¡®Feel Good¡¯: la vida es una bomba de relojer¨ªa
La comediante canadiense Mae Martin exorciza demonios en una serie autobiogr¨¢fica en la que explora el lado menos amable de la adicci¨®n y de lo ¡®queer¡¯
En las historias de Tao Lin, escritor millennial neoyorquino, un cruce casi perfecto entre Samuel Beckett y los primeros Douglas Coupland y Bret Easton Ellis, los protagonistas no avanzan, se mantienen atrapados en las arenas movedizas de sus gigantescos egos. Egos autodestruidos y, sin embargo, en expansi¨®n. Piensan m¨¢s de la cuenta, y eso les paraliza. Tan ensimismados est¨¢n en sus indescifrablemente complejos yoes que sus relaciones acaban convertidas en interminables partidos de tenis en los que la pelota siempre est¨¢ camino del campo del otro, porque suficiente tienen ellos, tan extraordinariamente sensibles como son, como dice Bret Easton Ellis en su reciente Blanco, con ellos mismos.
Algo parecido ocurre en Feel Good (Netflix), la valiente confesi¨®n y autorreflexi¨®n de Mae Martin, peque?a celebridad del mon¨®logo canadiense, respecto a su propia vida, o a un episodio, epic¨¦ntrico, de la misma. Mae, tambi¨¦n en la ficci¨®n monologuista, no se gusta, y quiz¨¢ por eso no entiende por qu¨¦ George (Charlotte Ritchie) se ha enamorado de ella, y est¨¢ convencida de que: 1) se averg¨¹enza de ella (cosa que, al principio, es cierta), 2) preferir¨ªa salir con un chico y 3) no solo es adicta a la coca¨ªna y, en general, otras drogas, que los adictos lo son a todo, en especial, a cosas que les hacen da?o. S¨ª, Martin tuvo problemas con las drogas, estuvo en rehabilitaci¨®n, y ha salido con chicos y chicas.
A la vez guionista, actriz y directora (tarea, esta ¨²ltima, que comparte con Joe Hampson), Martin exorciza demonios, o trata de hacerlo ¡ªla conclusi¨®n no queda clara, la vida es una bomba de relojer¨ªa y el infierno a veces no son los otros, sino que puedes ser t¨² mismo y serlo para siempre¡ª en seis dolorosamente afilados episodios de un dramedy que puede considerarse en un 97% drama. Un drama en que, al exceso de autoan¨¢lisis, y en muchas ocasiones, como apunta Ellis en su primer libro de ensayos, autovictimizaci¨®n millennial, debe sum¨¢rsele la desorientaci¨®n pron¨®mbrica ¡ªla fluidez de g¨¦nero¡ª y, por supuesto, la adicci¨®n, en realidad, verdadera protagonista de la historia.
Reaparece Lisa Kudrow ¡ªla entra?able Phoebe de Friends¡ª en el papel de la sufrida madre de Mae. Su sufrimiento es silencioso, su sufrimiento es rabia. Ha sido utilizada, lo est¨¢ siendo, pero ?acaso puede evitarlo? Quiere a su hija, no sabe c¨®mo tratarla. Su hija es un erizo al que se niega a abrazar por miedo a que duela demasiado. Su papel es funcional ¡ªel personaje solo logra matizarse al fina¡ª pero fundamental. Como lo es tambi¨¦n la conclusi¨®n a la que Martin llega enseguida: que el adicto cambia una adicci¨®n por otra. Algo que le hace da?o por otra cosa que le hace da?o. En su caso, esa otra cosa es George.
Lo ¨²ltimo que necesita alguien que no se siente c¨®moda con quien es ¡ª¡°no soy un chico, no soy una chica, soy una versi¨®n fallida de ambos¡±, dice Martin¡ª es una novia heterosexual que la esconda del mundo como se esconde lo que nos averg¨¹enza. Aunque por momentos en exceso autoflagelante y repetitiva ¡ªdespu¨¦s de todo, estamos explorando la mente obsesiva de una adicta y su peque?o y precario mundo¡ª, Feel Good da una lecci¨®n sobre lo necesario de no callar nada. En especial, aquello que no nos gusta, de negarse a ser lo que los dem¨¢s quieren que seamos, y empezar a buscarse desde ah¨ª, desde una soledad productiva que nos permita caernos bien de una vez por todas.
Porque, mientras el personaje de Martin da tumbos de una reuni¨®n de narc¨®ticos an¨®nimos a otra, sube al escenario y cae en trampas infantiles ¡ªsigue consejos que quiz¨¢ sean buenos pero no llegan en buen momento ni salen de la persona adecuada¡ª, George rompe con su psicop¨¢tico entorno familiar y social. Se planta. Decide que ya est¨¢ bien de dejarse llevar y ser lo que los dem¨¢s esperan. Toma conciencia. No ya de que pueden gustarle las mujeres si quiere sino de que sus amigos nunca lo han sido en realidad y ni siquiera son conscientes de no haberlo sido. Curiosa es la manera en que la paralizaci¨®n en la que parece sumida Martin invita a George a moverse.
Pero se dir¨ªa que Martin ya estuvo ah¨ª. Que ese, el de los dem¨¢s, nunca fue su problema. Su problema fue siempre consigo misma. Se establece as¨ª entre los dos personajes un paralelismo de malestar ante lo ¨ªntimo y lo social que puede anular por completo tu libertad y sumirte en un profundo abismo de, a veces, aparentes s¨ªntomas leves ¡ªel insomnio¡ª que pueden ir mucho m¨¢s lejos. ¡°Cuando el presente resulta intolerable, hacemos lo que sea para intentar huir de ¨¦l¡±, dice uno de los personajes en un momento. Y puesto que el presente est¨¢ ¡°solo en tu cabeza¡±, como dice otro, lo primero es poner orden en ella. He aqu¨ª la moraleja de Feel Good.
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