Van a por los lectores
Las plataformas han encontrado en las novelas el caldo del cocido de un buen guion, una opa hostil para quedarse con el capital de la escritura
El anuncio de la marquesina de la parada del bus se abalanz¨® sobe m¨ª, una semana antes de circular sin Covid-19. Se supone. El mensaje corr¨ªa a pelo, sin im¨¢genes, sobre un fondo naranja estridente. Rotundo y directo: ¡°No es un libro ni un snack¡±, dec¨ªa en las primeras l¨ªneas. Una curiosa asociaci¨®n para definir lo que no es una plataforma audiovisual, a la que pagas por el contenido cultural de calidad online. Tampoco es un litro de leche ni una estanter¨ªa. La marca y los responsables de la campa?a de publicidad ten¨ªan una amplia gama de objetos dom¨¦sticos y aperitivos para elegir. Y prefirieron destacar, en primer lugar, el libro. Como para calmar: ¡°Tranquilo, esto no es una novela¡±. Es una declaraci¨®n de guerra en toda regla. El enemigo del streaming es el libro y viceversa. El lema contin¨²a ya sin negaci¨®n: ¡°S¨ª es la mejor selecci¨®n de canales de pago, series y pel¨ªculas¡±.
El encuentro sucedi¨® un d¨ªa despu¨¦s de leer a mi compa?era Andrea Aguilar, que cont¨® c¨®mo las plataformas audiovisuales han iniciado un romance con la literatura muy beneficioso para una industria que anda renqueante desde la crisis financiera. Autores, editores y agentes han encontrado un eco rentable en las adaptaciones de las obras literarias. Las extraen del libro y se las llevan a las peque?as pantallas. Los ojeadores de historias de ¨¦xito hablan de edad dorada. Dicen que el libro es la base de la receta de los productores de entretenimiento para las nuevas plataformas, que los autores ahora aspiran a otra fuente de ingresos.
El auge de las plataformas es imparable. Lo dice la ¨²ltima macroencuesta del Ministerio de Cultura sobre h¨¢bitos y pr¨¢cticas culturales de los espa?oles. Sin duda, la producci¨®n para pantallas es una vida mucho m¨¢s lucrativa. Y tiene algo muy bueno: el consumo ilegal ha ca¨ªdo en picado. Lo malo es que el libro, el cine y el teatro quedan desplazados en la nueva f¨®rmula. El informe apunta que el 52% de espa?oles tienen una suscripci¨®n a plataformas. En la Fundaci¨®n SGAE coinciden en las conclusiones: entre sus encuestados, los abonados a las plataformas de pago han crecido de un 43% a un 63,1%, de 2017 a 2018. Los responsables del estudio indican que el precio reducido ha sido la clave del ¨¦xito de la explosi¨®n de este modelo de negocio. Dicen que nadie espera ya una vuelta a lo anterior, al mercado f¨ªsico, y que esto el sector lo tiene clar¨ªsimo. Asumen que el modelo de negocio ya no es ese, es el digital.
Las adaptaciones literarias al audiovisual benefician al sector del libro, pero ?y a la lectura? Seg¨²n el anuncio de la marquesina del bus, no importa. Porque tiene la misma importancia que un cacahuete. Las plataformas han encontrado en las novelas el caldo del cocido de un buen guion. As¨ª ocurri¨® con El cuento de la criada, de Margaret Atwood, que incluso revirti¨® en la industria del libro. Una excepci¨®n. El entretenimiento audiovisual consiste en adaptar los libros que ya no lees porque tu tiempo es para las adaptaciones.
Es una opa hostil para quedarse con el capital de la escritura: sus lectores. Una porci¨®n de la poblaci¨®n muy apetecible para cualquier negocio. La nueva industria del entretenimiento descapitaliza a la vieja industria ofreci¨¦ndole el oro que acabar¨¢ con su riqueza, en un pa¨ªs donde los lectores frecuentes apenas superan el 49% de la poblaci¨®n, seg¨²n la Federaci¨®n del Gremio de Editores. No est¨¢ como para perderlos. Un movimiento envenenado que recuerda al desmantelamiento de las librer¨ªas provocado por los precios de Amazon, que fund¨® su cadena de librer¨ªas despu¨¦s de haber arrasado a sus rivales. El streaming quiere quedarse con las historias de las novelas y con sus lectores, por si no hab¨ªa quedado claro cu¨¢l es el mayor rival del libro y, sobre todo, del tiempo de lectura. Estos d¨ªas de cuarentena, cuando el consumo de Internet reviente, abran un libro.
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