Un quinto informe con nuevos testimonios eleva ya a m¨¢s de 1.500 los acusados de pederastia en la Iglesia espa?ola
EL PA?S entrega a la Conferencia Episcopal, al Vaticano y al Defensor del Pueblo otro dosier con acusaciones a 87 cl¨¦rigos y laicos. El porcentaje de eclesi¨¢sticos se?alados supone ya un 1,3% del clero masculino de las ¨²ltimas d¨¦cadas
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos...
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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Casi cada d¨ªa, desde hace seis a?os, siguen llegando testimonios de abusos en la infancia en la Iglesia cat¨®lica espa?ola al correo electr¨®nico que este diario abri¨® en 2018. Adem¨¢s de los que han ido apareciendo en las decenas de reportajes publicados, EL PA?S analiza los dem¨¢s uno a uno, completa la informaci¨®n, los verifica en la medida de lo posible y, desde 2021, re¨²ne parte de ellos en sucesivos informes que ha entregado al Vaticano y a la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE). De ese modo, ¨®rdenes y di¨®cesis abren una investigaci¨®n de cada caso, tal como les obligan las normas can¨®nicas, y pueden asumir responsabilidades y reparar a las v¨ªctimas. Ahora, EL PA?S ha entregado un quinto informe, con 79 testimonios contra 87 acusados y con 110 v¨ªctimas, tras analizar m¨¢s de 300 recabados en los ¨²ltimos meses. Tambi¨¦n ha enviado el dosier al Defensor del Pueblo, que desde 2022 investiga el esc¨¢ndalo, para que queden documentados en una entidad oficial. El Gobierno anunci¨® el mes pasado un plan para compensar a las v¨ªctimas, con o sin la colaboraci¨®n de la Iglesia.
Los testimonios in¨¦ditos aportados estos a?os en los cinco informes del diario ascienden ya a 783, una mole de m¨¢s de 1.600 p¨¢ginas de relatos de v¨ªctimas que a¨²n esperan una respuesta y que se sepa la verdad. Con el ¨²ltimo dosier se rebasan en Espa?a los 1.500 acusados ¡ªen total son 1.532¡ª, con al menos 2.735 v¨ªctimas, seg¨²n la base de datos abierta que lleva este diario, la ¨²nica existente donde se recogen todos los casos conocidos por cualquier medio y sentencias judiciales. Cuando EL PA?S comenz¨® su investigaci¨®n, en septiembre de 2018, solo contabiliz¨® 34 casos conocidos hasta ese momento.
La CEE, que hasta 2021 negaba la existencia de casos en Espa?a, ha ido rectificando su postura, forzada por la investigaci¨®n de este diario, y ya admite al menos 1.057. No obstante, hasta hoy apenas hay respuesta de c¨®mo se han gestionado los casos comunicados en estos cinco informes: este diario remiti¨® un cuestionario el pasado mes de febrero a las 231 di¨®cesis y ¨®rdenes a los que ha enviado testimonios, pero solo contestaron 39 entidades, y solo seis aportaron detalles. El resto afirm¨® que era la CEE la que deb¨ªa dar cuenta de estos datos. Preguntada por todas estas investigaciones, la Conferencia se ha negado repetidamente a informar de ello. El Vaticano, que ha delegado la investigaci¨®n de las acusaciones en la Iglesia espa?ola, tambi¨¦n guarda silencio y hasta el momento ha avalado la pasividad y opacidad de la CEE. Al final del informe se incluye un anexo con una lista de 60 obispos espa?oles sospechosos de encubrir o silenciar casos de abusos, que figura en la base de datos del diario y sobre la que nunca se han dado explicaciones.
El n¨²mero de acusados conocidos hasta este momento ya supone un 1,3% del clero masculino registrado por la CEE entre 1940 y 2021, que asciende a 110.000 curas y religiosos. Eso sin contar a los laicos, 74 acusados en la contabilidad de este diario. A¨²n es la punta del iceberg y Espa?a est¨¢ a¨²n lejos de conocer la dimensi¨®n del esc¨¢ndalo, pues todos los estudios sobre el tema estiman que en el resto de pa¨ªses cat¨®licos el n¨²mero de sacerdotes que han cometido abusos oscila entre un 4% y un 7%.
