Carta de una v¨ªctima de violaci¨®n: ¡°Te hacen creer que lo mejor es contarlo, pero luego te abandonan¡±
Conchi Granero, que sufri¨® una agresi¨®n sexual en febrero de 2020, ha escrito una carta de agradecimiento a su abogada en la que expresa su desenga?o con el sistema judicial. La mujer, de 25 a?os, reflexiona con EL PA?S sobre un proceso penal que a menudo sigue siendo un calvario para las v¨ªctimas
Faltaban solo tres d¨ªas para el juicio. Conchi Granero, una mujer de 25 a?os que vive en una ciudad cercana a Barcelona, no pod¨ªa dormir. ¡°Sent¨ªa miedo, rabia, tristeza¡¡±. Se sent¨® a escribir. Quer¨ªa agradecer a su abogada de oficio el trabajo hecho. Y decirle que, si perd¨ªan el caso, no era culpa suya. Le entreg¨® la carta en mano, en un sobre verde, el d¨ªa de la vista oral, celebrada este mes de septiembre. Le pidi¨® que la leyera. Lloraron. Unos minutos despu¨¦s, el acusado se sentaba en el banquillo para admitir que, en febrero de 2020, hab¨ªa violado a Conchi. Logr¨® as¨ª una rebaja de la pena: dos a?os de c¨¢rcel. La joven hab¨ªa escrito la carta sin saber c¨®mo acabar¨ªa todo, como una muestra de afecto y como ¡°una especie de terapia¡±. Pero su texto es tambi¨¦n una denuncia sin paliativos de un sistema judicial que, pese a los esfuerzos legislativos desplegados en los ¨²ltimos a?os, todav¨ªa pesa como una losa sobre las v¨ªctimas de agresiones sexuales. No es habitual que ellas quieran contar su experiencia de principio a fin. Conchi lo hace. Conversa con EL PA?S para manifestar su decepci¨®n con el proceso penal, para pedir que se evite la revictimizaci¨®n de otras mujeres; para decir que, pese a todo, la condici¨®n de v¨ªctima no marca sus d¨ªas y que es posible volver a vivir.
[A continuaci¨®n, subrayado en amarillo, encontrar¨¢ algunos fragmentos de la carta que Conchi escribi¨® a su abogada. Al final de este art¨ªculo puede leer el texto completo].
¡°Me encontr¨¦ con alguien [la abogada] que me ha hecho sentir comprendida, acompa?ada, protegida; y, sobre todo, alguien que me cre¨ªa¡±
El 19 de febrero de 2020, Conchi ingres¨® de forma voluntaria en el hospital psiqui¨¢trico de Barcelona por una anorexia nerviosa que la hab¨ªa llevado a tener ideas suicidas. Esa tarde coincidi¨® en la habitaci¨®n 309 con un joven que llevaba all¨ª tres semanas por s¨ªntomas psic¨®ticos derivados del consumo de cannabis. Entraron juntos al ba?o de la habitaci¨®n a fumar. El chico le pregunt¨® si quer¨ªa mantener relaciones. Ella contest¨® que no y ¨¦l ¡°le baj¨® la ropa interior a la fuerza¡± y ¡°la penetr¨® vaginalmente en dos ocasiones¡± pese a los ruegos de la joven porque ¡°le estaba haciendo da?o¡±, seg¨²n la sentencia dictada por la Audiencia de Barcelona.
A Conchi le supone un esfuerzo hablar de lo ocurrido. Pensar en los detalles de la agresi¨®n le da ¡°ganas de vomitar¡±. Pero se recuerda a s¨ª misma, aquella tarde, ¡°llorando, muy nerviosa¡±. Su asistenta la vio en un estado de agitaci¨®n que iba m¨¢s all¨¢ de los problemas que la hab¨ªan llevado al psiqui¨¢trico. ¡°Me hizo preguntas, at¨® hilos y supo que algo hab¨ªa pasado. Yo no quer¨ªa contarlo. Me daba miedo que no me creyeran, me daba miedo todo lo que iba a venir despu¨¦s. Y sent¨ªa verg¨¹enza. La siento todav¨ªa hoy¡±.
