªa y me dijo que si no estaba con ¨¦l, lo mismo le daba ya todo, y que yo me iba con ¨¦l¡±.
Irene tiene d¨ªas. La mayor¨ªa est¨¢ convencida de que la ¨²nica raz¨®n de que aquel d¨ªa no la ¡°estampara¡± con el coche fue que apareci¨® otro de frente: ¡°Vimos las luces acerc¨¢ndose entre las curvas y tuvo que frenar, es imposible que pasen por ah¨ª dos coches si no es haciendo maniobras, es un camino estrech¨ªsimo¡±. Otros piensa que ¡°no se hubiese atrevido¡±, que solo quer¨ªa asustarla para que volviera con ¨¦l: ¡°Yo me baj¨¦ que casi me tir¨¦ cuando pasaba el otro al lado, llam¨¦ a mi hermano por tel¨¦fono para que viniera a recogerme y ¨¦l ya no se atrevi¨® a pedirme que me subiera otra vez. Me acuerdo mucho de esto, y le doy vueltas a que hoy podr¨ªa no estar d¨¢ndole vueltas a nada porque podr¨ªa estar enterrada, as¨ª lo digo¡±.
Nunca denunci¨®, no lo identific¨® como violencia. Solo lo saben su hermano, su madre y su mejor amiga. Le cuesta contarlo, pero cree que lo har¨¢ ¡°alg¨²n d¨ªa¡± y que ¡°eso tampoco es tan raro, lo de ir acojonada en el coche porque tu novio est¨¦ cabreado y te quiera meter miedo, o sin que tenga que ver contigo, porque haya bebido o porque quiera vacilar¡±.
Sin estad¨ªsticas espec¨ªficas
No existen estad¨ªsticas espec¨ªficas de esa situaci¨®n concreta. Es imposible conocer, con datos, cu¨¢ntas veces un veh¨ªculo ha supuesto el arma de la violencia machista. ¡°Porque sin duda lo es, es un instrumento de la violencia¡±, afirma la magistrada Gl¨°ria Poyatos, una de las fundadoras de la Asociaci¨®n de Mujeres Juezas de Espa?a, y una de las directoras regionales de la International Association of Women Judges (IAWJ).
Sin n¨²meros, pero con hemeroteca, se puede hacer una acercamiento. Encarnaci¨®n Rubio, 46 a?os, empleada municipal de limpieza de C¨²llar Vega (Granada), fue la primera mujer en Espa?a con orden de protecci¨®n a la que su exmarido asesin¨®: Francisco Jim¨¦nez la atropell¨® tres veces el 31 de marzo de 2004 mientras ella barr¨ªa en el cruce de las calles Limonero y Clavel. J¨¦ssica M¨¦ndez, 29 a?os, trabajaba en una tienda de ropa en Cambados (Pontevedra) y hacia ah¨ª conduc¨ªa el 17 de marzo cuando Jos¨¦ Eir¨ªn, un hombre que viv¨ªa obsesionado con ella, la embisti¨® a 100 kil¨®metros por hora cuando ella hizo un stop en un cruce de la comarcal de Barro, el pueblo de donde eran ambos.
No son las ¨²nicas. ¡°Un coche es un lugar de poder, de amenaza, de tortura psicol¨®gica, el sitio de donde no puedes huir¡±, concreta Graciela Atencio, una de las fundadoras y directora de Feminicidio.net. El 5 de marzo de 2019, un hombre empuj¨® a su mujer fuera del Citr?en Saxo que conduc¨ªa, en marcha, en una calle de Reus. El 9 de febrero de 2019, otro hombre de 25 a?os hizo lo mismo con su novia desde una furgoneta blanca en el kil¨®metro 29 de la M-607, a la altura de la localidad madrile?a de Colmenar Viejo. En noviembre de 2017, ocurri¨® en la calle General D¨¢vila de Santander. En marzo de 2016, fue en la plaza de las Br¨ªgidas, en Valladolid, cuando un hombre golpe¨® y tir¨® a su mujer, embarazada, del veh¨ªculo en marcha. La tarde del 13 de noviembre de 2020, un hombre sali¨® en coche a buscar a su expareja, la encontr¨® yendo en su moto en un puente de la V-31, en Silla (Valencia), y la arroll¨®; ella sobrevivi¨® y ¨¦l se suicid¨® tir¨¢ndose a la autov¨ªa, donde lo atropell¨® un cami¨®n. La noche del 23 de marzo de 2018, S.A.M asesin¨® a su novia, pas¨¢ndole por encima, cuando volv¨ªan de una fiesta familiar en Las Ventas de Retamosa, en Toledo.
