Guerra a muerte por la patente
Jueces, economistas y directivos consideran que las patentes de programas inform¨¢ticos se utilizan como armas destructivas
En 2006, Michael Phillips ayud¨® a fundar Vlingo, una empresa de reconocimiento de voz. Con el tiempo, Apple, Google y otras empresas le propusieron asociarse. La tecnolog¨ªa de Phillips fue integrada incluso en el propio Siri antes de que el asistente digital fuese absorbido por el iPhone.
Pero en 2008, Nuance, una compa?¨ªa de reconocimiento de voz mucho m¨¢s grande, llam¨® a Vlingo. Cuando los fundadores de la empresa de Phillips se negaron a vender a su rival de mayor envergadura, fueron denunciados seis veces por violaci¨®n de patentes. Poco despu¨¦s, Apple y Google dejaron de atender sus llamadas. La empresa creadora de Siri cambi¨® la asociaci¨®n con Phillips por Nuance.
Si bien Vlingo gan¨® el ¨²nico caso de patentes que lleg¨® a los tribunales, los costes legales, que ascendieron a tres millones de d¨®lares, obligaron a sus fundadores a vender a Nuance despu¨¦s de todo. ¡°Est¨¢bamos a punto de cambiar el mundo cuando nos vimos hundidos en este fango legal¡±, se lamenta Phillips.
Vlingo es una de las miles de firmas estadounidenses atrapadas en un sistema de patentes de programas inform¨¢ticos que jueces, economistas y directivos consideran tan imperfecto que a menudo obstaculiza la innovaci¨®n. Seg¨²n ellos, las patentes de programas inform¨¢ticos se utilizan ahora como armas destructivas.
Tim Cook, consejero delegado de Apple, afirmaba que las batallas por las patentes se han ¡°vuelto irracionales¡±
Los gigantes de la tecnolog¨ªa tambi¨¦n han librado batallas entre ellas. En los dos ¨²ltimos a?os, el sector de los tel¨¦fonos inteligentes ha gastado 20.000 millones de d¨®lares en litigios y compras de patentes, una cantidad equivalente a ocho misiones de una sonda en Marte. El a?o pasado, el gasto de Apple y Google en pleitos y adquisiones de patentes super¨® el coste de la investigaci¨®n y el desarrollo de nuevos productos.
Las patentes tienen una importancia vital para proteger la propiedad intelectual. Pero muchos creen que las leyes estadounidenses, destinadas a un mundo mec¨¢nico, son inadecuadas para el mercado digital de la actualidad.
Las patentes de programas inform¨¢ticos otorgan a menudo la propiedad de conceptos en lugar de creaciones tangibles. Algunas son tan gen¨¦ricas que permiten a sus propietarios reclamar la propiedad de productos aparentemente no relacionados que han creado otros. Con frecuencia, las empresas son demandadas por infringir patentes cuya existencia desconoc¨ªan. Seg¨²n Richard A. Posner, un juez federal de apelaciones que particip¨® en la redacci¨®n de la ley de patentes, ¡°los criterios para conceder patentes son demasiado difusos¡±.
Jobs: ¡°Vamos a patentarlo todo¡±
En las constantes batallas de patentes, el actor m¨¢s importante es Apple. Cuando sali¨® el nuevo iPhone, Steven Jobs, el consejero delegado de la empresa ya fallecido, declar¨® en una reuni¨®n: ¡°Vamos a patentarlo todo¡±, seg¨²n un exdirectivo. ¡°Su propuesta era que, si alguien en Apple imaginaba algo, deb¨ªamos solicitar una patente, porque, aunque nunca lleg¨¢ramos a fabricarlo, es una herramienta de defensa¡±, se?ala Nancy R. Heinen, jefa del departamento jur¨ªdico de Apple hasta 2006.
El llamado 'impuesto de patentes' incrementa los costes de investigaci¨®n y desarrollo de las empresas hasta en un 20%
En agosto, la empresa gan¨® un caso por valor de 1.000 millones de d¨®lares por violaci¨®n de patentes contra Samsung en California. Exempleados de Apple aseguran que los altos cargos tomaron la decisi¨®n de utilizar las patentes como elemento de fuerza contra la competencia del iPhone, la mayor fuente de ingresos de la empresa.
HTC, Samsung, Motorola y otros tambi¨¦n han presentado numerosas demandas relacionadas con patentes, a fin de reclamar la propiedad de tecnolog¨ªas que han transformado el mercado.
En una conferencia tecnol¨®gica celebrada este a?o, Tim Cook, consejero delegado de Apple, afirmaba que las batallas por las patentes se han ¡°vuelto irracionales¡±.
En la ¨²ltima d¨¦cada, el n¨²mero de solicitudes de patentes presentadas por Apple cada a?o se ha multiplicado casi por 10, y en total ha obtenido m¨¢s de 4.000, seg¨²n la empresa de an¨¢lisis de patentes M-CAM. Google ha conseguido 2.700 desde 2000, y Microsoft, 21.000.
