Los manuscritos de Charagua: la investigaci¨®n que los jesuitas ocultaron sobre el misionero pederasta que registraba sus cr¨ªmenes
El sacerdote catal¨¢n Lucho Roma abus¨® durante d¨¦cadas de cientos de ni?as ind¨ªgenas en Bolivia. Las fotografi¨®, las grab¨® en v¨ªdeo y lo recogi¨® todo por escrito, en el segundo diario de un cura pederasta al que tiene acceso EL PA?S. En esta ocasi¨®n, la orden realiz¨® unas pesquisas que confirmaron los cr¨ªmenes y que luego, tras la muerte de Roma en 2019, guardaron en un caj¨®n donde han permanecido in¨¦ditas, hasta hoy
Poco despu¨¦s de que los investigadores eclesi¨¢sticos bolivianos entrasen en la habitaci¨®n del jesuita espa?ol Luis Mar¨ªa Roma Padrosa, las fotograf¨ªas de decenas de ni?as semidesnudas aparecieron por todos los rincones: entre las p¨¢ginas de los libros, en su agenda personal, del interior de las car¨¢tulas de los discos, de los cajones del escritorio, del disco duro de su ordenador. Muchas de ellas estaban recortadas por su silueta, otras eran composiciones deformadas, a modo de collages, en las que se combinaban caras, piernas y brazos de diferentes ni?as. Rodeados de todo aquello, los investigadores se percataron de que estaban en la guarida de un monstruo. Hab¨ªan llegado hasta aquella residencia de los jesuitas en Cochabamba a comienzos de marzo de 2019, por encargo de la c¨²pula de la orden en Bolivia, por una denuncia reciente de pederastia contra Luis Roma, conocido como Lucho. Su misi¨®n consist¨ªa en reunir las pruebas, entrevistar a posibles testigos y elaborar un informe con los resultados.
¡ªFue horrible. Hab¨ªa decenas de fotograf¨ªas. Se intent¨® identificar a las ni?as copiando los nombres que estaban escritos en el reverso de las fotos y se revis¨® si tambi¨¦n aparec¨ªan en el diario ¡ªexplic¨® a EL PA?S una fuente de la orden.
¡ª?Qu¨¦ diario?
¡ªLucho escribi¨® unas memorias donde contaba todo aquello: los nombres de las ni?as y lo que hac¨ªa con ellas.
Lucho Roma hab¨ªa escrito a mano durante su estancia como misionero en Charagua, al sureste del pa¨ªs, entre 1994 y 2005, c¨®mo fotografiaba, filmaba y abusaba de m¨¢s de un centenar de ni?as, la mayor¨ªa ind¨ªgenas guaran¨ªes. Al menos 70 de ellas aparecen identificadas con su nombre. Roma detallaba la excitaci¨®n que aquello le provocaba y las dificultades que ten¨ªa para ejecutar sus cr¨ªmenes. Eran 75 folios, desordenados, muchos de ellos sin fechar y que guardaba en tres carpetas diferentes. Este es ya el segundo diario conocido de un pederasta jesuita en Bolivia, tras la publicaci¨®n hace un a?o por EL PA?S de las memorias del sacerdote Alfonso Pedrajas.
El hallazgo de las memorias de Roma, que hasta ahora no ha visto la luz, fue bautizado por los inspectores como Los Manuscritos de Charagua.
27-09-2000
Podía tocarla donde sea. Realmente la devoré casi con la boca. Mi mano en sus piernas y bien arriba. Ella insistía en que quería galletas. Subimos y le hice casi unas 20 fotos. En la cama, sentada, parada, arriba, abajo, todo.
Los inspectores transcribieron el diario y encargaron un informe pericial m¨¦dico-psiqui¨¢trico para estudiar los escritos y analizar las conductas sexuales del jesuita, por entonces octogenario y postrado en una silla de ruedas. Paralelamente, una veintena de cl¨¦rigos y laicos fueron entrevistados por este asunto. Solo hubo una parte a la que no pudieron acceder: las v¨ªctimas. Viajaron a Charagua, pero nadie quiso hablar con ellos.
