Por qu¨¦ voy a dejar mi Apple Watch
La directora de moda de 'The New York Times' analiza el dise?o del ¨²ltimo dispositivo estrella de Apple
Quer¨ªa que funcionase. Quer¨ªa enamorarme, como tantas de mis amigas. ¡°Lleva tiempo¡±, dec¨ªan. ¡°No esperes un flechazo. Deja que se consolide con el tiempo¡±.
As¨ª lo hice. Sab¨ªa que otros miraban con envidia lo que ten¨ªa, pero un mes y medio despu¨¦s de conocernos, he decidido que es hora de, bueno, poner punto final.
Voy a romper con mi Apple Watch. La relaci¨®n, a pesar de todas mis expectativas, no era lo que yo necesitaba. Toda la atenci¨®n que hab¨ªa puesta?en San Francisco y en la pr¨®xima gran innovaci¨®n de Apple (?el streaming!) hizo que me diese cuenta de que no sintoniz¨¢bamos.
Sin embargo, nunca lamentar¨¦ las semanas que pasamos juntos, ya que aprend¨ª algunas verdades importantes sobre m¨ª.
Como, por ejemplo, que no quiero que me definan por un tema de conversaci¨®n en mi mu?eca.
Cuando intento leer un correo electr¨®nico o el texto de un titular en su peque?a pantalla tengo que levantar la mu?eca casi hasta la altura de los ojos
Existe una raz¨®n por la que llevo el mismo bolso (sin logotipo) a todas partes; una raz¨®n por la que mi reloj (antes del de Apple) no emit¨ªa sonidos de timbres ni de tourbillon; y una raz¨®n por la que opto por ropa que no se puede identificar por temporada o por dise?ador y que no aparece en alg¨²n anuncio que haya visto.
Paso mucho tiempo en un mundo en el que los productos son un s¨ªmbolo para identificar a la gente, y conozco muy bien los riesgos de que me asocien a esta semiolog¨ªa (aunque reconozco totalmente mi disposici¨®n a asociarla a los dem¨¢s). Pero cuando empec¨¦ a llevar el Apple Watch (la esfera de 38 mil¨ªmetros con correa de malla milanesa, que es el tama?o m¨¢s peque?o con una pulsera de acero inoxidable), se convert¨ªa en un tema de conversaci¨®n all¨ª donde fuese: en reuniones en el trabajo, en la pasteler¨ªa, en las competiciones de atletismo de mi hijo. Ha estado en tantas partes y se ha anunciado tanto que, sencillamente, era inconfundible.
En primer lugar, todo el mundo quer¨ªa saber algo de ¨¦l. Luego quer¨ªan probarlo. Y luego realizaban algunas suposiciones sobre m¨ª. Que, sinceramente, yo hubiese hecho sobre cualquier otra mujer como yo que se pasease por ah¨ª con una gran caja negra en su brazo.
Porque por muy atractivo que sea el Apple Watch en comparaci¨®n con otros relojes o pulseras inteligentes, o el adelanto est¨¦tico que suponen sus esquinas redondeadas y su pantalla rectangular, sigue pareciendo un aparato. Especialmente en alguien, como yo, con unas mu?ecas relativamente peque?as.
No es solo que su esfera abarque todo el ancho de mi antebrazo; su peque?o y moderno salvapantallas que tantos expertos han alabado ¨C el Mickey, la mariposa o la galaxia (que es el que tengo) o las pseudo-manillas (las que, en concreto, est¨¢n siempre en todas las fotos del reloj, y las que en realidad hacen que parezca un reloj) ¨C tambi¨¦n est¨¢ en modo de ahorro de energ¨ªa la mayor parte del tiempo. Cada vez que lo veo, quiero gritar, ¡°Teletransp¨®rtame, Scotty¡±.
No es que sirviese de mucho. Cuando se pulsa, no aparece la imagen. Incluso cuando muevo mi brazo con fuerza arriba y abajo, a menudo hacen falta varios intentos para que aparezca la Tierra. La posici¨®n por defecto es una imagen en blanco. Igual que cuando intento leer un correo electr¨®nico o el texto de un titular en su peque?a pantalla, porque tengo que levantar la mu?eca casi hasta la altura de los ojos, o, si recibo una llamada y mi tel¨¦fono real no tiene cobertura, porque tengo que hablar al vac¨ªo: si te encuentras con tus hijos o tus amigos, es como una invitaci¨®n a hacer el rid¨ªculo.
Las funciones rutinarias que las aplicaciones del reloj pueden realizar parecen m¨¢s una p¨¦rdida de control que un adelanto
¡°?Por qu¨¦ te da m¨¢s verg¨¹enza que mirar continuamente un tel¨¦fono?¡±, dec¨ªan mis amigos cuando me quejaba. Es una pregunta razonable, pero despu¨¦s de reflexionar un poco, creo que la respuesta es sencilla: un tel¨¦fono se sujeta con la mano, y estamos acostumbrados a ver a la gente leer cosas que tiene en las manos, como, por ejemplo, un libro. Pero ver a alguien observando fijamente su mu?eca (o simplemente mir¨¢ndola de reojo) transmite otra cosa enteramente distinta: (1) falta de educaci¨®n o (2) frikismo.
