¡°Se lo com¨ªa todo o de repente dejaba de comer. Instagram minaba su moral¡±
Una madre relata c¨®mo el mal uso de la tecnolog¨ªa de dos de sus hijos hundi¨® su relaci¨®n familiar y c¨®mo la recompuso asistiendo a terapia
Un d¨ªa, casi sin darse cuenta, Nayibe, de 44 a?os, se encontr¨® con que sus hijos adolescentes se hab¨ªan convertido en dos desconocidos con los que discut¨ªa a diario. Su hija de 15 a?os pasaba las horas muertas viendo stories en Instagram y esperando su dosis de likes. ¡°Su obsesi¨®n era mirar las fotos de los dem¨¢s. Hicieran lo que hicieran las personas a las que segu¨ªa, ella envidiaba no estar haciendo lo mismo¡±, explica por tel¨¦fono desde C¨¢diz, donde vive la familia. Su hijo, de 17 a?os, no se separaba de la videoconsola. ¡°Al principio, detectamos que cuando terminaba de jugar se pon¨ªa un poco nervioso. Y fue a peor¡±, cuenta Nayibe, que prefiere no revelar su apellido. Las actitudes agresivas y las discusiones en torno al uso que hac¨ªan de los dispositivos escalaron tanto que la familia tuvo que pedir ayuda profesional.
Fase 1: ¡°Aqu¨ª no hay ning¨²n adicto¡±
Fue un taller sobre adicciones en el instituto de su hijo lo que llev¨® a esta familia a Proyecto Hombre. Al principio, cuenta la madre, todos en su casa la tomaron por loca. ¡°Aqu¨ª no hay ning¨²n adicto¡±, era la queja general. Pero la situaci¨®n se hizo ¡°totalmente insostenible¡± y accedieron a ir a un programa especial llamado Proyecto Joven, orientado a adolescentes y ni?os que hacen un mal uso de la tecnolog¨ªa. ¡°El perfil m¨¢s habitual se da entre j¨®venes de 12 a 17 a?os, aunque tambi¨¦n se dan casos puntuales en adultos¡±, explica Mar¨ªa del Carmen Toc¨®n, directora de Proyecto Joven en Proyecto Hombre C¨¢diz, el centro al que acudi¨® Nayibe con su familia. Dentro de ese rango de edad, entre el 6 y el 9% de los usuarios de Internet tienen problemas con el uso de la tecnolog¨ªa, seg¨²n el Instituto Superior de Estudios Psicol¨®gicos, aunque es dif¨ªcil saber la cifra exacta.
¡°Ellos dec¨ªan que no se drogaban y que no ve¨ªan ning¨²n problema¡±. Este es uno de los escollos principales que hay que superar al inicio del tratamiento. ¡°Darse cuenta de que no est¨¢s teniendo una conducta sana es muy duro, incluso para los adultos. Mientras tanto, se pueden trabajar otras cosas¡±, coincide Devi Uranga, directora del servicio de atenci¨®n a las adicciones de la Comunidad de Madrid, un servicio p¨²blico pionero en Espa?a que tambi¨¦n trata a adolescentes a los que se les ha detectado un uso abusivo de las nuevas tecnolog¨ªas. ¡°Es importante que tomen conciencia del problema que tienen porque eso trae muchos cambios, pero requiere paciencia y sintonizar con el ritmo del adolescente¡±. Cuando se dan cuenta, empiezan a comprometerse con el proceso y responsabilizarse de lo que les est¨¢ pasando.
Fase 2: L¨ªmites y habilidades sociales
¡°Despu¨¦s de ver lo nervioso que se pon¨ªa antes y despu¨¦s de jugar, intent¨¢bamos que el ni?o no usara mucho la videoconsola¡±, explica Nayibe. Como primera soluci¨®n, se les ocurri¨® limitar el tiempo que pasaba jugando. Pero cuando llegaba la hora de apagarla se pon¨ªa agresivo, dec¨ªa que apenas hab¨ªan pasado unos minutos y acusaba a sus padres de querer enga?arlo. ¡°Le pusimos un temporizador para que fuera consciente de cu¨¢nto jugaba. Pero a las dos horas, ¨¦l segu¨ªa asegurando que solo hab¨ªan pasado 15 minutos¡±. A esto se un¨ªa su obsesi¨®n por ver v¨ªdeos de YouTube de gamers. De repente, Nayibe y su marido se encontraron discutiendo a gritos con su hijo a diario.
