Men¨¦ndez Pidal en La 2: Romance de don Ram¨®n
La serie ¡®Imprescindibles¡¯ recorre la larga vida del fil¨®logo e historiador que desde las canciones populares impuls¨® el espa?ol en el mundo
Ese se?or de apariencia adusta, barba cerrada y casi siempre enfrascado en sus libros y fichas es Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal. Un sabio que vivi¨® casi un siglo (1869-1968) y explic¨®, como fil¨®logo e historiador, el nacimiento y evoluci¨®n de la lengua espa?ola como antes no se hab¨ªa hecho, rastreando en su ra¨ªz popular, en los romances que los mayores cantaban en los pueblos al atardecer. ¡°Un trabajo de dimensi¨®n herc¨²lea¡±, dice In¨¦s Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, acad¨¦mica de la lengua y una de las voces del documental La historia oculta en las palabras, que La 2 de TVE emite este domingo (21.30) en la serie Imprescindibles.
La directora del documental, Sonia Tercero Ramiro, ha querido mostrar ¡°al don Ram¨®n sonriente, cercano, al que iba por aldeas escuchando historias y recopilando romances¡±. ¡°Ya se usaran estos para pedir el aguinaldo o para dormir a los ni?os", a?ade Antonio Cid, presidente de la Fundaci¨®n Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal ¡ªdonde se le sigue llamando ¡°don Ram¨®n¡±¡ª, que cierra con esta pel¨ªcula los homenajes del Bienio Pidalino (2018-2019), en el que se han conmemorado los 50 a?os de su fallecimiento y los 150 de su nacimiento. A lo largo de 54 minutos, Tercero visita varios de los lugares en los que naci¨® la vocaci¨®n filol¨®gica del personaje, en especial, Pajares, en Asturias, donde Men¨¦ndez Pidal, gallego, pero asturiano de sentimiento, pasaba los veranos.
Tras ganar en 1895 un concurso de la Real Academia Espa?ola sobre el poema de Mio Cid, cantar que marca su vida y obra, el ¨¦xito europeo ya le llega con su primer libro, La leyenda de los infantes de Lara. Otra clave fue su esposa, Mar¨ªa Goyri, una de las primeras universitarias del pa¨ªs, que le atrajo a la Instituci¨®n Libre de Ense?anza (ILE), ¡°a la idea de reconstruir el pa¨ªs desde la educaci¨®n y con ciudadanos responsables¡±, dice Tercero.
¡°Cuando se conocen, se intercambian libros y comparten vocaci¨®n¡±, apunta Sara Catal¨¢n, biznieta de la pareja. Tanto que decidieron que su viaje de novios fuera la ruta del destierro del Cid, para empaparse de la poes¨ªa que cantaba el pueblo. En Burgo de Osma, ella escuch¨® a una mujer: ¡°Tristes nuevas, tristes nuevas que se cuentan por Espa?a, que el caballero don Juan est¨¢ malito en la cama. Siete doctores le asisten, de los mejores de Espa?a, unos dicen que no entienden, otros que su mal no es nada¡¡±. Es el romance de La muerte del pr¨ªncipe don Juan, el heredero de los Reyes Cat¨®licos, que llam¨® la atenci¨®n de Men¨¦ndez Pidal porque era un ejemplo de que la historia se hab¨ªa contado tambi¨¦n en las canciones populares.
La generaci¨®n del 27
Don Ram¨®n ingresa en la RAE en 1902; en 1910, a?o en que publica una obra capital, El romancero espa?ol, es elegido para dirigir el Centro de Estudios Hist¨®ricos, desde el que desarrolla las ideas progresistas de la ILE. En esa l¨ªnea, el director del Instituto Cervantes, Luis Garc¨ªa Montero, explica en el documental la relaci¨®n de Men¨¦ndez Pidal con la generaci¨®n del 27. Siempre en busca de fuentes de la tradici¨®n oral, el fil¨®logo viaj¨® en 1920 a Granada. All¨ª, un joven poeta, Federico Garc¨ªa Lorca, se ofrece para guiarle en esa tarea por el Albaic¨ªn. ¡°Men¨¦ndez Pidal quer¨ªa superar la idea de ruptura de la vanguardia y que se leyera con ojos modernizadores la tradici¨®n¡±, subraya Garc¨ªa Montero.
En 1925 se convierte en el primer fil¨®logo que dirige la RAE. Lo har¨¢, en una primera etapa, hasta la Guerra Civil. El documental, que lo muestra en varias grabaciones, incorpora su voz en una declaraci¨®n en la que abogaba, pionero, por la visi¨®n global del espa?ol: ¡°En muchos siglos venideros, lejos de caminar el idioma a su fraccionamiento, ganar¨¢ una m¨¢s fuerte unificaci¨®n¡±. Es ¨¦l quien, de acuerdo con las academias americanas, cambia el nombre del Diccionario de la lengua castellana por el de lengua espa?ola.
Todo lo quiebra la Guerra Civil. Men¨¦ndez Pidal acepta la invitaci¨®n de refugiarse en la Embajada de M¨¦xico. All¨ª quedan sus archivos, un trabajo de medio siglo. ?l viaja como conferenciante a Burdeos, La Habana, Puerto Rico, Nueva York¡ Su trayectoria motiva que la Espa?a de Franco lo tache de esp¨ªa. En la fundaci¨®n que lleva su nombre se conserva la c¨¦dula que redact¨® la Junta de Defensa Nacional, en la que se le consideraba ¡°bueno, pero d¨¦bil de car¨¢cter y dominado por su mujer¡±. De esta se dec¨ªa que ten¨ªa ¡°gran cultura¡±, pero que era una ¡°de las personas m¨¢s peligrosas de Espa?a¡±.
El Gobierno republicano tambi¨¦n le repudia, aunque por un malentendido. Men¨¦ndez Pidal hab¨ªa pronunciado una conferencia en un centro de la universidad neoyorquina de Columbia, ¡°pero la prensa espa?ola, no se sabe muy bien el motivo, inform¨® de que se hab¨ªa celebrado en la Casa de Italia, pa¨ªs que apoyaba a Franco¡±, apunta Tercero. Mientras, sus archivos comparten destino con los cuadros del Prado en Ginebra.
Por fin, regresa en julio de 1939 y recupera sus archivos, pero sus bienes son confiscados por el nuevo r¨¦gimen. Es propuesto para retomar la direcci¨®n de la RAE en 1947, tarea que desempe?ar¨¢ 20 a?os, hasta su fallecimiento. Casi al final de su vida, a Men¨¦ndez Pidal le dio tiempo a volver al principio, a la figura del Cid. En 1961 fue asesor de la superproducci¨®n que se rod¨® en Espa?a sobre el Campeador. Al sabio se le ve en el rodaje entusiasmado, con 92 a?os, blandiendo la espada del protagonista, Charlton Heston. No era tan serio don Ram¨®n.
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