El temor de muchas v¨ªctimas a no ser cre¨ªdas ha acompa?ado a Conchi a lo largo de un proceso judicial que ha durado cuatro a?os y medio y que ha vivido sin apoyos y con la impresi¨®n de que el proceso penal se hab¨ªa ¡°olvidado¡± de ella. ¡°Creo que el sistema me ha dejado sola. Y que deber¨ªa haberme dado un acompa?amiento¡±. No lo recibi¨® hasta hace unos meses, cuando recibi¨® una carta: le hab¨ªan asignado una abogada de oficio, uno de los derechos que la ley del solo s¨ª es s¨ª reconoce a las v¨ªctimas de violencias sexuales, con independencia de su nivel adquisitivo. La agresi¨®n a Conchi ocurri¨® antes de que entrase en vigor la norma del Ministerio de Igualdad, que entre otras cosas trata de garantizar una ¡°adecuada informaci¨®n y acompa?amiento¡± a la v¨ªctima a lo largo del proceso.
¡°Probablemente no est¨¦ de acuerdo con la sentencia, pero estar¨¦ en paz conmigo misma y eso es lo ¨²nico que me importa (...) Lo relevante es sentir que lo intent¨¦, que fui valiente y que jam¨¢s me quedar¨¦ con la duda de qu¨¦ habr¨ªa pasado, porque la decepci¨®n con el sistema ya la tengo¡±
La letrada, Carla Campelo, ha sido la destinataria de esta otra carta de agradecimiento por haberla ayudado en el camino para retomar su vida. Conchi la escribi¨® antes de saber si el tribunal iba a darle la raz¨®n. Quer¨ªa dejarle claro que, pasara lo que pasara (en el ba?o no hay c¨¢maras y todo iba a basarse en la fiabilidad de las declaraciones de uno y otro, como suele ocurrir en los casos de agresi¨®n sexual) se sent¨ªa vencedora por el hecho de haber luchado. Desde hace unas semanas, el caso est¨¢ resuelto y la condena es firme: el hombre ha aceptado dos a?os de prisi¨®n, una pena menor (la Fiscal¨ªa solicitaba inicialmente ocho a?os) que ha conseguido porque se le han aplicado dos atenuantes: reparaci¨®n del da?o y discapacidad ps¨ªquica.
El relato de Conchi ha quedado ratificado, negro sobre blanco, en una sentencia: fue v¨ªctima de una agresi¨®n sexual. Pero ella no sabe a¨²n si ha valido la pena. Tiene ideas propias que chocan con las pol¨ªticas p¨²blicas en esa materia, pero que son consecuencia de haber recorrido un camino de espinas. No anima a las mujeres a denunciar. Tampoco a no hacerlo. Cree que cada una debe seguir su camino. Pero tiene algo claro: ¡°No quiero hacer sentir culpables a las mujeres que no denuncien, como si estuvieran abandonando al resto. Si no lo quieren hacer que no lo hagan, siguen siendo igual de fuertes y luchadoras. Porque al final, como digo en la carta, el sistema te deja tirada y no te ayuda en nada ni te lo facilita¡±.
Admite que cerrar la carpeta judicial le ha dado cierta paz. Pero subraya que ¡°al final, lo m¨¢s importante es la terapia¡±. La sentencia reconoce las secuelas ps¨ªquicas que padece: ¡°pesadillas¡±, ¡°recuerdos intrusivos¡±, ¡°distanciamiento social y desconfianza hacia los hombres¡±, ¡°intolerancia hacia bromas o comentarios de tipo sexual¡±, ¡°aislamiento social¡±. Acude al psic¨®logo dos d¨ªas por semana (tiene que marcharse a una sesi¨®n despu¨¦s de la entrevista) y est¨¢ a punto de iniciar una terapia EMDR, que ayuda a tratar vivencias traum¨¢ticas.
