En el epicentro del pulso entre EE UU y China por el liderazgo tecnol¨®gico
EL PA?S entra en la sede del grupo chino Huawei en medio de las acusaciones de espionaje de Estados Unidos
En un peque?o lago artificial de la sede del grupo chino Huawei viven varias familias de cisnes negros. La presencia de este animal, que en la jerga corporativa se usa para definir un hecho inesperado que tiene un gran impacto sobre una empresa, ilustra casi a la perfecci¨®n la situaci¨®n actual de la compa?¨ªa. Huawei vende y gana m¨¢s dinero que nunca, pero el grupo est¨¢ inmerso en una tormenta sin precedentes al haberse convertido en el principal campo de batalla entre China y Estados Unidos por el liderazgo tecnol¨®gico global. En los centros de trabajo de Shenzhen, la ciudad del sur de China donde unas 40.000 personas forman el n¨²cleo de este gigante tecnol¨®gico, nada parece indicar que la empresa vive uno de los momentos m¨¢s complicados de sus algo m¨¢s de 30 a?os de historia. O casi nada, porque en los detalles est¨¢ la diferencia.
Dos grandes asuntos han sacudido los cimientos de la empresa recientemente. El primero, las sospechas vertidas por Estados Unidos de que la compa?¨ªa usa sus equipos de telecomunicaciones para ayudar al Gobierno chino a espiar. Washington ¨Cque nunca ha presentado pruebas sobre la existencia de estas llamadas puertas traseras¨C ha emprendido una campa?a para que pa¨ªses aliados extremen sus precauciones sobre Huawei en un momento clave para el despliegue comercial de la tecnolog¨ªa 5G, que permitir¨¢ conectarlo pr¨¢cticamente todo y convertirlo en inteligente, de oleoductos a trenes pasando por quir¨®fanos o coches aut¨®nomos.
Huawei, primer fabricante de equipos de telecomunicaciones del mundo y ganador de la mayor¨ªa de contratos 5G, es consciente de lo que se juega en esta batalla que afecta a su reputaci¨®n. Este periodista fue invitado por la empresa a visitar su campus coincidiendo con la presentaci¨®n de los resultados del grupo. La compa?¨ªa ha multiplicado la aparici¨®n de sus altos ejecutivos ante las c¨¢maras y abierto las puertas a nuevas zonas de sus instalaciones a decenas de informadores en los ¨²ltimos meses, en el marco de una ofensiva de relaciones p¨²blicas para contraatacar la batalla propagand¨ªstica que llega desde Estados Unidos, que preocupa por sus efectos entre la opini¨®n p¨²blica y la clientela.
¡°Hay un mecanismo en Huawei que impide que alguien instale puertas traseras en nuestros productos¡±. ¡°Nuestros est¨¢ndares de seguridad son m¨¢s altos que los de la media de la industria¡±. ¡°El Gobierno chino nunca nos ha pedido que espiemos para ellos y Huawei nunca aceptar¨ªa eso¡±. ¡°Las acusaciones de Estados Unidos son simplemente una forma de echar agua sucia sobre nosotros sin fundamento alguno¡±. Son todas afirmaciones de Wang Jin, director del Laboratorio de Ciberseguridad de la compa?¨ªa, una unidad formada por 137 personas, independiente de cualquier otra divisi¨®n de la empresa, que tiene capacidad de vetar el lanzamiento de productos si considera que tienen riesgos de seguridad. Se ha ejercido este derecho, dice, en hasta 76 ocasiones en los ¨²ltimos seis a?os. En sus as¨¦pticas oficinas reina el silencio absoluto, y los empleados son instados a cerrar moment¨¢neamente sus pantallas mientras la comitiva de periodistas visita la sala. En el mismo edificio, los clientes de Huawei pueden probar los productos por s¨ª mismos en otras salas y tienen acceso a los c¨®digos fuente de estos equipos.
Huawei tiene su sede en Shenzhen, la ciudad china que se ha convertido en paradigma del auge tecnol¨®gico del pa¨ªs. Son 1,7 kil¨®metros cuadrados de edificios bajos, con muchas zonas verdes y una fuerza laboral joven. Hay instalaciones gratuitas para que los empleados practiquen deportes (gimnasio, piscina, pistas de baloncesto y b¨¢dminton, entre otras), numerosos restaurantes e incluso una cl¨ªnica. Algunas de las calles contiguas al complejo llevan nombres de cient¨ªficos famosos como el de Graham Bell o Marie Curie, algo muy excepcional en un pa¨ªs donde los mapas est¨¢n libres de nombres propios.
Esta zona, sin embargo, se ha quedado peque?a para una empresa que factura m¨¢s de 95.000 millones de euros anuales y prepara la en¨¦sima oleada de contrataciones. A unos 40 kil¨®metros y junto a una de sus mayores f¨¢bricas, Huawei inaugur¨® hace medio a?o un nuevo campus en la ciudad de Dongguan. El sitio ocupa 120 hect¨¢reas y se divide en 12 ¡°pueblos¡± que se inspiran en la arquitectura de varias ciudades europeas, entre ellas Oxford, Granada, Bolonia, Par¨ªs, Friburgo o Brujas. Todas ellas est¨¢n comunicadas a trav¨¦s de un tranv¨ªa. Hay lagos, r¨ªos, fuentes, restaurantes internacionales y jardines perfectamente conservados. All¨ª trabajan ya 20.000 personas, la mayor¨ªa en tareas de investigaci¨®n y desarrollo. A 20 minutos est¨¢n las l¨ªneas de producci¨®n, de las que salen unos 90.000 tel¨¦fonos m¨®viles al d¨ªa. ¡°Cada d¨ªa, producimos los mejores m¨®viles de todo el mundo¡±, reza una de las pancartas en el sitio.
Cuesta encontrar en alguna de estas instalaciones una referencia clara al segundo gran asunto que ha llevado a Huawei a copar los titulares de medio mundo. Se trata del arresto a principios de diciembre de Meng Wanzhou, en Canad¨¢, a petici¨®n de Estados Unidos. La vicepresidenta del grupo es la hija de Ren Zhengfei, el fundador de este gigante tecnol¨®gico, y Estados Unidos la acusa de haber creado un entramado empresarial para vender equipos de telecomunicaciones a Ir¨¢n y eludir el embargo econ¨®mico sobre el pa¨ªs.
Sin embargo, en las cafeter¨ªas de los campus, las bebidas para llevar se sirven en un vaso en el que hay dibujado un faro que apunta al oc¨¦ano y que gu¨ªa a un peque?o barco. Arriba, en mandar¨ªn, el texto reza lo siguiente: ¡°El faro est¨¢ esperando un pronto regreso del barco tard¨ªo¡±. El faro es, desde hace a?os, uno de los emblemas con los que la empresa se identifica. Y barco tard¨ªo es la traducci¨®n literal de Wanzhou, el nombre de la alta ejecutiva que sigue en Canad¨¢ a la espera de su extradici¨®n a Estados Unidos.
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