La hemeroteca es abundante, no solo en Espa?a, sino en cualquier parte del mundo. Y en el Cendoj, la base de datos del Consejo General del Poder Judicial, una b¨²squeda solo con la palabra ¡°veh¨ªculo¡± en los juzgados de violencia contra la mujer da una treintena de sentencias como resultado: hombres que intimidan a sus exparejas con el coche cuando se las cruzan por la calle, que las persiguen mientras las insultan por la ventanilla, que las retienen ah¨ª mientras les pegan y les gritan, que las vigilan desde sus coches, que aceleran para aterrorizarlas, que aceleran cuando ellas se intentan bajar, que las meten a la fuerza para llevarlas a alg¨²n otro lugar, que a veces lo hacen con las hijas y los hijos dentro.
Los casos que quedan en el limbo
Esos casos tuvieron sentencia, pero hay muchos otros que no la tienen, que nunca llegan a conocerse o que no encajan en el actual par¨¢metro legal de violencia machista, dentro de la pareja o expareja. ¡°Hay muchos casos que quedan en el limbo, por ejemplo los de tipos rechazados o que han tenido una relaci¨®n tan corta que no entran en la ley de violencia de g¨¦nero¡±, apunta Atencio.
?Es un obst¨¢culo para identificar esta violencia? ¡°S¨ª¡±, asegura: ¡°Hay un riesgo. Por un lado, si no se ve el patr¨®n de violencia anterior, el posible homicidio doloso se convierte en homicidio imprudente, y ese es un punto muy importante de impunidad que ocurre en un arco jur¨ªdico que a¨²n tiene sus fisuras. Por otro, si queda fuera de la relaci¨®n afectiva, queda fuera jur¨ªdicamente de la violencia de g¨¦nero, e introducir esa agravante es m¨¢s dif¨ªcil¡±.
Y no solo ocurre con la violencia f¨ªsica, tambi¨¦n con la sexual, a?ade la editora especializada. En El enigma sexual de la violaci¨®n, la soci¨®loga y psic¨®loga social In¨¦s Hercovich pone varios ejemplos de c¨®mo un veh¨ªculo puede constituir ¡°la violaci¨®n perfecta¡±, recuerda Atencio: ¡°Un hombre y una mujer se conocen en un bar, ¨¦l se ofrece a llevarla a casa y la viola. No solo es un arma de control que puede ser letal, sino que se utiliza para el ejercicio de la violencia sexual y hay muchos casos, en todo el mundo, que no aparecen en las estad¨ªsticas¡±. El coche ni siquiera se recoge en los informes como uno de los espacios donde puede haberse cometido violencia sexual, por ejemplo, en la ¨²ltima Macroencuesta de violencia contra la mujer, de 2019.
Un espacio reducido en el que ¨¦l lleva el volante
Cuando se produce en el interior, un veh¨ªculo se convierte en un espacio reducido en el que, seg¨²n los datos, es m¨¢s probable que conduzca ¨¦l y no ella ¡ªen Espa?a hay 15,6 millones de conductores y 11,6 de conductoras, seg¨²n la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico¡ª, y en el que se dan varios elementos que hacen ¡°que no sea dif¨ªcil ejercerla¡±, ahonda Poyatos. Entre ellos, ¡°la elevaci¨®n de la velocidad, que sean ellos los que llevan el volante, el cierre centralizado, la intimidaci¨®n ambiental que se produce en un lugar peque?o; o la especie de secuestro que puede darse en momentos determinados y que supone una limitaci¨®n de los derechos fundamentales¡±.
La abogada especializada en familia y g¨¦nero Mar¨ªa Andr¨¦s suma que es ¡°un medio silencioso¡±, porque ¡°no suele haber testigos, son ¨¦l y ella en el coche, y si los hay, son externos [conductores de otros veh¨ªculos], que pueden ser extra?os y ajenos totalmente a lo que est¨¢ ocurriendo en el interior¡±. Adem¨¢s, ¡°facilita¡± la sumisi¨®n: ¡°Es imposible obtener ayuda directa, si est¨¢ en marcha, ?qu¨¦ haces? ?Tirarte del coche? Y no puedes arriesgarte a un movimiento en falso o a decir algo que agrave la situaci¨®n por el temor a provocar un accidente¡±.
Esto, ¡°de cara a interponer denuncias y tramitar un procedimiento judicial, es la tormenta perfecta para que las mujeres se desanimen a denunciar. ?Con qu¨¦ pruebas le cuentas a la polic¨ªa o en un juzgado que crees que has podido morir porque conduc¨ªa tu pareja a toda velocidad o que has pasado miedo? Un miedo, adem¨¢s, que se alarga durante todo ese trayecto, el sufrimiento es much¨ªsimo m¨¢s. Es m¨¢s complicado de lo que puede parecer¡±, afirma.
