Hay vida m¨¢s all¨¢ del m¨®vil
Crecen las iniciativas para limitar la omnipresencia de los 'smartphones' en bodas y restaurantes
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Apple present¨® el mes pasado una versi¨®n m¨¢s econ¨®mica de su nuevo tel¨¦fono inteligente, porque los dispositivos siguen estando fuera del alcance de millones de personas. Aunque a muchos, por lo visto, les gustar¨ªa que siga siendo as¨ª.
Ahora que los tel¨¦fonos inteligentes consumen gran parte de nuestro tiempo y se cuelan en todos los rincones de nuestra vida, algunos advierten que la adicci¨®n ha ido demasiado lejos.
Por eso, piden a sus amigos y familiares, e incluso a s¨ª mismos, que guarden los tel¨¦fonos y se concentren en las personas que tienen delante y no en el torrente de informaci¨®n que llega a trav¨¦s del correo electr¨®nico, Facebook, Twitter e Instagram.
Las estrategias son simples, pero variadas. La directora de una revista de Nueva York explica a The New York Times que suele dejar el tel¨¦fono en un viejo c¨¢ntaro met¨¢lico para la leche desde que llega a casa hasta despu¨¦s de cenar. El dise?ador Marc Jacobs proh¨ªbe los aparatos digitales en el dormitorio.
Estas normas, que pretenden establecer ¡°zonas de prohibici¨®n de dispositivos¡±, a menudo implican consecuencias para quienes las incumplan. Una pareja de Nueva Jersey se aplica un castigo permanente: quien conteste al tel¨¦fono por la noche sin ¡°una raz¨®n plenamente justificada¡±, tiene que llevar a su hijo peque?o a la cama.
Por otra parte, una competici¨®n llamada el ¡°juego de los tel¨¦fonos amontonados¡± est¨¢ ganando popularidad en los restaurantes. Todo el mundo apila sus aparatos en medio de la mesa y el primero que atienda una llamada debe pagar la cena de todos.
¡°La expectativa de que siempre debemos estar disponibles para nuestros jefes, compa?eros y familiares constituye un verdadero obst¨¢culo a la hora de intentar reservarnos ratos de intimidad¡±, comenta el escritor Lesley M. M. Blume a The Times.
Ese sentimiento quedaba reflejado este verano en un v¨ªdeo de YouTube que ha sido visto por 24 millones de personas. En ¨¦l aparece una joven, interpretada por la actriz Charlene deGuzman, a la que nadie hace caso porque las personas que la rodean est¨¢n obsesionadas con sus tel¨¦fonos. En la bolera, derriba varios bolos y se da la vuelta para chocar los cinco con sus amigos, pero ellos no le quitan ojo a la pantalla.
Nick Bilton, de The Times, escribe que el v¨ªdeo ¡°resulta bastante turbador¡± y sugiere ¡°que quiz¨¢ sea mejor vivir la vida que verla¡±. Bilton compara el actual examen de conciencia respecto al uso de los tel¨¦fonos inteligentes con la rebeli¨®n contra la televisi¨®n a la hora de cenar de finales de los cincuenta.
El problema ha sido abordado incluso por los planificadores de bodas. Bruce Feiler escribe en The Times sobre parejas que no quieren que los invitados lleven tel¨¦fonos ni cuelguen fotos suyas en la Red. Por muchos motivos: los famosos pretenden garantizar su intimidad, otros tratan de evitar hacer da?o a quienes no han sido invitados, los hay que quieren cerciorarse de que solo se publican fotos favorecedoras.... Estas celebraciones tienen un nombre: ¡°bodas desenchufadas¡±.
Feiler relata que asisti¨® a una boda en la que la pareja dej¨® claro de antemano que los tel¨¦fonos no estaban invitados. El novio le dijo: ¡°En una boda se supone que la gente ejerce de testigo. ?C¨®mo va a hacerlo si ni siquiera oye los votos porque est¨¢ demasiado ocupada sacando fotos?¡±.
? 2013 New York Times News Service
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