A la espera de que toda la verdad salga a la luz, siguen llegando relatos de abuso, miedo e impunidad. En este nuevo informe se refieren casos como el de un cura ciego, o que dec¨ªa que era ciego, en Tenerife, y palpaba a las ni?as con la excusa de tener que tocarlas para conocerlas y hacerse la idea de c¨®mo eran. Ocurr¨ªa entre 1970 y 1971 en los ejercicios espirituales organizados en una casa diocesana a la que iban alumnas de colegios religiosos. O el caso del internado del colegio de La Salle Arucas, en Las Palmas, en 1973, donde el acoso del hermano R. hizo huir a un chico saltando la tapia y vivir dos d¨ªas en la calle hasta que lo encontr¨® la polic¨ªa, seg¨²n el relato del denunciante. O lo que cuenta otro afectado sobre un cura de una pedan¨ªa de Molina de Segura, en Murcia, que en 1970 al morir su madre, con la que viv¨ªa, dijo a sus feligreses que ten¨ªa miedo de dormir solo por las noches, y pidi¨® que los ni?os del pueblo se fueran turnando para pasar por su casa. O la acusaci¨®n contra otro profesor seglar del colegio de La Salle en Jerez de la Frontera, en 1965, que comet¨ªa los abusos en las clases particulares que daba en su casa, e incluso algunas familias lo sab¨ªan, pero no hac¨ªan nada porque ten¨ªan pocos recursos y el agresor les regalaba lotes de comida.
Hay un sacerdote del Opus Dei, J. L. L., que era capell¨¢n del colegio Erain, de Ir¨²n, acusado de abusar de un menor entre 1981 y 1982, y seg¨²n el testimonio de esta persona, fue trasladado tras conocerse los hechos. El Opus Dei, que asegura no tener constancia de ello, lo est¨¢ investigando tras la informaci¨®n remitida por este diario, pero confirma adem¨¢s que este cura actualmente est¨¢ castigado con medidas disciplinarias por ¡°abusos a una mujer adulta¡± y no puede ejercer el ministerio en p¨²blico. La Obra confirma que dej¨® el colegio en 1985, aunque continu¨® en San Sebasti¨¢n con otras labores hasta 1993.
La motivaci¨®n principal de quienes escriben a EL PA?S es siempre la misma: que se sepa la verdad. La Iglesia sigue ocult¨¢ndola y el informe que present¨® en diciembre como ¡°el m¨¢s completo¡±, llamado Para dar luz, ha sido un absoluto fiasco: dej¨® fuera cientos de casos, era un copia y pega de un estudio provisional e incompleto y adoptaba una controvertida e ins¨®lita clasificaci¨®n de las denuncias como probadas y no probadas. En las mil p¨¢ginas de ese documento no hab¨ªa ninguna referencia a las v¨ªctimas. Las v¨ªctimas han exigido que se retire este informe. Por otra parte, este diario ha revelado este mes que los obispos divulgaron por error los datos personales de 45 v¨ªctimas, lo que ha llevado a la Agencia de Protecci¨®n de Datos a abrir una investigaci¨®n. Las asociaciones de v¨ªctimas han reclamado la dimisi¨®n de los responsables. La CEE ni siquiera ha pedido perd¨®n p¨²blicamente.
Que se sepa la verdad es lo que ha movido, por ejemplo, a Marisol Zamora, vecina de San Sebasti¨¢n, a contar su historia, incluida en este quinto informe. Acusa de abusos en los a?os setenta a Patxi Ezkiaga Lasa, un hermano del colegio de La Salle del barrio de Loiola. Fallecido en 2018 con 74 a?os, era alguien muy conocido como poeta y escritor en euskera, y una autoridad en el colegio, por eso afirma que se le hac¨ªa impensable denunciarlo. En 2001 recibi¨® el premio de poes¨ªa de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, adem¨¢s de otros galardones literarios. La congregaci¨®n de La Salle, consultada sobre esta acusaci¨®n, asegura que ha abierto una investigaci¨®n interna, aunque ¡°del pasado hay muy poca informaci¨®n a la que se pueda recurrir y, lamentablemente, la mayor¨ªa de personas que podr¨ªan ser testigos han fallecido¡±. La Salle tiene siete casos en este dosier, la segunda con m¨¢s acusaciones tras los jesuitas, y en el c¨®mputo global es la cuarta.
