Cuando pagar la casa lleva a la pobreza: ¡°Mis hijos y yo nos abrigamos m¨¢s en el piso que en la calle¡±
Unicef advierte de que los altos costes de la vivienda conducen a la vulnerabilidad a 780.000 menores m¨¢s en Espa?a, que ya tiene la tasa de pobreza infantil m¨¢s alta de la Uni¨®n Europea
El ajetreo en casa de Manuela comienza temprano. Su hija de 10 a?os asiste al colegio mientras su marido acude a la rotonda de Plaza El¨ªptica, entre los distritos madrile?os de Usera y Carabanchel, para ponerse a la cola e intentar que uno de los empresarios all¨ª presentes le d¨¦ un trabajo de electricista por d¨ªas. Son ecuatorianos y llevan dos a?os en Espa?a a la espera de poder regularizar su situaci¨®n. Viven los tres en una habitaci¨®n de un piso compartido con dos parejas m¨¢s. La mujer de 30 a?os, que prefiere dar un nombre ficticio para proteger a su familia, intenta trabajar por horas de limpiadora para al menos reunir entre ella y su marido 600 euros mensuales. Cuando los consiguen, el precio de su alojamiento se lleva el 80% del dinero recabado. Si de los ingresos se dedujeran los gastos de la vivienda, 780.000 menores m¨¢s quedar¨ªan en situaci¨®n de vulnerabilidad en Espa?a, incrementando la tasa de pobreza infantil del 28,9% al 38,6%, lo equivalente a m¨¢s de tres millones de ni?os. As¨ª lo revela el ¨²ltimo informe de Unicef Yo tambi¨¦n vivo aqu¨ª, publicado la semana pasada.
El mayor miedo de Bel¨¦n, de 44 a?os y que prefiere no facilitar su apellido, es quedarse en la calle. Forma una familia monomarental con sus dos hijos de cinco y seis a?os. Es licenciada en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica y tiene un m¨¢ster de ense?anza. ¡°Encadeno trabajos temporales, estuve siete meses con seis contratos diferentes en una academia privada¡±, cuenta. Le encantar¨ªa opositar, pero no tiene tiempo: ¡°Llevo tres vidas, la m¨ªa y la de dos personas m¨¢s¡±. El ¨²ltimo d¨ªa que trabaj¨® fue el 12 de enero, desde entonces no la han vuelto a llamar, pero la mensualidad del pago de la hipoteca le sigue llegando cada mes. ¡°Hace un a?o y medio ten¨ªa que pagar 700 euros, ahora 1.122 porque es variable¡±, explica preocupada, ya que su exmarido no aporta la parte que le corresponde.
Viv¨ªa en Ghana y su situaci¨®n econ¨®mica era estable, pero tras separarse, se vio obligada a regresar a Madrid. La inversi¨®n de la casa la realiz¨® cuando a¨²n no estaba divorciada y fue una decisi¨®n tomada conjuntamente con el padre de sus hijos. Ahora, Bel¨¦n recibe una ayuda por ser emigrante retornada de 480 euros mensuales, pero la mayor¨ªa de las facturas se las paga su madre, que cobra la pensi¨®n m¨ªnima. ¡°Pierde billetes de 50 euros por mi casa a menudo¡±, dice sonriendo, pero con una mirada triste. Sus hermanas aparecen a comer con cinco bolsas del supermercado. ¡°No est¨¢ bien ser la eterna ayudada¡±, lamenta.
Datos del INE del segundo trimestre de 2023 indican un crecimiento del 46,6% en los precios de la vivienda en propiedad desde 2015, que asciende hasta el 65,3% cuando la residencia es nueva. Por otra parte, los hogares con ni?os son el 33,5% del total de viviendas en Espa?a, pero el 59% de los que est¨¢n en alquiler. Muchos padres no pueden permitirse una hipoteca. El precio de los alquileres aument¨® un 49,3% entre 2014 y 2019 y el gasto en servicios p¨²blicos por hogar un 7,9%. Sin embargo, los salarios medios solo se incrementaron un 9,1%, seg¨²n recoge en su estudio Unicef.
¡°La tasa de pobreza infantil en nuestro pa¨ªs es ya muy elevada, la m¨¢s alta de la Uni¨®n Europea¡±, recuerda el director ejecutivo de Unicef Espa?a, Jos¨¦ Mar¨ªa Vera. La escasez de vivienda p¨²blica, que representa el 2,5% del parque total de hogares frente al 9,3% de media en la UE, lleva a muchos menores espa?oles a vivir en situaciones muy precarias. M¨¢s de medio mill¨®n de ni?os sufren carencia severa en el hogar. Un 21,4% de los menores vive con goteras o humedades y un 10,6% en casas demasiado oscuras, lo que sit¨²a a Espa?a en la peor posici¨®n de la UE respecto a este ¨²ltimo asunto. El 16,7% de los hogares con ni?os no puede mantener una temperatura adecuada durante el invierno.
El sonido de las gotas de agua que vierten del calentador de Bel¨¦n ya es familiar en su casa, pero no lo puede arreglar, al igual que las ventanas del piso, construido en 1960, que son de madera y no tienen persianas. ¡°Pasamos mucho fr¨ªo en invierno y mucho calor en verano. Nos abrigamos m¨¢s para estar en casa que para salir a la calle¡±, asegura. Encendi¨® la calefacci¨®n una vez cuando uno de sus hijos estaba enfermo y tuvo que ser ayudada por Cruz Roja para pagar la factura correspondiente. La entidad tambi¨¦n le ha proporcionado unas gafas que necesitaba, ropa para los ni?os, comida, mantas y edredones.
