Estas vacaciones pruebe a desconectar del m¨®vil, pero no espere que le cambie la vida
En los per¨ªodos de descanso, muchos se proponen darle un respiro al 'smartphone', pero hay quien compara estas intenciones con las dietas d¨¦tox, que no funcionan
Si le esperan unos d¨ªas de vacaciones por delante, probablemente tenga en mente una lista de cosas que le gustar¨ªa hacer. Dormir m¨¢s, viajar, leer, hacer planes y puede que tambi¨¦n se haya propuesto utilizar menos las redes sociales. No es el ¨²nico.
Seg¨²n una encuesta realizada en Reino Unido en 2017 (The UK Gadget Habit Report), en vacaciones los brit¨¢nicos utilizaron un 38 % m¨¢s sus dispositivos tecnol¨®gicos respecto a su rutina diaria. Tan solo uno de cada diez dijo haber conseguido desconectar por completo de estas tecnolog¨ªas en sus d¨ªas de descanso.
Para satisfacer este deseo, cada vez hay m¨¢s opciones tur¨ªsticas que ofrecen una desconexi¨®n digital total mientras est¨¢n de vacaciones. Pero, ?realmente es efectivo? Al ser un ¨¢rea de investigaci¨®n muy reciente, con pocos estudios al respecto, no es posible establecer conclusiones s¨®lidas sobre los efectos de esta desconexi¨®n tecnol¨®gica.
Sin embargo, podemos analizar alguna de las investigaciones realizadas hasta el momento. Un estudio llevado a cabo por investigadores de Reino Unido y Nueva Zelanda midi¨® c¨®mo se sent¨ªan 24 participantes de entre 20 y 50 a?os que hab¨ªan viajado por diferentes pa¨ªses y que desconectaron de sus dispositivos tecnol¨®gicos durante, al menos, 24 horas.
Cada vez hay m¨¢s opciones tur¨ªsticas que ofrecen una desconexi¨®n digital total mientras se est¨¢ de vacaciones
Seg¨²n los autores, las personas con un mayor uso previo de la tecnolog¨ªa experimentaron mayor ansiedad, frustraci¨®n y confusi¨®n al dejar de usarla, pero se les pas¨® en el curso de un d¨ªa.
¡°A la mayor¨ªa de los turistas les lleva menos de 24 horas superar la primera etapa y empezar a disfrutar de la experiencia libre de tecnolog¨ªa. Entonces se sienten m¨¢s comprometidos con los entornos que les rodean, conectan m¨¢s con los lugare?os y pasan m¨¢s tiempo de valor con sus compa?eros¡±, explica a SINC Wenjei Cai, investigador de la Escuela de Negocios de la Universidad de Greenwich (Reino Unido) y autor principal del estudio, que se publica en Journal of Travel Research.
No es una adicci¨®n
Aunque la investigaci¨®n cita varias veces el concepto de ¡®abstinencia¡¯ para explicar los s¨ªntomas que experimentaron los participantes, lo cierto es que no estamos hablando de una adicci¨®n. Las autoridades de salud mental de referencia no han clasificado el uso excesivo de internet, del m¨®vil o de las redes sociales como tal.
En la ¨²ltima revisi¨®n de la Clasificaci¨®n Estad¨ªstica Internacional de Enfermedades (CIE-11), los expertos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) lo que s¨ª incluyeron fue el trastorno por uso de videojuegos dentro de los trastornos debido a comportamientos adictivos ¨Cque incluyen tambi¨¦n los juegos de apuestas¨C.
Este trastorno engloba tanto videojuegos utilizados a trav¨¦s de internet como sin conexi¨®n a la red. Tal y como se detalla en su definici¨®n, en este caso ¡°el patr¨®n de comportamiento es lo suficientemente grave como para dar lugar a un deterioro significativo a nivel personal, familiar, social, educativo, ocupacional o en otras ¨¢reas importantes de funcionamiento¡±.
Con la mal llamada ¡®adicci¨®n¡¯ al m¨®vil o a las redes sociales no estar¨ªamos ante un cuadro similar y por eso los expertos recomiendan hablar de uso excesivo o abuso. ¡°El concepto de adicci¨®n a internet es muy poco espec¨ªfico porque internet no es una conducta, es un medio a trav¨¦s del cual hacemos much¨ªsimas cosas. Suponer de entrada que todo eso puede ser potencialmente adictivo es bastante dudoso¡±, puntualiza a SINC Eparquio Delgado, psic¨®logo del Centro Rayuela y divulgador cient¨ªfico.
El especialista cree desde algunos c¨ªrculos y gracias al impulso de los medios de comunicaci¨®n se est¨¢ creando una alarma que no es tal. En su caso concreto, entre los m¨¢s de 1.500 casos que tratan en la cl¨ªnica, ning¨²n paciente se ha quejado de tener ¡®adicci¨®n¡¯ al m¨®vil. Algunos pacientes lo que comentan es que est¨¢n usando el m¨®vil m¨¢s de lo que les gustar¨ªa, pero son conscientes de ello, como por ejemplo cuando ahora usan los dispositivos para ver v¨ªdeos de YouTube en lugar de mirar la televisi¨®n como hac¨ªan antes.
