Bater¨ªas defectuosas: jugar con fuego
Pol¨¦mica tras la retirada de millones de bater¨ªas del fabricante Sony
El mundo de los port¨¢tiles arde. Tanto, que algunos modelos incluso se han incendiado o explotado. Desde el punto de vista de la gesti¨®n, estos incidentes a?aden un elemento m¨¢s a la lista de riesgos de las cadenas de suministro de las empresas.
A la posible suspensi¨®n de pagos de un proveedor, el incendio de la f¨¢brica, el golpe de estado o la epidemia, entre otros peligros, hay que sumar ahora la posibilidad de que un fabricante les haya estado suministrando durante a?os un componente capaz de explotar.
La culpa de los incidentes de los port¨¢tiles que se han producido en los ¨²ltimos meses corresponde a las bater¨ªas defectuosas que han estado utilizando diversos fabricantes. Entre ellos Dell, que seg¨²n ha anunciado sustituir¨¢ 4,1 millones de bater¨ªas; Apple, que har¨¢ lo mismo con 1,8 millones; Panasonic, con 6.000, Toshiba con 830.000 y Lenovo, el ¨²ltimo -por ahora- llegado a la crisis, con m¨¢s medio mill¨®n de bater¨ªas para retirar.
Estos elementos, que deber¨ªan garantizar la autonom¨ªa del port¨¢til sin dar mayores sorpresas, tienen todos un denominador com¨²n: han sido suministrados por Sony. A pesar de la millonaria cantidad de bater¨ªas sospechosas, en realidad los incidentes conocidos son pocos y se limitan a determinados modelos.
Dell, el fabricante m¨¢s afectado, admite s¨®lo seis casos en dos a?os, lo que representa una probabilidad de sufrir un percance muy peque?a. Pero al margen de su frecuencia, las repercusiones del problema son siempre muy negativas para la imagen de los fabricantes implicados y en algunos casos pueden ser graves para los clientes. Dado que hasta ahora era un peligro relativamente desconocido, el usuario no est¨¢ preparado para prevenirlo. Sab¨ªa que puede perder los datos que se almacenan en el disco duro pero ignoraba que no est¨¦ totalmente descartado que al dejar un port¨¢til sobre la mesa se pueda generar un incendio.
Y no s¨®lo sobre la mesa. Uno de estos port¨¢tiles ardi¨® recientemente junto en el momento en el que su propietario estaba subiendo a un avi¨®n en el aeropuerto de Los ?ngeles. Para quienes aprovechan el vuelo para trabajar con el port¨¢til ser¨ªa un trastorno que a partir de ahora esta eficaz herramienta se clasifique como un equipaje de mano peligroso, que debe facturarse tras quitarle la bater¨ªa. Justo lo que algunas aerol¨ªneas han empezado a hacer con determinados modelos de port¨¢tiles.
El problema de estas partidas defectuosas parece tener su origen en la presencia de part¨ªculas met¨¢licas microsc¨®picas en las celdas de ion de litio que forman las bater¨ªas. En determinadas circunstancias, a¨²n por determinar, estas part¨ªculas podr¨ªan ser capaces de producir cortocircuitos. Para poder ir al fondo de un problema y por tanto resolverlo, la clave es la "retrotrazabilidad". En este caso, se trata de conocer qu¨¦ partidas concretas de las bater¨ªas son las afectadas y sus caracter¨ªsticas, adem¨¢s de las condiciones de fabricaci¨®n y de sus componentes.
Junto a esta trazabilidad hacia atr¨¢s, cuando se trata de determinar qu¨¦ usuarios pueden resultar afectados es necesario conocer la trazabilidad hacia adelante. Es decir, de los 1.500 port¨¢tiles que tienen los empleados de mi empresa, ?a quienes se asignaron los que tienen bater¨ªas potencialmente peligrosas? Para facilitar la respuesta, los proveedores han publicado en Internet las listas de sus modelos de port¨¢tiles y bater¨ªas afectadas y las condiciones de su sustituci¨®n.
Pero este tipo de riesgos podr¨ªa repetirse ma?ana debido a una diversidad de factores. Adem¨¢s de la contaminaci¨®n del electrolito que producir¨ªa cortocircuitos, del dise?o de las bater¨ªas o del propio port¨¢til, cuya arquitectura puede carecer de un sistema de disipaci¨®n de calor de la bater¨ªa adecuado para soportar las intensidades de carga reales; se pueden dar fallos de montaje, como las tapas que al aflojarse permiten que la bater¨ªa se mueva de su ubicaci¨®n; o incluso un encadenamiento de distintos factores.
Lo que parece indudable es que el problema que nos ocupa ahora empeora con el tiempo, ya que los incidentes aparecen cuando ha transcurrido un a?o o m¨¢s de la venta del equipo. En este sentido, la situaci¨®n recuerda la que se produce en la industria farmac¨¦utica cuando un medicamento que se ha estado usando durante a?os sin problemas acaba siendo letal para algunos pacientes. Aunque en el caso de los medicamentos existen serios mecanismos de regulaci¨®n y control, no se ha encontrado todav¨ªa una soluci¨®n definitivamente fiable.
La concentraci¨®n de la fabricaci¨®n de componentes en los pa¨ªses asi¨¢ticos por parte de los grandes proveedores globales puede ser una dificultad a?adida y un factor de futuros riesgos. Antes, cuando exist¨ªan f¨¢bricas de bater¨ªas en muchos pa¨ªses, el suministro estaba fraccionado y era frecuente que un fabricante se surtiese de diversos proveedores. Pero la optimizaci¨®n de las cadenas de suministro impulsa la concentraci¨®n de la fabricaci¨®n, que se externaliza y desplaza a pa¨ªses con menores costes. Esta pr¨¢ctica aumenta el rendimiento pero tambi¨¦n el riesgo, que todav¨ªa se incrementa m¨¢s debido a la necesidad de mantener los m¨¢rgenes reduciendo los costes y de acortar los tiempos de entrega al mercado de los nuevos dise?os.
Mientras este riesgo es s¨®lo potencial no resulta tan visible como los costes, de modo que los gestores pueden poner sordina a las preocupaciones de los ingenieros. Sin embargo, cuando estalla el problema, el riesgo se transforma en crisis y ¨¦sta se hace tan visible como ocurre con las bater¨ªas que salen ardiendo. Entonces es demasiado tarde para poderlo evitar.
Jaume Ribera, profesor del IESE y colaborador del e-business Center PwC&IESE.
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