¡®La Unidad¡¯, una Polic¨ªa de verdad
La nueva serie de Movistar se ¡®empotra¡¯ en la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n y ofrece una visi¨®n realista de la lucha antiterrorista
En La Unidad los polic¨ªas no van de uniforme, no son chulos, ni superh¨¦roes, ni tipos atormentados con sed de venganza. Son personas normales. De carne y hueso. Hombres y mujeres profesionales. M¨¢s feos y m¨¢s guapos. Seres imperfectos con vidas imperfectas unidos por una importante misi¨®n: evitar un atentado yihadista. Gente real frente a una amenaza real. Porque ¡°los malos¡± -el casting es espectacular-, tambi¨¦n son de verdad en esta nueva serie que el d¨ªa 15 de mayo estrena Movistar y produce Vaca Films. Un thriller trepidante de seis episodios de 50 minutos dirigido por el gallego Dani de la Torre (El Desconocido) con guion de Alberto Marini, rodado sin complejos ni prejuicios, que a veces recuerda a las mejores temporadas de Homeland, y que te deja con ganas de m¨¢s.
Se nota -en las conversaciones, en los gestos, en la lograda ambientaci¨®n y en las sorprendentes localizaciones (se han ido a grabar hasta Lagos y Makoko, Nigeria)- que el equipo y sus protagonistas, Nathalie Poza (Goya 2017), el actor argentino Michel Noher, Marian ?lvarez (Goya 2013) y Luis Zahera (Goya 2019), han tenido la oportunidad de empotrarse con los agentes de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n de la Polic¨ªa Nacional, el ¨²ltimo baluarte entre los ciudadanos y los terroristas.
¡°La raz¨®n de ser de esta serie es que pudimos conocer a los profesionales de la lucha antiterrorista en Espa?a, nos documentamos con ellos, nos ganamos un respeto rec¨ªproco, nos contaron c¨®mo viven y nos dejaron vivir con ellos¡±, cuenta Marini, que asegura que ha estado dos a?os document¨¢ndose para lograr mostrar el lado m¨¢s humano y profesional de estos polic¨ªas. ¡°La verdad es que llegu¨¦ con mis dudas, porque no deja de ser la polic¨ªa secreta, la de Informaci¨®n, la que se mueve con antelaci¨®n bas¨¢ndose conjeturas¡¡±, recuerda.
En la lucha antiterrorista la clave es la anticipaci¨®n, todas las t¨¦cnicas de investigaci¨®n est¨¢n basadas en adelantarse para que no ocurra nada. Unas veces se llega a tiempo y otras no, como muestra esta equilibrada ficci¨®n, queha logrado recrear la devastaci¨®n del conflicto sirio en una nave de Vigo (Galicia).
¡°Pero que no pase nada requiere mucho trabajo¡±, se?ala Lucia, el alias de una de las jefas de la CGI que ha servido de inspiraci¨®n a la actriz Nathalie Poza, que hace de comisaria en esta ficci¨®n. ¡°Creo que se ve una polic¨ªa moderna, tecnificada, muy capacitada, que habla idiomas, donde las mujeres tienen un peso espec¨ªfico siendo mujeres, sin asumir roles ni femeninos ni masculinos, siendo normales¡±, agrega la investigadora. ¡°Les ped¨ª que no nos sacaran como a t¨ªas desquiciadas o con roles masculinos, sino como a parte de un equipo, que es lo que somos¡±, se?ala, y se muestra satisfecha con el resultado, que ya ha podido ver. ¡°No es un spot de la polic¨ªa espa?ola, es la realidad, y creo que trabajamos bien con los actores porque nos uni¨® la pasi¨®n por nuestros respectivos trabajos¡±, resume.
¡°Nos fuimos a misiones con ellos, a Melilla y Barcelona, pudimos hablar con infiltrados reales¡±, recuerda Marini. ¡°Lo m¨¢s impresionante fue llegar a contactar a nivel humano, ver lo normales que son los polis, que no parecen polic¨ªas¡±, apunta De la Torre. ¡°Nuestra ficci¨®n ha buscado muchas veces extremos que no se corresponden con la realidad; yo he querido dar vida a esos profesionales con problemas cotidianos, que tienen que dejarlos muchas veces de lado, gente culta, preparada, que habla de todo, abiertos, y muy alejados de esas cloacas de las que tanto se habla¡±, prosigue. ¡°He descubierto que no sab¨ªa nada y me impresion¨® la cantidad de personas de origen ¨¢rabe que trabajan en el antiterrorismo espa?ol¡±, remacha el director.
