Una ola de calor sin poder comprar un ventilador: ¡°Para evitar que nos duela la cabeza, mi hija y yo nos duchamos¡±
M¨¢s de 2,6 millones de ni?os viven en hogares que no se pueden climatizar adecuadamente en verano, alerta Save the Children: son un tercio de los menores en Espa?a
El ventilador de Carmen Hern¨¢ndez se rompi¨® y ahora mismo no se puede permitir comprar otro. La ola de calor que sufre pr¨¢cticamente todo el pa¨ªs no golpea igual en todas las casas. En la de esta mujer de 46 a?os, que prefiere utilizar su segundo nombre en lugar del primero, capean las altas temperaturas siempre pendientes del bolsillo. Ella saca sola adelante a su hija, que tiene 14. Aun trabajando en un comer...
El ventilador de Carmen Hern¨¢ndez se rompi¨® y ahora mismo no se puede permitir comprar otro. La ola de calor que sufre pr¨¢cticamente todo el pa¨ªs no golpea igual en todas las casas. En la de esta mujer de 46 a?os, que prefiere utilizar su segundo nombre en lugar del primero, capean las altas temperaturas siempre pendientes del bolsillo. Ella saca sola adelante a su hija, que tiene 14. Aun trabajando en un comercio a jornada completa, ¡°las 40 horas no garantizan la estabilidad¡±. Porque los 800 euros del alquiler consumen dos tercios de su sueldo, de 1.200. Hace malabares constantemente, para poder costear la comida, el transporte, la luz, el agua, internet. Claro que no puede comprar un ventilador. Cuenta que va a esperar a final de mes, analizar¨¢ las facturas y decidir¨¢ si puede asumir el gasto, quiz¨¢s de segunda mano sea m¨¢s f¨¢cil. En Espa?a hay m¨¢s de 2,6 millones de ni?os y adolescentes que viven en hogares que no pueden climatizarse adecuadamente en los meses de calor. Son un tercio de todos los menores del pa¨ªs (34%), seg¨²n alerta Save the Children, que ha analizado datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Los episodios de altas temperaturas cada vez son m¨¢s comunes e intensos. Y el calor ahonda las desigualdades.
Carmen responde al tel¨¦fono mientras cocina. ¡°Ahorita me estoy secando con una servilleta¡±, dice. En un momento hace un resumen de sus ¨²ltimos siete a?os, desde que lleg¨® de Venezuela a Espa?a, el pa¨ªs natal de su padre, ¡°para buscar seguridad y estudios para la ni?a¡±. Vive en Valencia. Enviud¨®, as¨ª que aqu¨ª siempre ha estado ella sola para cuidar de su hija. All¨¢ trabajaba en banca. Aqu¨ª, afirma que para homologar sus estudios universitarios le ped¨ªan un a?o m¨¢s de formaci¨®n. Imposible, si tiene que cuidar a la ni?a y ganar dinero cada mes. Empez¨® trabajando en limpieza. 15 horas, 20. Iba a todos lados andando porque no pod¨ªa permitirse siquiera pagar el transporte.
Ahora tiene lo que en teor¨ªa deber¨ªa salvarla de la precariedad: un contrato laboral a tiempo completo. Pero ni con esas. Estos d¨ªas en los que el calor ahoga, ellas optan por quedarse en casa todo lo posible, para resguardarse. Hay un aparato de aire acondicionado, estropeado, que gasta m¨¢s energ¨ªa de la que debiera, seg¨²n Carmen. ¡°Tienen que venir de mantenimiento para ver si puede repararse. Procuro no encenderlo. Lo hago cuando la ni?a me dice: ¡®Mam¨¢, no puedo m¨¢s¡±. La soluci¨®n la encuentran en el ba?o. ¡°Para evitar que nos duela la cabeza, mi hija y yo nos duchamos, a veces incluso hasta a medianoche¡±. Es lo que le recomend¨® el neur¨®logo. ¡°Con agua tibia, empezando por los pies y gastando poca agua¡±. Siempre ahorrando.