Para esos tratamientos se necesita dinero, un asunto a menudo pol¨¦mico que tampoco esquiva. A Conchi le resulta indignante que le hayan ofrecido 8.500 euros de indemnizaci¨®n, una cifra que a¨²n est¨¢ en discusi¨®n. ¡°Nada de lo que te vayan a pagar va a cambiar lo que te ha pasado, la vida que te han quitado. Pero me ofrec¨ªan una mierda, no me da ni para un a?o de terapia¡±.
¡°Me duele el t¨¦rmino v¨ªctima, porque me hace sentir vulnerable. Soy mucho m¨¢s que una chica que estaba en el sitio err¨®neo en el momento equivocado¡±
Conchi ha sido v¨ªctima de una agresi¨®n sexual, pero no se siente c¨®moda con esa condici¨®n. ¡°Objetivamente soy v¨ªctima de agresi¨®n sexual. Pero no quiero quedarme con esa etiqueta porque ser¨ªa revictimizarme constantemente y porque no me define. Quiero dejar esto en el pasado (¡) Soy mucho m¨¢s que una v¨ªctima, ¨¦sta no es mi historia de vida. Tengo gustos, intereses¡ Y no me gustar¨ªa que la gente me mirase y sintiese pena por m¨ª, porque estoy aqu¨ª para contarlo y no pasa nada, todo el mundo tiene problemas¡±.
En la carta menciona el dolor sufrido y habla de la posibilidad de conceder el perd¨®n al agresor aunque no le haya pedido disculpas. En la charla, Conchi explica que ha sentido una monta?a rusa de emociones. La inminencia del juicio ha aumentado su inseguridad. Aunque estaba previsto que declarase protegida por una mampara, le generaba ¡°incomodidad¡± saber que el hombre iba a estar escuch¨¢ndola. ¡°Hab¨ªa momentos en que no me importaba verlo, no quer¨ªa darle la oportunidad de manejar mi vida. Hab¨ªa borrado la imagen de esa persona¡±. Que haya reconocido finalmente los hechos no le sirve a Conchi demasiado. Entiende que ha sido una forma de lograr una pena menor. ¡°Que lo haya reconocido no significa nada para m¨ª, porque siento como que me he callado. [al haber pacto entre Fiscal¨ªa y defensas, la mujer no tuvo que declarar]. Y como tengo tan clara la verdad, me da igual lo que los dem¨¢s piensen¡±.
¡°Ya no me importa que me juzguen o me pongan en duda (...) Las personas que se supone que deber¨ªan haberme ayudado como v¨ªctima me dejaron sola (...) El sistema te deja desnuda ante lobos sedientos que solo te hacen sentir a¨²n m¨¢s miedo. Tienes que cuidarte sola y defenderte de quienes desde su posici¨®n privilegiada se hacen llamar justicia¡±
Vuelve Conchi siempre sobre la idea de que no la han cre¨ªdo, una obsesi¨®n que explica en parte su malestar con la administraci¨®n de justicia. Su carta es una cr¨ªtica ¨¢spera al proceso judicial; los ¡°lobos¡± que menciona a su abogada son los actores del proceso que la hicieron sentir, dice, ¡°acorralada¡±, como al acecho de puntos d¨¦biles. Su desencanto no conoce matices: ¡°Para m¨ª el trauma no ha sido solo la agresi¨®n sexual, ha sido el sistema, que tambi¨¦n me ha traumatizado¡±. En estos cuatro a?os la ha acompa?ado, adem¨¢s de la sensaci¨®n de que dudaban de ella, la soledad. Ha estado a merced de un sistema ¡°muy fr¨ªo, sin empat¨ªa ni cercan¨ªa¡±.
La experiencia fue desagradable desde el primer momento, en el hospital psiqui¨¢trico, cuando una enfermera le dijo que el agresor no pod¨ªa haberla violado porque era ¡°un chico muy bueno¡±. Esa noche, en la sala de ginecolog¨ªa del centro, Conchi fua tratada por mossos, un forense y un ginec¨®logo, ¡°todos ellos hombres¡±. ¡°Que me tocase un hombre en ese momento no era agradable, lo pas¨¦ mal¡±. Fue trasladada m¨¢s tarde a comisar¨ªa para declarar, donde asegura que se top¨® con otro episodio poco alentador: el agente que la atendi¨® tuvo la idea de buscar fotograf¨ªas en su perfil de Instagram. ¡°Ten¨ªa 20 a?os. No me di cuenta entonces de que eso no est¨¢ bien¡±. La ley del solo s¨ª es s¨ª, aprobada dos a?os despu¨¦s, fij¨® el derecho de las mujeres a ser atendidas por ¡°personal expresamente formado en materia de g¨¦nero y violencias sexuales¡±.
