Joybubbles, inspirador del movimiento 'hacker'
La comunidad hacker lo recuerda por haber sido el responsable del ¨¦xito del phone phreaking, una forma de trucar el sistema telef¨®nico para, por ejemplo, hacer llamadas gratis
Uno de los amigos con que Joybubbles sol¨ªa mantener largas conversaciones telef¨®nicas se sinti¨® alarmado. Hac¨ªa dos d¨ªas que su amigo ciego no cog¨ªa el tel¨¦fono. Alert¨® a la administraci¨®n del edificio donde este viv¨ªa y lo encontraron muerto en su casa. Era el 8 de agosto.
Nacido Joe Engressia el 25 de mayo de 1949, (cambi¨® legalmente su nombre a Joybubbles en 1991), consagr¨® su vida a recuperar la infancia que, seg¨²n contaba, los abusos sexuales de una monja en el centro internado a los cuatro a?os y su alt¨ªsima capacidad intelectual (ten¨ªa un CI de 172) le arrebataron.
Pero la comunidad hacker lo recuerda por haber sido el responsable de que el phone phreaking, un movimiento de los a?os 70 cuyos integrantes gustaban de explorar las posibilidades de trucar el sistema telef¨®nico -para, por ejemplo, hacer llamadas gratis- cobrara fuerza. Joybubbles descubri¨® con tan s¨®lo ocho a?os, y gracias a su o¨ªdo absoluto, que era capaz de silbar los tonos del tel¨¦fono e influir as¨ª en el comportamiento de la l¨ªnea. Todo comenz¨® cuando emiti¨® un silbido de 2.600Hz a trav¨¦s del aparato y la comunicaci¨®n se cort¨®. As¨ª comenz¨® a jugar con el tel¨¦fono y a darse a conocer a los t¨¦cnicos de tel¨¦fono locales. Como ni?o solitario, le gustaba llamar a n¨²meros sin servicio para escuchar el mensaje de explicaci¨®n. A lo largo de su vida, lo har¨ªa con frecuencia hasta aprenderse las grabaciones en ¨¢rabe o ruso y de otros pa¨ªses.
Aconsejado por la compa?¨ªa telef¨®nica local, comenz¨® a estudiar Matem¨¢ticas en Florida. Sus compa?eros se dieron cuenta de su habilidad y le empezaron a pedir que les silbara llamadas gratis. La empresa de tel¨¦fonos termin¨® descubri¨¦ndolo y el caso se hizo p¨²blico. Joybubbles recibi¨® una severa amonestaci¨®n y dej¨® de silbarle al tel¨¦fono por un tiempo. Pero entonces, fue el tel¨¦fono el que comenz¨® a silbarle a ¨¦l.
Desde Los ?ngeles, Seattle, Massachussets, Nueva York..., desde todo el pa¨ªs, diversos grupos de chicos m¨¢s j¨®venes que ¨¦l le llamaban para contarle que ellos tambi¨¦n jugaban con el tel¨¦fono y hac¨ªan cosas extra?as. ?l les puso en contacto entre s¨ª pero, al ser el mayor, le siguieron considerando su l¨ªder. Cada noche, le llamaban para contarle sus nuevos trucos y pedirle consejo. Un reportero de la revista Esquire public¨® un reportaje sobre el movimiento en 1971 en que ¨¦l y otros pioneros explicaban sus actividades. Fue as¨ª como otros padres de la inform¨¢tica lo conocer¨ªan y emular¨ªan: Steve Wozniak, cofundador de Apple, cuenta en su autobiograf¨ªa c¨®mo ¨¦l y Steve Jobs construyeron su primera caja azul, un emisor de tonos para manipular la l¨ªnea telef¨®nica, despu¨¦s de leerlo.
Por entonces, Joybubbles acababa de irse de casa y malviv¨ªa en las afueras de Memphis. Buscaba trabajo en alguna compa?¨ªa telef¨®nica. Poco despu¨¦s de publicarse el art¨ªculo del Esquire, fue detenido por defraudar a la compa?¨ªa telef¨®nica y se le prohibi¨® acercarse al aparato. Durante varios a?os, la propia compa?¨ªa se neg¨® a instalarle la l¨ªnea. As¨ª termin¨® su papel en la historia del phreaking.
La Eterna Ni?ez
Joybubbles mantuvo su promesa y no volvi¨® a tener problemas con la compa?¨ªa de tel¨¦fonos. De hecho, como buen phreaker, avisaba cada vez que, durante sus exploraciones telef¨®nicas, se topaba con alg¨²n problema en el sistema. Pasaba noche y d¨ªa, explorando el sistema y conversando con otros aficionados. El tel¨¦fono era su vida: ah¨ª su ceguera no importaba, s¨®lo su car¨¢cter afable e inocente.
Viv¨ªa del subsidio de invalidez y de alg¨²n trabajo espor¨¢dico que realizaba cada vez que necesitaba algo m¨¢s de dinero para financiar sus viajes a centrales telef¨®nicas. Cada vez que sab¨ªa de un sitio interesante, ya fuera una central con equipo antiguo todav¨ªa en uso, o con la ¨²ltima tecnolog¨ªa instalada, ahorraba y se iba en autob¨²s a verla. All¨ª ped¨ªa a los empleados que le permitieran visitarla y acariciar el cableado y los intercambiadores de la central.
En 1988, se dio cuenta de que no merec¨ªa la pena vivir como un adulto y comenz¨® a reflexionar sobre su infancia. Decidi¨® que quer¨ªa tener cinco a?os para siempre y vivir jugando. En 1991, se cambi¨® el nombre a Joybubbles (burbujas alegres en ingl¨¦s) porque era un nombre que "hac¨ªa sonre¨ªr a quienes lo escuchaban". Fund¨® la Iglesia de la Eterna Ni?ez y obtuvo licencia como predicador e incluso un n¨²mero fiscal para aceptar donaciones.
En 1998, realiz¨® su ¨²ltima gran peregrinaci¨®n. Pas¨® dos meses abrazado a sus juguetes en un rinc¨®n de la biblioteca municipal de Pittsburg, mientras escuchaba los m¨¢s de 800 cap¨ªtulos de 'Mr Roger's Neighbourhood', una serie para ni?os que exaltaba el amor y el valor intr¨ªnseco de cada individuo. Por entonces, dedicaba varias horas al d¨ªa a llamar a ni?os con enfermedades terminales para charlar con ellos, actividad que mantuvo hasta su muerte junto a un programa por tel¨¦fono que recog¨ªa las historias que la gente le contaba al llamarle.
Un columnista de Minneapolis, la ciudad en que Joybubbles termin¨® sus d¨ªas, le retrat¨® en 2003 el d¨ªa que supo que Fred Rogers, el protagonista de la serie, muri¨®. Vest¨ªa su camiseta de Mr. Roger's y lloraba desconsoladamente en una fruter¨ªa.
El pasado 8 de agosto sufri¨® un infarto y muri¨® en su apartamento rodeado de sus queridos tel¨¦fonos, de juguete y otros muchos conectados de varias formas distintas.
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