Las pesquisas se alargaron seis meses y las pruebas eran tan numerosas que el propio acusado firm¨® ante notario una confesi¨®n: ¡°Me dej¨¦ llevar, en algunas situaciones, por actos libidinosos, impropios de un religioso, con ni?as de ocho a 11 a?os¡±.
Todo se incluy¨® en un informe devastador que confirma el encubrimiento sistem¨¢tico de la orden ante este y otros casos de pederastia. Pero pocas semanas antes de que se redactaran las conclusiones, Roma muri¨® en Cochabamba a causa de las enfermedades que arrastraba durante a?os. Era el 6 de agosto de 2019 y ten¨ªa 84 a?os. Los resultados de la investigaci¨®n no se hicieron p¨²blicos. La Compa?¨ªa, orden a la que pertenece el papa Francisco, no inform¨® a las autoridades civiles bolivianas de sus hallazgos ni tampoco tom¨® en cuenta la recomendaci¨®n de los inspectores: indemnizar a las v¨ªctimas.
Todo qued¨® sepultado en el olvido, hasta hace un a?o. La publicaci¨®n de EL PA?S del diario de otro jesuita espa?ol, Alfonso Pedrajas, en el que admiti¨® que hab¨ªa agredido sexualmente a al menos 85 ni?os entre 1978 y el 2000, caus¨® un terremoto medi¨¢tico en el pa¨ªs sudamericano. Esto provoc¨® que salieran m¨¢s casos a la luz, como el de Lucho Roma.
Solo tras ese esc¨¢ndalo la orden inform¨® a las autoridades bolivianas sobre la denuncia que hab¨ªa recibido contra Lucho Roma y le entreg¨® todos los documentos de sus pesquisas. Es decir, los jesuitas durante cuatro a?os silenciaron todo lo que conoc¨ªan, tanto el material pederasta que guardaron en sus archivos como los manuscritos. Finalmente, ante la presi¨®n medi¨¢tica y popular, actuaron. Pero la justicia archiv¨® el caso al no encontrar a las v¨ªctimas, y todos los legajos de la investigaci¨®n permanecieron in¨¦ditos.
Hasta ahora. EL PA?S ha accedido a todos los informes periciales, los interrogatorios, a parte del archivo que Lucho Roma atesor¨® en su habitaci¨®n y a archivos internos de la orden que confirman c¨®mo silenciaron tanto este caso como otros que este peri¨®dico ha destapado en Bolivia, entre ellos, el caso de Pedrajas y el del jesuita catal¨¢n Luis T¨®. Tambi¨¦n ha entrevistado a varias v¨ªctimas de Roma y a seis de los especialistas, testigos, inspectores y psic¨®logos que participaron en las indagaciones.
La luz de estos documentos va m¨¢s all¨¢ del horror de los cr¨ªmenes de un pederasta que abus¨® de decenas de ni?as, sino que son una prueba, nunca antes vista, de c¨®mo suele investigarse la Iglesia a s¨ª misma y c¨®mo luego encierra en un caj¨®n la verdad de sus pesquisas. Un reflejo del encubrimiento constante durante a?os.
Por primera vez, se publica con detalle una investigaci¨®n interna de la Iglesia que, en este caso, incorpora un relato en primera persona de un pederasta en serie.
Agosto 1998
Qué de cosas se pueden escribir así, a mano alzada. ¡Oh! qué mal escribo, qué mala letra, qué falta de capacidad para expresar lo que hay dentro de mí: la verdad es que me las comería. (...) Toco con mis manos el conjunto... siento el calor de la zona íntima, ¡con calorcito natural! ¡Qué hermosas estas niñas, desnudas huelen a jaboncillo!
