Le Carr¨¦ no mat¨® a la madre de Harry Potter
Twitter anula una cuenta que suplantaba al escritor tras haber enviado un mensaje con la falsa muerte de J. K. Rowling
¡°Una noticia terrible. Mi editor me dice por tel¨¦fono que J. K. Rowling ha muerto en un accidente. Hace escasos minutos. Sin palabras¡±. Este era el mensaje, en ingl¨¦s, en menos de 140 caracteres que supuestamente compart¨ªa el autor John le Carr¨¦ y encend¨ªa la mecha.
M¨¢s de 150 retuits despu¨¦s, cuando ya iba de usuario en usuario la infundada muerte de la madre de Harry Potter comenzaron las dudas. ¡°?Era realmente John Le Carr¨¦?¡± comenzaron a preguntarse. Y en efecto, no, no lo era. Quien lo anunciaba era una cuenta falsa, un?fake, una suplantaci¨®n de la aut¨¦ntica. Bajo la apariencia de @JLecarre estaba un gracioso con poco m¨¢s de 2.500 seguidores que dif¨ªcilmente pagar¨¢ por la broma.
C¨®mo descubrir a un impostor
A ra¨ªz del terremoto de 2010 en Chile un equipo del laboratorio de investigaci¨®n de Yahoo! formado por Carlos Castillo, Marcelo Mendoza y B¨¢rbara Poblete escribi¨® un estudio analizando los tuiteos emitidos. A partir de ah¨ª crearon un algoritmo, algo as¨ª como un detector autom¨¢tico de veracidad que usa 16 caracter¨ªsticas para determinar la credibilidad. No es infalible pero da buenas pistas: los rumores falsos ten¨ªan una alta probabilidad incluir un signo de interrogaci¨®n, duda o negaci¨®n.
Tambi¨¦n concluyeron que los tuits verdaderos tienden a ser m¨¢s largos e incluir URLs, que siempre ayuda a profundizar en el tema tratado.
As¨ªmismo, recomiendan ver los mensajes anteriores del emisor. Indican que, normalmente, los usuarios con m¨¢s seguidores no suelen mentir, que de alguna manera se deben a su prestigio social.
Los creadores estiman que su algoritmo tarda entre 15 y 20 minutos en dar una opini¨®n desde que se emite y tiene una fiabilidad del 86%. De momento solo se usa de manera experimental. Est¨¢ previsto que den m¨¢s detalles de esta investigaci¨®n en el pr¨®ximo n¨²mero de la revista Internet Research.
Jonny Geller, el, esta vez s¨ª, aut¨¦ntico agente literario de le Carr¨¦, desment¨ªa el bulo. Indicaba, como muestra que la letra ¡°L¡± en may¨²scula era una pista para entender que no era el usuario oficial. A?ad¨ªa, adem¨¢s, que el creador no tiene un perfil personal, sino que lo lleva su editorial bajo el usuario @lecarre_new. Ahora mismo tiene menos de 2.000 seguidores. La ¨²ltima vez que public¨® fue el 14 de diciembre.
Este hecho deja en evidencia uno de los grandes problemas de Twitter, del que tambi¨¦n ha sido recientemente v¨ªctima este diario: la falta de capacidad para detectar noticias falsas, verificar cuentas de usuario y tomar medidas. En esta ocasi¨®n han sido raudos, han desactivado la cuenta infractora en poco m¨¢s de cuatro horas. No es la norma. Casi siempre Twitter act¨²a por recurrencia, por cantidad de usuarios quej¨¢ndose, a posteriori, cuando la bomba ya ha estallado.
Lo habitual es que sean las propias oficinas de comunicaci¨®n de famosos, artistas, pol¨ªticos y marcas las que piden a Twitter que les d¨¦ el sello de ¡°cuenta oficial¡±, con un s¨ªmbolo azul de aprobaci¨®n junto a su nombre. As¨ª es como se identifica. Sin embargo, esto no evita que cualquier pueda abrir una cuenta que se parezca a la oficial y difundir bulos y rumores, como en este caso. En el servicio del p¨¢jaro azul no hay un contraste previo, sino a posteriori y siempre que se denuncia con insistencia.
Aunque Twitter recomienda seguir y avisar a las cuentas @ayuda y @soporte para incidencias en espa?ol, rara vez responden de manera directa. Carecen de un n¨²mero de tel¨¦fono de contacto y pueden tardar meses hasta que contestan una consulta a los medios. Resulta parad¨®jico que una herramienta que ha revolucionado la comunicaci¨®n en Internet se maneje de manera tan unidireccional con sus usuarios.
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