¡°Era frustrante porque yo hab¨ªa puesto muchas normas, hab¨ªa hecho todo lo posible por que esta situaci¨®n no pasara¡±. Nayibe asegura por tel¨¦fono que se le ponen los pelos de punta al recordarlo. En este caso, los l¨ªmites inflexibles estaban resultando contraproducentes. ¡°En la primera sesi¨®n, a los ni?os se les entreg¨® un papel con las nuevas normas. Mi hijo me pregunt¨® si estaba dispuesta a cumplirlas: eran menos restrictivas que las que pon¨ªa yo en casa¡±.
¡°Plantear normas de uso desde el principio depende de cada caso. En algunas situaciones, pero casi nunca, se recomienda quitarlo por completo durante varios d¨ªas. Solo si el abuso est¨¢ afectando a grandes niveles a su desarrollo¡±, explica Devi Uranga, directora del servicio de atenci¨®n a las adicciones de la Comunidad de Madrid. ¡°Empezamos a dotar de normas y l¨ªmites, estimulando un uso responsable, con un horario, en unos espacios concretos, respetando el tiempo que est¨¢n en familia o en el centro educativo¡±, a?ade Toc¨®n.
¡°Despu¨¦s de que los adolescentes entiendan que necesitan el tratamiento y de establecer l¨ªmites, se utiliza la terapia de grupo para trabajar el desarrollo de las habilidades sociales: la escucha, la empat¨ªa, el respeto a los dem¨¢s, la solidaridad y el control del impulso¡±. Uno de los s¨ªntomas m¨¢s comunes entre los adolescentes con adicci¨®n a los videojuegos -una adicci¨®n reconocida ya por la OMS- o que abusan de la tecnolog¨ªa es precisamente el deterioro de habilidades sociales y el aumento de los conflictos familiares. ¡°Se reduce su capacidad para resolver conflictos y empiezan a abandonar sus responsabilidades diarias personales y familiares. Tambi¨¦n educativas: el fracaso escolar es muy significativo. Empiezan a estar m¨¢s tiempo dentro que fuera de casa y cada vez pasan m¨¢s tiempo a solas con sus aparatos¡±, explica Toc¨®n.
Fase 3: Volver a confiar
¡°Es importante entender que nunca nada es 100% responsabilidad de quien tiene la adicci¨®n o hace ese mal uso de la tecnolog¨ªa¡±, explica Uranga. ¡°No es solo suya o de la generaci¨®n en la que han nacido o de los padres. Hay que ver c¨®mo se relacionan todos estos factores para haber dado lugar a esta actitud disfuncional. Lo importante es aprender a responsabilizarse de la parte que le corresponde a cada uno¡±. Precisamente por esto, las terapias con adolescentes que tienen problemas con la tecnolog¨ªa suelen implicar a toda la familia.
Los comportamientos problem¨¢ticos que se dan antes de acudir al tratamiento hacen que la familia est¨¦ muy condicionada emocionalmente. ¡°Llegan con dificultades en casa, todos est¨¢n enfadados y ya no conf¨ªan los unos en los otros, muy probablemente, porque ha habido enga?os e incluso robos¡±, explica Toc¨®n. ¡°Como parte del tratamiento, se intenta reestablecer el da?o que se ha hecho en las relaciones familiares¡±.
La desconfianza se genera porque la familia no sabe muy bien qu¨¦ est¨¢ pasando y por qu¨¦ sus hijos han cambiado su comportamiento. ¡°La familia est¨¢ muy sensibilizada con las personas enganchadas a sustancias. Est¨¢n muy alerta porque es algo obvio. Sin embargo, la adicci¨®n a los videojuegos o el abuso de la tecnolog¨ªa pasa desapercibida m¨¢s f¨¢cilmente porque no saben exactamente qu¨¦ est¨¢n haciendo sus hijos con el m¨®vil¡±, explica Marian Garc¨ªa, experta en adicciones del Consejo Nacional de Psicolog¨ªa. ¡°Por m¨¢s que los he cuidado¡ Piensas: ?en qu¨¦ momento pas¨® esto y no me di cuenta? Nadie alcanza a imaginar el riesgo que supone que creas que tu hijo est¨¢ a salvo solo porque est¨¢ contigo en casa. Te relajas. Piensas: lo estoy viendo, no le est¨¢ pasando nada. Pero s¨ª que le est¨¢ pasando¡±, se sincera Nayibe.