LAS PRUEBAS
Roma naci¨® en Barcelona el 12 de septiembre de 1935. Entr¨® con 18 a?os a la Compa?¨ªa de Jes¨²s y dos a?os despu¨¦s se march¨® como misionero a Sudam¨¦rica para seguir form¨¢ndose como religioso. Empieza aqu¨ª un periplo de 66 a?os como docente y jesuita. Los ¨²nicos datos biogr¨¢ficos de estas dos primeras d¨¦cadas como religioso son su curriculum vitae ¡ªprofesor en el colegio San Calixto en La Paz, en la Escuela San Clemente en Potos¨ª, tres a?os en Barcelona para estudiar Teolog¨ªa (1965-1968) y, de vuelta a Bolivia, director del Hogar de Menores de Tacata, en Cochabamba¡ª y las descripciones de algunos de sus compa?eros y superiores.
Documento clasificado de los jesuitas, 1987. Provincial Luis Palomera
Es herm¨¦tico, poco comunicativo, poco sociable e incluso muy poco amable. (...) Parece mostrar muy poco inter¨¦s por lo que pasa por los dem¨¢s. Vive en un mundo muy personal, local, cerebral segmentario (...) trabaja en la sombra¡±.
Cuando Palomera escribi¨® estas l¨ªneas, Roma trabajaba como su mano derecha en La Paz. Ambos se conoc¨ªan desde la infancia, en Barcelona, por lo que nada m¨¢s ascender ese a?o al puesto de provincial ¡ªes el rango m¨¢s alto de los jesuitas en Bolivia y se desempe?a entre cuatro y 10 a?os¡ª, Palomera se llev¨® a Roma como viceprovincial a la sede de la Compa?¨ªa en la ciudad pace?a, donde Roma llevaba trabajando desde 1983 como subdirector nacional de los centros educativos de la orden.
Fue en esta etapa en la que deja constancia de sus primeras agresiones sexuales. Los documentos aportados por los inspectores se?alan que los fines de semana, cuando abandonaba el trabajo en la oficinas de la congregaci¨®n, se desplazaba a la regi¨®n pace?a de los Yungas para visitar la comunidad ind¨ªgena de Trinidad y Pampa y que agredi¨® sexualmente a decenas de ni?as.
Pero ¡°la obsesi¨®n¡±, as¨ª es c¨®mo Roma llamaba a las agresiones sexuales, se volvi¨® constante cuando en 1994 ascendi¨® un nuevo provincial, Marcos Recolons ¡ªhoy imputado en Bolivia por haber encubierto a varios pederastas durante su mandato¡ª, y lo destin¨® como misionero a Charagua, un pueblo peque?o de casi 2.500 habitantes, m¨¢s de la mitad de origen guaran¨ª. Un destino deseado por el acusado, seg¨²n aparece en una carta que este le envi¨® a Recolons ese mismo a?o.
El jesuita espa?ol, por entonces de 59 a?os, aterriz¨® en aquella poblaci¨®n empobrecida como p¨¢rroco y director del nuevo colegio que los jesuitas hab¨ªan abierto en la localidad. Poco despu¨¦s, fue nombrado superior de la orden en Charagua. Siempre llevaba consigo una c¨¢mara, al principio de carrete, que revelaba en Santa Cruz, y m¨¢s tarde una digital con la que pod¨ªa imprimir las im¨¢genes en su habitaci¨®n.
Una vecina de la localidad recuerda con nitidez el d¨ªa de su llegada. ¡°Era un capo. Vest¨ªa impecable, como sacado de la plancha¡±, dice. La Iglesia ten¨ªa por entonces un gran poder e influencia en la zona gracias a su labor humanitaria, por eso era com¨²n que los ni?os estuvieran siempre dentro de la Iglesia. R¨¢pidamente, dice esta fuente, Roma se rode¨® de menores. ¡°Era el ap¨®stol de los ni?os, llenaba su furgoneta de ni?as¡±.