El responsable de Infancia de Unicef Espa?a, Gabriel Gonz¨¢lez-Bueno, explica que ¡°las tasas m¨¢s altas de retrasos en pagos relacionados con la vivienda se concentran en los hogares con ni?os. La sobrecarga en el gasto de la vivienda es mayor para los menores de 18 a?os, cosa que solo ocurre en seis pa¨ªses de la UE y nos sit¨²a en cuarta posici¨®n detr¨¢s de Grecia, Luxemburgo y Bulgaria¡±.
Los hogares con menos ingresos destinan un 42% de su presupuesto a facturas relacionadas con el hogar, seg¨²n la Fundaci¨®n Foessa, y un 11,5% de los menores espa?oles vive en una casa con sobrecarga de gastos. Los retrasos en los pagos relacionados con la vivienda afectan mucho m¨¢s a aquellas familias donde solo reside un adulto, que en el 80% de los casos es una mujer. Casi uno de cada cuatro de estos hogares se demora en los pagos, frente al 7,9% de todas las familias con hijos. Espa?a casi duplica a la media de la UE en el retraso en las facturas y, dependiendo de la comunidad aut¨®noma, los problemas son m¨¢s o menos graves porque los gastos son diferentes. Canarias y Baleares triplican las tasas de Galicia, La Rioja o Cantabria.
Ante esta situaci¨®n, los casos de hacinamiento en hogares compartidos pueden aumentar. Seg¨²n Unicef, el estr¨¦s de los menores radica tambi¨¦n en la convivencia entre familias distintas que comparten pisos peque?os, a menudo con un solo ba?o, como es el caso del piso de Manuela. Adem¨¢s, la ONG advierte de que ¡°la falta de intimidad y de espacio para los ni?os, y especialmente las ni?as, puede ocasionar riesgos de violencia y abuso¡±. Tambi¨¦n la ausencia de un lugar adecuado para el estudio, con un m¨ªnimo de tranquilidad, compromete el desarrollo escolar y personal infantil presente y futuro.
Manuela cuenta que mantienen una buena relaci¨®n con los compa?eros de piso y que su hija dispone de una mesa en el sal¨®n para realizar las tareas escolares con calma. Recibe refuerzo acad¨¦mico por parte de Cruz Roja. El hijo de Mayl¨¦n, ingeniera civil venezolana de 33 a?os, tambi¨¦n hace los deberes en la sala de estar. Los dos viven en un piso compartido con otras cuatro personas desde hace unos meses, cuando llegaron a Madrid. Mayl¨¦n tiene un gasto mensual total aproximado de 600 euros, pero solo la habitaci¨®n le cuesta 400. ¡°Mi truco es tejer una red de contactos en el vecindario para conseguir trabajos espor¨¢dicos hasta que regularice mi situaci¨®n. Soy camarera, limpiadora, cuidadora de ni?os y ancianos...¡±, cuenta con una actitud muy positiva. Reconoce que tiene un colch¨®n econ¨®mico para un tiempo limitado y su hermano, que vive en Estados Unidos, le ayuda en lo que puede, al igual que C¨¢ritas y Cruz Roja.
¡°Si las familias dedican mucho porcentaje de dinero a la vivienda, un bien de primera necesidad, los menores se ven privados de otros derechos¡±, advierte Gonz¨¢lez-Bueno. La ONG de infancia Educo denuncia que 2023 fue el a?o en el que m¨¢s ni?os tuvieron dificultades para comer carne, pescado, pollo o prote¨ªnas similares cada dos d¨ªas desde 2004.
¡°Los ni?os en el comedor escolar, financiado temporalmente por servicios sociales y la Comunidad de Madrid, tienen una dieta variada, pero en casa no. Intento sacar las prote¨ªnas por otro lado, mezclando lentejas con arroz¡±, cuenta Bel¨¦n. ¡°Mi madre se preocupa mucho de llenarnos el frutero, el pescado ni lo vemos y la carne que probamos es el pollo¡±, a?ade. La hija de Manuela no va al comedor. ¡°Mantiene una alimentaci¨®n equilibrada cuando se puede, tratamos de darle lo mejor¡±, explica. La mayor preocupaci¨®n de Mayl¨¦n es la nutrici¨®n de su ni?o, considera que en este aspecto no tiene carencias: ¡°Primero come ¨¦l y despu¨¦s si puedo, yo¡±.
Gonz¨¢lez-Bueno explica que los ni?os tienen mayor riesgo de caer en la pobreza, pero no se benefician de las mejoras econ¨®micas en un contexto de repunte de empleo. Por ello, entre numerosas reclamaciones, pide mayor protecci¨®n social y vivienda p¨²blica, as¨ª como la inclusi¨®n de los menores en las pol¨ªticas en este ¨¢mbito. Tambi¨¦n reclama el empadronamiento libre de obst¨¢culos. La exclusi¨®n residencial o la migraci¨®n tambi¨¦n pueden tener efectos sobre la salud f¨ªsica y mental de los m¨¢s peque?os. ¡°Cuando llegamos a Espa?a, mi hija tuvo que ir al psic¨®logo, financiado por la sanidad p¨²blica, porque no quer¨ªa ir a la escuela ni hacer nada. Ahora est¨¢ mucho mejor¡±, cuenta entre l¨¢grimas Manuela.
Bel¨¦n toca la madera de la mesa sobre la que est¨¢ apoyada: ¡°Mis ni?os de momento est¨¢n muy sanos¡±. Le entristece pensar que puedan ser conscientes de la situaci¨®n: ¡°Me he hecho experta en conseguir planes gratis en Madrid. Mi hijo no pudo festejar su cumplea?os con sus compa?eros de clase porque los que cumplen en invierno lo celebran juntos en un parque de bolas que no puedo pagar. Son los ¨²nicos del colegio que no hacen siete extraescolares. Las otras madres ya saben que somos la familia pobrecita¡±.
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