¡°Vivimos una era de megacotilleo¡±
El acad¨¦mico Jeffrey Rosen cree que Google y Facebook tiene m¨¢s poder sobre la privacidad que los Gobiernos
Jorge Luis Borges public¨® en 1944 un cuento, Funes el memorioso, que narra la peripecia de un joven que pierde su capacidad de olvidar; recuerda tantos detalles que es incapaz de convertir la informaci¨®n en sabidur¨ªa. No poder olvidar es un castigo.
La par¨¢bola de Funes es una de las referencias que usa el acad¨¦mico estadounidense Jeffrey Rosen en su ensayo La Red significa el fin del olvido, que le ha convertido en una voz autorizada en el debate del derecho al olvido ¡ªpoder borrar de la red una noticia que conten¨ªa un error o una foto no deseada¡ª.
¡°La tecnolog¨ªa est¨¢ cambiando nuestras normas de convivencia y de comportamiento de forma dr¨¢stica¡±, dice Rosen, acomodado en un sill¨®n rojo en el Campus del BBVA, durante la celebraci¨®nde un seminario del Aspen Institute. Profesor de Derecho de la Universidad George Washington, Rosen estudia los efectos de la tecnolog¨ªa sobre la privacidad y las libertades.
El acad¨¦mico estadounidense sostiene que el banco de memoria permanente de Internet impide, para muchas personas, que haya una segunda oportunidad en sus vidas: en una sociedad en que toda acci¨®n queda registrada, resulta complicado reinventarse, zafarse de errores del pasado. En su mente est¨¢ el caso de Stacy Snyder, mujer a la que la Millersville University School deneg¨® la licenciatura como profesora por una foto, en una red social, en la que aparec¨ªa borracha. Y reflexiona sobre las implicaciones del fen¨®meno para los m¨¢s j¨®venes, los que crecen viviendo en las redes. ¡°Los optimistas y tecnout¨®picos dicen que la sociedad perdonar¨¢ mejor los deslices; lejos quedar¨¢n los d¨ªas en que no se pod¨ªa ser presidente por haber fumado un canuto; pero ser¨ªa muy naif pensar que nos convertiremos en una sociedad de empat¨ªa y perd¨®n sin final. Me preocupa que esto haga que nos volvamos m¨¢s homog¨¦neos, que la gente tenga miedo de pisar una mina que le pueda estallar en el futuro¡±.
Rosen avisa de alguno de los peligros que encierra colgar ciertos contenidos en las redes sociales. ¡°Vivimos en una era de megacotilleo. Y el cotilleo, que antes era oral, ahora es escrito; resulta mucho m¨¢s invasivo y perjudicial¡±. Dice que el cotilleo, ¡°una delicia en el contexto adecuado¡±, puede llegar a ser embrutecedor: ¡°Lo peor que t¨² has hecho es lo primero que alguien sabe de ti en Internet¡±.
Para combatir el problema, aboga por las tecnolog¨ªas que permiten que los datos volcados tengan fecha de caducidad y se autodestruyan. ¡°Si quisiera, Facebook podr¨ªa pon¨¦rmelo m¨¢s f¨¢cil cuando cuelgo una foto borracho en Canc¨²n y decirme: ?quiere usted que esta foto permanezca un d¨ªa, un mes, un a?o o para siempre?¡± explica. ¡°Los datos con fecha de caducidad nos empoderar¨ªan. Facebook ha comprado algunas de las compa?¨ªas que est¨¢n experimentando con los datos con fecha de caducidad porque tiene un inter¨¦s econ¨®mico en que no podamos borrarlos; quieren seguir acumul¨¢ndolos para servirnos publicidad en funci¨®n de ¨¦stos¡±.
A pesar de su lucha por el derecho al olvido, Rosen no est¨¢ de acuerdo con el borrador de Reglamento que se maneja en el Parlamento Europeo sobre protecci¨®n de datos y derecho al olvido. Si el derecho a la cancelaci¨®n de datos se lleva demasiado lejos, colisiona con el derecho a la libertad de informaci¨®n, dice. ¡°Y tiene el potencial de cambiar la naturaleza abierta de Internet¡±.
El acad¨¦mico tambi¨¦n alerta del peligro de que haya c¨¢maras en todas partes. ¡°Los tel¨¦fonos inteligentes y los aviones no tripulados con c¨¢maras har¨¢n que la vigilancia sea cada vez m¨¢s sencilla. Y no corresponder¨¢ al Estado, sino a compa?¨ªas como Google o Facebook, decidir si enlazan las c¨¢maras o si enchufan los GPS. Hoy en d¨ªa, los abogados de Google y Facebook tienen mayor poder sobre la privacidad que cualquier gobierno o Corte de Justicia. Y sus motivos para ejercerlo est¨¢n guiados, en ¨²ltima instancia, por el beneficio¡±.
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