El mundo m¨¢s all¨¢ de las redes
Alejarse de Internet peri¨®dicamente tiene beneficios. La hiperconexi¨®n afecta al cerebro, aunque no se sabe c¨®mo
Antiguamente, es decir, hace siete a?os, cuando una persona esperaba a un amigo en la puerta de su casa, o cuando daba un paseo, sus manos estaban relajadas, metidas en los bolsillos, o movi¨¦ndose levemente con el vaiv¨¦n de sus pasos. Su cerebro tambi¨¦n parec¨ªa libre de actividad. Hoy en d¨ªa, la irrupci¨®n de la tecnolog¨ªa en nuestras vidas es tal que la mayor¨ªa de nosotros consultamos el tel¨¦fono en estas situaciones. Algunos ayuntamientos han decidido poner sem¨¢foros en los bordillos para prevenir accidentes a quienes deambulan por la calle con los ojos fijos en las pantallas de sus tel¨¦fonos. Y cada vez hay m¨¢s inter¨¦s en qu¨¦ efecto tiene esta hiperconexi¨®n en nuestro cerebro. No hay una respuesta clara, pero sabemos que cualquier actividad que repetimos con cierta frecuencia deja una huella en forma de conexiones neuronales y entrar en Internet es una actividad repetida hasta la saciedad por muchos de nosotros.
Desde hace un par de a?os sabemos que Internet es adictivo. Las personas con una tendencia gen¨¦tica a ¡°engancharse¡± tienden a perder el control con m¨¢s facilidad, pero pr¨¢cticamente la totalidad de personas que disponen de un tel¨¦fono inteligente consultan informaci¨®n con creciente regularidad y en m¨¢s contextos de lo que les gustar¨ªa o elegir¨ªan libremente. Los padres atienden al m¨®vil m¨¢s que a sus hijos con excesiva frecuencia, las parejas de enamorados comparten su amor en y con las redes sociales y hasta sabemos que la siniestralidad al volante ha aumentado por nuestra dificultad para decir no a la tentaci¨®n digital. Internet engancha porque al cerebro humano le encanta conocer nueva informaci¨®n y la Red nos proporciona siempre dosis de esta droga.
Los principales beneficios de la desconexi¨®n se centran en tres ¨¢reas bien diferenciadas. En primer lugar, en la reducci¨®n de niveles de ansiedad asociados al uso compulsivo del m¨®vil. La informaci¨®n nueva es muy estimulante para nuestro cerebro, pero, si no sabemos gestionar este est¨ªmulo, puede provocar una especie de frenes¨ª en el que perdemos la sensaci¨®n de control y seguridad, haciendo que aumente la ansiedad. En segundo lugar, la desconexi¨®n facilita que entremos en estados mentales de relajaci¨®n reduciendo el estr¨¦s. En tercer lugar, podemos decir que la desconexi¨®n es un facilitador para establecer comunicaciones cara a cara, algo que tiene un efecto positivo sobre nuestro sistema inmunol¨®gico y tambi¨¦n, de nuevo, activa la respuesta antiestr¨¦s. Menos tiempo en Internet (especialmente antes de dormir) supone m¨¢s horas y mejor calidad del sue?o, todo ello tambi¨¦n relacionado con la reducci¨®n de los niveles de estr¨¦s y con una mejora del sistema inmunol¨®gico.
Son muchas las cosas que podemos hacer para reducir el grado de hiperconexi¨®n a la Red. Existen aplicaciones que nos permiten regular el n¨²mero de veces que consultamos el m¨®vil o que nos motivan si consumimos pocos datos en un d¨ªa. Para muchos, la desconexi¨®n no pasa por controlar el uso, sino por ofrecer ventanas de tiempo libre de estimulaci¨®n. S¨®lo con dormir en una habitaci¨®n distinta a la de nuestros dispositivos ya ganaremos horas y calidad de sue?o. Para conseguirlo s¨®lo hace falta rescatar o comprar un viejo despertador a pilas y recordar cada noche dejar el tel¨¦fono cargando en la cocina. Para algunas personas la desconexi¨®n empieza a la hora de la cena, momento en el que apagan sus dispositivos. Otros practican la desconexi¨®n un d¨ªa a la semana haciendo que, por ejemplo, el s¨¢bado sea un d¨ªa en el que no interaccionan ni con el ordenador, ni con el m¨®vil. Tambi¨¦n hay otros que lo consideran un lujo que se reserva para las vacaciones; cuatro semanas en verano liberados del frenes¨ª que supone estar conectado. Sea como fuere, para todos ellos desconectar significa ganar en calidad de vida, conectar con la paz interior, con la calma y el estar con uno mismo, sin estar pendiente de lo que ocurre en el mundo.
Hoy en d¨ªa sabemos que, antiguamente, hace siete a?os, cuando aparentemente nuestro cerebro parec¨ªa no hacer nada, en realidad hac¨ªa muchas cosas. Cuando no estamos conversando, ni trabajando ni recibiendo informaci¨®n a trav¨¦s de los tel¨¦fonos m¨®viles, nuestro cerebro activa toda una serie de redes neuronales que almacenan informaci¨®n favoreciendo una mejor memoria y recuerdo. Tambi¨¦n se activa el sistema inmunol¨®gico realizando tareas de reparaci¨®n en el propio cerebro y favoreciendo una sensaci¨®n de relajaci¨®n enormemente placentera. El ¨²ltimo sistema que se activa cuando aparentemente no hacemos nada es lo que conocemos como ¡°red por defecto¡±, un sistema de redes neuronales que se encarga de hacer algo muy importante para nosotros. Mientras paseamos sin hacer nada esta red se encarga de calcular infinitas posibilidades para solucionar nuestros problemas cotidianos, preocupaciones y metas de la manera m¨¢s efectiva. Si apagamos cada d¨ªa nuestros dispositivos y renunciamos al fruto de los ¨²ltimos 100 a?os de desarrollo tecnol¨®gico, podremos disfrutar de los beneficios de millones de a?os de evoluci¨®n neurol¨®gica. Todo un sistema de regulaci¨®n intelectual y emocional que nos permite reducir el estr¨¦s, la ansiedad y nos facilita tareas como la memorizaci¨®n, el recuerdo y la resoluci¨®n de problemas.
Practico la desconexi¨®n digital cada noche y al menos 15 d¨ªas en verano, y debo decir que muchos de los mejores ratos del a?o ocurren durante este tiempo. Para quienes practicamos esto resulta una liberaci¨®n no poder ser encontrados y no tener nada que buscar. Para m¨ª es lo m¨¢s parecido a regresar a la infancia y conectar con el presente sin deberes, ni preocupaciones. Durante mucho tiempo he explicado en mis conferencias que las nuevas tecnolog¨ªas, bajo la promesa de conectarnos con el mundo, iban a acabar por desconectarnos de las personas que m¨¢s queremos. Hoy creo que el verdadero problema est¨¢ en que si no desconectamos al menos en distintos momentos del d¨ªa o la semana, perderemos la conexi¨®n con nosotros mismos.
?lvaro Bilbao es neuropsic¨®logo y autor del libro ¡®Cuida tu cerebro¡¯ (Plataforma Editorial).
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