Marisol Zamora no era alumna del centro, que era solo masculino, pero el cl¨¦rigo era amigo de la familia e iba a veces a su casa. ¡°Empez¨® cuando yo tendr¨ªa como mucho ocho o nueve a?os. Como primer recuerdo impactante, recuerdo un d¨ªa que fue a ponernos unas diapositivas. A oscuras, me obligaba a sentarme en sus piernas, y como era fraile nadie ve¨ªa o no quer¨ªa ver. Me sentaba con mis piernas abiertas en una pierna suya, y todo el rato toc¨¢ndome la rodilla, el culete, por la espalda. Me tocaba los genitales con la pierna, frotaba la pierna, o me mov¨ªa a m¨ª, o se mov¨ªa, para que hubiera una fricci¨®n. Con una mano estaba con el mando del proyector, y con la otra era con la que me tocaba. Todo con mis padres en la misma habitaci¨®n¡±.
Tambi¨¦n le hac¨ªa ir a su despacho al colegio con la excusa de que le ayudara a corregir ex¨¢menes, donde se repet¨ªan estos abusos, y un fin de semana se la llev¨® junto a sus hermanos de excursi¨®n al monte. ¡°En la tienda se puso en una esquina a mi lado, entre yo y mis hermanos. Tendr¨ªa 10 u 11 a?os. Se arrimaba a m¨ª y yo dorm¨ªa intentando protegerme todas mis zonas ¨ªntimas, y ¨¦l por detr¨¢s agarr¨¢ndome y excit¨¢ndose¡±. Esta situaci¨®n dur¨® entre cuatro y cinco a?os y Marisol recuerda al menos una decena de episodios. ¡°Puedo decir el d¨ªa que se acab¨®, porque era mi cumplea?os, en 1982, cuando cumpl¨ª 13 a?os. Ese d¨ªa me llam¨® a su despacho, que me quer¨ªa dar un regalo y me sent¨® en sus piernas. Ese d¨ªa ya me toc¨® los pechos, por encima de la ropa, estuvo un rato, y ah¨ª s¨ª me levant¨¦ y le dije: ¡°Esta es la ¨²ltima vez o se entera todo el mundo. Y me dijo: ¡®Yo no he hecho nada¡¯¡±.
Ezkiaga estuvo muchos a?os en el colegio, que hacia 1983 se convirti¨® en mixto. ¡°En los noventa hab¨ªa muchos rumores en el colegio de que era un sob¨®n. Llamaba a chicas al despacho e iban de tres en tres para protegerse entre ellas¡±. Recuerda que a mediados de los a?os noventa un d¨ªa desapareci¨® y dijeron que se hab¨ªa ido un a?o a Roma, de ejercicios espirituales. Luego regres¨® y sigui¨® en el centro.
Marisol Zamora relata que siempre ha tenido presente su experiencia, pero en otras muchas historias los abusos son un recuerdo oculto que emerge de repente. En el caso de una v¨ªctima del colegio Santo Tom¨¢s de Villanueva, en Granada, de los agustinos recoletos, ocurri¨®, por ejemplo, con la m¨²sica. Cuenta que eran vivencias olvidadas que se reavivaron hace poco cuando compr¨® un teclado, porque siempre quiso aprender a tocar el piano: ¡°Al empezar a practicar, fueron saliendo los recuerdos¡±. El religioso al que acusa, el padre J., apodado El M., era un cura que le daba clases de piano y los abusos se produjeron en esos momentos.
Hay lugares que, a medida que avanza la investigaci¨®n, se confirman como graves focos de pederastia. El colegio de los jesuitas de Vigo, donde ya se registran 11 acusados desde los a?os cincuenta a los noventa, aparece otra vez en este informe con acusaciones a tres nuevos religiosos: R. L., profesor de gimnasia; de nuevo un hermano enfermero, identificado como L.; y otro apodado El F. Los jesuitas, que es una vez m¨¢s la orden con m¨¢s acusaciones ¨D18 nombres en este informe¨D, se niegan a dar cualquier informaci¨®n sobre estos casos. El internado donde estudi¨® Pedro Almod¨®var, una experiencia que inspir¨® su pel¨ªcula La mala educaci¨®n (2004), sobre los abusos en centros religiosos, ya suma tres acusados. Se trata del centro salesiano de Puebla de la Calzada. A los acusados ya se?alados se a?ade ahora otro llamado C.
