El metro como refugio. De los andenes de Madrid en 1936 a los de Kiev en 2022
El suburbano madrile?o sirvi¨® como refugio de ataques a¨¦reos en la Guerra Civil del mismo modo que el de Kiev (Ucrania) ha protegido a sus ciudadanos de los ataques de Rusia. Una recreaci¨®n en la antigua estaci¨®n de Chamber¨ª (Madrid) muestra c¨®mo se vive bajo tierra y conciencia a los asistentes sobre los 100 millones de refugiados y desplazados forzosos que existen en el mundo
El metro de Madrid acogi¨® concursos de chotis durante la Guerra Civil como hoy el de Kiev (Ucrania), en un conflicto que dura ya cuatro meses, celebra conciertos de artistas locales como Verka Serduchka, un popular cantante que represent¨® a su pa¨ªs en 2007 en Eurovisi¨®n. El suburbano madrile?o sirvi¨® desde julio de 1936 como refugio de las bombas y el fuego de artiller¨ªa. Se convirti¨® a los pocos d¨ªas en la vivienda permanente de madrile?os que hab¨ªan perdido su casa y que buscaban cobijo y seguridad. A pesar de la miseria, hubo momentos para recrear c¨®mo era la vida fuera antes de la guerra, para bailar y cantar. Igual que en Ucrania, donde todav¨ªa se resguardan miles de ciudadanos. Donde comen, se asean y duermen. Donde ven pel¨ªculas en pantallas instaladas por el metro de Kiev. Donde corean canciones que se saben de memoria¡ Una recreaci¨®n en la desaparecida estaci¨®n de Chamber¨ª (Madrid) muestra hoy, D¨ªa Mundial del Refugiado, y ma?ana martes, c¨®mo el metro se convierte en refugio de guerra. Una exposici¨®n de Acnur para que los asistentes se pongan en el lugar de los que, antes y ahora, se alojaron en ¨¦l.
El metro sigue ejerciendo de refugio en Kiev a pesar de que el servicio que presta ya se parece m¨¢s al de los d¨ªas previos a la guerra. Andriy Shyrochenkov, profesor de espa?ol residente en la capital de Ucrania, cuenta que desde mediados de mayo se necesita un billete para acceder, aunque existe un tel¨¦fono a disposici¨®n de los ciudadanos para que llamen si quieren resguardarse durante la noche sin ning¨²n coste. ¡°Poca gente en Kiev lo utiliza ahora para protegerse. Es en J¨¢rkov [al este] donde la situaci¨®n del metro es como era en la capital en marzo¡±, afirma este voluntario del Comit¨¦ espa?ol de Acnur, que traduce documentos del espa?ol al ucraniano para refugiados asentados en Espa?a. Shyrochenkov, de 40 a?os, perfeccion¨® el idioma en Valencia, donde vivi¨® durante siete meses.
Sus alumnos han cambiado. Antes daba clases a muchas chicas que ten¨ªan un inter¨¦s personal en el espa?ol, ¡°como un idioma de pasi¨®n, de emociones, ligado a la cultura¡±. Las mismas chicas que estudiaban tambi¨¦n ingl¨¦s, pero con fines profesionales. Hoy, sus estudiantes son refugiados ucranianos que viven en Espa?a y cuyos fines atienden a la supervivencia. Shyrochenkov, graduado en Empresariales, recuerda bajar a s¨®tanos y aparcamientos para refugiarse, pero se?ala el metro de Kiev como un lugar m¨¢s seguro. ¡°En algunas estaciones hay dos salidas; si algo le pasa a una de ellas, se puede escapar por la otra. En un s¨®tano eso no es as¨ª¡±, explica.
Una de las estaciones m¨¢s c¨¦ntricas, la de Maidan Nezalezhnosti, est¨¢ cerrada al p¨²blico. Los trenes circulan por ella pero no se puede acceder por sus bocas. A menos que se celebre un concierto, en un intento por devolver la alegr¨ªa a los ucranianos: ¡°Se empiezan a hacer bromas. La gente dice que cuando termine la guerra las salas de conciertos no ser¨¢n necesarias, bastar¨¢ con las estaciones de metro¡±, cuenta Shyrochenkov, oriundo de Cherkasy, a 180 kil¨®metros de Kiev. Su familia huy¨® a Polonia en abril y regresaron al mes, cuando la situaci¨®n mejor¨®.