Pero su denuncia sin paliativos deriva del momento en que la llevaron a declarar ante la jueza de instrucci¨®n. Conchi entiende que la interroguen, incluso con detalle, porque la columna vertebral sobre la que se asienta una sentencia es la declaraci¨®n de la v¨ªctima y porque ¡°tambi¨¦n hay denuncias falsas¡±. Pero pide que se haga ¡°de forma m¨¢s delicada¡± y que se d¨¦ ¡°tiempo¡± a las mujeres para explicarse. Una sensibilidad que no encontr¨® en aquella sala de vistas. En 2020, Conchi ten¨ªa ideaciones suicidas y por ello hab¨ªa decidido ingresar. Estaba nerviosa, ten¨ªa ansiedad. Cuando la jueza le interrumpi¨® por en¨¦sima vez, le dijo que por favor le dejara acabar las frases. La magistrada no lo tom¨® a bien: ¡°Bien que cuando pas¨® no sacaste el car¨¢cter y ahora s¨ª¡±.
El sistema judicial, coinciden los expertos, es a menudo un factor de revictimizaci¨®n que ni siquiera la ley del solo s¨ª es s¨ª, con sus medidas de protecci¨®n y sus llamamientos a una mayor empat¨ªa de los operadores jur¨ªdicos, ha conseguido eliminar. La norma faculta a los tribunales para ¡°evitar que se formulen a la v¨ªctima preguntas innecesarias¡± sobre su vida privada o su intimidad sexual si no guardan relaci¨®n con los hechos. Pero los interrogatorios siguen sin hacerse, a veces, con el tacto adecuado, y llevan a las mujeres a revivir una experiencia traum¨¢tica. Esa carrera de obst¨¢culos, han alertado los expertos, puede disuadir a las v¨ªctimas de denunciar, tal como opina Conchi y como ha expresado Gis¨¨le P¨¦licot, la mujer francesa v¨ªctima de un centenar de hombres que la violaban mientras estaba sedada, tras ser interrogada por las defensas: ¡°Me parece insultante y entiendo que las v¨ªctimas de violaci¨®n no denuncien porque tienen que pasar un examen humillante¡±.
¡°Siento tristeza cuando veo que todos esperan que te defiendas de alguien que te agrede cuando eres vulnerable (...) Si te defiendes quiz¨¢ no puedas sentarte delante de un tribunal para ser cuestionada porque probablemente te hayan matado¡±
Durante la agresi¨®n sexual, Conchi no pele¨® por impedirla. ¡°Me bloque¨¦ f¨ªsicamente, no fui capaz de defenderme. Le ara?¨¦, pero como ¨¦l no se quit¨® la ropa, ara?aba ropa. Tampoco grit¨¦ ni recuerdo haber llorado. S¨ª me sujetaba la ropa interior para que no me la quitase. No supe reaccionar de otra forma¡±. La pasividad sigue operando como un prejuicio social por m¨¢s que la literatura jur¨ªdica y cient¨ªfica hayan dejado ya claro que cada v¨ªctima reacciona de un modo distinto, y que quedarse parada es muchas veces una forma de supervivencia y de sobrellevar el dolor.
A ratos parece que Conchi intenta justificarse a¨²n (¡°no com¨ªa y me daban medicaci¨®n para dormir¡±) por no haber ¡°luchado lo suficiente¡±. Pero intenta desprenderse de ese sentimiento de culpa. ¡°Tengo la sensaci¨®n de que la sociedad espera que pelees. Pero si luchas entonces no eres tan v¨ªctima porque no eres tan vulnerable. No importa lo que hagas porque nunca es suficiente¡±.
