“Me voy a pasar totalmente a Linux”

Nombre de bucanero con el que inscribirse en la lista de partidos pol¨ªticos del Ministerio del Interior. Carlos Ayala es el presidente de la Junta Directiva Nacional del Partido Pirata y pretende representar en el Congreso a los partidarios del software libre. Adem¨¢s, aboga por reformar la Ley de Propiedad Intelectual y por la recogida de firmas para posicionarse en otros temas, como el acceso de los j¨®venes a la vivienda.

Este ingeniero de telecomunicaciones dice que su grupo, nacido de sus hermanos suecos, el Piratpartiet, quiere “universalizar la Sociedad de la Informaci¨®n”. Para ello se encuentra en campa?a permanente y responde a los e-mail para cerrar un encuentro digital con los lectores no solo en formato .DOC sino tambi¨¦n en .ODT, OpenDocument. Con ello recomienda este formato abierto, que se puede aprender a usar en http://es.openoffice.org.

Su guerra contra Microsoft no solo consiste en pregonar la existencia del OpenOffice (el equivalente abierto a MS Office) sino que, a partir de marzo, quiere reformar por completo sus PC. “Me voy a pasar totalmente a Linux”, promete. Va a necesitar meter horas porque adem¨¢s de un Intel Celeron y un AMD Athlon XP usa un Pentium II. “Este ¨²ltimo me cost¨® 25 euros y lo quiero emplear como router de red privada”. Pero Ayala, de 26 a?os, nunca encuentra tiempo para poner en contacto sus diferentes ordenadores.

A pesar de que se ha metido en pol¨ªtica, este murciano nacido en Barcelona aprecia “saber qu¨¦ depara el futuro, al menos en casa”. Y se esmera por tener controladas sus cosas: “De Linux puedo esperar Kubuntu [variante de la surafricana Ubuntu]”. Lo conoce por el Relaciones P¨²blicas de su partido. En su PC viejo probar¨¢ el sistema operativo Sun Solaris 10: “Me lo envi¨® la empresa creadora de Java, Sun Microsystems”. Lo consigui¨® gratis, por una promoci¨®n para convertir Java en Software Libre.

El milagro de la tecnolog¨ªa

Despu¨¦s de ver la pel¨ªcula de Matrix, donde los hombres hacen de pilas para las m¨¢quinas sin saberlo, Ayala matiz¨® su sue?o, el que le llev¨® a estudiar telecomunicaciones. “Cuando estaba en el instituto quer¨ªa crear implantes cibern¨¦ticos para mejorar el rendimiento corporal y el aprendizaje”. Luego se le chaf¨® un poco la idea. “Me surgi¨® el eterno debate entre la bondad del desarrollo tecnol¨®gico y sus implicaciones ¨¦ticas y morales”.

Cuando se ve en una encrucijada, a Ayala le viene la imagen del gato que ten¨ªa de peque?o. “Se subi¨® a la mesa donde mi hermano y yo eleg¨ªamos en ese momento el palo y la fuerza justa para empujar la bola hasta el ¨²ltimo hoyo”. Jugaban al golf con un Amstrad, su ordenador de los ochenta. Pero fue el gato, al pisar el teclado, el que acert¨® de lleno. “L¨¢stima que no conseguimos que lo repitiera. Habr¨ªa sido para presentarlo a un concurso de videojuegos”. O para convertirse en mascota del Partido Pirata.