Glosario para ¡®techies¡¯
Revisar el l¨¦xico digital puede dar dolor de cabeza por el alud de anglicismos. Mejor hacerlo con una sonrisa

Actualizaci¨®n de software. Es un mecachis industrial, cuando una m¨¢quina que hasta ayer era bondadosa y obediente exige un ba?o de datos para ajustarse a los nuevos tiempos y las nuevas tareas bajo la amenaza de dejar de obedecer. A veces, la actualizaci¨®n de software encubre tristemente muchas formas de obsolescencia programada, un hara-kiri silencioso en forma de suicidio deliberado y a caraperro para estimular una vez m¨¢s el consumo y las ventas, ADN de este sacrosanto mundo.
Centros de datos. Granjas secretas de discos duros y servidores de datos donde se aloja f¨ªsicamente el big data del ser humano contempor¨¢neo, desde la correspondencia digital de un poeta coreano hasta las tablas de datos de las calor¨ªas gastadas por un vecino de Palencia. Estas granjas son la cara f¨ªsica de una nube que dista mucho de ser et¨¦rea, sino que es f¨ªsica, s¨®lida y que ya consume el 2% de la energ¨ªa del planeta.
Complacencia automatizada. As¨ª define Nick Carr, autor de ?Qu¨¦ est¨¢ haciendo Internet con nuestras mentes? la falsa sensaci¨®n de seguridad que proporciona un sistema inform¨¢tico cuando se le conf¨ªa enteramente una tarea, como corregir un texto o guiarnos por un sistema de GPS. La complacencia automatizada se cobra sus facturas cuando los sistemas fallan y el usuario no cuestiona su vulnerabilidad, como un texto mal corregido o una ruta de navegaci¨®n equivocada, lo que supone una progresiva p¨¦rdida de facultades humanas en beneficio de m¨¢quinas sujetas a imperfecciones y aver¨ªas.
Doble uve azul. Un regalo de WhatsApp para convertir al pobre usuario ¨Cya vigilado por Google, Facebook y las c¨¢maras del Carrefour¨C en vigilante de sus propios mensajes. La doble uve azul, esa notificaci¨®n que se ilumina para confirmar la lectura de un mensaje, es la espoleta de la desgracia para cotillas digitales y toda suerte de neur¨®ticos de la sociedad multimedia, caracterizada por la falta de paciencia.
Foodie. T¨¦rmino saj¨®n referido al aficionado a la comida y bebida de calidad. Trasladado al universo de Internet, foodie es todo aquel usuario armado de tel¨¦fono m¨®vil que fotograf¨ªa constantemente aquello que se come y se bebe, comparti¨¦ndolo antes en las redes sociales (suelen compartir las fotos, nunca las viandas).
4G. Para las operadoras, una nueva red de telefon¨ªa inal¨¢mbrica rapid¨ªsima que transmite un porr¨®n de datos, dise?ada para permitir mejor comunicaci¨®n y, de paso, cobrar algo m¨¢s por su peaje. Para los usuarios, barritas de se?al suficientes para streaming de v¨ªdeo desde el smartphone con el que estimular al cerebro a la hora de enfrentarse al temido silencio de los tiempos muertos.
Localizaci¨®n. Complot de Google y Apple con el chip GPS de un smartphone o tableta para situar al usuario cop¨¦rnicamente en el centro del mundo y guiarlo por carreteras, caminos o aviones. El precio a esa libertad maravillosa es el seguimiento nada desinteresado de los gigantes de Internet, que se guardan todos esos tracks como un chantaje secreto en sus servidores que venden y revenden a otras compa?¨ªas.
Luditas. Referido al movimiento conspirador de los artesanos ingleses liderados por Ned Ludd, que destru¨ªan los telares industriales en protesta contra la maquinizaci¨®n de la sociedad del siglo XIX. El t¨¦rmino ludita ha sido revisado por la contemporaneidad, donde un ludita moderno es aquel ciudadano temeroso de la digitalizaci¨®n de la existencia y sus implicaciones filos¨®ficas, que se niega a utilizar Internet o el tel¨¦fono m¨®vil para salvaguardar su alma de las transformaciones culturales de las redes sociales y de la atenci¨®n dispersa de la era digital. Estudios neurol¨®gicos aseguran que los luditas son m¨¢s longevos, tienen mayor capacidad de memoria, mejor calidad de sue?o y, algunos, tambi¨¦n mejor aliento.
