¡°Ver pel¨ªculas por ¡®streaming¡¯ no va a matar las salas de cine¡±
El impulsor de la empresa de v¨ªdeo 'on line' cree que el estallido de la burbuja tecnol¨®gica no se repetir¨¢ ahora con las 'start-ups'
"Nadie sabe nada" es un extra?o mantra para el fundador de una empresa que vale hoy m¨¢s de 20.000 millones de euros, pero para Marc Randolph, cofundador de Netflix ¡ªel servicio en streaming de series y pel¨ªculas con m¨¢s de 44 millones de usuarios¡ª, esta frase del oscarizado guionista William Goldman vale tanto para lo que se cuece en la meca del cine como lo que bulle en Silicon Valley:?"Goldman quer¨ªa que nadie puede predecir qu¨¦ ser¨¢ un ¨¦xito y qu¨¦ ser¨¢ un fracaso. Y es importante tenerlo en cuenta para entender que si tienes una idea es imposible saber de antemano si es buena o mala", proclam¨® Randolph durante la presentaci¨®n ayer martes del nuevo m¨¢ster internacional MBA de IE Business School.
Que las ideas malas pueden convertirse en ideas millonarias es algo que sabe bien la mujer de Randolph. Cuando le cont¨® la idea de Netflix ella le respondi¨® que era "la mayor estupidez que hab¨ªa o¨ªdo". Y, en efecto, pareci¨® serlo por un tiempo. Netflix arranc¨® no como un servicio en l¨ªnea, sino como un videoclub por correo que enviaba los DVD directamente a los buzones de los estadounidenses. El usuario pod¨ªa quedarse los discos tanto tiempo como quisiera y no se le cobraba por devolverlos tarde.
Durante tres a?os la propuesta apenas funcion¨®, hasta que lleg¨® el 14 de abril de 1997. "Lanzamos nuestra web y est¨¢bamos esperando con el champ¨¢n a que se escuchara el primer ding?de nuestro primer cliente. Se escuch¨® el ding. Unos segundos despu¨¦s: ding, ding, ding, ding. Luego, silencio. Se nos hab¨ªa ca¨ªdo el servidor. As¨ª que en vez de pasarme la tarde bebiendo champ¨¢n, me encontr¨¦ en un supermercado con mi t¨¦cnico comprando equipo a toda prisa para volver a estar en la red".?
Se me daba muy bien arrancar empresas, pero era terrible como m¨¢nager de una compa?¨ªa enorme
A sus 56 a?os, m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de despedirse de la compa?¨ªa que cofund¨® y dirigi¨®, Randolph sigue siendo fiel al "nadie sabe nada" y se muestra reacio a las predicciones, aunque se atreve a opinar sobre el futuro que aguarda a las salas de cine por la competencia de Netflix: "No creo que ver pel¨ªculas por?streaming vaya a matar a las salas de cine. Cuando estoy en casa, reconozco que lo veo todo por Netflix, o por HBO y Apple TV, pero sigo yendo al cine porque es una experiencia muy distinta". Sobre si el Blu-ray ser¨¢ el ¨²ltimo formato f¨ªsico o de si en realidad la pirater¨ªa beneficia a la industria, como se?alan?artistas como Neil Gaiman o los productores de Juego de tronos, Randolph prefiere dejarle el papel de or¨¢culo a otro.?
?Y por qu¨¦ abandonar Netflix en 2003, cuando la compa?¨ªa ya era un ¨¦xito y estaba a punto de dar el salto al streaming? "A los 45 ya sabes perfectamente en lo que eres bueno y en lo que eres malo. Y yo me di cuenta de que, pecando de inmodesto, se me daba muy bien arrancar empresas, pero era terrible como m¨¢nager de una compa?¨ªa enorme". Cerrar la puerta de Netflix le dej¨® v¨ªa libre a su aut¨¦ntica pasi¨®n: el mundillo start-up.?Chubbies shorts, Getable, Bookrenter?o?Rafter?son un pu?ado de las start-ups que cuentan con ¨¦l entre sus fundadores y directivos, algunas con ¨¦xito, como Looker, que ofrece un programa para gestionar los datos en una empresa y ha conseguido una ronda de financiaci¨®n de 28 millones de euros.?