Poco despu¨¦s de llegar, en 1996, empieza a redactar Los Manuscritos de Charagua. Los documentos solo cubren hasta 2001. Los escritos encontrados parecen incompletos y las entradas no siempre est¨¢n ordenadas. Pero los relatos son terror¨ªficos: detalla con precisi¨®n c¨®mo reun¨ªa a las ni?as en grupos, se duchaba con ellas en su cuarto y les hac¨ªa instant¨¢neas, que d¨ªas despu¨¦s volv¨ªa a ver para masturbarse.
Charagua, 31 de octubre 1998
Hoy han pasado por mi cuarto 10 niñas y habré sacado unas 95 fotos de chiquitas queridas.
Las conclusiones de los psic¨®logos que analizaron estos textos son rotundas:
La caligraf¨ªa de Roma tambi¨¦n es un reflejo de sus cr¨ªmenes. Su letra aparece en ocasiones deformada cuando describe algunas agresiones. Varias palabras tambi¨¦n est¨¢n subrayadas con colores o rodeadas con un c¨ªrculo. Un especialista de Santiago de Chile analiz¨® estos aspectos y elabor¨® un dictamen pericial grafol¨®gico-forense para incluir los resultados en la investigaci¨®n can¨®nica.
Los episodios que describe Roma indican que sigui¨® un mismo modus operandi para agredir a decenas de menores: engatusaba a las peque?as con regalos o dulces y las llevaba en grupo de excursi¨®n a un riachuelo cerca del pueblo. Tambi¨¦n, en otras ocasiones, las conduc¨ªa en grupo a su habitaci¨®n, donde las encerraba y les pon¨ªa pel¨ªculas infantiles o de la vida de Jesucristo. Y en esos momentos, aprovechaba para abusar de ellas y grabarlas o fotografiarlas.
A continuaci¨®n, puede leerse la transcripci¨®n original que hicieron los investigadores de los fragmentos del diario referidos a los abusos.
Susana suspira por tel¨¦fono. Tiene 32 a?os y su nombre verdadero, este es ficticio para proteger su identidad, aparece citado en los manuscritos como una de las 70 v¨ªctimas. Tambi¨¦n sale en una de las fotograf¨ªas pixeladas que hace un a?o publicaron los medios bolivianos cuando el caso sali¨® a la luz. ¡°Me reconoc¨ª y empezaron a venir recuerdos a mi mente de las cosas que hab¨ªan sucedido¡±, cuenta a EL PA?S. Los abusos ocurrieron entre 1996 y 1997.
El relato de Susana es un calco de las descripciones de Los Manuscritos de Charagua, pero desde la perspectiva de la v¨ªctima.
T¨ªtulo oculto del fototexto - Susana
Susana narra que era frecuente que Roma las sentase en su rodillas, frente a su computadora. All¨ª les ense?aba fotograf¨ªas que ten¨ªa guardadas, las de cada ni?a en una carpeta con su nombre, y luego imprim¨ªa algunas para que se las entregasen a sus padres.
T¨ªtulo oculto del fototexto - Susana
Los abusos de Roma acabaron despu¨¦s de que, un d¨ªa, el jesuita le pidi¨® que fuera sola a su casa.
T¨ªtulo oculto del fototexto - Susana
Los jesuitas no han contactado a¨²n con esta v¨ªctima para ofrecerle una reparaci¨®n. Tampoco han querido responder a este peri¨®dico por qu¨¦ no lo han hecho.
T¨ªtulo oculto del fototexto - Susana
Susana contact¨® con EL PA?S a trav¨¦s de la Comunidad de Sobrevivientes de Bolivia, asociaci¨®n de v¨ªctimas de abusos en la Iglesia que desde hace un a?o trabaja para localizar afectados y apoyarles. Actualmente est¨¢n estudiando interponer una querella colectiva contra la Compa?¨ªa de Jes¨²s por el encubrimiento de varios casos de pederastia, entre los que se encuentra el de Lucho Roma.
