Llega Xbox One, la consola que quiere dejar de serlo
La nueva m¨¢quina de Microsoft debuta en un momento cr¨ªtico para los videojuegos, volcada en Internet y con aplicaciones sociales en busca de una audiencia global
Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las consolas ofrec¨ªan h¨¦roes para una generaci¨®n entera. Lara Croft, Halo o Resident Evil eran patrimonio exclusivo de Xbox y Playstation. Pero eso ya es historia. Los nuevos reyes de los videojuegos (o al menos muchos de ellos como Angry Birds y Candy Crush) nacieron en las pantallas de tabletas y smartphones. La pujanza de estos aparatos, que parecen satisfacer todas las necesidades tecnol¨®gicas, y eso incluye tambi¨¦n jugar, ha colocado a las consolas ante un precipicio. Necesitan renovarse y adaptarse a las nuevas costumbres para frenar su declive. Un dato revelador: el iPad ha vendido m¨¢s unidades en los ¨²ltimos tres a?os que la Playstation 3 y la Xbox 360 juntas en siete. Por si esto fuera poco, se perfila un peligroso rival en el horizonte: Steam Box de Valve, el h¨ªbrido de ordenador y consola que aspira a revolucionar el sector en 2014.
En este complejo escenario debuta la Xbox One, que sale hoy a la venta en EE UU y doce pa¨ªses europeos, entre ellos Espa?a. Su antecesora, la 360, ha sido el mayor ¨¦xito de Microsoft en la ¨²ltima d¨¦cada, con 80 millones de unidades vendidas, y tambi¨¦n su bote salvavidas ante el dif¨ªcil encaje que est¨¢ teniendo Windows en tel¨¦fonos y tabletas. La Xbox One es la primera consola que busca al mismo tiempo gobernar el mercado del videojuego y revolucionar el ocio frente al televisor. Ah¨ª es nada. El desaf¨ªo es derribar la frontera del jugador tradicional en busca de una audiencia m¨¢s global. Solo en Espa?a, Microsoft se gastar¨¢ 20 millones de euros en la campa?a de lanzamiento.
Xbox One atesora un ADN mucho m¨¢s complejo que el de una simple consola, y eso se nota desde el mismo instante en que la encendemos. Una cascada de aplicaciones para navegar, ver televisi¨®n, reproducir m¨²sica, conversar por Skype o hacer ejercicio ocupa casi m¨¢s espacio que el destinado a los juegos. La c¨¢mara Kinect, que ya se vend¨ªa como un perif¨¦rico para la 360, esta vez ostenta un lugar privilegiado, siendo la puerta de entrada a la experiencia multimedia que ofrece One. Como si se tratara de la pel¨ªcula Minority Report, Kinect usar¨¢ su capacidad de reconocimiento facial para registrar la identidad de hasta seis jugadores en una misma consola, cada uno de los cuales podr¨¢ configurar el men¨² de inicio a su gusto. A partir de entonces podremos usar nuestra voz o sencillos gestos con las manos para encender y apagar la consola, navegar por los men¨²s, iniciar un juego o charlar con alguno de nuestros contactos.
El inconveniente es que Kinect solo entender¨¢ ciertas ¨®rdenes en castellano, con la promesa de Microsoft de que en unos meses no ser¨¢ necesario recurrir al ingl¨¦s para dialogar con ella. Tanta innovaci¨®n tiene un coste, ya que la incorporaci¨®n de este perif¨¦rico ha incrementado el precio de la consola, que saldr¨¢ a 499 euros frente a los 399 de su rival Playstation 4, que debuta una semana despu¨¦s, eso s¨ª, sin c¨¢mara.
A la espera de la televisi¨®n integrada
El af¨¢n de Microsoft de dotar a One de multitud de servicios est¨¢ detr¨¢s de otra de las grandes novedades, la multitarea o posibilidad de tener abiertas varias aplicaciones al mismo tiempo sin que el rendimiento de la consola parezca resentirse. As¨ª, podremos participar en una v¨ªdeollamada multitudinaria por Skype y al mismo tiempo dirigir nuestra centuria romana a una muerte segura en Ryse, Son of Rome uno de los juegos que la acompa?an. Incluso podremos ver la televisi¨®n y jugar a la vez (si es que somos capaces).
La oferta de canales de televisi¨®n en Espa?a no es la misma, por desgracia, que en EE UU, donde plataformas como Netflix o HBO ofrecer¨¢n desde el inicio miles de pel¨ªculas y series. Aqu¨ª solo podremos ver Eurosport, Gol Televisi¨®n, RTVE, Youtube y Wuaki.tv a la espera de la m¨¢s que probable irrupci¨®n de Canal+. La consola tiene una entrada HDMI preparada precisamente para integrar la se?al de televisi¨®n por cable o sat¨¦lite. En la pr¨¢ctica, esto permitir¨¢ algo surrealista: reproducir juegos de Playstation 4 en la One. Siempre y cuando tengamos ambas consolas en el mismo sitio y conectadas, claro.
