?El empleado bi¨®nico?
Una empresa ha empezado a implantar chips debajo de la piel de sus trabajadores para identificarlos y reabre el debate sobre la privacidad en la era digital
La misma tecnolog¨ªa que se usa para pagar con el m¨®vil puede abrir la puerta del garaje de casa, activar la m¨²sica o encender la luz. Hace tiempo que Sony emplea esta t¨¦cnica en las presentaciones de sus tel¨¦fonos. Una demostraci¨®n de c¨®mo el chip NFC (near field communication, comunicaci¨®n por proximidad) puede activar ¨®rdenes sencillas. El chip, con su respectivo sensor emisor y receptor, siempre va dentro del aparato, ya sea un m¨®vil o un reloj inteligente. Al acercarse al terminal de pago, una puerta, el interruptor o el sitio donde se encuentre el sensor programado para recibir la orden, ejecuta una acci¨®n.
Esta semana, 50 de los 80 empleados de The Square Market, una empresa tecnol¨®gica de Wisconsin, se han sumado al experimento de colocarse un chip de este tipo bajo la piel para moverse en su entorno de trabajo sin poner una clave, sin sacar una tarjeta de identificaci¨®n, sin llaves¡ Escondido entre el pulgar y el ¨ªndice de la mano llevan un peque?o trozo de ingenier¨ªa del tama?o de un grano de arroz. El programa ¡ªrealizado en asociaci¨®n con la empresa fabricante del chip, la sueca Biohax International¡ª es el primero que se pone a prueba en EE UU. La FDA, organismo que regula medicamentos y aparatos m¨¦dicos, lo aprob¨® en 2004, pero nadie hab¨ªa dado el paso. En Europa ya se utiliza desde hace unos meses en la firma sueca Epicenter.
?Con este chip nos controlar¨¢n m¨¢s? Depende. Si quisieran las empresas ya podr¨ªan ejercer este control sin necesidad de traspasar la piel. Con los sofisticados sistemas de c¨¢maras y software de reconocimiento facial se puede tener un patr¨®n bastante claro del recorrido de un empleado y saber si un d¨ªa se sale de la norma. Tambi¨¦n existen los beacons, unos sensores diminutos que act¨²an como un faro emitiendo se?ales, y comunic¨¢ndose con diferentes aparatos. Est¨¢n instalados en centros comerciales ¡ªpara enviar ofertas a los clientes potenciales¡ª, en las m¨¢quinas expendedoras de bebidas y en las paradas de autob¨²s de la zona financiera de San Francisco.
Google ya lo usa, sin traspasar la piel. Tanto en su sede como en sus conferencias. Hace dos a?os, al t¨¦rmino del evento en el que present¨® sus l¨ªneas de futuro, la empresa comparti¨® datos generales de comportamiento de los asistentes durante los tres d¨ªas que hab¨ªa durado el encuentro. Se pudo saber cu¨¢nta comida se hab¨ªa consumido, la cantidad de visitas al ba?o, la media de pasos y escaleras subidas de manera colectiva, por pa¨ªses, edades y sexo. Y s¨ª, tambi¨¦n mostraban las estad¨ªsticas personales, pero solo a cada uno. Al apuntarse al evento, adem¨¢s de pagar 1.500 d¨®lares, se daba consentimiento para el an¨¢lisis de datos de movimiento por el recinto.
?Tomar¨¢n este ejemplo del chip m¨¢s empresas? No es f¨¢cil. Adem¨¢s de permisos adicionales, es caro y hace falta un chip con su correspondiente implantaci¨®n. ?Para qu¨¦ incrustar nada cuando ya se lleva de serie una cara, dos ojos y huellas dactilares? No es casualidad que los bancos comiencen a utilizar los selfies como f¨®rmula de verificaci¨®n del due?o de una cuenta desde el m¨®vil. O que el pr¨®ximo iPhone vaya a desbloquearse cuando sepa que tiene delante a su leg¨ªtimo propietario.
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