Lee Miller fue llorada tarde: la artista que se meti¨® en la ba?era de Hitler y cay¨® en el olvido
Un documental reivindica la figura de la modelo, fot¨®grafa y corresponsal de guerra, a la que su hijo solo recordaba como una alcoh¨®lica deprimida

Todas las desdichas que hab¨ªa vivido desde ni?a, todo el horror que hab¨ªa presenciado en el frente, se desvanecieron por un momento cuando Lee Miller se quit¨® las botas, manchadas del barro del campo de concentraci¨®n de Dachau, se desnud¨® y se meti¨® en la ba?era de la casa de Adolf Hitler y Eva Braun en M¨²nich.
Hab¨ªa hecho fotos para la historia, pero la de su ba?o relajante, con las botas sucias sobre la alfombra y el retrato del tirano colocado a su lado, la captur¨® su compa?ero de batallas David E. Scherman. Imagen ic¨®nica -para algunos, fr¨ªvola- de la derrota del nazismo, ninguno de los dos sab¨ªa que Hitler y Braun se acababan de suicidar en el b¨²nker de Berl¨ªn.
Mujer dura, valiente, creativa y bell¨ªsima, Miller sab¨ªa estar a los dos lados de la c¨¢mara: fue modelo de portada de Vogue antes de introducirse en el arte vanguardista. Su vida se cuenta en el documental Lee Miller: musa y corresponsal de guerra, dirigido por Teresa Griffiths (en Movistar+). Arrastraba el trauma de una violaci¨®n (y una gonorrea) a los siete a?os, que siempre call¨®; su padre la retrataba de forma un tanto obsesiva. Ahogaba las penas en alcohol y viv¨ªa deprisa, saltando entre parejas y ciudades. Con Man Ray ide¨® nuevas t¨¦cnicas fotogr¨¢ficas, pero a ¨¦l le carcom¨ªan los celos. Y pos¨® para seis cuadros de Picasso.
En la Segunda Guerra Mundial se reinvent¨® como fotorreportera. Document¨® lo m¨¢s terrible antes de colarse en el piso de Hitler a echarse una siesta y darse un ba?o. No cualquiera vale para corresponsal de guerra, para renunciar a la comodidad y a la seguridad a cambio de estar en primera fila de la historia. Ella lo hizo, pero luego cay¨® en el olvido.
Choca o¨ªr a su ¨²nico hijo, Antony Penrose, decir que en su d¨ªa no llor¨® su muerte, que la recordaba como una alcoh¨®lica deprimida que nunca le hizo mucho caso. Solo despu¨¦s de hallar monta?as de negativos y diarios en un desv¨¢n, solo al sumergirse en ese material e indagar en su biograf¨ªa, comprendi¨® su grandeza. Entonces s¨ª: llor¨®.
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