Cerco al capitalismo de robots
La propuesta de Bill Gates de gravar con una tasa a los due?os de robots por los empleos que destruyan alimenta el debate global
Beno?t Hamon no est¨¢ solo. La propuesta del socialista franc¨¦s de gravar los robots con un impuesto que compense los puestos de trabajo que destruyan las m¨¢quinas inteligentes se debate en las ¨²ltimas semanas con intensidad. Y la culpa del renovado alboroto la tiene en parte Bill Gates. El fundador de Microsoft se ha subido al carro de la robotasa, que hasta ahora parec¨ªa territorio exclusivo de socialistas y sindicalistas. Dice Gates que le preocupa la acumulaci¨®n de riqueza que se prev¨¦ vendr¨¢ de la mano de la revoluci¨®n rob¨®tica. Su intervenci¨®n puede que sea m¨¢s o menos acertada, pero lo interesante es que ha abierto la veda a explorar el universo fiscal que se avecina.
Es cierto que hace ya tiempo que las predicciones hablan de un avance m¨¢s o menos imparable de robots. De que conquistar¨¢n f¨¢bricas y oficinas desplazando a su paso a humanos con derecho a vacaciones, bajas por enfermedad y huelgas. El World Economic Forum, por ejemplo, cifra en cinco millones la p¨¦rdida de empleos en 15 pa¨ªses para 2020. Tambi¨¦n es cierto que, a su vez, deber¨¢n crearse cientos de miles de puestos de trabajo (850.000 en la UE, seg¨²n la Euroc¨¢mara) para acompa?ar la revoluci¨®n digital. Aun as¨ª, no hay duda de que el impacto ser¨¢ tremendo.
Las predicciones agoreras no son nuevas. La novedad radica en el encaje econ¨®mico que tendr¨¢n estos trabajadores mecanizados en un ecosistema laboral antropoc¨¦ntrico. Y sobre todo qu¨¦ efecto tendr¨¢ en la distribuci¨®n de la riqueza. Y, en concreto, si, como defienden algunos, los propietarios de los robots deben pagar una tasa que sirva para poner en pie una renta b¨¢sica a la finlandesa.
Gates lo ha defendido as¨ª: ¡°Ahora mismo, el trabajador humano que cobra 50.000 d¨®lares en una f¨¢brica paga un impuesto por su rendimiento del trabajo, paga a la Seguridad Social y todas esas cosas. Si un robot viene y hace lo mismo, cabr¨ªa pensar que gravar¨ªamos igual al robot¡±. El multimillonario de la inform¨¢tica parte de la premisa de que la robotizaci¨®n nos va a hacer m¨¢s ricos porque va a permitir que la productividad se dispare. Asume, aurdem¨¢s, que los desmesados ingresos no se distribuir¨¢n de forma equitativa y por lo tanto ser¨¢n los Gobiernos los que estar¨¢n obligados a echar mano de la fiscalidad para redistribuir, aunque sea solo en parte, los frutos del progreso tecnol¨®gico. Los due?os de las m¨¢quinas, piensa, ser¨¢n cada vez m¨¢s ricos y los trabajadores a su vez m¨¢s pobres, seg¨²n explic¨® a Quartz.
Si el empresariado paga impuestos por sus empleados humanos, deber¨ªa hacerlo por las m¨¢quinas, sostiene el fundador de Microsoft
La tesis de Gates cuenta con algunos adeptos y con una legi¨®n de detractores. Sorprendentemente, el diario brit¨¢nico Financial Times es uno de los que le han dado parcialmente la raz¨®n en un editorial. Por un lado, el peri¨®dico argumenta que no hay m¨¢s fundamento para tasar a un robot que a una hoja Excel, una tostadora o cualquier otro aparato que facilite la vida a los humanos. Pero, por otro, s¨ª considera fundada la preocupaci¨®n de Gates en torno a la velocidad con la que la automatizaci¨®n puede destruir empleos y sobre c¨®mo se va a distribuir el man¨¢ de una productividad alimentada por incansables robots.
