?Bienvenido, Mr Airbnb?
La ¡®startup¡¯ ha cambiado los centros y el ecosistema urbano de las principales ciudades, pero puede morir de ¨¦xito
Airbnb ha revolucionado nuestra forma de viajar. Poniendo en contacto a trav¨¦s de Internet ofertas y demandas de alojamiento entre particulares ha creado una nueva manera de hacer turismo. Pero el ¨¦xito de este fen¨®meno global est¨¢ causando serios problemas en los centros hist¨®ricos que amenazan con desfigurar la esencia de su propuesta. Cada vez m¨¢s ciudades se est¨¢n poniendo en pie de guerra.
La startup montada por dos emprendedores hace siete a?os pone a d¨ªa de hoy en contacto a m¨¢s de dos millones de personas de todo el mundo que ofrecen sus casas a otros cuantos millones, todas ellas encantadas de haber descubierto que para conocer mundo es mucho mejor ¡ªy m¨¢s barato¡ª meterse en casa de cualquier hijo de vecino que ir a un hotel. La idea es que as¨ª se conoce mejor una ciudad que desde un hotel, pues nuestro anfitri¨®n nos ofrecer¨¢ su hospitalidad y por lo tanto una experiencia personalizada, m¨¢s humana. Como nos cuenta Mario, de Madrid, que tuvo que cerrar su empresa de dise?o y producci¨®n editorial durante la crisis, ¡°cuando se fue mi inquilino, hace un par de a?os, se me ocurri¨® ofrecer mi buhardilla de Lavapi¨¦s en Airbnb, y me ha funcionado de maravilla¡±. ¡°Les dejo una botellita de vino, les recomiendo los sitios.Tengo muy buenas cr¨ªticas. Viene gente del mundo entero¡±. Este es el esp¨ªritu de Airbnb. Su eslogan: ¡°Nuestra casa es tu casa¡±.
Como bien se encarga de destacar siempre que puede la propia compa?¨ªa, el sistema, aparte de ser una buena ayuda para superar la crisis de una clase media diezmada, aumenta la capacidad de alojamiento de las ciudades, lo cual favorece el crecimiento del n¨²mero de visitantes y, por lo tanto, de la actividad econ¨®mica. Y lo que es m¨¢s importante, lo hace sin tener que recurrir a construir m¨¢s equipamientos hoteleros. Esto puede ser especialmente ¨²til en caso de acontecimientos puntuales, como por ejemplo unos Juegos Ol¨ªmpicos. Para los pr¨®ximos de R¨ªo de Janeiro ya se est¨¢n coordinando Airbnb y los organizadores para ofrecer alojamiento adicionales. El problema es que la f¨®rmula ha tenido tanto ¨¦xito y tan r¨¢pidamente que ha venido a saturar a¨²n m¨¢s de turistas las principales ciudades del mundo.
Y, lo que es peor, poco a poco ha empezado a convertirse en una industria. Aqu¨ª es donde puede estar el verdadero tal¨®n de Aquiles de esta revoluci¨®n. Gracias a los datos ofrecidos por la web InsideAirbnb, una plataforma independiente que recopila e interpreta los datos p¨²blicos de la startup con el objetivo de analizar c¨®mo afecta este fen¨®meno a la vida de los barrios, sabemos, por ejemplo, que m¨¢s de la mitad de las alojamientos ofrecidos por la plataforma en Madrid y Barcelona pertenece a personas que tienen muchas casas para compartir. O sea, que son negocios, es decir hoteles encubiertos. Como cuenta Germ¨¢n, un vecino del barrio de Palacio, en el centro de Madrid: ¡°En mi rellano han puesto un piso en el que hay un trasiego continuo. El otro d¨ªa me encontr¨¦ con el que parec¨ªa el encargado y cuando le llam¨¦ la atenci¨®n me dijo que ten¨ªa 11 pisos que ofrec¨ªa como alquiler temporal y que no ten¨ªa ning¨²n problema. ?l llega, les abre, se larga, y aqu¨ª nos las arreglamos con los tinglados que montan. Un desastre¡±.
