Internet no matar¨¢ a la estrella de la radio
Nada acompa?a tanto, nada cura la soledad insoportable como esas voces c¨¢lidas que amamos y encontramos en el dial o en la Red
Suena la sinton¨ªa de Carrusel deportivo para recordarnos que es fin de semana, aunque no tengamos ning¨²n partido que seguir. Hace tiempo que ese espacio se convirti¨® en un magazine que no necesita el bal¨®n rodando. Se agradece porque sin eso muchos no distinguir¨ªan ya los s¨¢bados de los martes.
Los peri¨®dicos tenemos nuestro punto fuerte en la profundidad. La televisi¨®n se apoya en el enorme poder de las im¨¢genes. Pero nada acompa?a como la radio. Esa voz amiga, familiar, c¨®mplice, que en tu cabeza te habla solo a ti. Mientras cocinas, mientras conduces, mientras te duchas o mientras dormitas.
El silencio de la casa puede ser una losa para los confinados, la soledad insoportable. Ni siquiera la belleza de la m¨²sica es tan ¨²til para curar eso como tus voces favoritas: Barcel¨®, Alsina, Bueno, Herrera, Francino, Otero, Del Pino, Pepa Fern¨¢ndez, Carre?o, Paco Gonz¨¢lez, De la Morena... Faltan las de los grandes maestros: I?aki Gabilondo, ahora solo en p¨ªldoras, o Luis del Olmo, en un merecido retiro. Lo que significa la radio en Espa?a, gracias a esa gente, no se entiende en todos los pa¨ªses.
Para ser estrella de la radio hay que tener una cabeza muy bien amueblada: capaz de estar al tanto de mil cosas sin perder el hilo del directo, de informar y entretener muchas horas, de transmitir cercan¨ªa.
Dicen que los j¨®venes no tienen el apego a la radio de las generaciones anteriores. Normal, llevan en el bolsillo mil aplicaciones que pelean por su atenci¨®n. Si acaso escuchan podcast, que es radio a la carta. Un gran invento en todo caso: vuelves a las voces que amas a cualquier hora. Hoy los programas salen a la vez al dial, a las redes y a YouTube. Tienen otra vida fuera del transistor. Es la radio h¨ªbrida, transmedia. Internet tampoco matar¨¢ a la estrella de la radio
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