Diego Santamar¨ªa, especialista en pobreza y desigualdad de Save the Children, se?ala que ¡°en el 76% de los hogares con ni?os bajo el umbral de la pobreza, al menos uno de los miembros de la familia tiene trabajo¡±. Como le ocurre a Carmen. Este experto alerta de que ¡°los riesgos que padecen estas familias [en situaci¨®n de vulnerabilidad] se ven agravados con el calor. Estar en pobreza es un factor claro de deterioro de la salud y determinadas enfermedades, por ejemplo, la diabetes¡±, apunta. ¡°Afecta adem¨¢s en cuanto al tiempo de descanso y de ocio que tienen los ni?os. Van a estar m¨¢s recluidos en su habitaci¨®n, porque a la calle no pueden salir, se suelen quedar m¨¢s tiempo solos porque sus padres y madres trabajan o tienen que buscar trabajo¡±, prosigue. ¡°Tambi¨¦n hay consecuencias en el rendimiento acad¨¦mico, lo que llamamos el olvido vacacional: cuando vuelven en septiembre, se agranda esa brecha que existe entre los hogares de renta alta y baja, porque las escuelas son un factor de igualaci¨®n y en verano se cierran. Estos ni?os tampoco pueden acceder a determinados servicios como campamentos¡±.
Santamar¨ªa a?ade que lo que m¨¢s les impact¨® al analizar los datos fue el an¨¢lisis territorial. ¡°Se podr¨ªa esperar una brecha entre los hogares que no pueden climatizarse en verano en el norte y el sur [del pa¨ªs], donde hay m¨¢s calor y m¨¢s pobreza. Y se mantiene, pero hay excepciones peculiares, como por ejemplo en el noreste, con La Rioja [44%], Arag¨®n [39%] y Navarra [39%] entre las tasas m¨¢s altas, al nivel de Andaluc¨ªa [39%], Murcia [39%] y Canarias [40%]¡±, indica. En estas comunidades las altas temperaturas son cada vez m¨¢s habituales, y ¡°son territorios que no est¨¢n preparados para el calor¡±. Otra conclusi¨®n que sacaron al analizar los datos es que las familias tienen m¨¢s dificultades para protegerse del calor que del fr¨ªo. As¨ª que el panorama es preocupante, teniendo en cuenta que Espa?a es un pa¨ªs especialmente afectado por el cambio clim¨¢tico.
En la Comunidad Valenciana, donde viven Carmen y su hija, el dato de los ni?os que viven en hogares que no pueden enfriar su casa es del 34%. Con todo, ella no emite ni una sola queja en toda la conversaci¨®n. ¡°Estoy agradecida¡±, recalca. ¡°?Que f¨¢cil no es? No. ?Que las cosas est¨¢n m¨¢s caras? S¨ª. Pero salimos adelante¡±. Compara los 500 euros que pagaba antes de alquiler con los 800 de ahora, cuando le toc¨® mudarse. O lo que compraba hace a?os con 20 euros con lo que necesita ahora: ¡°Son 300 euros al mes¡±. Elige los productos que est¨¢n pr¨®ximos a la fecha de caducidad, que los supermercados venden m¨¢s baratos. ¡°Eso te permite ahorrar un poquito y comprar alguna cosita m¨¢s¡±, afirma. ¡°La ni?a va creciendo, as¨ª que su ropa la compramos una vez al a?o, en el mercadillo. Una vez al a?o tambi¨¦n tengo que comprarle las gafas, porque las necesita. Tuve que comprar un port¨¢til para que ella pueda estudiar, uno de segunda mano que pude pagar a plazos. Mientras funcione, me da igual que est¨¦ usado¡±. A lo que no quiere renunciar es la privacidad, no quiere volver a compartir casa, como ya le toc¨® hacer en un principio, quiere estar tranquila por la seguridad de su ni?a y, seg¨²n cuenta, ya temi¨® mucho por eso en Venezuela. As¨ª que da igual apretarse el cintur¨®n. Como en su caso, siete de cada 10 familias monoparentales llegan con dificultad a fin de mes.
As¨ª las cosas, irse de vacaciones es inviable. El 34% de los ni?os que viven en hogares en riesgo de pobreza no pueden permitirse una semana de vacaciones al a?o. Carmen y su hija llevan sin hacerlo desde que llegaron a Espa?a. ¡°Ahora vamos a la playa por la ma?ana temprano, y ya a mediod¨ªa volvemos, porque no se aguanta el sofoc¨®n¡±. Su hija participa en actividades de ocio con Save the Children. ¡°La llevan al cine, la mandan a un campamento y, durante el curso, tres veces por semana la ayudan con sus estudios, por ejemplo con el valenciano, que yo no s¨¦. Una vez al a?o me ayudan con 50 o con 100 euros para comprarle unas zapatillas. Por eso no me importa no recibir ayudas econ¨®micas porque a mi hija le dan algo grand¨ªsimo, que yo no le puedo dar¡±. Mientras, Carmen sigue anotando gastos mentalmente: cuadrando cuentas, viendo d¨®nde tapa un agujero aunque para ello a veces deba abrir otro.