Gestionados ya los trastornos alimenticios (a los 13 a?os sufri¨® bulimia nerviosa y a los 19, anorexia), Conchi piensa en su futuro. Antes quer¨ªa ser abogada. Ya no: pese a la complicidad con la letrada Carla Campelo, el proceso penal la ha decepcionado. Ahora oposita a mosso d¡¯esquadra y, mientras tanto, sigue cursos para ser vigilante de seguridad. ¡°Me veo preparada para empezar una nueva vida¡±. No solo en lo laboral, tambi¨¦n en lo afectivo. No hay tab¨²es en la conversaci¨®n para Conchi, satisfecha al anunciar que, aunque t¨ªmidamente y con dificultades, tiene una vida sexual.
La violaci¨®n en el psiqui¨¢trico, cuenta, fue su primer encuentro sexual. ¡°Desde entonces no quer¨ªa saber nada de hombres. Me incomodaba que me mirasen, tenerlos cerca¡ En 2022, me forc¨¦ a estar con un chico una sola vez. Fue el mayor error que comet¨ª, solo por [querer] ser normal. Fue desagradable, y aument¨® el pensar que nunca iba a poder estar con nadie¡±. M¨¢s tarde, sin embargo, conoci¨® a alguien que la ha ayudado a ¡°sanar¡± en ese terreno. Le sigue incomodando el contacto f¨ªsico, pero cada vez menos. ¡°Quiero decir que se puede volver a llevar una vida normal. He podido mantener relaciones sexuales sin tener la imagen de lo que me pas¨® en la cabeza. Y disfrutarlas¡±.
CARTA DE UNA V?CTIMA DE VIOLACI?N
Eres una de esas personas a las que necesito escribirle una carta, porque es la forma que tengo de poder expresarme abri¨¦ndome sin bloquearme.
Me siento muy afortunada por haber podido terminar esto de tu mano. No voy a mentir, la primera vez que fui a tu despacho estaba bastante preocupada o incluso asustada, porque para m¨ª ha sido tan traum¨¢tico el proceso que me angustiaba pensar que iba a ser defendida por alguien que tuviera una actitud hostil hacia m¨ª o distante. Sin embargo, me encontr¨¦ con alguien que me ha hecho sentir comprendida, acompa?ada, protegida, cuidada y, sobre todo, alguien que me cre¨ªa.
No s¨¦ c¨®mo saldr¨¢ finalmente todo esto, pero independientemente del resultado te agradezco que hayas hecho todo lo posible por m¨ª, porque eso es m¨¢s que suficiente. Al final esto no depende de m¨ª ni de ti, sino de otras personas que est¨¢n por encima de todo el esfuerzo que se le ponga a esta lucha. He de decir que en ninguno de los casos me sentir¨¦ ganadora porque yo lo perd¨ª todo cuando me robaron la vida que estoy intentando recuperar con mucho esfuerzo y ganas, porque he peleado mucho por dejar de intentar sobrevivir y empezar a querer vivir, y no pienso dejar que nadie m¨¢s me robe mi vida, ni mi voz.
Quiz¨¢ no se termine de entender el porqu¨¦ he decidido ir hasta el final a¨²n a sabiendas de que es muy probable que en absoluto salga favorable para m¨ª, pero es que esto no va de ganar o perder, y tampoco se trata de dinero, porque el dinero no importa cuando sientes que est¨¢s muerta por dentro. Esto va de que le seguir¨ªa dando el poder a ¨¦l de controlar mis decisiones, mi pasado y mi futuro, y para cerrar este c¨ªrculo necesito hacerlo de esta forma.
Soy consciente de cu¨¢nto me juego, pero cuando empiezas leyendo un libro nunca sabes qu¨¦ va a ocurrir en los cap¨ªtulos posteriores, y eso es la vida. Probablemente no est¨¦ de acuerdo con la sentencia, pero estar¨¦ en paz conmigo misma y eso es lo ¨²nico que me importa. Lo relevante aqu¨ª es sentir que lo intent¨¦, que pude hablar, que fui valiente y que jam¨¢s me quedar¨¦ con la duda de qu¨¦ habr¨ªa pasado si lo hubiera intentado, porque la decepci¨®n con el sistema yo la tengo de todos modos.