En los manuscritos aparece adem¨¢s el nombre de otro acusado de pederastia: Francesc, el hermano de Roma que viv¨ªa en Barcelona, tambi¨¦n jesuita y apodado como Paco. En varias entradas se detalla su visita en el verano de 1998 a Bolivia y c¨®mo disfrutaron juntos de un desfile escolar por las calles de Charagua. En diciembre de ese a?o y ya con Paco en Espa?a, Lucho escribe sobre una ni?a de la que ha abusado: ¡°Ojal¨¢ no crezca porque est¨¢ en la edad m¨¢s linda. Al Paco le har¨ªa mucha gracia esa ni?a¡±.
Informe final de la investigaci¨®n can¨®nica
En julio de 1998 recibi¨® la visita de su hermano Paco, sobre quien deja entrever que disfrutar¨ªa o apreciar¨ªa a alguna ni?a (...), lo que podr¨ªa ameritar una investigaci¨®n tambi¨¦n respecto a ¨¦l.
El caso de Paco Roma fue uno de los que EL PA?S incluy¨® en su investigaci¨®n sobre abusos en Espa?a en 2022, despu¨¦s de recibir una denuncia de una v¨ªctima que sufri¨® abusos de este jesuita en el colegio Casp de Barcelona en 1984. No hay constancia de que los jesuitas de Bolivia comunicasen el caso a la orden en Espa?a, aunque hay varias cartas que notifican que al menos los superiores de ambos pa¨ªses supieron de estos viajes en los ochenta y noventa. Tampoco han querido responder a este diario si lo notific¨® o no. La congregaci¨®n en Espa?a remite a la de Bolivia y no contesta si fue informada sobre este caso. Tampoco ha dado detalles sobre el n¨²mero de denuncias que ha recibido contra Paco ¡ªtanto en el pa¨ªs latinoamericano como en Espa?a¡ª, que sigue vivo en una residencia de la orden en Catalu?a.
El informe y el manuscrito ilustran tambi¨¦n los trapicheos de Lucho Roma para pagar los ¡°regalos¡± que hac¨ªa a sus v¨ªctimas y revelar los carretes. Ped¨ªa dinero prestado, robaba las limosnas del cepillo o desviaba los recursos que la Compa?¨ªa destinaba a obras humanitarias en Charagua. Enga?os que provocaron enormes discusiones con sus compa?eros y superiores.
Con el dinero tambi¨¦n pagaba a su compinche m¨¢s cercano: un joven hu¨¦rfano que conoci¨® en el Hogar de Menores de Tacata en los a?os setenta. Bladi, como lo cita constantemente en los manuscritos, era su ch¨®fer y su acompa?ante durante algunas de sus excursiones. Su nombre aparece bajo cada una de las piedras que los investigadores levantaban. La hip¨®tesis es que su papel fue vital para que Roma abusase de menores.
Informe final de la investigaci¨®n can¨®nica, 2019
El P. Roma gener¨® mucho material visual (v¨ªdeos y fotograf¨ªas) tomadas por ¨¦l mismo en algunos casos, pero en otros tomadas por una tercera persona, cuya identidad no se ha podido determinar, aunque se presume que podr¨ªa ser B. V., un protegido suyo de muchos a?os con quien ten¨ªa gran proximidad (...) Lleg¨® a convertirse en un problema para la comunidad porque le exig¨ªa dinero permanentemente. Este v¨ªnculo muestra un probable chantaje de Bladi a Roma para ocultar los actos delictivos.
Ni los inspectores ni este peri¨®dico han logrado localizar a esta persona para conocer su versi¨®n. No obstante, EL PA?S ha corroborado a trav¨¦s de varias fuentes su existencia y sus visitas constantes Charagua. ¡°Roma dec¨ªa que era como su hijo¡±, dice una vecina de la localidad.
En noviembre de 1998 Roma escribe en su diario que tiene problemas. No describe concretamente qu¨¦ ha sucedido, pero sus preocupaciones giran en torno a las fotograf¨ªas y v¨ªdeos que ha ido acumulando en los ¨²ltimos a?os, especialmente en la regi¨®n de los Yungas, La Paz: ¡°?Volver¨¦ a hacerme de fotos y otras cosas?¡±. Angustiado, cita en sus memorias que debe asegurarse de que ¡°no quede¡± ninguna grabaci¨®n de sus visitas a Trinidad y Pampa ¡°porque es muy peligroso¡±, aunque deja constancia de que guardar¨¢ los negativos de las fotos: ¡°?En un momento de locura puedo hacerlos copiar de nuevo! Es un peligro¡±.