¡°La gente que le¨ªa no ha dejado de hacerlo, ni tampoco ha dejado de salir con los ni?os al parque si antes lo hac¨ªa¡±, resalta el psic¨®logo. En su caso concreto, el pasado verano, coincidiendo con las vacaciones, decidi¨® desconectar de las redes sociales durante cinco semanas. Lo hizo porque prefer¨ªa dedicar ese tiempo a otras cosas, como estar con su hija o leer. Y al hacerlo no pas¨® nada, ni s¨ªndrome de abstinencia ni nada parecido. Simplemente se acordaba de ese h¨¢bito y cuando pensaba en compartir algo, no lo hac¨ªa porque hab¨ªa dejado de hacerlo.
Del amor al desamor digital
Al terminar las vacaciones, volvi¨® a las redes pero de forma mucho m¨¢s suave. ¡°Ahora publico mucho menos y le dedico much¨ªsimo menos tiempo porque me he dado cuenta de que el h¨¢bito de estar en las redes me estaba llevando m¨¢s tiempo del que realmente me apetec¨ªa¡±, cuenta Delgado.
Durante el Congreso de Comunicaci¨®n Social de la Ciencia, celebrado el pasado mes de octubre en Burgos, se habl¨® del uso de las redes sociales. El periodista Michele Catanzaro destacaba que, tras el enamoramiento inicial, tambi¨¦n estaba atravesando una etapa de un cierto distanciamiento hacia ellas.
Cuando se abusa de estas tecnolog¨ªas, disminuye la actividad f¨ªsica, se restringen las relaciones cara a cara y hay una competici¨®n con los estudios o el trabajo
¡°Un cuarto de hora leyendo un art¨ªculo sobre las elecciones en Portugal me da much¨ªsima m¨¢s informaci¨®n que un cuarto de hora dedicado a mirarme tuits sobre las elecciones, que lo que me generan es mucha crispaci¨®n e ideas muy polarizadas que no s¨¦ si son verdad o no¡±, se?alaba en la mesa redonda en la que particip¨®.
Otra periodista que se ha distanciado de las redes es Mar Cabra, ganadora del premio Pulitzer dentro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n por los Papeles de Panam¨¢. Cabra, que dej¨® su trabajo hace dos a?os y se ha retirado a vivir a Almer¨ªa, contaba en el podcast Hotel Jorge Juan de Vanity Fair que, pese al ¨¦xito vivido y que reflejaban las redes sociales, sent¨ªa un gran vac¨ªo.
¡°A pesar de tener tantos amigos, f¨ªsicos y en redes sociales, me sent¨ªa muy sola¡±, confesaba. Actualmente tiene desactivado el correo electr¨®nico de su m¨®vil y tambi¨¦n la aplicaci¨®n de Facebook. En Twitter ha desactivado las notificaciones y se siente mejor.
Problemas por exceso y por defecto
Numerosas investigaciones han analizado c¨®mo afecta el abuso (que no el uso) de las redes sociales a la salud mental, especialmente en los m¨¢s j¨®venes. Los principales problemas estar¨ªan ligados con casos de ansiedad, depresi¨®n, trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico, trastorno por d¨¦ficit de atenci¨®n e hiperactividad y problemas de autoestima. Tambi¨¦n con un mayor consumo de alcohol y con peores resultados acad¨¦micos.
Eduardo J. Pedrero, asesor t¨¦cnico en la Unidad T¨¦cnica de Formaci¨®n e Investigaci¨®n de Madrid Salud, ¨Cun organismo del Ayuntamiento de Madrid que gestiona las pol¨ªticas municipales de salud p¨²blica y drogodependencias¨C, destaca lo que se deja de hacer cuando se abusa de estas tecnolog¨ªas. ¡°Disminuye la actividad f¨ªsica, se restringen las relaciones cara a cara, hay una competici¨®n temporal con los estudios o la actividad laboral y las personas se refugian en un mundo virtual, renunciando a una realidad m¨¢s compleja¡±, enumera a SINC.
Adem¨¢s, seg¨²n el experto, tambi¨¦n se agravar¨ªa el problema que favoreci¨® el abuso. Por ejemplo, si alguien con tendencia a la depresi¨®n usa en exceso el m¨®vil y sus aplicaciones ¡°puede proteger su autoestima de las amenazas del mundo real en un primer momento, pero probablemente va a agravar los s¨ªntomas depresivos cuando se incremente el aislamiento¡±, sostiene.
Eso en cuanto a las personas que tienen un uso problem¨¢tico de las tecnolog¨ªas pero, ?qu¨¦ hay de las que, teni¨¦ndolas, no las utilizan? Es lo que se preguntaron Pedrero y un equipo de investigadores, que quer¨ªan averiguar si estas personas gozaban de una mejor salud mental que sus polos opuestos. Nada m¨¢s lejos de la realidad.