Quien ha visitado esa Comisar¨ªa General de Informaci¨®n (CGI), ubicada en el centro del complejo policial de Canillas en Madrid, y a quienes la habitan, reconoce a esos personajes, sus historias, su dedicaci¨®n, su meticulosidad y su convivencia. En ese lugar se concentran polic¨ªas, pero tambi¨¦n decenas de colaboradores: mujeres con velo que trabajan de traductoras, confidentes, representantes de agencias de seguridad internacionales¡ una peque?a y organizada torre de babel. Todo huele a verdad en La Unidad, aunque las oficinas (¡°Nuevo Canillas¡± en la ficci¨®n) sean mucho m¨¢s modernas y menos casposas que las que ocupan hoy por hoy los verdaderos agentes.
¡°No imaginaba a esa mujer, jovial, tan femenina, que vest¨ªa tacones y llevaba pendientes de leopardo en la oficina, no ten¨ªa nada misterioso, una mujer normal con una energ¨ªa muy positiva que luego se extrapol¨® al resto del equipo¡±, describe Nathalie Poza (Carla en la ficci¨®n) a la agente Luc¨ªa, que le sirvi¨® de inspiraci¨®n. ¡°En un aprendizaje contrareloj, me fui encontrando con personas muy educadas, no se sent¨ªa esa jerarqu¨ªa que estamos acostumbrados a ver en las ficciones, no pod¨ªa distinguir muy bien los despachos, me sorprendi¨® el sentido de unidad, la hermandad que tienen, como se tratan entre ellos, tienen m¨¢s informaci¨®n los unos de los otros que la que puedan tener sus propias familias o amigos personales¡±, cuenta la actriz. ¡°Descubr¨ª a gente que no se da ninguna importancia, servidores p¨²blicos¡±, remata.
Como ella, el actor Luis Zahera (Sergio en la serie) convivi¨® (literalmente y en su propia casa) con el jefe de operaciones real, a quien retrata casi a la perfecci¨®n. ¡°Me he dado cuenta de que ten¨ªa una imagen de las pel¨ªculas, terror¨ªfica, de pim pum pam; me encontr¨¦ con un tipo que se expresa de manera decimon¨®nica, con id¨¦ntica pasi¨®n por su trabajo que yo, un buen rollo de persona que me invit¨® a su casa, que me trat¨® como a un hermano¡±, recuerda el actor. ¡°La primera vez que vi un briefing suyo para un operativo me qued¨¦ alucinado, le habl¨® a lo suyos durante casi una hora y media con toda la orfebrer¨ªa que permite nuestro idioma. Le ped¨ª permiso para tomar nota de sus frases¡±, cuenta.
Los problemas (de conciliaci¨®n de la vida familiar y profesional, por ejemplo), las limitaciones (escasos presupuestos que se manejan), la soledad, la diplomacia (con el poder y con otros servicios de inteligencia), las angustias (por los riesgos propios y ajenos que asumen), la dedicaci¨®n (casi adicci¨®n) a un trabajo que se llevan a casa y que es muchas veces ingrato y algunas (pocas), exitoso y capaz de darle sentido a la vida. Todo eso est¨¢ en esta serie, que empieza y acaba, pero que aspira a tener segunda parte: ¡°los malos¡± no descansan. Y siempre hay buenos flecos que dejan actores secundarios como Ra¨²l Fern¨¢ndez de Pablo (El pueblo, El internado).
En esta especie de ficci¨®n natural, que hace emerger los matices y con ellos la verdad, queda patente que la lucha contra el terrorismo yihadista, ¡°no es [en palabras de Marini] una lucha entre Oriente y Occidente, sino de fan¨¢ticos de Oriente y de Occidente¡±
El gran acierto de "los malos"
Si algo aporta verosimilitud a esta nueva serie es el magn¨ªfico casting realizado por Eva Leira y Yolanda Serrano. Es uno de los grand¨ªsimos aciertos de esta ficci¨®n, sobre todo en el caso de ¡°los malos¡±. Ellas encontraron a Kader, el l¨ªder de la c¨¦lula yihadista. ¡°Es una actor argelino que vive en Barcelona¡±, se?ala De la Torre. Pero tambi¨¦n dieron con Tarek, su c¨®mplice en la cinta, y en la vida real: ¡°Un chico marroqu¨ª que lleg¨® a Espa?a en los bajos de un cami¨®n, que ha trabajado recogiendo fresas, de boxeador y que ahora es cocinero en un restaurante de la Ciudad Condal¡±, apunta el director. Y escogieron a Said, que hace de inmigrante perdido radicalizado en prisi¨®n en esta ficci¨®n, pero que en realidad es camarero y que gracias a este rodaje pudo arreglar sus papeles. Lo mismo que le ocurri¨® a Ismail, que hace las veces de narcotraficante. Todo ellos, tambi¨¦n el actor sirio --que huy¨® del conflicto en su vida real-- que interpreta a un l¨ªder del Estado Isl¨¢mico (Nadim), hablan en sus respectivos dialectos ¨¢rabes y cargan a la serie de verdad.
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