En letras grandes bautiza esta entrada en su diario como ¡°La gran inc¨®gnita¡±. La duda que le corroe: ?se le ¡°cerr¨® la puerta definitivamente¡± en aquella comunidad de ind¨ªgenas? La soluci¨®n que planea es entregar, a trav¨¦s de un intermediario, un paquete de fotograf¨ªas ¡°a las familias interesadas¡±. Por primera vez, parece sentirse culpable. Habla de que ha atravesado ¡°un tiempo de turbaci¨®n¡± por culpa de su ¡°pecado¡±. No obstante, se justifica diciendo que Dios lo ha hecho como es y alude a que lo que hace no depende de ¨¦l, sino de la divina providencia.
Noviembre 1998
Señor, no sé si me aclaro. Sólo sé que me siento destruido (...). Ahora seguiré pidiéndote que actúes en mí, me guardes, me ayudes a realizar mi papel en el colegio, en la parroquia... y, si es tu voluntad, que algún día pueda recibir la buena noticia de que en La Paz todo se arregló.
Pero Roma logra volver a Trinidad y la Pampa. En los manuscritos detalla los preparativos de un viaje all¨ª para las navidades de 1998. Escribe ilusionado con la idea de ¡°estar 10 d¨ªas en los Yungas con las ni?as de all¨¢, con el clima, el v¨ªdeo, la c¨¢mara, las fotos, mi canto, las pel¨ªculas que a ellas le gustan¡±. Cita a varias personas, entre ellas Bladi, que le est¨¢n ayudando a organizarlo todo: trayectos en coche, una filmadora, alojamiento, dinero.... Tras la visita, vuelve a su diario para describir c¨®mo han ido las sesiones de fotos: ¡°La experiencia ha sido demasiado fuerte, impactante, cautivante¡±.
Semanas despu¨¦s de aquellas ¡°vacaciones¡± vuelve a escribir arrepentido, consciente del da?o que ha podido causar: ¡°Algo he debido dejar de amargura a algunas familias por mi poca madurez y por lo que ha significado el encerrarme ah¨ª con chiquitas¡±. Tras ese aparente arrepentimiento, Roma decide cambiar y frenar los abusos.
24 de marzo 2000
Empaqueté todo ese dichoso material videográfico y me he resuelto no ver ni excitarme ni vivir permanentemente esa lujuria y lascivia. Pensar desde que volví de Trinidad Pampa en enero casi era cosa de cada día ver y volver a ver lo mismo. Madre mía qué obsesión y qué emocionalidad tan enferma. Ya era un tic el excitarme con la mano, con o sin motivo. Realmente me sentía “enfermo”. (...) Empiezo a pensar... pero qué porquería ese material. Hasta parece que me entra asco...
Pero solo logra 76 d¨ªas de abstinencia. Despu¨¦s de ese periodo, vuelve a abusar, fotografiar y filmar a ni?as en Charagua, seg¨²n aparece en sus manuscritos. Su diario acaba en septiembre de 2000 haciendo menciones sobre su condici¨®n de pederasta: ¡°?Qu¨¦ puedo comentar de la obsesi¨®n? ?Por Dios a ratos me asusto... me veo como ¡®anormal¡¯, como acosador de ni?as, como violador en potencia, como peligro para esas criaturas!¡±.
LOS INTERROGATORIOS
Roma sigui¨® en Charagua hasta 2005. Ese a?o, repentinamente, es trasladado a Sucre.
T¨ªtulo oculto del fototexto - Ram¨®n Alaix
Roma llev¨® de equipaje a Sucre todo el material ped¨®filo, con la idea de que nadie descubrir¨ªa su secreto. Pero no fue as¨ª.