One tambi¨¦n cuenta con su raci¨®n de aplicaciones para los jugadores m¨¢s empedernidos. La m¨¢s espectacular es Game DVR, que permite grabar los cinco ¨²ltimos minutos de partida, editarlos a nuestro gusto y presumir de nuestras gestas en Twitter, Facebook o Youtube. A diferencia de lo que sucede con WiiU y PS4, en Xbox One no podremos jugar de forma remota usando un segundo dispositivo. Es decir, ser¨¢ imposible continuar la partida en otra habitaci¨®n de la casa donde no est¨¦ el televisor, aunque s¨ª podremos convertir un m¨®vil o una tableta en una segunda pantalla con la aplicaci¨®n Smartglass para consultar mapas o gu¨ªas y seguir la actividad de nuestros amigos.
Potencia gr¨¢fica y juegos exclusivos
El arsenal de juegos exclusivos tambi¨¦n es potente. Algunos como Forza Motorsport 5, Ryse y Dead Rising 3 est¨¢n disponibles desde el primer d¨ªa, mientras que el deslumbrante Titanfall o la nueva aventura gal¨¢ctica de Halo, estandarte y emblema de Xbox, despuntan en el horizonte m¨¢s inmediato. El avance gr¨¢fico es incontestable, con efectos visuales similares a los de un PC de alt¨ªsima gama, pero no hay nada m¨¢s (al menos por el momento) que sorprenda al jugador m¨¢s avezado. Ning¨²n t¨ªtulo supone una vuelta de tuerca sobre los g¨¦neros ya conocidos y sobreexplotados estos ¨²ltimos a?os. A excepci¨®n del ex¨®tico Zoo Tycoon, donde los animales parecer¨¢n querer salir de la pantalla. La conducci¨®n, el deporte y los simuladores b¨¦licos copan el men¨² de salida.
Microsoft pretende captar al jugador veterano y despu¨¦s crecer hacia un entretenimiento m¨¢s social y casual. Y ah¨ª juega un papel clave el juego independiente, que Xbox intentar¨¢ potenciar dando libertad total para que los estudios peque?os puedan publicar directamente en su plataforma, con una filosof¨ªa que se inspira en Steam y el AppStore de Apple.
El juego en red ya fue una de las se?as de identidad de la anterior generaci¨®n, pero en esta Microsoft promete llevarlo a otro nivel de complejidad. La conexi¨®n seguir¨¢ costando 60 euros al a?o, pero a cambio Microsoft eleva a 300.000 los servidores dedicados e incorpora el servicio de la nube Xbox Live Compute, al que tendr¨¢n acceso todos los desarrolladores para optimizar sus juegos, a?adi¨¦ndoles mejoras gr¨¢ficas y tambi¨¦n de contenido. La nube tambi¨¦n ser¨¢ muy ¨²til para que los jugadores tengan m¨¢s espacio donde guardar sus progresos. Algo que se antoja imprescindible a medio plazo, ya que los 500 GB de disco duro de la m¨¢quina se quedan cortos porque la mayor¨ªa de juegos exigen una instalaci¨®n obligatoria de al menos 20 gigas.
Muchas son las virtudes del nuevo hardware, pero tambi¨¦n esconde alguna que otra sombra. La Xbox One que sale hoy a la venta no es la misma que se present¨® a bombo y platillo en mayo. Ha sufrido un profundo proceso de revisi¨®n por las dudas que despert¨® su entusiasta apuesta por Internet, que obligaba a conectar la m¨¢quina a diario, y el cerrojazo a los juegos de segunda mano en favor de las descargas digitales, lo que dejaba en segundo plano el juego en soporte f¨ªsico, elemental en el ¨¦xito de las consolas tradicionales. Un mensaje que se interpret¨® como un gui?o a los grandes estudios, felices por poner coto de una vez a la pirater¨ªa, pero como un desprecio al jugador m¨¢s fiel. Microsoft no tuvo m¨¢s remedio que rectificar. El cambio de pol¨ªtica debilit¨® a la compa?¨ªa de Redmond y sembr¨® la duda de si sabe exactamente qu¨¦ busca el jugador actual.
Microsoft ha desarrollado Xbox One pensando en que tenga una vida ¨²til de 10 a?os. Podr¨ªa ser mucho tiempo para un mercado que evoluciona a un ritmo vertiginoso. Y es que tanto esta consola como la nueva Playstation 4 (a la venta en Espa?a dentro de una semana) se enfrentan a una incertidumbre que nadie puede resolver a¨²n. La nueva generaci¨®n podr¨ªa acabar jug¨¢ndose en otras plataformas y, quiz¨¢, ni frente al televisor.
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