Tambi¨¦n hay acusados que acumulan un alto n¨²mero de v¨ªctimas, cuyos casos han sido ya publicados y sobre los que siguen llegando testimonios: 16 de los 87 nombres del informe ya hab¨ªan sido se?alados con anterioridad. Son todos casos destapados por EL PA?S. Por ejemplo, Marino Gonz¨¢lez, de los maristas, que con este informe ya es acusado en ocho lugares distintos, entre ellos los colegios de la orden en Guadalajara, Talavera y, en Madrid, los de Chamber¨ª y San Jos¨¦ del Parque; Ces¨¢reo Gabarain, el m¨¢s famoso compositor de m¨²sica de misa, que tambi¨¦n es acusado de abusos en el colegio marista de Chamber¨ª. Pese a que los dos religiosos acumulan numerosas acusaciones, los maristas siguen sin querer dar ninguna informaci¨®n sobre su investigaci¨®n de ambos casos.
Destacan el caso de Tirso Blanco, un fraile del internado del Valle de los Ca¨ªdos que luego ha sido p¨¢rroco en Madrid; Isidro L¨®pez Santos, en Salamanca; o el jesuita Francesc Peris, acusado en el colegio Casp de Barcelona y en Bolivia. Del mismo modo, han aparecido nuevas acusaciones contra S. G. S., responsable de La Salle en Ir¨²n, y de una alumna m¨¢s contra J. P. V., alias P., de los salesianos de A Coru?a, en los a?os noventa y la primera d¨¦cada de este siglo.
Algunas v¨ªctimas han escrito despu¨¦s de acudir a la Iglesia y no encontrar respuestas. Decepcionadas por no haber sido reparadas o impotentes tras el mareo constante al que le someten en la mayor¨ªa de oficinas de atenci¨®n a las v¨ªctimas que tienen abiertas las di¨®cesis y las ¨®rdenes. Han pasado cuatro a?os desde que la CEE anunciase su apertura y a¨²n no ha informado de cu¨¢ntas indemnizaciones ha pagado.
En muchos de los relatos est¨¢ siempre el miedo a decirlo en casa, por no ser cre¨ªdo, por tener padres muy religiosos, porque si no el padre iba a matar al cura. Y las pocas veces que alguien se atrev¨ªa a decir algo, la respuesta sol¨ªa ser negar los abusos y tambi¨¦n, represalias para la v¨ªctima. ¡°Cont¨¦ a la monja encargada de nuestro curso que el padre nos tocaba y dijo: ¡®El padre sabr¨¢ lo que hace, porque es un representante de Dios¡±, cuenta una antigua alumna del colegio de las Hermanas Carmelitas del Sagrado Coraz¨®n, en Le¨®n, que denuncia abusos en 1967 de un jesuita, el padre C., que iba al colegio a dar ejercicios espirituales y a confesar a las alumnas. Relata que para explicarle lo que significaba la excitaci¨®n, le levant¨® el uniforme y le meti¨® la mano en la braga. ¡°Alguna vez he hecho terapia, recordaba perfectamente su dedo fr¨ªo, era la primera vez que alguien me tocaba¡±. Afirma que tras otro incidente en otro colegio femenino la orden lo sac¨® de Le¨®n. Hay un jesuita con ese apellido que fue enviado a Australia en 1979, pero la orden se niega a confirmar que sea ¨¦l o a dar cualquier informaci¨®n que ayude a identificarlo.
En este quinto informe vuelve a observarse en numerosos casos el patr¨®n de enviar a los agresores de misiones al extranjero. Hay un caso especialmente llamativo, el de F. M. G., un sacerdote de ?vila acusado de abusos que fue enviado a Nicaragua en los a?os cincuenta y luego se traslad¨® a Miami en 1981. Es muy significativo porque esta extra?a conexi¨®n no es nueva: a Miami tambi¨¦n fue a parar en los mismos a?os otro cura de Salamanca con numerosas acusaciones de abusos, Francisco Carreras. Es un depredador que actu¨® en varios pueblos de la provincia, encubierto por varios obispos, un caso sobre el que la di¨®cesis salmantina nunca ha dado explicaciones. La di¨®cesis de ?vila asegura que nunca tuvo denuncias contra F. M. G. y que su primera estancia en el extranjero ¡°en 1955 en la di¨®cesis de Managua (Nicaragua) se debe al convenio que exist¨ªa con dicha di¨®cesis, donde ejerci¨® como profesor del seminario interdiocesano¡±. En cuanto a Miami, di¨®cesis con la que no hab¨ªa ning¨²n convenio de colaboraci¨®n, en los archivos del obispado consta que el cura parti¨® ¡°voluntariamente, no enviado por la di¨®cesis¡± a Estados Unidos, y ni se detalla el lugar exacto.