Randolph se?ala como futura revoluci¨®n para las start-ups que puedan identificar si su negocio funciona o no sin tener que crear la empresa
Optimista "por naturaleza", Randolph no ve que los sue?os prof¨¦ticos de un apocalipsis start-up que han venido se?alando expertos como Bill Gurley (m¨¢ximo inversor de Uber o Snapchat) se vayan a cumplir. Para ¨¦l, hay un abismo entre estos tiempos y la burbuja digital que explot¨® en el 2000 y que gener¨® p¨¦rdidas de miles de millones de euros: "Las cosas son muy, muy diferentes ahora que entonces. Viv¨ª lo que pas¨® y vi las barbaridades que se cometieron. En su gran mayor¨ªa, ese no es el caso. No es lo mismo invertir en ideas, como ocurr¨ªa entonces, que invertir en empresas como Uber o Airbnb. Estas compa?¨ªas no son ficticias, tienen millones de clientes que pagan un dinero muy real".
Adem¨¢s, Randolph cree que los riesgos de montar un negocio tecnol¨®gico se han reducido mucho: "Cuando constituimos Netflix como empresa, tuvimos que reunir un capital de casi dos millones de euros y tardamos seis meses en tener una web. Ahora podr¨ªan hacer lo mismo dos chavales en el sal¨®n de su casa".
Y podr¨ªan probarlo sin tener que montar una empresa. Randolph se?ala como futura revoluci¨®n para las start-ups que puedan identificar si su negocio funciona o no sin tener que crear la compa?¨ªa"Lo llamo validation-hacking. Pongamos un ejemplo inventado: t¨² quieres montar una app para servir cerveza a tus clientes siempre que les apetezca. Pues antes de empezar a desarrollarla, lo que tienes que hacer es salir por tu vecindario, darle tu n¨²mero a los vecinos y contarles cu¨¢l es el servicio que ofreces. Te pasas unos meses probando as¨ª, corriendo para llevar cerveza a gente cercana cada vez que te lo pidan. Y de ah¨ª aprender¨¢s mucho de tus clientes potenciales y de si el negocio parece rentable".?
S¨ª que ve compleja, aunque necesaria, la transformaci¨®n de un pa¨ªs que quiera subirse al carro de las start-ups. Y no por dinero o tradici¨®n tecnol¨®gica: "El factor esencial del que no se suele hablar es el cultural. Conceptos como incentivar la ambici¨®n o premiar el fracaso chocan a veces con barreras culturales. En esto hemos mejorado mucho en Estados Unidos, pero hay zonas en las que todav¨ªa no se entiende lo importante que es que la gente aprenda errando". De hecho, afirma que la moda ahora en Silicon Valley es "mirar mal" a quien no ha fallado al menos una vez, otro mantra para el emprendedor para el que Randolph se guarda otra referencia cin¨¦fila. Una frase de la actriz Mary Pickford, diva de Hollywood que rodaba pel¨ªculas por docenas al a?o en la edad de oro del mudo: "Eso que llamamos fracaso no es caerse, sino permanecer en el suelo".?
El mito de 'Apollo 13'
Cuando Reed Hastings, el otro cofundador de Netflix y su actual director ejecutivo, se refiere al origen de la empresa, cuenta una an¨¦cdota que ya figura hasta en la entrada de Wikipedia de la compa?¨ªa. Alquil¨® la pel¨ªcula Apolo 13, esa en que Tom Hanks se las ve y se las desea como astronauta en apuros, y se olvid¨® de devolverla a tiempo. El sobrecargo fue de algo m¨¢s de treinta pico euros, bastante m¨¢s que comprarse una copia de la pel¨ªcula.
En cambio su socio, Marc Randolph, niega que sea a Tom Hanks a quien se le debe Netflix, sino a los 56 kil¨®metros que separaban su casa de Santa Cruz (California) de su oficina en Silicon Valley. "Nos hab¨ªan despedido a los dos. Pero yo ten¨ªa la suerte de que me hab¨ªan pagado un a?o m¨¢s de contrato por si me ten¨ªan que consultar algo. As¨ª que en el viaje de mi casa a la oficina, Reed y yo hac¨ªamos brainstorming de ideas".
Randolph afirma que fue de una de esas m¨²ltiples ideas que surgi¨® Netflix: "Hab¨ªamos desechado el modelo de negocio de mandar pel¨ªculas por correo porque un VHS era muy voluminoso e inc¨®modo para empaquetar, pero, en cuanto nos enteramos de que llegaban los DVD, compramos uno y un sobre acolchado y dijimos: '?Aj¨¢!'. Ese fue el comienzo".
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