Fase 4: El problema que hay detr¨¢s
La hija de Nayibe no pod¨ªa vivir sin recibir feedback de Instagram. Sub¨ªa sus fotos a p¨¢ginas donde otros usuarios le pon¨ªan nota. Nayibe se alarm¨® cuando descubri¨® este comportamiento de su hija, sobre todo cuando vio que las im¨¢genes que los usuarios mandaban eran cada vez m¨¢s provocativas: as¨ª consegu¨ªan mejores notas. Su dependencia de este feedback acab¨® afectando a su autoestima y a la imagen que ten¨ªa de s¨ª misma. ¡°Me dec¨ªa que odiaba sus piernas, que se ve¨ªa gorda; se lo com¨ªa todo o de repente dejaba de comer. Instagram le minaba la moral¡±, cuenta Nayibe.
Esta necesidad de recibir likes y halagos era lo que manten¨ªa a su hija enganchada, sin darse cuenta de que estaba perjudicando su autoestima. ¡°He tenido casos de gente que viene a consulta con problemas con los likes. Quieren tener m¨¢s que el resto, ser m¨¢s importantes, m¨¢s queridos. Esto genera malestar, insatisfacci¨®n, autoestima muy baja e incluso depresi¨®n¡±, explica Garc¨ªa.
Por eso, otra de las partes del tratamiento consiste en trabajar con los adolescentes su ¨¢rea emocional. ¡°Probablemente tengan complejos y se sientan inferiores. Pueden ser muy listos y agresivos, pero detr¨¢s hay una autoestima baja, una imagen de s¨ª mismos bastante deteriorada¡±, explica Toc¨®n. ¡°Se sienten incapaces de resolver problemas que tienen fuera y se quedan jugando, que es lo que se les da bien¡±. La clave es averiguar qu¨¦ est¨¢n tapando con el uso excesivo de las redes sociales y esa necesidad de gustar a los dem¨¢s para sentirse bien. ¡°Hay una parte de recompensa por poco esfuerzo o de huida, la necesidad de llenar un vac¨ªo que le pueda resultar angustioso y que no sepa gestionar de otra manera¡±, a?ade Uranga.
Fase 5: Vivir con la tecnolog¨ªa
La adicci¨®n a los videojuegos y el abuso de la tecnolog¨ªa comparten muchas caracter¨ªsticas con las adicciones a las drogas, seg¨²n los expertos. ¡°Lo que buscan jugando es lo mismo que lo que buscan consumiendo¡±, explica Toc¨®n. El sistema de recompensa funciona de forma similar en las dos situaciones: durante una adicci¨®n, el cerebro no segrega dopamina de forma natural o necesita m¨¢s de la que tiene. Los videojuegos, las redes sociales, los dispositivos, comportamientos como las compras compulsivas o las sustancias se convierten en el desencadenante placentero que genera la dopamina. Cuando el cerebro vuelva a necesitarla, el adicto volver¨¢ a consumir o a jugar para obtenerla.
Pero a diferencia de las adicciones en las que se busca que el adicto no vuelva a estar en contacto con la sustancia, en el caso de la tecnolog¨ªa se busca que aprenda a utilizarla. ¡°Es complejo porque los l¨ªmites son difusos: no esperamos que los adolescentes vivan ajenos a la tecnolog¨ªa, es imposible. Tenemos que conseguir que aprendan a usarla bien¡±, explica Uranga. Los hijos de Nayibe est¨¢n aprendiendo a hacerlo siendo conscientes de los l¨ªmites. De momento, han empezado a utilizar el tel¨¦fono fijo para hablar con sus amigos. Ella ha recuperado su autoestima. ¡°Se ve preciosa¡±, asegura Nayibe. ?l ha vendido la videoconsola y se ha comprado una bicicleta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.