Hay otro caso de un cura espa?ol en Estados Unidos, M. R. D., un agustino vinculado a una asociaci¨®n llamada Spanish Heritage, que organizaba viajes de estudios para cursar un a?o escolar en Estados Unidos. Un exalumno le acusa de abusos en su piso de Queens, en Nueva York, un d¨ªa que estaba de paso en la ciudad en 1985. La orden, que ha abierto una investigaci¨®n, asegura que no le constan acusaciones contra este religioso. Hay otros cl¨¦rigos enviados al extranjero, como S. C. F., de los trinitarios, acusado de abusos en los ochenta en el colegio Virgen de la Cabeza de And¨²jar, Ja¨¦n, que fue enviado a Lima, Per¨²; el marista R. C., acusado en los setenta en el internado de Artziniega, ?lava, que fue misionero en Venezuela; o el hermano P., de los teatinos del colegio San Cayetano de Palma de Mallorca, que a finales de los setenta desapareci¨® un d¨ªa enviado ¡°a misiones¡±, seg¨²n se dijo a los alumnos.
Los cientos de casos que lleva publicando este diario en los ¨²ltimos a?os son los que empujan a otras v¨ªctimas a hablar. Como a Patricia Caballero, una mujer transg¨¦nero de 66 a?os, que relata abusos de su profesor de matem¨¢ticas, el hermano Julio, en la escuela Sant Josep Oriol de Barcelona hacia 1967, cuando era gestionada por los hermanos gabrielistas. La orden, consultada sobre esta acusaci¨®n, expresa ¡°total rechazo a los abusos a menores¡± y explica que esta persona ¡°fue miembro de la congregaci¨®n desde 1958 hasta 1973, fecha en la que pidi¨® abandonar la instituci¨®n por voluntad propia¡±. En la investigaci¨®n interna que ha realizado no consta ninguna denuncia, pero se pone a disposici¨®n de la v¨ªctima ¡°para ayudarle en todo lo que est¨¦ a nuestro alcance¡±.
¡°Ten¨ªa unos 10 o 11 a?os ¨Drecuerda Patricia Caballero¨D y yo ya entend¨ªa que no era igual a los dem¨¢s ni?os, no por esas cosas de que no me gustara al f¨²tbol o s¨ª jugar con mu?ecas, que son tonter¨ªas, sino porque me gustaba estar m¨¢s con las chicas, me encontraba mejor con ellas, me gustaban m¨¢s. Quer¨ªa ser una chica, pero no me gustaban los chicos, no era homosexualidad. Yo creo que este personaje, el hermano Julio, como a veces ocurre con estos pederastas, ten¨ªa un radar especial, y not¨® en m¨ª algo distinto, que yo era diferente. Not¨® mi inseguridad, que pod¨ªa acercarse, hacerme preguntas impropias a un ni?o. Se fue acercando, hasta que un d¨ªa me dijo que fuera a su despacho¡±. As¨ª comenzaron los abusos, dos semanas despu¨¦s de entrar all¨ª, cuando le desabroch¨® el pantal¨®n y empez¨® a tocarle.
¡°Pas¨® dos o tres veces m¨¢s, y yo no lo dije a nadie. Mis amigos me habr¨ªan llamado maric¨®n, cosa que me aterraba, y en casa tampoco lo dije, era una familia humilde, con problemas para llegar a fin de mes, y no quer¨ªa causar m¨¢s problemas. Un d¨ªa fue a m¨¢s. Abri¨® una cortina y detr¨¢s hab¨ªa una habitaci¨®n con un camastro. Me llev¨® de la mano, me tumb¨®, se tumb¨® a mi lado y empez¨® a masturbarme, mientras ¨¦l se masturbaba. Pas¨® unas cuatro o cinco veces m¨¢s. Luego me dec¨ªa que eso no era nada malo, que era normal, que ya lo ir¨ªa viendo en la vida¡±. La presi¨®n y el acoso lleg¨® a tal punto que un d¨ªa dijo en casa que dejaba el colegio y quer¨ªa ponerse a trabajar, con 12 a?os. Abandon¨® las clases a mitad de curso. Luego entr¨® en una escuela de maestr¨ªa. Aquello rompi¨® su vida y su infancia. Solo ahora ha podido contarlo. ¡°Tienes miedo de abrir la caja de los truenos, pero ah¨ª empieza tu propia sanaci¨®n, sanas cuando compartes¡±.