En una muestra de 6.820 personas de entre 15 y 65 a?os que viv¨ªan en Madrid, el 7,5 % declar¨® que no usaba su smartphone con regularidad. En comparaci¨®n con quienes s¨ª lo usaban con frecuencia, estos usuarios ten¨ªan una edad media m¨¢s alta, eran m¨¢s hombres que mujeres, resid¨ªan en distritos menos desarrollados, con un menor nivel de ingresos y un nivel educativo m¨¢s bajo. En cuanto a su salud, mostraron peores indicadores de salud mental, una calidad de vida m¨¢s baja, mayor sedentarismo, tendencia al sobrepeso y un mayor sentimiento de soledad.
¡°Puede ser tan problem¨¢tico que se dediquen muchas horas a usar el m¨®vil como que la persona se sit¨²e al margen de un comportamiento generalizado que facilite sus relaciones sociales o su adquisici¨®n de informaci¨®n, entre otras cuestiones¡±, aduce Pedrero. ¡°Y as¨ª parece ser seg¨²n los resultados de nuestro estudio¡±, a?ade.
La rehumanizaci¨®n de los gur¨²s
En Silicon Valley, el coraz¨®n de las grandes tecnol¨®gicas, algunos de los gur¨²s que trabajaron para estas empresas han marcado distancia y hoy alertan de los peligros potenciales de los productos desarrollados. Es el caso de Tristan Harris, que trabaj¨® como experto en ¨¦tica para Google y que hoy lidera el Centro para una Tecnolog¨ªa Humana, una organizaci¨®n independiente sin ¨¢nimo de lucro formada por exejecutivos de las tecnol¨®gicas y diferentes expertos en humanidades, filosof¨ªa o educaci¨®n.
Su objetivo es impulsar un cambio integral hacia una tecnolog¨ªa m¨¢s humana, cambiando la forma en la que los tecn¨®logos conciben su trabajo y en c¨®mo dise?an los productos. Nir Eyal ha asesorado a la industria tecnol¨®gica y conoce bien los recursos que utilizan para que nos enganchemos a las redes.
Los expertos recomiendan hablar de uso excesivo o abuso del m¨®vil y las redes sociales, pero no de una adicci¨®n
En conversaci¨®n con SINC, Eyal cuenta qu¨¦ hace para gestionar su tiempo. ¡°Decido el tiempo que voy a dedicarle a la tecnolog¨ªa y no permito que me distraiga de lo que quiero hacer porque tengo un espacio en mi horario donde planifico usarla¡±, afirma.
Aunque admite que antes se distra¨ªa mucho, al escribir el libro Indistractable (2019) su gesti¨®n del tiempo cambi¨®. ¡°En mi horario tengo espacios para usar Facebook, Instagram, WhatsApp, Slack¡¡±, indica.
Sobre la posibilidad de abandonar por completo las redes para que no nos quiten tiempo de otras cosas m¨¢s importantes, Eyal no es partidario de hacerlo y lo compara con la inutilidad de las dietas d¨¦tox, ¡°que no funcionan¡±. Lo que propone es averiguar las cuestiones que subyacen a este comportamiento, es decir, ir a la causa, a por qu¨¦ nos distraemos, sin que haga falta una desconexi¨®n total. Y eso se aplicar¨ªa en vacaciones y en el d¨ªa a d¨ªa habitual.
La desconexi¨®n digital, reconocida por ley
En 2018, Espa?a se convert¨ªa en el tercer pa¨ªs de Europa ¨Ctras Francia y B¨¦lgica¨C en regular por ley el derecho de los trabajadores a no ser molestados a trav¨¦s de dispositivos tecnol¨®gicos por cuestiones de trabajo fuera de la jornada laboral.
En concreto, el art¨ªculo 88 de la Ley Org¨¢nica de Protecci¨®n de Datos Personales y Garant¨ªa de los Derechos Digitales establece lo siguiente: "Los trabajadores y los empleados p¨²blicos tendr¨¢n derecho a la desconexi¨®n digital a fin de garantizar, fuera del tiempo de trabajo legal o convencionalmente establecido, el respeto de su tiempo de descanso, permisos y vacaciones, as¨ª como de su intimidad personal y familiar".
En la ciudad de Nueva York (EEUU) se est¨¢ debatiendo implantar algo parecido. "Para ser honestos, creo que suena bien en la teor¨ªa pero quiz¨¢s no tanto en la pr¨¢ctica", alega Nir Eyal. En su opini¨®n, si el trabajador y su superior est¨¢n de acuerdo en hacerlo y delimitan unas horas, no tendr¨ªa por qu¨¦ ser negativo. "Lo que es distinto son las empresas cuyos empleados trabajan 40 horas y luego suman otras 20 o 30 horas m¨¢s despu¨¦s del trabajo. Eso no es justo", recalca.
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