¡°A veces llego a casa con ardor de est¨®mago por las croquetas, deber¨ªa ser riesgo laboral¡±

?Qu¨¦ es una croqueta perfecta? Depende, dice Raquel Camacho, una de las grandes ¡°croqueteras¡± espa?olas. Su cuenta de Instagram @croquetasenmadrid es c¨¦lebre entre los admiradores de esta famosa tapa. ¡°A veces pongo solo una foto de una croqueta y un mont¨®n de gente adivina de d¨®nde es solo por el aspecto, es todo un mundo¡±, explica. Hace cinco a?os se propuso crear un ¡°croquemapa¡± de la capital y junto a las cuentas en Instagram y Twitter persiste en su an¨¢lisis: ¡°Siempre que voy a un local pido croquetas, son el term¨®metro de calidad del sitio¡±, dice. Para engordar su lista, Camacho se ha preparado rutas individuales de varios restaurantes en un solo d¨ªa, y algunos no ofrecen croquetas individuales: ¡°A veces llego a casa con ardores de est¨®mago, en mi caso deber¨ªa ser riesgo laboral¡±, bromea.

La croqueta tiene al menos tres variables clave: rebozado, bechamel y sabor. ¡°A m¨ª por ejemplo me encanta que se derrita en la boca, pero no la de cocido, donde quiero notar las hebras de la carne. Tambi¨¦n me gusta que se vean los cachitos de jam¨®n¡±, dice. La calidad del rebozado depende no solo de su textura sino tambi¨¦n del propio aceite y de los usos que ha tenido: ¡°Hay unas que llamo lingotes de oro, porque el rebozado es limp¨ªsimo, como si el aceite estuviera reci¨¦n puesto¡±, explica.

La pasi¨®n por las croquetas le viene de toda la vida, pero fue en 2016 cuando se decidi¨® a crear una comunidad croquetera en Madrid, donde no la hab¨ªa. Hay posts en p¨¢ginas gastron¨®micas dedicados a las mejores croquetas, pero la perseverancia de descubrir croquetas maravillosas en lugares desperdigados es un esfuerzo dedicado de Camacho. ¡°El nivel de la croqueta en Madrid es desigual, pero cada vez hay m¨¢s. Si en una calle hay 20 restaurantes, en 19 tendr¨¢n croquetas. Muchos las compran a obradores, y algunas son muy buenas¡±, explica. Raquel est¨¢ en esa cruzada de descubrir los bares ¨²nicos donde se curran su propia bechamel, ¡°d¨¢ndole con el bracito¡±: por ahora, calcula, llevar¨¢ cerca de 500 croquetas distintas probadas desde 2016, lo que implica probablemente m¨¢s del doble ingeridas, porque no siempre come solo una y a menudo repite local.

La pasi¨®n por la croqueta le ven¨ªa de hace a?os, pero el inter¨¦s por las redes tambi¨¦n surgi¨® antes. Camacho y su pareja crearon en 2012 ¡°Espacio Madrid¡±, una p¨¢gina dedicada al ocio. Pero con un toque especial: ¡°No es una cartelera, sino que escojo lo que recomendar¨ªa a un amigo de otra ciudad¡±, explica. Empez¨® como algo complementario y ahora dos personas viven de los ingresos que surgen de la iniciativa: posts patrocinados, gesti¨®n de redes para hosteler¨ªa, promoci¨®n de actos puntuales en redes. Aunque, advierte Camacho, la croquetas quedan al margen de los esponsors: ¡°A veces me mandan para que pruebe, y lo aviso en el post, pero nunca dir¨¦ que una croqueta es buena solo porque me han pagado para que lo diga, ser¨ªa perder toda la credibilidad¡±, dice. Engtre Instagram, Twitter y Facebook ya tienen cerca de 125.000 seguidores.

Tampoco le gusta ser destructiva, aunque las famosas que no le gustan s¨ª salen como ¡°malas¡± en su croquemapa. Una de las m¨¢s famosas de Madrid, Casa Labra, cerca de Sol, han perdido tama?o ¨²ltimamente, dice, que es una afirmaci¨®n compartida por la comunidad croquetil. ¡°A veces he ido a un restaurante con varias sedes y una croqueta famosa me ha parecido apelmazada. En casos as¨ª no soy destructiva porque quiz¨¢ es el cocinero de ese local, que no tiene tanto bracito para la bechamel¡±, dice.

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