Jam¨¢s me he sentido v¨ªctima, no porque objetivamente no lo sea, porque ser¨ªa incoherente e hip¨®crita no consider¨¢rmelo en lo que a los hechos de febrero del 2020 se refiere, pero no me gusta utilizar ese t¨¦rmino porque me duele, porque me hace sentir vulnerable y porque ser¨ªa condenarme a rendirme. Soy mucho m¨¢s que una chica que estaba en el sitio err¨®neo en el momento equivocado, o quiz¨¢ no. Creo en el destino, y me ayuda a sobrellevar esto y no preguntarme constantemente "por qu¨¦ yo", ya que considero que eso har¨ªa que me revictimizara constantemente. De igual manera, hay una frase que descubr¨ª hace un tiempo que me ha ayudado en ocasiones a disminuir el dolor, que dice: "Hoy decid¨ª perdonarte. No lo hice porque te disculpaste, ni porque reconociste el dolor que me causaste, sino porque mi alma merece estar en paz".
Ya no me importa que me juzguen o me pongan en duda, he aprendido que no se puede forzar nado y que no depende de ti lo que los dem¨¢s decidan, lo ¨²nico que est¨¢ en tus manos es lo que puedes hacer con ello, y lo que permites que te afecte. Por eso, no me preocupo de lo misma forma que lo hac¨ªa hasta hace poco lo que una persona con una toga y a la que no conozco y sobretodo que no me conoce considere que es ver¨ªdico o lo que merezco. Me importa lo que yo s¨¦ que es real y lo que siento. No necesito la aprobaci¨®n de nadie, ni tampoco necesito dejarme la piel en convencer a nadie de absolutamente nada, porque las personas que necesito que me crean ya lo hacen y me apoyan. No lo necesito porque nadie me va a ayudar, de hecho, las personas que se supone que deber¨ªan haberlo hecho como presunta v¨ªctima, me dejaron sola. Nadie se imagina lo dif¨ªcil y doloroso que resulta ingresar en un hospital psiqui¨¢trico porque se supone que te van a proteger de ti misma cuando quieres hacerte da?o, y que precisamente en un lugar seguro te maten emocionalmente. Tienes solo veinte a?os, est¨¢s sola, conf¨ªas y te roban la vida. Seguimos, te hacen creer que lo mejor es contarlo, porque es ¨¦ticamente lo que debes hacer para proteger o otras mujeres de estos hechos, pero te abandonan. El sistema te deja desnuda ante lobos sedientos que solo te hacen sentir a¨²n m¨¢s miedo, sin darle ning¨²n tipo de soporte, tienes que cuidarte sola y defenderte de quienes desde su posici¨®n privilegiada se hacen llamar justicia.
Siento tristeza cuando recuerdo a esa chica perdida, destruida y sola. Siento tristeza cuando pienso en cuantas m¨¢s se han sentido, se sienten y se sentir¨¢n as¨ª. Siento tristeza cuando veo que todos esperan que te defiendas de alguien que te agrede cuando eres vulnerable, cuando est¨¢s en desventaja, cuando es tan traum¨¢tico que te bloqueas y no eres capaz de reaccionar como los dem¨¢s dicen que deber¨ªas haberlo hecho, cuando si te defiendes quiz¨¢ no puedas sentarte delante de un tribunal para ser cuestionada porque probablemente te hayan matado. Siento tristeza cuando escucho que es tu culpa porque te has expuesto, porque has provocado por tu forma de vestir, por no desconfiar, por no saber reaccionar, por sonre¨ªr, por ser amable, por ser joven, atractiva, por decir que no quieres, pero ¡°no¡±, no es suficiente. Nada es suficiente cuando se trata de estar existiendo en una sociedad que est¨¢ podrida y destinada al fracaso.
C. Granero
Cr¨¦ditos
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