La revoluci¨®n tecnol¨®gica llega a los monjes tibetanos
Cada vez es m¨¢s normal o¨ªr el sonido de iPhone y Skype en lamaser¨ªas de la meseta Con las parab¨®licas acceden a la TV china y a Radio Free Asia y Voice of America La tecnolog¨ªa desempe?a un papel crucial en la propagaci¨®n del descontento
Un monje budista comentaba en voz baja y nerviosa las inmolaciones y protestas que han asolado las regiones tibetanas de China, cuando alguien golpe¨® insistentemente con los nudillos la puerta de madera. El monje, de 34 a?os, se?al¨® tranquilamente un ordenador de sobremesa instalado junto al santuario religioso que domina su atestada habitaci¨®n en la ciudad mon¨¢stica de Tongren, en la provincia de Qinghai, al noroeste de China. La llamada anunciaba la llegada de una notificaci¨®n a trav¨¦s de Tencent QQ, el servicio de mensajer¨ªa que cuenta con 700 millones de usuarios en China.
Hoy en d¨ªa, cada vez es m¨¢s normal o¨ªr el sonido de iPhone y Skype en lamaser¨ªas de esta remota extensi¨®n de monta?as nevadas y praderas. Incluso los n¨®madas utilizan antenas parab¨®licas para obtener acceso a la televisi¨®n china y a las retransmisiones de Radio Free Asia y Voice of America. ¡°Puede que vivamos lejos de las grandes ciudades, pero estamos bien conectados con el resto del mundo¡±, asegura el monje, quien, al igual que la mayor¨ªa de los tibetanos, pide que no se revele su nombre, ya que hablar con periodistas extranjeros puede suponerle un duro castigo.
La revoluci¨®n tecnol¨®gica ha penetrado en los rincones m¨¢s alejados de la meseta tibetana y desempe?a un papel cada vez m¨¢s crucial en la propagaci¨®n del descontento, que ha despertado un renovado inter¨¦s por unas pol¨ªticas chinas que numerosos tibetanos tachan de asfixiantes.
Esta creciente conciencia pol¨ªtica ha hallado expresi¨®n a trav¨¦s de una ola de inmolaciones que hasta la fecha las autoridades no han podido frenar. Desde marzo del a?o pasado, 34 personas se han prendido fuego, en su mayor¨ªa hombres y mujeres j¨®venes que en alg¨²n momento hab¨ªan pertenecido al clero budista.
¡°Puede que vivamos lejos de las grandes ciudades, pero estamos bien conectados con el resto del mundo¡±, asegura el monje.
Pese a los esfuerzos del Gobierno por limitar el caudal de informaci¨®n, la gente de a pie ha recabado detalles sobre las inmolaciones que han rebasado el denominado Gran Cortafuegos de China. En algunos casos, env¨ªan im¨¢genes de los ¨²ltimos momentos de los suicidas o de las consecuencias de su acci¨®n antes de que la polic¨ªa se las lleve para que nadie pueda verlas. A menudo, las ¨²ltimas palabras de los manifestantes incluyen la petici¨®n de una mayor autonom¨ªa y el regreso del Dalai Lama, el l¨ªder espiritual tibetano que ha vivido en el exilio desde 1959. ¡°La tecnolog¨ªa ha propiciado una concienciaci¨®n que est¨¢ extendi¨¦ndose mucho m¨¢s r¨¢pidamente que nunca¡±, afirma Kate Saunders, directora de comunicaciones de International Campaign for Tibet en Londres.
Sin embargo, los grupos en el exilio se?alan que buena parte de las campa?as gubernamentales para obstruir la informaci¨®n han sido fruct¨ªferas en casi toda la regi¨®n aut¨®noma de T¨ªbet, donde la seguridad puede ser draconiana y est¨¢ prohibida la presencia de periodistas extranjeros.
Pero hacia el este, en zonas predominantemente tibetanas que hasta hace poco se han administrado de manera m¨¢s laxa, el temor a represalias todav¨ªa no ha contenido la difusi¨®n informativa. En las provincias de Qinghai, Gansu y Sichuan, las inmolaciones y la mayor¨ªa de las protestas masivas se han producido pese a la numerosa presencia militar.
Losang, miembro de un comit¨¦ que ofrece a los monasterios cierto grado de autonom¨ªa, muestra el contenido de su ordenador. Tras examinar una foto del monje de 21 a?os cuya inmolaci¨®n el a?o pasado inici¨® la serie m¨¢s reciente de suicidios, le preguntan si considera que esa imaginer¨ªa inspira imitadores. Seg¨²n ¨¦l, son las constricciones del Gobierno, y no las fotos de los muertos, lo que empuja a los j¨®venes a quitarse la vida. ¡°Cuando ahogas a una persona, no debe sorprenderte que se revuelva¡±, asegura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.