Modo Avi¨®n. Uno de los botones m¨¢s terap¨¦uticos de los smartphones, que corta de cuajo las conexiones inal¨¢mbricas y con ellas, el acceso a Internet y todas sus distracciones. Impuesto por la pol¨ªtica aeron¨¢utica, el modo avi¨®n es como un castigo temporal para el ciudadano multimedia a la hora de volar de un sitio a otro, encontrando as¨ª, sin quererlo, un peque?o respiro en su malograda atenci¨®n para dedicarse a tareas demod¨¦ como leer, pensar o relacionarse.
Multitasking. Regresi¨®n evolutiva por la que los seres vivos volvemos a tener, gracias a la tecnolog¨ªa digital, la atenci¨®n repartida en varios procesos a la vez, distribuyendo la mente consciente en tareas distintas, como leer, enviar un email o contestar una llamada de tel¨¦fono. Para algunos, como el fil¨®sofo Byung-Chul Han, el multitasking es todo lo contrario a un avance, en donde el hombre regresa al estado de naturaleza, como los animales en la jungla, que deben vigilar la presencia de otro depredador mientras comen, duermen o copulan, por lo que la mente, disgregada, rebaja la calidad del pensamiento.
Noosfera. Teor¨ªa del ruso Vladimir Ivanovich Vernadsky por la que la vida terrestre evolucionar¨ªa hasta conformar una inteligencia colectiva que transformar¨ªa la biosfera. Para pensadores modernos, como Jaron Lanier, la noosfera de la era digital ser¨ªa supuestamente ¡°un cerebro global formado por todos los cerebros humanos conectados a trav¨¦s de Internet¡±. Ah¨ª es n¨¢.
Presentismo. T¨¦rmino acu?ado por el profesor de cibercultura Douglas Rushkoff para definir esa cosa tan rara de estar en un lugar determinado atendiendo una conversaci¨®n, concentrados en realizar alguna actividad manual o inmersos en el flujo del aqu¨ª y el ahora. El presentismo propone lo contrario a estar espiritualmente en las quimbambas, absortos por nuestros smartphones, repletos de distracciones en forma de bips, youtubes, correos electr¨®nicos y actualizaciones de Twitter.
Selfi. Torrentes desbordados de egotismo multimedia que cualquier ciudadano, armado de un smartphone, lanza a la red impunemente y en jpeg con cientos de variantes esc¨¦nicas (en el gimnasio, en un concierto, en un ascensor, en el ba?o), adem¨¢s de un enorme repertorio de gestos y muecas, que van desde el c¨¦lebre duck face (cara de pato) hasta los morritos o las sonrisas con la lengua afuera. Para acompa?ar esta tendencia impasible del autorretrato, la industria se ha sacado del bolsillo el palo de selfie, un brazo extensible con el que hordas de turistas dan fe por todo el globo de que ¡°han estado all¨ª¡±, retrat¨¢ndose junto a los pacientes y desgastados monumentos.
Smartwatch. Despu¨¦s de uniformar al mundo con tel¨¦fonos inteligentes, la ¨²ltima estrategia de los fabricantes de electr¨®nica de consumo parece ser el vestir al usuario con un un tel¨¦fono-reloj. Con estos dispositivos, la conectividad y disponibilidad son constantes, permitiendo chequear al momento las llamadas y las actualizaciones de Twitter desde la mu?eca. Exacto: imprescindibles.
Troll. Agente extra?o que interviene para bombardear, difamar e incendiar desde el anonimato de la Red, los m¨²ltiples foros de Internet. Con el fin de buscar pol¨¦mica ante cualquier asunto del que discrepa, sea del g¨¦nero que sea (desde pol¨ªtica a videojuegos), los trolls inundan la red de insultos y difamaciones all¨ª donde hay conversaci¨®n, con violencia.
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