?Con qu¨¦ pruebas le cuentas a la polic¨ªa o en un juzgado que crees que has podido morir porque conduc¨ªa tu pareja a toda velocidad o que has pasado miedo?Mar¨ªa Andr¨¦s, abogada especializada en familia y g¨¦nero
En su despacho no han sido ni una ni dos las mujeres que han relatado una situaci¨®n como esa. Ella lleva ¡°un 99%¡± de divorcios y violencia, o divorcios con violencia: ¡°No son todas, obviamente, pero son muchas, no es algo inusual. Algunas cuentan que los hombres lo hacen con los hijos, tienen una conducci¨®n violenta, nos explican c¨®mo han pasado miedo, que se pone muy nervioso, que iba muy r¨¢pido...¡±. Se pregunta tambi¨¦n ¡°cu¨¢ntos accidentes pueden haber sido provocados por una discusi¨®n de pareja y se cuentan como distracci¨®n¡±.
En esto, lo que mayoritariamente tienen las especialistas son teor¨ªas, certezas por su experiencia con las mujeres a las que tratan, ¡°pero tambi¨¦n preguntas y ning¨²n dato s¨®lido con el que trabajar¡±, dice la jurista Poyatos. Todas coinciden en que ayudar¨ªa el an¨¢lisis y recabar cifras de cu¨¢ndo, c¨®mo y en qu¨¦ circunstancias y contextos el coche se usa como arma de la violencia machista. ¡°Conocer en profundidad la violencia es la ¨²nica manera de poner soluci¨®n, tener datos es poder ofrecer soluciones¡±, espeta Andr¨¦s. Atencio habla de que mayoritariamente los objetos que se utilizan y se recogen en la estad¨ªsticas son ¡°arma blanca y de fuego¡±, pero ¡°hay otras, como los veh¨ªculos, que no est¨¢n en los estudios y que arrojar¨ªan datos importantes para la prevenci¨®n¡±.
La conducci¨®n como elemento de identidad masculino
Sin cifras específicas sobre el coche como elemento de la violencia de género, sí hay otros datos y cuestiones que, sin ser directos, “ayudan a entender el contexto”, subraya la jurista Glòria Poyatos. Habla del estereotipo de la inferioridad femenina asociada al ámbito de la conducción: “Hay hasta 16 países que excluyen a las mujeres, en Arabia Saudí hasta 2018 tenían prohibido conducir y ahora, la toma de poder de los talibanes en Afganistán les ha vetado los viajes de más de 72 kilómetros sin acompañante masculino. En España hay casi cinco millones menos de conductoras que de conductores y hasta 1975 no podíamos sacarnos el carnet sin el permiso del padre o el marido. Los seguros de conducción son distintos según el sexo... Había una situación de desigualdad de facto social que late y sigue latiendo y que es evidente. El vehículo ha sido y aún es un elemento identitario masculino, y ahí hay una situación de poder de un sexo respecto al otro, que desequilibra la relación dentro del vehículo”.
Josetxu Riviere, especialista en igualdad, género y masculinidades, trabaja en el programa Gizonduz de Emakunde (el Instituto Vasco de la Mujer) –para la concienciación, implicación y participación de los hombres en la igualdad–, desde el que se trabajó el estudio Siniestralidad vial y género, sobre cómo los estereotipos masculinos influyen en la conducción. “Lo insertamos en el análisis de las masculinidades, que tienen que ver con el equilibrio de lo que no tienes que ser con lo que tienes que demostrar (fuerza, valentía, agresividad) y dentro de eso, no solo en las responsabilidades individuales, sino la estructura social, es decir, qué prácticas de riesgo tenemos los hombres en relación con nuestra identidad masculina”.
Habla “del presupuesto de riesgo del género masculino”, es decir, cómo la movilidad y la conducción han sido un terreno exclusivamente masculino hasta hace pocos años –“en la prevención, ventas, publicidad, medios de comunicación"–, y qué lugar ocupan "en esa masculinidad triunfante de coches poderosos y potentes" y qué supone en relación con las demostraciones de "virilidad", tanto a otros hombres como a las mujeres: “No hay mucho enfoque sobre cómo los hombres nos acercamos a las conductas de riesgo. La manera en la que nos manejamos emocionalmente en la movilidad tiene reflejo en la realidad: cómo resistimos a la presión de grupo por correr, por ejemplo, sobre todo en los más jóvenes, o el estrés en relación al coche”.
Eso, dice Riviere, tiene consecuencias para los hombres: “Somos alrededor del 80% de quienes matan y mueren en coches. Pero también para la sociedad: cárcel, juicios, hospitales. Y por supuesto, para las mujeres”.