¡®Tiger King¡¯: Animales salvajes de dos patas
La serie documental, una de las revelaciones del a?o, retrata el s¨®rdido mundo de los zoos privados en EE UU con una trama con intento de asesinato incluido
Tiger King es una serie documental sobre animales salvajes de cuatro y, sobre todo, de dos patas. Pocas ficciones resultar¨ªan veros¨ªmiles con el grado de sordidez, esperpento, corrupci¨®n y soterrada violencia que transita por los siete cap¨ªtulos dirigidos por Eric Goode y Rebecca Chaiklin para Netflix. Por un lado, est¨¢n los cuadr¨²pedos: tigres, leones, leopardos, panteras o pumas en un pa¨ªs que, seg¨²n denuncia el propio documental, tiene en cautiverio m¨¢s felinos de los que existen en el resto del mundo en libertad. Por el otro, los b¨ªpedos: una serie de personajes que ni el m¨¢s fantasioso guionista lograr¨ªa imaginar y en el que se mezclan gur¨²s de zoos que funcionan como sectas, una rica animalista de pelo rubio y oscuro pasado que solo se viste con animal print, exconvinctos dispuestos a matar por un plato de lentejas, soplones del FBI o empresarios de poca monta que usan a cachorros de tigres para meter a chicas guapas y prostitutas en su cama.
No falta en este reparto una mujer manca y un hombre sin piernas, que parecen los ¨²nicos seres con un m¨ªnimo de humanidad y sensatez, o chicos dispuestos a casarse con un hombre que no quieren por una despensa bien provista de metanfetamina y a quienes lo menos grave que les pod¨ªa pasar es la caricia de un le¨®n o perder todos sus dientes por la dichosa droga. La miseria moral que recoge Tiger King es infinita, y a¨²n as¨ª es inevitable re¨ªrse ante semejante fauna humana.
El centro de todo es quien da t¨ªtulo a la serie, Joe Exotic, apodo de Joseph Allen Maldonado-Passage, un personaje megal¨®mano y disparatado, un cantante country gay picado de piercings y tatuajes, que puede provocar todo el repel¨²s del mundo hasta que conocemos al resto de p¨¢jaros que le sobrevuelan. Joe Exotic, cuyo peinado rubio te?ido con mullet se ha convertido en un gui?o posir¨®nico que incluso copian algunos famosos como Miley Cyrus, rehizo su vida despu¨¦s de un aparatoso accidente de trafico gracias a su relaci¨®n con los tigres. Pero lo que empez¨® como una defensa de los animales salvajes en cautiverio acab¨® convertido en un negocio m¨¢s de explotaci¨®n animal donde los cachorros de felino son una jugosa moneda de cambio. El tipo incluso se acab¨® presentando a las elecciones a presidente de Estados Unidos primero y a gobernador de Oklahoma despu¨¦s. Candidatura que en una estrafalaria entrevista se resum¨ªa con esta pregunta: "?Estamos preparados para un presidente redneck, con el pelo recogido en coleta, amante de los tigres y las pistolas, gay y pol¨ªgamo?¡±.
B¨¢sicamente, Joe Exotic era carne de reality y por eso ten¨ªa el suyo propio. Un material grotesco dif¨ªcil de superar. Perfecto para este tipo de series que, siguiendo la estela de otros programas documentales de Netflix (de The Wild Wild Country a Bikram: Yogui, gur¨², depredador) da la raz¨®n a aquella c¨¦lebre reflexi¨®n de Janet Malcolm en el arranque de uno de sus libros de referencia, El periodista y el asesino, en la que la ensayista afirmaba que todo periodista que no sea ¡°demasiado est¨²pido o demasiado engre¨ªdo¡± sabe que lo que hace es ¡°moralmente indefendible¡± porque en definitiva lo que explota es "la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas¡±.
Tiger King no es ajena a esta dura reflexi¨®n y a c¨®mo el culto a la celebridad lleva a sus personajes a inmolarse en p¨²blico. El espectador sufre esa contradicci¨®n sin poder despegarse un minuto de la pantalla. El colof¨®n de la historia es el juicio contra Joe Exotic por intentar matar a la animalista Carole Baskin y por traficar con fieras. En definitiva, la bajada a los infiernos de un grupo de rid¨ªculos millonarios y frikis de toda ¨ªndole en un pa¨ªs regido por las leyes del dinero, la fama y las pistolas. El capricho por poseer o estar cerca de nobles fieras que nacen y mueren condenadas a una jaula se podr¨ªa abrir a m¨²ltiples y trist¨ªsimas interpretaciones. Solo en Estados Unidos se cree que hay entre 5.000 o 10.000 ejemplares en cautiverio. Pero ese aterrador misterio a¨²n queda pendiente.
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