Menos ¡®conspiranoia¡¯ y m¨¢s tecnolog¨ªa
Afirmar que las grandes del sector buscan subyugar a la humanidad ya resulta cansino. Con m¨¢s Bezos, Gates, Pages y Zuckerbergs, el mundo ser¨ªa un lugar mejor
Seg¨²n el gran ingeniero inform¨¢tico norteamericano Alan Kay, ¡°tecnolog¨ªa es cualquier cosa que no exist¨ªa cuando nacimos¡±. Kay, autor tambi¨¦n de otra frase tan inspiradora como ¡°la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo¡±, no es persona para ser tomada a la ligera: sus trabajos pioneros en programaci¨®n orientada a objetos o en interfaces gr¨¢ficas de usuario fueron claves precisamente a la hora de definir el futuro que hoy conocemos.
Otro mito, el inventor, escritor y futur¨®logo brit¨¢nico Arthur C. Clarke, pronunci¨® en su momento otra frase lapidaria y brutalmente cierta: ¡°Cualquier tecnolog¨ªa suficientemente avanzada es indistinguible de la magia¡±. Creo que son frases que explican claramente la cr¨ªtica que escuchamos cuando hablamos de tecnolog¨ªa o empresas tecnol¨®gicas: personas incapaces de entenderla y racionalizarla, que la ven como algo similar a la magia, e imaginan a sus protagonistas en un sill¨®n de orejas con una sonrisa maliciosa y acariciando a un gato.
En 27 a?os como profesor y 14 como afectado por alg¨²n trastorno obsesivo-compulsivo que me lleva a escribir todos los d¨ªas sobre tecnolog¨ªa e innovaci¨®n, he tenido la oportunidad de conocer muchas empresas tecnol¨®gicas y a sus fundadores. He saludado e intercambiado algunas frases con personas como Bill Gates, Larry Page, Sergey Brin, Mark Zuckerberg, Steve Wozniak y muchos otros... y, sinceramente, ninguno me pareci¨® tener un perfil de psic¨®pata malvado obsesionado con la dominaci¨®n mundial. En general, me parecieron personas con vocaci¨®n por cambiar el mundo en positivo y por solucionar problemas fundamentales. Pude percibir claramente una sinceridad muy alejada de la que se desprende de esas frases habituales de las memorias corporativas de compa?¨ªas de otro tipo. La tecnolog¨ªa es un ¨¢mbito en el que predominan de forma muy marcada los idealistas.
?Debemos considerar a Microsoft culpable por la r¨¢pida expansi¨®n del ¨²ltimo virus, WannaCry? Indudablemente tiene una responsabilidad en ello: podr¨ªa, cuando conoci¨® la vulnerabilidad, haberla considerado suficientemente cr¨ªtica para, como hizo posteriormente, distribuirla a todos sus usuarios y no solo a aquellos que pagan por el mantenimiento de sus sistemas. Que Brad Smith, presidente de la compa?¨ªa, reclame un consenso internacional que evite que los Gobiernos coleccionen vulnerabilidades para utilizarlas en tareas de espionaje tiene todo el sentido del mundo, porque si algo nos demuestra WannaCry, adem¨¢s de que muchos usuarios son habitualmente unos inconscientes, es que la cuesti¨®n se ha convertido en muy importante y que las agencias gubernamentales son muy poco de fiar.
Pero sobre todo refleja que una compa?¨ªa que durante 14 a?os estuvo dirigida por el que fue seguramente uno de los peores directivos del mundo tiene ahora la intenci¨®n de cambiar mucho su forma de hacer las cosas y reclama para ello un entorno diferente. Propone realmente la aplicaci¨®n de las mismas reglas que utilizan en otros ¨¢mbitos. Si algo no veo son conspiraciones, fantasmas o planes de dominaci¨®n mundial. Esas, las llamadas non-market strategies, suelen venir precisamente de quienes intentan evitar que las cosas evolucionen. En las tecnol¨®gicas, generalmente, encuentro inter¨¦s por hacer las cosas mejor. Y de paso, como toda empresa, ganar dinero.
Ninguna industria ha contribuido tanto a nuestro presente y futuro como la de la tecnolog¨ªa. Much¨ªsimas de las cosas que hoy nos parecen parte de la vida cotidiana las tenemos gracias a la industria tecnol¨®gica: c¨®mo trabajamos, c¨®mo nos relacionamos o, en general, c¨®mo vivimos. La tecnolog¨ªa ha acelerado tantas cosas que cualquier familiar nuestro de hace pocas generaciones habr¨ªa tenido que encadenar varias vidas para ver los cambios que nosotros hemos experimentado. Pero es precisamente ese componente de disrupci¨®n, de redefinici¨®n de todo lo redefinible, lo que hace que algunos la vean como algo que inspira temor, como la magia, y a sus l¨ªderes, como a esos brujos de la tribu cuyas acciones nos daban miedo.
Las empresas tecnol¨®gicas suelen estar sometidas a un nivel de escrutinio y transparencia superior al que tienen otras m¨¢s tradicionales. Nunca debemos renunciar a mantener un cierto nivel de control y exigencia sobre las actividades de toda compa?¨ªa, tecnol¨®gica o no, pero de ah¨ª a ponerlas bajo la lupa y afirmar de manera cansina que buscan subyugar a la humanidad va una gran distancia. Estoy plenamente convencido de que con m¨¢s personas como Bezos, Brin, Cook, Gates, Nadella, Page, Zuckerberg y otros, y con m¨¢s compa?¨ªas como las suyas, tendr¨ªamos un mundo mejor, no peor, y hasta fantaseo con la posibilidad de que los l¨ªderes mundiales del futuro tengan visiones como las suyas. La conspiranoia cansa. M¨¢s tecnolog¨ªa, por favor.
Enrique Dans es profesor de Innovaci¨®n en IE Business School desde el a?o 1990.
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