Recuperar el silencio
Podemos identificar los s¨ªntomas de un infarto o un ictus, pero no sabemos identificar las que alteran nuestro equilibrio emocional
En este largo puente de la Constituci¨®n, media Espa?a se ha sumergido en el bullicio mientras otra media ha huido al campo en busca de tranquilidad. En algunos puntos emblem¨¢ticos del centro de Barcelona o de Madrid no se pod¨ªa ni caminar del gent¨ªo que hab¨ªa. Literalmente. Pero ...
En este largo puente de la Constituci¨®n, media Espa?a se ha sumergido en el bullicio mientras otra media ha huido al campo en busca de tranquilidad. En algunos puntos emblem¨¢ticos del centro de Barcelona o de Madrid no se pod¨ªa ni caminar del gent¨ªo que hab¨ªa. Literalmente. Pero el otro gran destino m¨¢s buscado han sido las casas rurales. No es extra?o que el turismo rural tenga cada vez m¨¢s adeptos. Necesitamos desconectar. Inmersos en una din¨¢mica productivista en la que nunca llegamos a hacer suficiente para tener suficiente ¨¦xito, llega un punto en que ya no podemos m¨¢s. O paramos o nos rompemos.
La l¨®gica del rendimiento lleva a actuar como si no hubiera l¨ªmites: no hay l¨ªmites para explotar la naturaleza y no hay l¨ªmites para explotarnos a nosotros mismos. Pero del mismo modo que la naturaleza se est¨¢ rebelando contra nuestra ansia depredadora y extractivista, tambi¨¦n nuestro cuerpo se rebela. El problema es que podemos identificar los s¨ªntomas de un infarto o un ictus, dolencias graves que alteran nuestro equilibrio corporal, relacionadas en muchos casos con el estr¨¦s y el ritmo desquiciado de vida que llevamos, pero no sabemos identificar las que alteran nuestro equilibrio emocional.
Y sin embargo, los s¨ªntomas est¨¢n ah¨ª: si necesitas mirar constantemente el m¨®vil en busca de mensajes, aunque no esperes ninguno; si tienes la sensaci¨®n de perder el tiempo si no est¨¢s haciendo algo productivo; si eres incapaz de contemplar el paisaje mientras viajas en tren o en autob¨²s; si pones la televisi¨®n en modo dos pantallas para seguir dos programas a la vez o abres constantemente el m¨®vil mientras ves una pel¨ªcula; si tienes la inc¨®moda sensaci¨®n de estar perdi¨¦ndote siempre algo y te despiertas a media noche con la sensaci¨®n de se te ha escapado alg¨²n tren, es que algo est¨¢ empezando a ir muy mal.
Cuando eso ocurre es que empezamos a ser v¨ªctima de un modo de vida desquiciado como el que magistralmente retrata Justine Triet, ganadora de la palma de oro del ¨²ltimo festival de Cannes, en La batalla de Solferino, con la que obtuvo el C¨¦sar a la mejor ¨®pera prima en 2014. En un juego de c¨¢maras nervioso y tan agitado como sus personajes, Triet nos pone ante el espejo de nuestra batalla cotidiana contra el tiempo y la prisa. Sus protagonistas apenas pueden respirar, engullidos por una aceleraci¨®n que los devora y les mantiene en un estado de ansiedad y embotamiento.
Tratamos de conjurar el malestar que nos provoca la tiran¨ªa de la inmediatez con la compra compulsiva de cosas que no necesitamos, pero tambi¨¦n de est¨ªmulos para sentirnos vivos. Y de hecho, la publicidad, que todo lo capta, ya no nos ofrece meros objetos, sino experiencias que se agotan tan r¨¢pido como el deseo de tenerlas. Lo que no podemos comprar es tiempo interior. En La sociedad de las prisas (Ediciones Obelisco, 2023), la escritora Maria Novo reivindica la bondad del silencio y nos invita a aprender a vivir de forma m¨¢s pausada. ¡°En este tipo de sociedad, se espera de nosotros lo que se espera de las m¨¢quinas: eficiencia y rapidez. Pero la l¨®gica de la m¨¢quina no casa bien con la l¨®gica de la vida¡±, dice, en una entrevista en Ethic.es.
Cuando es querido y buscado, el silencio sana. Pero no es f¨¢cil sustraerse a la vor¨¢gine del rendimiento. Algunos consiguen hacer un giro vital radical. Es lo que explica el fen¨®meno de la Gran Dimisi¨®n: gente que abandona carreras y ambiciones para poder vivir m¨¢s pausado. Pero tampoco es f¨¢cil poder vivir fuera del sistema. As¨ª que, para muchos, lo ¨²nico que queda es la posibilidad de un reset, una escapada corta para reponer fuerzas y conjurar as¨ª la amenaza de un desplome total. Reconectar con la naturaleza para reconectar con nuestro tiempo interior. Pero lo que necesitamos es una nueva cultura del tiempo que nos permita tomar las riendas de nuestra propia vida.