Contra los h¨¦roes
Tony Soprano era un criminal, pero ten¨ªa carisma. Sin embargo, hace un tiempo que menudean los protagonistas odiosos, como los de ¡®Verg¨¹enza¡¯ y ¡®Vamos Juan¡¯
Caer mal no tiene ning¨²n m¨¦rito. Basta con ser uno mismo y siempre habr¨¢ alguien que nos odiar¨¢ porque s¨ª, del mismo modo que habr¨¢ quien nos adore porque s¨ª. No podemos controlar las atracciones y las repulsiones que inspiramos en los dem¨¢s, y asumirlo es uno de los s¨ªntomas de senectud m¨¢s rotundos.
A diferencia de las personas, los personajes de ficci¨®n tienen personalidades de laboratorio. Las personas no podemos moldear la opini¨®n ajena, pero los personajes son prototipos creados precisamente con esa intenci¨®n: manipulan sibilinamente al p¨²blico para que sienta por ellos lo que debe sentir para que la ficci¨®n funcione. Una norma can¨®nica de las historias con aspiraciones de llegar a todos los p¨²blicos es que el protagonista debe caer bien. Si no mola, dicen, el espectador se enfada y se va.
Nos hab¨ªamos acostumbrado a que los guionistas rompieran esta ley mediante la ambig¨¹edad. Los Soprano fue un hito en eso: Tony Soprano era un criminal s¨¢dico terror¨ªfico, pero, como personaje, ten¨ªa muchos asideros para caer bien. Propiciaba una incomodidad llevadera, con equilibrios morales, pero ten¨ªa el carisma y la fuerza de un h¨¦roe. Sin embargo, hace un tiempo que menudean los protagonistas odiosos. Hay muchas series protagonizadas por impresentables absolut¨ªsimos. Con algunos p¨ªcaros y asesinos, cualquiera nos tomar¨ªamos una copa, pero los protagonistas de Run, Pure,Verg¨¹enza o Vamos Juan son tipos rotundamente desaconsejables, parias sociales en su expresi¨®n m¨¢s repelente. En el mejor de los casos, imb¨¦ciles o tontos del haba.
?Qu¨¦ ha ocurrido en el p¨²blico para que haya pasado de necesitar ser amigo de los protagonistas a seguir las aventuras de gente que no querr¨ªa cruzarse en un ascensor? Algunos dir¨¢n que su gusto ha madurado, pero yo creo que hay algo m¨¢s: si no necesitamos h¨¦roes en la ficci¨®n es porque ya no aspiramos a serlos en la vida.
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