Roberto, nombre ficticio, uno de los jesuitas que convivi¨® all¨ª con Lucho durante algunos a?os, descubri¨® el archivo de los horrores.
Roberto tard¨® m¨¢s de diez a?os en denunciar aquellas fotos. Lo hizo despu¨¦s de salir de la orden, entreg¨¢ndoselas a un periodista de la agencia Efe, el tambi¨¦n exjesuita Gabriel Romano, que fue a la sede de la orden antes de publicar su reportaje. El provincial de entonces, Osvaldo Chirveches, asegur¨® que no sab¨ªa nada de aquello y le prometi¨® que abrir¨ªa una investigaci¨®n. Romano public¨® que los jesuitas indagaban un nuevo caso de abusos en su seno, pero en el reportaje no informaba de la identidad del agresor ni del lugar y fechas de las agresiones.
La Compa?¨ªa, como prometi¨®, colg¨® un comunicado en su web con las iniciales de Roma y reuni¨® a un grupo de inspectores. Entre ellos se encontraban jesuitas que ocuparon altos cargos en la orden, como el ya citado antiguo provincial y ex alto cargo de la orden en el Vaticano (y hoy imputado) Marcos Recolons. Este fue uno de los que entr¨® a registrar la habitaci¨®n de Roma y estuvo presente en algunos interrogatorios con los ex altos cargos jesuitas. Las preguntas son escuetas y no ahondan en cu¨¢nto sab¨ªan sobre los casos de abusos en la orden.
Otros miembros del equipo tuvieron una actitud m¨¢s proactiva que Recolons. Daniel Mercado, un jesuita boliviano especializado en medicina bio¨¦tica, fue uno de los que movi¨® cielo y tierra para que se hiciera justicia. Mercado muri¨® en 2021. Hoy, uno de sus compa?eros describe cu¨¢l fue su papel en la investigaci¨®n: ¡°Rastre¨® Charagua en busca de v¨ªctimas, localiz¨® a los jesuitas para los interrogatorios, logr¨® que se abordase internamente el tema e intent¨® que se asumieran responsabilidades individuales frente al encubrimiento que hab¨ªamos descubierto¡±.
Esta fuente revela que, durante los interrogatorios, al menos dos personas declararon que vieron las fotograf¨ªas de Roma y lo denunciaron ante los superiores. Uno de ellos era ?scar Guti¨¦rrez, otro jesuita que trabaj¨® con Roma en Sucre.
T¨ªtulo oculto del fototexto - ?scar Guti¨¦rrez
Elimin¨¦ lo que hab¨ªa visto y luego habl¨¦ con el P. Menacho. Le dije: 'Antonio en la computadora he encontrado esto, y yo, que escucho m¨²sica, no me ha pasado antes hasta que se ha malogrado la computadora de Lucho¡¯. Le dije que las borr¨¦ por susto. ?l qued¨® tambi¨¦n asustado. Me fui, pero me busc¨® a los 10 minutos, me pregunt¨® si estaba seguro de lo que vi. Esto es lo que he visto.
El padre Menacho niega que esta conversaci¨®n tuviera lugar.
Esta no fue la primera vez que alguien afirmaba haber visto el material de Roma: unos a?os antes, una trabajadora encontr¨® su alijo secreto.
T¨ªtulo oculto de fototexto - Testigo (los jesuitas no citan su identidad)
S¨¦ que era en Charagua. [En las fotos donde aparece Roma abusando de ni?as] hab¨ªa una fraza a rayas, tendida en su cama, ah¨ª aparec¨ªa teniendo relaciones con las ni?itas. Se ve¨ªa que [¨¦l] estaba penetrando. He visto que hab¨ªa relaci¨®n sexual, no solo en una foto, en varias. No quer¨ªa hablarle [de esto] a nadie, me pod¨ªan decir que era calumnia, me pod¨ªan hacer algo por falso testimonio[...].
