¡°Lo que parec¨ªa ciencia ficci¨®n ya est¨¢ aqu¨ª¡±: por qu¨¦ es importante hablar (en serio) de neuroderechos
Un grupo de expertos reunidos por la Unesco en Par¨ªs debate sobre los retos y oportunidades para la humanidad con respecto a la neurotecnolog¨ªa
Recuperar la habilidad de comunicarse tras haberla perdido por una enfermedad degenerativa. Apagar o encender objetos con la mente. Escribir en el ordenador con tan solo pensarlo e, incluso, descifrar el subconsciente. Parece ciencia ficci¨®n, pero son realidades con las que el g¨¦nero humano ya convive desde hace varios a?os gracias a los implantes cerebrales. Cient¨ªficos, representantes de gobiernos y altos mandos de las Naciones Unidas (ONU) se han reunido este jueves en Par¨ªs para abordar los problemas ¨¦ticos derivados de estos avances de la neurotecnolog¨ªa (la rama de la ingenier¨ªa a la que corresponden), e intentar hacer una hoja de ruta para regular su uso cuanto antes posible.
¡°El inter¨¦s de la Unesco es construir la base de un entendimiento sobre los retos de la neurotecnolog¨ªa desde una perspectiva ¨¦tica¡±, asegura Gabriela Ramos, subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco, el ente que ha organizado la reuni¨®n. El debate m¨¢s grande de todos, seg¨²n los expertos que han intervenido a lo largo de la jornada, es la dicotom¨ªa entre desarrollo y el respeto a los derechos humanos. As¨ª, se busca garantizar que se respeten la libertad de pensamiento y la privacidad celebrar sin frenar la investigaci¨®n cient¨ªfica que tanto puede beneficiar a la humanidad.
¡°Lo que parec¨ªa al comienzo de la ciencia ficci¨®n ya ha llegado. Si no actuamos r¨¢pido pasar¨¢ lo mismo que con Internet, las redes sociales o la inteligencia artificial, que se nos escaparon de control¡±, explica el neurocientifico espa?ol Rafael Yuste, catedr¨¢tico de la Universidad de Columbia (EE UU). Adem¨¢s de ser experto a la hora de descifrar todos los secretos del cerebro, Yuste tambi¨¦n es pionero cuando se trata de salvaguardar los derechos humanos comprometidos por esta tecnolog¨ªa. En 2017, a?os antes de conseguir manipular el comportamiento de unos ratones interviniendo directamente en sus cerebros, el espa?ol cre¨® una fundaci¨®n de neuroderechos (The Neurorights Fundation) para promover cinco principios fundamentales: privacidad mental, identidad personal, libre albedr¨ªo, acceso equitativo a tecnolog¨ªas de mejora y protecci¨®n de los sesgos.
El riesgo, explica Yuste, es que las mismas herramientas que en medicina pueden ayudar a mejorar la vida de las personas, acaben vulnerando la informaci¨®n que almacena el cerebro. ¡°A pesar de que la hoja de ruta es ben¨¦fica, estas tecnolog¨ªas son neutras y se pueden usar para bien o para mal¡±, afirma. Ya no se tratar¨ªa solamente de datos e informaciones personales como la direcci¨®n de casa, los h¨¢bitos de comprar o qu¨¦ partidos pol¨ªticos se siguen en las redes sociales, sino tambi¨¦n algo tan ¨ªntimo como los recuerdos y pensamientos, y en un futuro no muy lejano incluso el subconsciente. ¡°Pasa lo mismo que pasa con los idiomas extranjeros, en un primer momento es m¨¢s f¨¢cil leerlos que hablarlos. A la lectura del cerebro ya llegamos hace tiempo, faltan unos cinco o 10 a?os hasta que seamos capaces tambi¨¦n de manipularlo¡±, a?ade Yuste.
Regular para proteger los neuroderechos
Chile se convirti¨® en la punta de lanza de los neuroderechos en el mundo en 2021, tras introducir una enmienda para proteger la actividad cerebral en su constituci¨®n. La reforma, que fue votada por unanimidad, reconoce la necesidad de llevar a cabo cualquier tipo de desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico ¡°con respeto a la vida y la integridad f¨ªsica y ps¨ªquica de las personas¡±. Por otro lado, el Congreso chileno sigue trabajando en un proyecto de ley que recoja los neuroderechos de acuerdo a los avances del Grupo Morningside; coordinado por Yuste y compuesto por 25 especialistas internacionales en neurociencia, derecho y ¨¦tica.
¡°Entendemos que la regulaci¨®n de estas tecnolog¨ªas no puede fundamentarse en el miedo al desarrollo tecnol¨®gico, sino en un compromiso inquebrantable con los derechos humanos. Y que es una tarea compleja porque la legislaci¨®n tiene que dejar suficiente espacio para la innovaci¨®n¡±, ha recordado en Par¨ªs la subsecretaria de Ciencia y Tecnolog¨ªa del gobierno chileno, Carolina Gainza. ¡°Por esto es importante impulsar una discusi¨®n formada por la evidencia y conciencia ¨¦tica. Tener la mente abierta para poder imaginar nuevas posibilidades que hasta ahora no hemos ni siquiera imaginado¡±.
Gabriela Ramos, que recientemente ha moderado el debate entre los principales actores internacionales en este campo, reconoce que el modelo chileno funciona; ya que parte de un concepto muy b¨¢sico: la idea de que la informaci¨®n neuronal no se debe comercializar. ¡°Si tenemos un marco regulatorio s¨®lido, transparencia y rendici¨®n de cuentas, no hay motivos para tenerle miedo a esta revoluci¨®n¡±, explica la subdirectora de la Unesco.