Y esto es un problema por dos motivos fundamentales. El primero de ellos es que se viola uno de los conceptos b¨¢sicos de la ordenaci¨®n urban¨ªstica, que es el de la regulaci¨®n de los usos. No se puede poner un hotel en un edificio de viviendas, igual que no se puede poner una industria qu¨ªmica en un parque natural o una zapater¨ªa en una sexta planta. En Madrid, por ejemplo, para abrir cualquier establecimiento hotelero la normativa exige acceso directo a la calle.
Al subir la rentabilidad de los inmuebles aumenta su precio de venta. El caso de la Barceloneta es llamativo
El segundo es el efecto que tiene en el mercado inmobiliario la implantaci¨®n de este negocio. Al aumentar la oferta de viviendas tur¨ªsticas baja la de alquileres residenciales. Al subir la rentabilidad de los inmuebles aumenta su precio de venta. El caso de la Barceloneta, en Barcelona, es quiz¨¢s de los m¨¢s llamativos. El anta?o humilde barrio de pescadores es hoy el distrito con el precio de alquiler por metro cuadrado m¨¢s elevado de la ciudad. Los alquileres de viviendas tur¨ªsticas se han convertido all¨ª en un conflicto social, pues han intensificado la saturaci¨®n de turistas que vive con angustia la ciudad. En el barrio de Lavapi¨¦s de Madrid est¨¢ ocurriendo pr¨¢cticamente lo mismo. Los pisos vuelan, los precios suben. El mercado inmobiliario se estresa, cuando en el resto de los distritos la situaci¨®n es tranquila. Peque?os o medianos inversores se convierten en propietarios y van sustituyendo a los residentes. ?Les suena la palabra especulaci¨®n?
La profesionalizaci¨®n de lo que en un principio deber¨ªa ser amateur es lo que est¨¢ produciendo que se hayan puesto en pie de guerra no solamente los empresarios hoteleros, como hab¨ªa ocurrido hasta ahora, sino tambi¨¦n los ayuntamientos y las asociaciones de vecinos. Las limitaciones que se est¨¢n imponiendo van en dos direcciones. Por un lado, exigir que estos alojamientos sean vivienda habitual de los titulares de la oferta y, por otro, establecer un m¨ªnimo de d¨ªas por estancia y un n¨²mero m¨¢ximo de d¨ªas al a?o de disponibilidad. En Par¨ªs, Airbnb ha empezado este mismo mes de abril a advertir a sus clientes de que se arriesgan a sufrir importantes sanciones si no cumplen con las leyes. En Nueva York, el pasado mes de noviembre han desaparecido del portal hasta mil ofertas ilegales. En ?msterdam van a bajar de 60 a 30 el n¨²mero m¨¢ximo de d¨ªas al a?o de disponibilidad, porque la ciudad no puede ya m¨¢s de visitantes. En Los ?ngeles se est¨¢ debatiendo prohibir ofertas de alojamientos temporales en viviendas que no sean primeras residencias. En San Francisco hubo un refer¨¦ndum para votar la Medida F, que hubiera limitado la disponibilidad de este tipo de ofertas a 75 d¨ªas al a?o, condicion¨¢ndolas a que el casero estuviera en la casa. Airbnb invirti¨® ocho millones de d¨®lares en convencer a los sanfranciscanos para que votaron en contra, lo que al final hizo un ajustado 55%.
La industrializaci¨®n de la oferta de este tipo de alojamientos dispersados por el tejido urbano residencial afecta directamente al uso m¨¢s esencial del ecosistema urbano, el residencial, lo cual est¨¢ teniendo efectos secundarios muy peligrosos que las ciudades tienen que regular. Airbnb ya se ha puesto manos a la obra, y en sus ¨²ltimas comunicaciones ya anuncia estrategias para potenciar el factor humano. Los chicos de Palo Alto parecen haberse dado cuenta de que si no son coherentes con su idea original pueden acabar por destruir precisamente lo m¨¢s atractivo que ofrece a sus clientes, el h¨¢bitat en el que se desarrolla la vida real de las centros hist¨®ricos.
Jacobo Armero es arquitecto y agente inmobiliario.
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