No hay una bala de plata contra la desinformaci¨®n

La mentira siempre ha formado parte de nuestra vida; los pol¨ªticos y los grupos de inter¨¦s te la intentaban colar y el periodista la detectaba y la denunciaba. Las reglas del enga?o estaban claras. Mientras hac¨ªamos esto y mientras no se daba importancia al bulo, la desinformaci¨®n ha ido conquistando espacios y cambiando las reglas de juego. Ahora estamos acorralados y perdiendo la batalla.

La desinformaci¨®n no tiene l¨ªmites ¨¦ticos. Mientras nosotros seguimos las reglas period¨ªsticas, ellos van reinventando la mentira y toda instituci¨®n que pueda oponerse a ellos es un objetivo a batir.

En la pandemia fueron a por los m¨¦dicos, las enfermeras, la ciencia. Ahora, con la dana, han atacado a los meteor¨®logos, a las ONG, a las agencias independientes. En situaciones de crisis, coordinan campa?as que buscan que dejes de creer en las instituciones, que tengas miedo y que pienses que te han abandonado. Que a ti no te ayudan y a otros s¨ª. Que te ocultan la verdad. Si piensas que no hay mucha gente crey¨¦ndose cosas as¨ª, perm¨ªtenos decirte que est¨¢s equivocado.

Los medios no son cre¨ªbles, todos los pol¨ªticos son iguales y una ¨¦lite quiere quitarte tus derechos y acabar con tu modo de vida. Y all¨ª aparecen ellos, disfrazando de salvaci¨®n lo que es, en realidad, una sustituci¨®n de la democracia.

Claro que debes cuestionar a los medios cuando no rectifican o dan solo una versi¨®n interesada, y por supuesto que hay pol¨ªticos corruptos, pero esos no son el objetivo real de los salvadores: pretenden enfrentar, acabar con la credibilidad de las instituciones y sustituirlas por algo nuevo que dirijan ellos.

Si est¨¢s leyendo esto y crees que la desinformaci¨®n es el problema, ya es un cambio fundamental. Los bulos no se pueden combatir como entes individuales, forman parte de una estrategia m¨¢s amplia que pretende introducir narrativas en tu mente. Quieren que temas, que huyas de la realidad y que te refugies en la soluci¨®n de los desinformadores.

Es necesario identificar estas narrativas, dotarnos de herramientas para combatirlas, de argumentos que nos ayuden a no caer. Es imprescindible que asumamos que este problema est¨¢ aqu¨ª para quedarse y que eso requiere esfuerzos en educaci¨®n de j¨®venes y mayores para entenderlo, identificarlo y combatirlo.

Necesitamos aprender de los malos: de c¨®mo comunican, de c¨®mo construyen comunidades, de c¨®mo llegan all¨ª donde los medios y otras instituciones no llegan.

Hay que activar a la ciudadan¨ªa para que act¨²e en su entorno: en sus grupos de WhatsApp, en las conversaciones de bar¡­ Ya no es suficiente con quedarse callado y dejar pasar la mentira; siempre teniendo presente que los que se creen un bulo o lo difunden no son el enemigo, incluso pueden ser tus vecinos, tus amigos, tu familia.

Definir qu¨¦ es un medio es fundamental. Las webs que mienten no son medios de comunicaci¨®n, por mucho que lo parezcan. El error es humano, pero el enga?o no tiene cabida. Falta una autorregulaci¨®n que disponga qu¨¦ debe cumplir una web para ser considerada un medio de comunicaci¨®n. La profesi¨®n, pero sobre todo la ciudadan¨ªa, lo necesita.

Es complicado saber qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s, pero investigar mejor la desinformaci¨®n para identificar las campa?as orquestadas en las que los mismos bulos sobre vacunas, clima o inmigrantes saltan de pa¨ªs en pa¨ªs es imperativo. Detectar a qui¨¦n beneficia nos se?ala qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s.

Necesitamos valent¨ªa europea. En los ¨²ltimos a?os, se han puesto los cimientos de una regulaci¨®n europea que obliga a las plataformas a tomar medidas como principales canales de distribuci¨®n de la desinformaci¨®n, pero esa legislaci¨®n debe actuar al margen de las amenazas de Trump y Musk. Es un momento decisivo. Hay que poner pie en pared.

Educaci¨®n, verificaci¨®n, tecnolog¨ªa de detecci¨®n temprana, viralizaci¨®n de realidad y creaci¨®n de comunidades. Unir soluciones y luchar juntos. No hay una bala de plata que pare a la desinformaci¨®n.

Julio Montes y Clara Jim¨¦nez Cruz son cofundadores de la Fundaci¨®n Maldita.es.

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