Actualmente, el grupo de Yuste est¨¢ trabajando en Brasil, el segundo pa¨ªs que ha optado por introducir una enmienda constitucional parecida a la chilena y que se votar¨¢ en los pr¨®ximos meses en el Senado. Espa?a, por su parte, public¨® una Carta de Derechos Digitales, el primer documento de este tipo en Europa, que vio la luz tras m¨¢s de un a?o de trabajo. De este proyecto participaron m¨²ltiples expertos, coordinados por la secretaria de Estado de Digitalizaci¨®n e Inteligencia Artificial, Carme Artigas. ¡°Hay dos aspectos que m¨¢s me preocupan en este campo. Primero, creo que es importante que no cometamos el mismo error que con la inteligencia artificial, cuando nos dejamos guiar por la industria en lugar que por el mundo acad¨¦mico¡±, ha reconocido la secretaria durante su intervenci¨®n. ¡°En segundo lugar, se debe facilitar la accesibilidad a los beneficios potenciales de estas investigaciones, para que todos puedan aprovechar estos avances cuando se trata de salud¡±, a?ade.
El documento espa?ol, que carece de valor legal, plantea algunas bases iniciales que guiar¨¢n las futuras pol¨ªticas tecnol¨®gicas. ¡°Las directrices est¨¢n bien para empezar a hablar del asunto, y hay muchos pa¨ªses y organizaciones internacionales que lo est¨¢n haciendo. Sin embargo, no resuelven el problema. Lo que hay que hacer es meterle mano de verdad y cambiar la constituci¨®n para proteger la ciudadan¨ªa¡±, opina Yuste.
Un mercado en manos privadas
De hecho, el fuerte componente de inversi¨®n privada en este tipo de tecnolog¨ªa es uno de los factores que m¨¢s preocupa a los expertos. Un informe de la UNESCO presentado durante la conferencia revela que hay m¨¢s de 33.000 millones de d¨®lares invertidos en proyectos privados de neurotecnolog¨ªa, una cifra exorbitante si se compara con los escasos 10.000 millones que est¨¢n puestos en todos los proyectos p¨²blicos de investigaci¨®n del cerebro en el mundo.
Un papel fundamental en este ¨¢mbito lo ejerce Milena Costas, que lidera el grupo de derechos humanos de la ONU. Junto a su equipo, est¨¢ trabajando en un estudio sobre el impacto, las oportunidades y los desaf¨ªos de la neurotecnolog¨ªa, a partir de un cuestionario que se est¨¢ suministrando a varios gobiernos y organizaciones internacionales. ¡°Las oportunidades son infinitas. Sobre todo en el ¨¢mbito m¨¦dico, cuando hablamos de las aplicaciones para hacer diagn¨®sticos y determinar tratamientos para enfermedades neurol¨®gicas¡±, explica Costa. ¡°Lo que puede ser m¨¢s problem¨¢tico es la r¨¢pida comercializaci¨®n de estas tecnolog¨ªas que ya se encuentran disponibles en el mercado¡±.
El escenario es incluso m¨¢s inquietante si se observan los resultados de otro estudio que Yuste ha presentado este jueves durante la conferencia de la Unesco y que se publicar¨¢ en septiembre. Tras analizar los contratos con el consumidor de las 24 empresas m¨¢s importantes de neurotecnolog¨ªa en el mundo ¡ªla mayor¨ªa de las cuales se encuentran en Estados Unidos y Canad¨¢¡ª han podido verificar que todas las empresas, sin ninguna excepci¨®n, toman el control de todos los datos neuronales del usuario. ¡°No solamente los tienen, sino que pueden hacer lo que quieran con ellos. Los pueden destruir, decodificar, vender. Y la mitad de las empresas hace pagar a los usuarios para consultar sus propios datos celebrarles¡±, afirma Yuste, que no ha querido avanzar el nombre de estas compa?¨ªas.
Otra de las preocupaciones incipientes de los cient¨ªficos es la dificultad para vigilar la tecnolog¨ªa no invasiva, como las gafas para videojuegos o las pulseras que ya tienen acceso a mucha informaci¨®n sobre la vida de sus usuarios. ¡°Desde el punto de vista de los pacientes, se trata quiz¨¢s de la revoluci¨®n m¨¢s relevante. Pero el hecho de que sean unos implantes externos hace que su regulaci¨®n se sienta menos urgente, y este es un error¡±, alerta Yuste. De hecho, el avance de proyectos m¨¢s atrevidos que planean implantar chips en el cerebro ¡ªcomo el caso de Neuralink, la compa?¨ªa de Elon Musk, que lleva a?os a la espera de probar sus implantes en seres humanos¡ª est¨¢ siendo m¨¢s lento, ya que depende de los permisos de las agencias regulatorias.
Con estos supuestos, Costa insiste en la necesidad de regularizar esta tecnolog¨ªa pensando ante todo en los derechos de los colectivos m¨¢s vulnerables, como los ni?os, las personas con discapacidades y los mayores. ¡°Nunca hay que olvidar que, a pesar de que los avances puedan ser ventajosos, no se pueden aceptar sin m¨¢s; sacrificando la privacidad mental o la libertad de pensamiento. Intentar definir de una manera m¨¢s precisa las l¨ªneas rojas no es una forma de limitar el crecimiento de esta tecnolog¨ªa, sino un apoyo para que esta se desarrolle de la forma m¨¢s ¨²til para la humanidad¡±, afirma la experta.
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