Una falsa normalidad sin certezas
Tres l¨ªneas tiene el metro de Kiev, tantas como el de Madrid en 1936. Fue justo en ese a?o cuando se inaugur¨® la l¨ªnea 3, que circulaba entre Sol y Embajadores. Luis Mar¨ªa Gonz¨¢lez, responsable de And¨¦n Cero, una plataforma de Metro de Madrid que gestiona la antigua estaci¨®n de Chamber¨ª, recuerda el testimonio de una superviviente que se refugi¨® en el metro. Se llamaba Paulina Flores y naci¨® en 1900 en Herv¨¢s (C¨¢ceres). Viv¨ªa cerca del puente de Vallecas, dentro de la M-30. En cuanto sonaban las sirenas, Flores sal¨ªa corriendo de casa con sus cuatro hijos. Cog¨ªan mantas y se refugiaban en la estaci¨®n de Pac¨ªfico (l¨ªnea 1): ¡°No sab¨ªan cu¨¢ndo iban a regresar. Flores contaba que a su hermana le explot¨® un ob¨²s muy cerca y se qued¨® sorda¡±, rememora Gonz¨¢lez, que lleva 39 a?os trabajando en Metro.
Este madrile?o de 62 a?os cuenta que las brigadas pioneras, formadas por hombres y mujeres voluntarios, bajaban al metro y ofrec¨ªan a las madres que sus hijos fueran evacuados. Se les brindaba una mejor vida en Murcia o en el Levante o en Catalu?a. Les intentaban convencer de que en otros lugares no les iba a faltar de nada. En ocasiones, tambi¨¦n se les ofrec¨ªa una familia de acogida en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. ¡°Hay quien aceptaba y quien lo rechazaba. Hab¨ªa mujeres que se aferraban a sus hijos porque hab¨ªan perdido a alguno como consecuencia de la guerra¡±, afirma Gonz¨¢lez.
Las alarmas siguen sonando en Kiev. Shyrochenkov cuenta que la poblaci¨®n no siempre hace caso de esas se?ales de alerta. Los voluntarios siguen llevando comida a las pocas personas que se refugian en el metro. ¡°A veces sales a la calle y parece que no pasa nada. La gente est¨¢ paseando, los ni?os juegan en los parques, los restaurantes est¨¢n llenos, hace sol¡±, explica el profesor. Desde los primeros d¨ªas de la guerra, a mediados de febrero, los ciudadanos que se resguardaron en el metro dispon¨ªan de alimentos, agua, aseos, cargadores para sus tel¨¦fonos. Faltaba calefacci¨®n; hoy faltan certezas: ¡°Hemos vuelto a la rutina, al trabajo, a la normalidad dentro de lo que cabe a pesar de que siguen volando cohetes y misiles. Pero no pasamos un d¨ªa sin pensar en lo que todav¨ªa est¨¢ ocurriendo¡±, explica. El muro de Facebook de Shyrochenkov solo muestra noticias de la guerra. Puede que ya vivan de otra manera, pero las redes sociales reflejan lo que quieren contar, lo que no quieren que se olvide.
Ponte en su lugar. Ni tan lejos, ni hace tanto
El Comité español de Acnur ha convertido la antigua estación de Chamberí (Madrid) en un refugio de guerra. Las visitas, que durarán 30 minutos y estarán disponibles para el público general mañana martes 21 de junio, se dividen en tres fases:
1. Contexto. Los asistentes recibirán información sobre los refugiados a escala mundial. Existen en el mundo 100 millones de refugiados y desplazados forzosos, récord histórico hasta la fecha. Habrá carteles iluminados y la luz de los pasillos estará apagada para darle más teatralidad
2. Inmersión. Una sirena de ataque aéreo comenzará a sonar, momento en el que los asistentes se adentrarán en la estación. Se oirá el bullicio de la gente, niños llorando, el traqueteo de las maletas. Se conocerán en el camino cinco historias reales en España contadas a través de sendas siluetas de personas. Se descenderá al andén, donde habrá atrezo de enseres, colchones, mochilas… Se proyectarán vídeos y fotos.
3. Esperanza. De vuelta arriba, por las escaleras sonará una música esperanzadora y, en el dorso de las siluetas antes vistas, aparecerá el final de la historia de estos refugiados. Un pianista tocará rodeado de cien velas, una por cada millón de refugiados, en la zona de las taquillas.