¡®Fortunata y Jacinta¡¯: Gald¨®s, tambi¨¦n guionista de televisi¨®n
La 2 repone la serie dirigida hace 40 a?os por Mario Camus, un cl¨¢sico de la literatura y del medio audiovisual
A estas alturas de la posmodernidad conviene reivindicar a los genuinamente modernos. Por ejemplo, a don Benito P¨¦rez Gald¨®s. Una prueba precisamente de ello fue su poder a la hora de tejer melodramas sin miedo a acompa?arlos de otros g¨¦neros. De esa potencia resulta f¨¢cil, incluso natural, trasladarlos de la literatura al medio audiovisual. Lo comprobamos estos d¨ªas, con la reposici¨®n de Fortunata y Jacinta en La 2 de TVE (hoy jueves emite los cuatro ¨²lt...
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A estas alturas de la posmodernidad conviene reivindicar a los genuinamente modernos. Por ejemplo, a don Benito P¨¦rez Gald¨®s. Una prueba precisamente de ello fue su poder a la hora de tejer melodramas sin miedo a acompa?arlos de otros g¨¦neros. De esa potencia resulta f¨¢cil, incluso natural, trasladarlos de la literatura al medio audiovisual. Lo comprobamos estos d¨ªas, con la reposici¨®n de Fortunata y Jacinta en La 2 de TVE (hoy jueves emite los cuatro ¨²ltimos episodios): un cl¨¢sico a dos bandas ya, porque la versi¨®n que realiz¨® Mario Camus en 1980 resiste de sobra el paso del tiempo.
Ambas, serie y novela, son dos cl¨¢sicos que se caminan de la mano. Las ambiciones del escritor se resum¨ªan en una: construir grandes novelas. Y fue tanto su talento y su dedicaci¨®n a la tarea que las convirti¨® en una serie de documentos esenciales para conocer la Historia de Espa?a con la gu¨ªa de un aut¨¦ntico tratado de pasiones humanas. Por ello trascendi¨® su tiempo hasta llegar a este a?o del centenario de su muerte fresco y transparente, incluso en la complejidad de su poderosa narrativa.
Una complejidad que parece anticiparse a lo que vendr¨¢ en el futuro hasta el m¨ªnimo detalle. Las novelas de Gald¨®s resuelven en s¨ª mismas las dudas de cualquier guionista contempor¨¢neo. No solo en su habilidad din¨¢mica respecto al melodrama. Tambi¨¦n en lo tel¨²rico, con esa magistral construcci¨®n f¨ªsica y ps¨ªquica de unos personajes a quienes define su o¨ªdo en los di¨¢logos. Incluso en el artificio, para resolver como de cat¨¢logo todo el atrezzo, con vestuarios y decorados que no hay m¨¢s que calcar de sus p¨¢ginas para trasladarlos a la pantalla.
Fue don Benito ¡ªtan ninguneado por sus descendientes, quiz¨¢s porque nadie ha llegado a¨²n a sustituirle en el podio espa?ol junto a Cervantes¡ª un guionista sin querer dentro de la piel de un ambicioso novelista que persegu¨ªa sin cesar el todo.
Mario Camus lo sabe. Como tambi¨¦n lo explor¨® Luis Bu?uel al adaptar Nazar¨ªn y Tristana. Este ¨²ltimo lo exprimi¨® no s¨®lo para sus versiones. Tambi¨¦n para sus invenciones propias, a modo de descendientes elevados a la categor¨ªa de genialidad, caso de Viridiana. La pel¨ªcula nace del universo de Gald¨®s, como continuaci¨®n de Nazar¨ªn, para ser transmutada en puro cine. Hasta ese punto fue el m¨¢s ultramoderno de los cineastas hisp¨¢nicos capaz de reconocer su misma raza para el riesgo y la demolici¨®n de las convenciones en un alma gemela.
Bu?uel lo empuj¨® hasta sus l¨ªmites en el cine y a Camus le correspondi¨® hacerlo en televisi¨®n. Hoy todav¨ªa disfrutamos esas im¨¢genes y de esa sensibilidad en el director c¨¢ntabro, autor de algunas de las mejores adaptaciones literarias del cine espa?ol, caso de La colmena y Los santos inocentes. Aplica la misma sabidur¨ªa y oficio a la gran pantalla que para la peque?a, en la que Camus ha sido un pionero del medio desde los a?os setenta, con Los camioneros o Curro Jim¨¦nez.
Pero es en Fortunata y Jacinta donde logra una obra mayor. Se anticipa a la narrativa de la ¨¦poca, lo supera y consigue un fen¨®meno que fue todo un ¨¦xito de audiencia. El tempo, el regodeo, los silencios son m¨¢s propios de las l¨®gicas de series del siglo XXI, de un Mad Men, por ejemplo, que de aquel sencillo plano contraplano que imperaba como cors¨¦ hace cuatro d¨¦cadas. Camus apuesta por un ritmo propio respetuoso con lo galdosiano, una calma y un esmero descriptivo. Tensa y sosiega la c¨¢mara seg¨²n retrate la vida en los casoplones de la burgues¨ªa, la oscuridad con polvo e incienso de los templos o las ansiedades salpicadas de miseria por el lumpen.
Trabaja a conciencia la direcci¨®n de actores, con Ana Bel¨¦n y Maribel Mart¨ªn como puntales, para transmitir la complejidad de los personajes inmersos en sus propios ambientes. Logra matices que humanizan hasta al ni?ato de Juanito Santa Cruz, un aut¨¦ntico gilipollas, y es capaz de codificar los pensamientos en los rostros de sus hero¨ªnas o como carga pesada en el cuerpo birria de Maximiliano Rub¨ªn. Paseamos por el lujo y la miseria dentro de ese mapa intencionado de la injusticia y la desigualdad trazado por Gald¨®s. Dos jirones hoy vigentes, hoy tan urgentes, denunciados sin tregua por la mentalidad radicalmente moderna de quien comprende a sus personajes pero apela con valent¨ªa a nuestras conciencias.