Los detractores de esta tasa argumentan que penalizar fiscalmente la robotizaci¨®n equivaldr¨ªa a desincentivar la innovaci¨®n y, por tanto, el progreso. Gates cuenta con que una tasa podr¨ªa ralentizar el salto tecnol¨®gico, pero piensa que podr¨ªa ser positivo incluso si eso permite ganar tiempo a los mercados laborales para adaptarse a los nuevos tiempos.
Yanis Varoufakis, el heterodoxo exministro de finanzas griego, cree que el magnate y fil¨¢ntropo se equivoca porque, entre otras cuestiones, piensa que resultar¨ªa muy dif¨ªcil calcular la robotasa y se pregunta si deber¨ªa estar sujeta, por ejemplo, a los vaivenes salariales. ¡°?Por qu¨¦ hacer la vida en el capitalismo m¨¢s complicada de lo que ya es? Hay una alternativa a la tasa de robots f¨¢cil de implementar y de justificar: una renta b¨¢sica financiada con los dividendos del capital¡±, termina Varoufakis en un art¨ªculo publicado recientemente en varios medios internacionales.
Una renta b¨¢sica es precisamente una de las cuestiones que invitaba a explorar el informe del Parlamento Europeo que redact¨® la socialista luxemburguesa Mady Delvaux y que fue sometido a votaci¨®n en Estrasburgo el mes pasado. El informe es muy interesante y plantea dilemas jur¨ªdicos acuciantes como qui¨¦n tiene la responsabilidad ¨²ltima de los da?os causados por un robot en caso de accidente o sobre la protecci¨®n de los datos que acumulan las m¨¢quinas.
Dos p¨¢rrafos se eliminaron en el texto final: uno en el que se recomendaba ¡°estudiar la posibilidad de someter al pago de impuestos el trabajo ejecutado por robots o exigir un gravamen por el uso y mantenimiento de cada robot, a fin de mantener la cohesi¨®n social y la prosperidad¡±; el segundo p¨¢rrafo retirado animaba a analizar ¡°una posible introducci¨®n de una renta b¨¢sica m¨ªnima¡±.
El eurodiputado socialista Sergio Guti¨¦rrez Prieto explicaba en los pasillos de Estrasburgo por qu¨¦ la Euroc¨¢mara se ha sumado al debate de la robotasa: ¡°Necesitamos reglas claras para establecer relaciones laborales y modelos de transici¨®n que compensen a los trabajadores que pierden sus puestos con la reconversi¨®n digital, especialmente los menos cualificados¡±. ¡°La nueva fiscalidad tiene que mirar al mundo digital y adaptarse a la nueva realidad socioecon¨®mica¡±, defend¨ªa.
Lawrence Summers, secretario del Tesoro con Bill Clinton, antiguo asesor de Barack Obama, catedr¨¢tico y presidente em¨¦rito de Harvard, se ha sumado al coro de esc¨¦pticos. ¡°?Por qu¨¦ crear un impuesto que reduzca el tama?o del pastel en lugar de asegurarnos de que el gran pastel se distribuye de forma equitativa?¡±, se pregunta. Summers ha defendido recientemente en The Washington Post recetas alternativas como reformas educativas y de formaci¨®n profesional, subsidios a grupos con problemas espec¨ªficos de desempleo o inversiones en infraestructuras.
The Economist ha repasado tambi¨¦n en las ¨²ltimas semanas f¨®rmulas alternativas a la fiscalidad rob¨®tica, entre ellas la lucha contra los para¨ªsos fiscales, un impuesto sobre la tierra y uno progresivo sobre la riqueza. La regulaci¨®n e incluso la partici¨®n de los monopolios digitales es otra de las medidas que el rotativo considera deseables para evitar el incremento de la desigualdad en ciernes.
Pero si en algo coinciden detractores y defensores de la robotasa es en que los Gobiernos deben actuar, en que el laissez faire ya no parece una opci¨®n ante el boom de productividad y rentabilidad que augura la robotizaci¨®n. El debate se ha vuelto adem¨¢s especialmente relevante en un momento en el que la clase pol¨ªtica se ha dado cuenta de que los da?os colaterales y sociales de los cambios tecnol¨®gicos e industriales acaban pasando factura pol¨ªtica y engordando las urnas populistas.
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