Comienza en EE UU la batalla legal para bloquear la pornograf¨ªa en la Red
Un tribunal de Filadelfia estudia la constitucionalidad de una ley promulgada por Clinton que exige que las bibliotecas impidan el acceso a material pornogr¨¢fico
La lucha para bloquear la difusi¨®n de pornograf¨ªa por Internet ha comenzado en EE UU en medio de las protestas de quienes consideran que cualquier restricci¨®n al acceso a la Red en las bibliotecas p¨²blicas violar¨ªa las garant¨ªas individuales.
El juicio constitucional en un tribunal de la ciudad de Filadelfia, en el Estado de Pensilvania, gira en torno a una ley promulgada en el a?o 2000 por el entonces presidente, Bill Clinton, que exige que las bibliotecas instalen dispositivos para impedir el acceso a material pornogr¨¢fico de sus computadoras conectadas a Internet.
Los demandantes acusan de limitar las garant¨ªas constitucionales con la aplicaci¨®n de la ley a la Comisi¨®n Federal de Comunicaciones y al Instituto de Museos y Ciencias Bibliotecarias. La Ley de Protecci¨®n Infantil en Internet (CIPA, por sus siglas en ingl¨¦s) fue propuesta a Clinton por el Congreso, despu¨¦s de que el Legislativo fracasara en dos ocasiones en sus esfuerzos por limitar el acceso p¨²blico a la pornograf¨ªa en Internet.
La batalla comenz¨® ayer con el testimonio de tres bibliotecarios que advirtieron de que la ley atenta contra el derecho de los adultos a disponer de cualquier material legal, no importa cu¨¢l sea su contenido o su tendencia.
La Primera Enmienda
"Nosotros no le preguntamos a la gente por qu¨¦ quieren saber lo que quieren saber", indic¨® la bibliotecaria Ginnie Cooper, directora de la Biblioteca P¨²blica del condado de Multnomah, en el estado de Oregon.
Los promotores de la CIPA se?alan que al no imponer controles sobre el acceso general a Internet, la ley no infringe el derecho a la libre expresi¨®n garantizado por la Primera Enmienda de la Constituci¨®n de Estados Unidos.
Adem¨¢s afirman que es necesaria ante la campa?a agresiva de la industria de la pornograf¨ªa que cada vez con mayor insistencia busca clientes para sus p¨¢ginas en internet entre los m¨¢s j¨®venes.
Sin embargo, la Uni¨®n de Libertades Civiles de EE UU, abogados de bibliotecas, de clientes de esos establecimientos y de operadores de sitios de internet manifiestan que las autoridades deben suspender la ley por cuanto no s¨®lo viola derechos constitucionales, sino que impone una importante carga financiera.
Explican que esas instituciones p¨²blicas perder¨ªan muchas donaciones de sus principales clientes y tendr¨ªan que asumir costes adicionales en la instalaci¨®n de programas de control de acceso. Las voces criticas dicen que la ley es una trama de los sectores m¨¢s conservadores para restringir el acceso a p¨¢ginas de Internet en las que se discute la homosexualidad y el derecho al aborto.
?C¨®mo bloquear el acceso?
Adem¨¢s, los bibliotecarios se oponen a una disposici¨®n de la ley que obligar¨ªa a los clientes adultos a pedirles que se desconecte el dispositivo que impide el acceso a supuestos sitios pornogr¨¢ficos de Internet. "No veo c¨®mo podr¨ªa yo preguntarle a alguien... ?Para qu¨¦ quiere mirar esto?", afirm¨® Peter Hamon, director del Sistema Central de Bibliotecas del estado de Wisconsin.
Pero m¨¢s all¨¢ de los argumentos a favor y en contra de la ley, la principal objeci¨®n de los bibliotecarios es el hecho de que, pese al avance tecnol¨®gico actual, no existe un programa o aplicaci¨®n que determine exactamente cu¨¢l es el material que se debe bloquear.
"No creo que exista una definici¨®n com¨²n de lo que es pornograf¨ªa pura", se?al¨® Candace Morgan, subdirectora de la Biblioteca Regional de Fort Vancouver, en el estado de Washington. "Tenemos manuales de educaci¨®n sexual que contienen fotograf¨ªas sexualmente expl¨ªcitas", que ser¨ªan casi iguales a las que aparecen en los sitios de pornograf¨ªa de Internet, se?al¨® Morgan ante el tribunal.
Fuentes judiciales manifestaron que el proceso durar¨¢ unos diez d¨ªas al cabo de los cuales cualquier fallo ser¨¢ enviado al Tribunal Supremo de Justicia para una determinaci¨®n final. Representantes de la industria inform¨¢tica calculan que de los aproximadamente once millones de sitios que hay en Internet, al menos un 1% contiene material sexualmente expl¨ªcito.
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