Pese al miedo, esta mujer relat¨® todo lo que vio en 2016 a otro jesuita, C¨¦sar Maldonado. Y as¨ª tambi¨¦n lo cont¨® el propio Maldonado durante su interrogatorio: ¡°En cuanto me enter¨¦, avis¨¦ al superior y al provincial, esto fue hace poco m¨¢s de dos a?os [en 2016] y hubiera acudido m¨¢s fuertemente si hubiera sabido que no har¨ªan nada. (...) Estoy seguro, no puedo demostrarlo, pero estoy seguro de que sus superiores sab¨ªan y no hicieron nada¡±.
LOS RESULTADOS
Con estas primeras averiguaciones, Mercado no esper¨® a redactar las conclusiones del informe y contact¨® en abril de 2019, seg¨²n figura en documentos internos de la orden, con el provincial de entonces, Osvaldo Chirveches, para adelantarle ¡°cuestiones pendientes¡± a las que los jesuitas deb¨ªan hacer frente.
La m¨¢s urgente era la de ¡°reparar a v¨ªctimas¡± ¡ªaunque no espec¨ªfica en qu¨¦ debe consistir, si en asistencia psicol¨®gica, pedir perd¨®n o el pago de una indemnizaci¨®n¡ª ¡°por responsabilidad humana y cristiana¡±. Otras eran buscar a las ni?as que sufrieron las agresiones e informar internamente sobre ¡°la magnitud de los abusos cometidos¡±, investigar tambi¨¦n otros casos de abusos pendientes, renovar los protocolos de actuaci¨®n, sustituir al delegado de prevenci¨®n antiabusos de la orden e incorporar a especialistas ¡°independientes y moralmente solventes¡±.
Chirveches no cumpli¨® ninguna de ellas. La Compa?¨ªa en Bolivia no ha querido responder a por qu¨¦ no denunci¨® en 2019 este caso ante las autoridades y se limita a decir que el actual provincial, Bernardo Mercado, lleg¨® al puesto en junio de 2022 y ¡°apenas ha llegado a revisar archivos¡± de las gestiones de sus antecesores, y que lo que sabe fue a partir de las publicaciones de EL PA?S.
Informe final de la investigaci¨®n can¨®nica
Se ha establecido con un alto grado de probabilidad que estos hechos fueron de conocimiento de provinciales y superiores de comunidades en las que vivi¨® el P. Roma, sin que se hubiera actuado con la diligencia debida y oportuna para investigar los hechos, sancionar debidamente al autor y llegar de forma m¨¢s oportuna y eficaz a las v¨ªctimas.
No hay constancia de que entregaran el sumario completo al Vaticano, como tambi¨¦n solicitaban los inspectores en su informe (varios de ellos lo han confirmado a EL PA?S). Los jesuitas tampoco pusieron en marcha lo que todos los expertos ¡ªpsic¨®logos, psiquiatras, inspectores y especialistas¡ª les aconsejaron encarecidamente: encontrar a las v¨ªctimas, atenderlas y buscar f¨®rmulas de reparaci¨®n del da?o causado. Tuvieron que pasar tres a?os despu¨¦s de haber recibido el informe, para que los jesuitas publicaran un comunicado en el que informaban de que la investigaci¨®n por abusos contra LMRP (a¨²n sin decir su identidad real) revelaba ¡°verosimilitud de lo denunciado¡± y ped¨ªan perd¨®n.
Los legajos del caso Roma evidencian que en los archivos secretos de la Iglesia siguen ocultos documentos que describen c¨®mo cl¨¦rigos agredieron con total impunidad a ni?os. Retratos de monstruos que sol¨ªan disfrutar de la protecci¨®n de sus superiores. Como se?ala uno de los jesuitas que aparece en los interrogatorios a los que ha tenido acceso este diario, la jerarqu¨ªa eclesial, concretamente la Compa?¨ªa de Jes¨²s, ¡°es poco transparente, sospechosa. Donde metas el dedo hay pus¡±.
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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