A medida que han crecido las carteras de patentes, tambi¨¦n lo han hecho las presiones para utilizarlas contra la competencia. En marzo de 2010, Apple demand¨® a HTC, fabricante taiwan¨¦s de tel¨¦fonos inteligentes y socio de Google. Apple no habl¨® con HTC antes de presentar la denuncia. Las negociaciones no formaban parte de la estrategia, seg¨²n un exdirectivo. ¡°Google era el enemigo, el objetivo real¡±, explica.
Esta ha sido una de las siete demandas importantes relacionadas con tel¨¦fonos inteligentes y patentes que Apple ha iniciado desde 2006. Todas ellas se han centrado en HTC y Samsung, ambos socios de Google. Apple tambi¨¦n ha interpuesto contrademandas contra Nokia y Motorola Mobility, que ahora es propiedad de Google.
Asimismo, la empresa ha solicitado dos sentencias declarativas para que los tribunales determinen la procedencia y validez de varias patentes. En el mismo periodo, la propia Apple ha sido demandada en 135 ocasiones.
Las patentes de programas inform¨¢ticos y algunos productos electr¨®nicos, en particular los tel¨¦fonos inteligentes, se han convertido en algo tan problem¨¢tico que contribuyen al denominado impuesto sobre patentes que incrementa los costes de investigaci¨®n y desarrollo de las empresas hasta en un 20%, seg¨²n un estudio realizado el a?o pasado por dos profesores de la Universidad de Boston.
En opini¨®n de pol¨ªticos y acad¨¦micos, una de las consecuencias de todos estos litigios es que las disputas por patentes est¨¢n ahogando la cultura de las nuevas empresas.En palabras de Heinen, ¡°cuando los abogados especializados en patentes se convierten en estrellas del rock, es mala se?al¡±.
La solicitud fallida
La solicitud de Apple que acab¨® convirti¨¦ndose en la patente 8.086.604 lleg¨® por primera vez a la mesa de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos un d¨ªa de invierno de 2004. En los dos a?os siguientes, un reducido grupo de funcionarios pas¨® unas 23 horas estudiando las 36 p¨¢ginas antes de recomendar que fuera rechazada. A lo largo de cinco a?os, Apple modific¨® y envi¨® la solicitud ocho veces, y todas ellas fue rechazada.
Hasta el a?o pasado. A la d¨¦cima intentona, Apple obtuvo la aprobaci¨®n de la patente 8.086.604. Hoy se la conoce como la patente de Siri, porque est¨¢ considerada uno de los ejes de la estrategia de Apple para proteger sus tecnolog¨ªas destinadas a tel¨¦fonos inteligentes.
En febrero, la empresa us¨® esta nueva patente en el largo litigio contra Samsung que podr¨ªa reordenar radicalmente el negocio de los tel¨¦fonos inteligentes, valorado en 200.000 millones de d¨®lares, concediendo a Apple la propiedad de tecnolog¨ªas ahora corrientes, seg¨²n los expertos.
La historia de la patente 8.086.604 ¡°demuestra que hay muchos errores en el proceso¡±, afirma Arti K. Rai, experto en propiedad intelectual de la Facultad de Derecho de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.
La oficina de patentes tiene fama de tramitar en exceso, de carecer de trabajadores suficientes y de verse afectada por los movimientos de personal. Los empleados reconocen que parte de su labor es subjetiva.
Alrededor de un 70% de las solicitudes de patentes acaban siendo aprobadas una vez que el aspirante ha alterado algunos cap¨ªtulos, jugado con el lenguaje o agotado a los evaluadores. ¡°Apple tiene otra cabeza nuclear en su arsenal, pero en este caso no hay ning¨²n invento importante¡±, se?ala David J. Pratt, presidente de M-CAM, la empresa de an¨¢lisis de patentes que valor¨® la solicitud para The New York Times.
En busca de la soluci¨®n
A algunos expertos les preocupa que las patentes generales de Apple puedan otorgar a la empresa control sobre unas tecnolog¨ªas que han sido desarrolladas de forma independiente en docenas de compa?¨ªas. ¡°Apple podr¨ªa monopolizar el sector de los tel¨¦fonos inteligentes¡±, advierte Tim O¡¯Reilly, editor de gu¨ªas de ordenador. ¡°Una patente es un monopolio aprobado por el Gobierno y deber¨ªamos ser cautelosos a la hora de concederlas¡±.
Desde que su sistema de patentes fuera supervisado por Thomas Jefferson, Estados Unidos ha concedido la propiedad de una innovaci¨®n a quien creara el primer prototipo, una pol¨ªtica conocida como ¡°el primero en inventar¡±. Seg¨²n la Ley de Inventos, aprobada el a?o pasado, se otorgar¨¢ la propiedad a quien env¨ªe la primera solicitud, o ¡°al primero en presentarla¡±.
El cambio, dicen los inventores, complica la vida a los peque?os empresarios. Las grandes empresas con batallones de abogados pueden presentar miles de solicitudes de patentes preventivas en sectores en ciernes. Las nuevas empresas, que carecen de recursos similares, ser¨¢n presa f¨¢cil.
Otros dicen que el sistema funciona. ¡°La propiedad intelectual es una propiedad, igual que una casa, y sus titulares merecen protecci¨®n¡±, se?ala Jay P. Kesan, catedr¨¢tico de derecho en la Universidad de Illinois. ¡°Tenemos una normativa vigente, y est¨¢ mejorando¡±.
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