No parece que esto haya molestado a los que escriben sobre tecnolog¨ªa, ya que la mayor¨ªa de las rese?as del aparato han sido convincentemente positivas, basadas sobre todo en lo que puede hacer por ti. Y, sin duda, es m¨¢s discreto que las Google Glass [sus gafas inteligentes], aunque no estoy segura de que eso sea decir mucho.
Vale, todo esto carecer¨ªa probablemente de importancia si el reloj realmente estuviese transformando mi vida, como ha hecho mi iPhone. Pero nunca he tenido problemas para alejarme de mis correos electr¨®nicos cuando he tenido que concentrarme en otra cosa ¨Cde hecho, me he entrenado para compartimentar¨C y por eso necesito avisos espec¨ªficos para lo que es importante.
Y la peque?a pantalla es, sencillamente, demasiado peque?a para leer de verdad, por eso me molestaba y no me alegraba tanto cuando me avisaba de que hab¨ªa recibido mensajes de mi seres queridos; y cuando le¨ªa un titular, lo ¨²nico que quer¨ªa hacer era encontrar el resto de la historia.
Adem¨¢s, las funciones rutinarias que las aplicaciones del reloj pueden realizar ¨C entregar tarjetas de embarque de avi¨®n, abrir puertas de habitaciones de hotel ¨C parecen m¨¢s una p¨¦rdida de control que un adelanto. Ll¨¢menme ludita, pero, sinceramente, no me importa abrir cosas con mis manos de verdad. El nuevo sistema operativo del reloj que se anunci¨® esta semana puede cambiar la situaci¨®n, pero no estoy segura de que tenga paciencia para esperar.
Es m¨¢s (y s¨¦ que esto ser¨¢ una herej¨ªa para cualquiera que est¨¦ muy entusiasmado con la pr¨®xima oferta p¨²blica de venta de acciones de Fitbit), las aplicaciones de mantenimiento f¨ªsico ¨Cel seguimiento de mis pasos, la medici¨®n de mi ritmo card¨ªaco, el que me diga que me levante cuando estoy en medio de un art¨ªculo¨C parecen m¨¢s una carga que una liberaci¨®n.
Me he esforzado mucho para no depender de unas m¨¢quinas de ejercicios que me digan lo mucho que he trabajado ¨Ccu¨¢ntas calor¨ªas he quemado y cu¨¢ntos escalones he subido¨C en parte porque sab¨ªa que, en cualquier caso, estaba haciendo trampas casi todo el tiempo y que, por tanto, no pod¨ªa fiarme de los resultados, y en parte porque se convert¨ªa en una excusa para modificar, o no, mi comportamiento posterior.
El reloj en realidad no es un accesorio de moda para los aficionados a la tecnolog¨ªa. Es un accesorio de tecnolog¨ªa que pretende ser un accesorio de moda
Pero lo cierto es que yo ya s¨¦ cu¨¢ndo estoy en forma; puedo ver la diferencia en mi cuerpo, y sentirlo cuando monto en bicicleta por el parque. El reloj amenazaba con provocarme otra neurosis por los n¨²meros, y es una tentaci¨®n que preferir¨ªa no tener. Adem¨¢s, tengo demasiados amigos que miran sus medidores de actividad f¨ªsica en medio de una conversaci¨®n, y acto seguido saltan de la silla y se ponen a andar en¨¦rgicamente de un lado para otro, para saber si mejora mi vida.
Me gustaba el hecho de que pudiese apagar el sonido de mi tel¨¦fono, y de que el reloj vibrase cuando, por ejemplo, mis hijos me llamaban y ten¨ªa que coger la llamada. Pero al final no era suficiente.
Cuando le habl¨¦ a un compa?ero de la ruptura, me coment¨® que quiz¨¢s yo no fuera el tipo persona para la que est¨¢ pensado el Apple Watch, y de que no deber¨ªa dudar en decirle al Siri de mi mu?eca, ¡°No eres t¨², soy yo¡±. Y puede que tenga raz¨®n.
Pero no creo que sea as¨ª, y no solo porque, a menudo, los extremos se atraen. Sino porque, en realidad, soy la clase de persona para la que est¨¢ pensado: una persona que no es aficionada a la tecnolog¨ªa y que, de lo contrario, no tendr¨ªa muchos aparatos (un tel¨¦fono, un iPad y un port¨¢til), pero a la que podr¨ªan convencer de que comprase otro por su conveniencia.
As¨ª es como Apple aumenta su cuota de mercado y as¨ª es como posee una categor¨ªa despu¨¦s de todo: atrayendo a los que no son adictos a Apple. Es la raz¨®n por la cual la empresa se ha esforzado tanto para acercarse al mundo de la moda.
Pero pasa lo siguiente: el reloj en realidad no es un accesorio de moda para los aficionados a la tecnolog¨ªa. Es un accesorio de tecnolog¨ªa que pretende ser un accesorio de moda. Sencillamente no pod¨ªa enamorarme de ¨¦l.
Traducci¨®n de News Clips
? 2015 New York Times News Service
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